El neoliberalismo, como ideología dominante de nuestras sociedades, se ha mostrado como una estrategia de las élites dirigentes tendente a sustraerle a la sociedad bienes y derechos que se consiguieron tras décadas de durísimas luchas sociales a lo largo del planeta. Las políticas neoliberales se aplican a privatizar bienes comunes, como el agua, o servicios, como la educación, las pensiones, la sanidad, con el objetivo de convertir en negocio de unos pocos lo que hasta ese momento había sido patrimonio colectivo. Dicho de manera contundente, el neoliberalismo se sustenta en el robo institucionalizado de los bienes sociales, y ahora vuelve recargado con un capitalismo offshore donde Marioneta Macri es la punta de lanza en latinoamérica.
En realidad, la rapiñez en ña práctica capitalista no es una excepción histórica, sino más bien la norma. Desde sus orígenes, el capitalismo se ha sustentado en una dinámica expoliadora en la que los pocos se hacían con los bienes de los muchos. Este proceso vino apoyado por toda una serie de desarrollos legales, de gran dureza y brutalidad, tendentes a garantizar el dominio de esa minoría y la proletarización del resto de la población.
Los teóricos liberales habían fundamentado su doctrina en el trabajo, vinculando riqueza, esfuerzo y trabajo: quien más tiene es porque más se esfuerza, más trabaja, es decir, la propiedad es fruto del trabajo. Paradójicamente, la práctica capitalista se sustenta sobre lo contrario: el trabajo no produce propiedad, lo que se produce no pertenece al productor. Tanto es así que cualquier capitalismo con rostro un poco más humanitario como los populismos de América Latino de la actualidad se convirten en una amenaza para el estableshiment. Los capitalismos de Lula y Dilma, de los Kirchner que estuvieron algo más cerca a un "capitalismo de rostro humano" (o al menos un poquito más humano, aunque no haya alcanzado) resultó una compelta herejía que había que desterrar. Incluso el estado de bienestar posterior a la II Guerra Mundial, ese capitalismo socialdemócrata y keynesiano supuso una excepción histórica, un espejismo, que el neoliberalismo se encargó de desmontar con celeridad tras la caída del Muro de Berlín. Desaparecida la amenaza soviética y roto el espinazo de la clase obrera a través de la domesticación sindical, el capitalismo pudo retornar a su senda histórica de robo y explotación que la vió nacer. Y en esta absurda muestra de vasallaje neoliberal que es representado en Argentina por el des-Gobierno de Marioneta Macri todo atropello capitalista e injusticia se naturaliza sin anestesia. Que las tarifas de los servicios públicos había que actualizarlas y eliminar los subsidios ¿Por qué? Porque las empresas concesionarias no tenían rentabilidad. Que Macri y los suyos no necesitan robar porque eran ricos desde antes de llegar al gobierno, y se naturaliza no preguntar cómo se hicieron ricos. La naturalización de las injusticias sociales es lo que, al fin y al cabo, permite que exista el "Capitalismo Offshore".
El neoliberalismo es el robo institucionalizado de los bienes sociales. Decía Rousseau que todos los males empezaron cuando alguien cercó un campo, dijo “esto es mío” y hubo gente tan simple que lo consintió. Dos siglos más tarde, en vez de campos, los expoliadores cercan la educación, la sanidad, las pensiones y dicen: esto es mío. Y hay gente tan simple, como diría Rousseau, que encima va y los vota.
En realidad, la rapiñez en ña práctica capitalista no es una excepción histórica, sino más bien la norma. Desde sus orígenes, el capitalismo se ha sustentado en una dinámica expoliadora en la que los pocos se hacían con los bienes de los muchos. Este proceso vino apoyado por toda una serie de desarrollos legales, de gran dureza y brutalidad, tendentes a garantizar el dominio de esa minoría y la proletarización del resto de la población.
Los teóricos liberales habían fundamentado su doctrina en el trabajo, vinculando riqueza, esfuerzo y trabajo: quien más tiene es porque más se esfuerza, más trabaja, es decir, la propiedad es fruto del trabajo. Paradójicamente, la práctica capitalista se sustenta sobre lo contrario: el trabajo no produce propiedad, lo que se produce no pertenece al productor. Tanto es así que cualquier capitalismo con rostro un poco más humanitario como los populismos de América Latino de la actualidad se convirten en una amenaza para el estableshiment. Los capitalismos de Lula y Dilma, de los Kirchner que estuvieron algo más cerca a un "capitalismo de rostro humano" (o al menos un poquito más humano, aunque no haya alcanzado) resultó una compelta herejía que había que desterrar. Incluso el estado de bienestar posterior a la II Guerra Mundial, ese capitalismo socialdemócrata y keynesiano supuso una excepción histórica, un espejismo, que el neoliberalismo se encargó de desmontar con celeridad tras la caída del Muro de Berlín. Desaparecida la amenaza soviética y roto el espinazo de la clase obrera a través de la domesticación sindical, el capitalismo pudo retornar a su senda histórica de robo y explotación que la vió nacer. Y en esta absurda muestra de vasallaje neoliberal que es representado en Argentina por el des-Gobierno de Marioneta Macri todo atropello capitalista e injusticia se naturaliza sin anestesia. Que las tarifas de los servicios públicos había que actualizarlas y eliminar los subsidios ¿Por qué? Porque las empresas concesionarias no tenían rentabilidad. Que Macri y los suyos no necesitan robar porque eran ricos desde antes de llegar al gobierno, y se naturaliza no preguntar cómo se hicieron ricos. La naturalización de las injusticias sociales es lo que, al fin y al cabo, permite que exista el "Capitalismo Offshore".
El neoliberalismo es el robo institucionalizado de los bienes sociales. Decía Rousseau que todos los males empezaron cuando alguien cercó un campo, dijo “esto es mío” y hubo gente tan simple que lo consintió. Dos siglos más tarde, en vez de campos, los expoliadores cercan la educación, la sanidad, las pensiones y dicen: esto es mío. Y hay gente tan simple, como diría Rousseau, que encima va y los vota.
Las políticas que se aplican en la Unión Europea son la expresión más acabada de este proceso neoliberal que vive el mundo entero. La crisis no ha sido sino el instrumento de esas élites para aplicar medidas en beneficio propio y abundar en el traspaso de los bienes colectivos a sus propias arcas. Vemos la ola de concentración capitalista avanzar en todos los frentes, en todos lados del mundo.
Desde noviembre de 2015 (en realidad mucho ante pero explota con la elección de Marioneta Macri en Argentina) han ocurrido sucesos excepcionales que cambian el panorama geopolítico y la cartografía de la lucha de clases en nuestra América Latina. No importa la simpatía o rechazo de cada uno por los gobiernos progresistas y pro-nacionales, lo que intentamos hacer es un repaso del actual ciclo posneoliberal que abrió una nueva etapa en nuestra región que nos sitúan en un punto de inflexión y marcan enormes desafíos para los pueblos. El avance político de las fuerzas de derecha son evidentes en la región, avances expresados en el plano electoral y judicial que han logrado desalojar a dos gobiernos progresistas y estratégicos dado su peso político y económico como Argentina y Brasil, y que han ganado elecciones en Bolivia y Venezuela, modificando la correlación de fuerzas subjetivas y objetivas en la región.
Revolución de la Alegría = Revolución de los Ricos
El momento político nos deja una derecha que ha acumulado fuerza en el plano electoral y solo necesita ganar las elecciones (y a veces como en Brasil, ni siquiera eso), mientras que la izquierda necesita ganar, pero sobre todo estar en la calle y reactualizar el proyecto político anti-neoliberal. A los golpes tradicionales se le suman los llamados golpes suaves, con la intervención imperialista de ONGs que buscan impulsar "primaveras latinoamericanas", canalizando fondos de USAID, NED o el Departamento de Estado, en muchos casos (como el boliviano) de la mano de fundaciones de derecha como la "Konrad Adenauer" alemana. Esta derecha avanza hasta donde puede con el objetivo de maximizar la explotación del trabajo y la concentración de riqueza, y retrocede en la medida en que se mella su legitimidad y potencia electoral.Marioneta Macri como gerente de la Argentina y dueño de Corporación Cambiemos S.A. es la gran prueba de fuego para la derecha offshore. Con un discurso (testeado por encuestas y consultoras y bien manejado por el marketing político) modernizador hacia afuera, y aunque defienda a genocidas y torturadores de las dictaduras cívico-militares, tienen un discurso sobre los derechos humanos. Aunque en su fuero interno sean conservadores y retrógrados (como se muestra en diversas declaraciones) aceptan -o al menos no cuestionan por ahora- derechos civiles como por ejemplo la ley de matrimonio igualitario y otras. No se presentan tan abiertamente como en el pasado con la cruz y la espada en la mano, sino que apelan como instrumento disciplinador a la despolitización de las masas. De ahí los globitos de colores utilizados en las campañas electorales en vez de banderas y consignas, el discurso de la Revolución de la Alegría, el bien sabido "cambio" y otras pavadas para engañar a la gilada. Estos neoliberales que tenemos que soportar hoy y se hacen los muy modernos y republicanos son los mismos delincuentes del Club de Chicago de 1840, el problema surge cuando la gente les cree.
En una estructura de clases sociales donde los gobiernos progresistas redistribuyeron un poco el total de la riqueza, las clases medias elevaron sus niveles de consumo y vivieron un idílico momento de "american way of life", pero esta cultura del shopping hipercapitalista lleva el germen neoliberal en su interior: la cínica búsqueda de la felicidad por poseer cosas lleva a la deshumanización y al individualismo que se llevan perfectamente bien con los valores pragmáticos de la sociedad capitalista: la avaricia, el exitismo y la ley del más fuerte, porque desde el individulismo de la "cultura Nike" no se puede construir nada conjunto, porque sólo quiere recibir y nada dar a una obra conjunta que él interpreta como "los otros". El ciclo progresista no logró derrotar la hegemonía del capitalismo en el plano cultural, y una vez que las clases populares alcanzan niveles de consumo que hasta hace poco pertenecían a otras clases sociales, acaban interiorizando las preferencias políticas de estas otras clases sociales, porque simplemente adoptan su cultura y tratan de amoldarse a su forma de vida. Que en Argentina la derecha haya llegado al gobierno por elección de la gente no es un dato menor y seguramente algo de todo esto está presente; aquello que tanto criticamos, esta insensibilidad social y doble discurso, este desprecio por el pueblo que muestra Corporación Cambiemos también está en nuestro interior como individuos y cómo sociedad, este odio social está arraigado en nuestra alma y es por eso que un tarambana que apenas puede hilvanar dos palabras como Marioneta Macri llegue no solo a gobernar sino a emprender una revolución de los Ricos.
El dilema de construir una sociedad igualitaria dentro de las formas de un capitalismo democrático.
Mientras los valores del capitalismo gobiernen a la gente, nuevos déspotas irán apareciendo. Mientras la sociedad esté obnubilada por el consumo y la cultura de las tarjetas de crédito no habrá cambio posible, y no puede existir una realidad mejor para todos. Ya pasó con Menem, él llegó a su segundo mandato por voto popular luego de haber privatizado empresas estatales, canales televisivos y las dos mayores empresas del país, desreguló la economía; estableció la libertad de precios, inaugurando el neoliberalismo sin frenos, y sólo podemos achacar que fue por ignorancia o poca memoria que la gente lo votó, lo hizo porque quería seguir consumiendo sin importar que se estaban rematando los recursos del país, y por lo tanto aumentaba nuestra pobreza. Recordar el pasado para analizar el presente es sumamente importante para no volver a caer en los mismo errores que nos ha llevado a vota a una política neoliberal, criminal y corrupta como la de Marioneta Macri, el nuevo Menem, otra vez al poder.
Actualmente y en el plano reginal, nuevas vías de restauración hegemónica del capital o de la fuerza social-política de la oligarquía financiera resurgen con fuerza: los golpes en Honduras, Paraguay y Brasil demuestran, ya que el diseño institucional de nuestros sistemas políticos formalmente democráticos y representativos sigue siendo permeable a la capacidad de dominio de las minorías privilegiadas: ya no parece ni necesario ni adecuado usar la fuerza para quitarle el poder del Estado a gobiernos que resultan incómodos.
El nuevo terrorismo mediático y la Guerra de IV Generación conducida por el imperialismo tiene un papel crucial en esta nueva fase. En muchos casos los medios de comunicación masivos en manos privadas complementan a los partidos políticos de derecha, sustituyéndolos directamente cuando estos están muy desacreditados, construyendo matrices de opinión que rotan sobre la corrupción, narcotráfico, inseguridad ciudadana o incapacidad política como elementos centrales.
Siguiendo la teoría de la agenda setting: los medios trasladan al público sus preferencias temáticas, es decir que los ciudadanos estarían fuertemente influidos por los medios al momento de decidir cuáles son sus preocupaciones. La emblemática frase de Cohen lo resume: "la prensa quizás no sea muy eficaz en decirle a la gente qué pensar, pero es asombrosamente exitosa en sugerirle en qué pensar".
Así el estado mayor conjunto de la oligarquía financiera está constituido por los agentes del imperialismo y las corporaciones empresarias y mediáticas.
Así, la lucha de clases pasó a tener una expresión fundamental en el espacio público mediático, especialmente las redes sociales, que se convierten en un campo de batalla como hemos podido observar durante las campañas electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia, así como legitimando el golpe mafioso de Temer y el conjunto de la derecha en Brasil. Ya lo dejó escrito Gene Sharp, uno de los ideólogos del golpe suave: "La naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (...) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas". Ya lo dijo el responsable estratégico de Corporación Cambiemos Durán Barba: "Más que comités, necesitamos manejar bien las redes sociales".
Es imposible entender esta nueva fase del ciclo progresista sin analizar el rol de los grandes medios de comunicación como arma psicológica del Capitalismo Offshore. El lobo se viste con piel de cordero.
De forma complementaria a los medios de comunicación, la derecha ha ido construyendo su relato, para fragmentar al pueblo y convertirlo en individuos "ciudadanos" consumidores, difuminando la lucha de clases y amortiguando las medidas de shock de la nueva derecha. Actualmente logran captar partes de la juventud con nuevas formas de rebeldía light que no apuntan a cuestionar las contradicciones ni injusticias estructurales del sistema, es la "rebeldía light" que caceroleaba contra su imposibilidad de comprar dólares o generan una catarata de tuits por el Impuesto a las Ganancias, pero se escandalizan si les hablás de una verdadera revolución.
Y una vez en el poder, el neoliberalismo arrincona a cualquiera que pueda ser oposición llegando hasta límites no sólo criminales sino también horrores inimaginables, la criminalización y persecucición jurídica en Argentina es acompañada de masacres en México (recordemos la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa), la desaparición selectiva de militantes y referentes populares en Colombia, o el asesinato de la dirigente indígena hondureña Berta Cáceres, ellos son sólo algunos entre los muchos ejemplos de las cuotas de destrucción humana, social y de bienes comunes a las que el capitalismo puede llegar con tal de mantener o elevar la tasa de ganancia.
Y sin embargo, hay motivos de esperanza
Un verdadero cambio (y esta vez para mejor) es posible siempre y cuando el pueblo aprenda de sus propios errores, de que sea conciente del hipnotismo mediático al que se ve sometido y que comprenda que el estilo de vida consumista que tanto le gusta es su peor enemigo. Y para ello no es necesario usar la violencia organizada o la insurrección armada, así como no hizo falta todo ello para sacar a los neoliberales de los 90s y principios de los 2000 del poder, así como se enterró al ALCA, y se lograron poner múltiples barreras a la oligarquía financiera y al Imperio. Es decir que existen momentos de crisis orgánicas o de hegemonía donde los poderosos pierden el comando de los aparatos estatales y el régimen democrático permite no solo el ascenso de gobiernos populares sino de modificaciones estructurales, al mismo tiempo que la nueva geopolítica continental preenta un mundo multipolar y donde nuestra América juega un papel central en él. El declive de la hegemonía estadounidense, junto con el rol cada vez más ambicioso de China y Rusia en el tablero geopolítico quizás genere condiciones para la lucha por nuestra independencia y soberanía si es que comprendemos la idea de Patria, y permite visualizar un nuevo tablero geopolítico en el que librar esta guerra de posiciones contra el Capitalismo Offshore. En este sentido la batalla estratégica pasa no por los gobiernos, los Imperios o las políticas macroeconómicas, sino por tu desición, íntima y personal, de avanzar hacia un cambio, cultivar el razonamiento crítico para que no nos boludeen tan fácil, luchar contra la deshumanización del ser humano, cultivar la solidaridad y la conciencia social para crecer como Patria en su lucha contra el Imperio y los verdaderos enemigos del pueblo sin caer en las pelotudeces de la rebeldía light de la careta de la careta del movimiento Anonymous (el revolucionario "verdadero" Guy Fawke llevada al comic por Alan Moore en "Vendetta", todo un símbolo de la traspolación del sistema consumista). Y ello depende de lo que haga, día a día, cada uno de nosotros.
Y para cerrar, vuelvo a repetir una frase con la que empecé este posteo:
El neoliberalismo es el robo institucionalizado de los bienes sociales. Decía Rousseau que todos los males empezaron cuando alguien cercó un campo, dijo “esto es mío” y hubo gente tan simple que lo consintió. Dos siglos más tarde, en vez de campos, los expoliadores cercan la educación, la sanidad, las pensiones y dicen: esto es mío. Y hay gente tan simple, como diría Rousseau, que encima va y los vota.
Desde noviembre de 2015 (en realidad mucho ante pero explota con la elección de Marioneta Macri en Argentina) han ocurrido sucesos excepcionales que cambian el panorama geopolítico y la cartografía de la lucha de clases en nuestra América Latina. No importa la simpatía o rechazo de cada uno por los gobiernos progresistas y pro-nacionales, lo que intentamos hacer es un repaso del actual ciclo posneoliberal que abrió una nueva etapa en nuestra región que nos sitúan en un punto de inflexión y marcan enormes desafíos para los pueblos. El avance político de las fuerzas de derecha son evidentes en la región, avances expresados en el plano electoral y judicial que han logrado desalojar a dos gobiernos progresistas y estratégicos dado su peso político y económico como Argentina y Brasil, y que han ganado elecciones en Bolivia y Venezuela, modificando la correlación de fuerzas subjetivas y objetivas en la región.
Revolución de la Alegría = Revolución de los Ricos
El momento político nos deja una derecha que ha acumulado fuerza en el plano electoral y solo necesita ganar las elecciones (y a veces como en Brasil, ni siquiera eso), mientras que la izquierda necesita ganar, pero sobre todo estar en la calle y reactualizar el proyecto político anti-neoliberal. A los golpes tradicionales se le suman los llamados golpes suaves, con la intervención imperialista de ONGs que buscan impulsar "primaveras latinoamericanas", canalizando fondos de USAID, NED o el Departamento de Estado, en muchos casos (como el boliviano) de la mano de fundaciones de derecha como la "Konrad Adenauer" alemana. Esta derecha avanza hasta donde puede con el objetivo de maximizar la explotación del trabajo y la concentración de riqueza, y retrocede en la medida en que se mella su legitimidad y potencia electoral.Marioneta Macri como gerente de la Argentina y dueño de Corporación Cambiemos S.A. es la gran prueba de fuego para la derecha offshore. Con un discurso (testeado por encuestas y consultoras y bien manejado por el marketing político) modernizador hacia afuera, y aunque defienda a genocidas y torturadores de las dictaduras cívico-militares, tienen un discurso sobre los derechos humanos. Aunque en su fuero interno sean conservadores y retrógrados (como se muestra en diversas declaraciones) aceptan -o al menos no cuestionan por ahora- derechos civiles como por ejemplo la ley de matrimonio igualitario y otras. No se presentan tan abiertamente como en el pasado con la cruz y la espada en la mano, sino que apelan como instrumento disciplinador a la despolitización de las masas. De ahí los globitos de colores utilizados en las campañas electorales en vez de banderas y consignas, el discurso de la Revolución de la Alegría, el bien sabido "cambio" y otras pavadas para engañar a la gilada. Estos neoliberales que tenemos que soportar hoy y se hacen los muy modernos y republicanos son los mismos delincuentes del Club de Chicago de 1840, el problema surge cuando la gente les cree.
En una estructura de clases sociales donde los gobiernos progresistas redistribuyeron un poco el total de la riqueza, las clases medias elevaron sus niveles de consumo y vivieron un idílico momento de "american way of life", pero esta cultura del shopping hipercapitalista lleva el germen neoliberal en su interior: la cínica búsqueda de la felicidad por poseer cosas lleva a la deshumanización y al individualismo que se llevan perfectamente bien con los valores pragmáticos de la sociedad capitalista: la avaricia, el exitismo y la ley del más fuerte, porque desde el individulismo de la "cultura Nike" no se puede construir nada conjunto, porque sólo quiere recibir y nada dar a una obra conjunta que él interpreta como "los otros". El ciclo progresista no logró derrotar la hegemonía del capitalismo en el plano cultural, y una vez que las clases populares alcanzan niveles de consumo que hasta hace poco pertenecían a otras clases sociales, acaban interiorizando las preferencias políticas de estas otras clases sociales, porque simplemente adoptan su cultura y tratan de amoldarse a su forma de vida. Que en Argentina la derecha haya llegado al gobierno por elección de la gente no es un dato menor y seguramente algo de todo esto está presente; aquello que tanto criticamos, esta insensibilidad social y doble discurso, este desprecio por el pueblo que muestra Corporación Cambiemos también está en nuestro interior como individuos y cómo sociedad, este odio social está arraigado en nuestra alma y es por eso que un tarambana que apenas puede hilvanar dos palabras como Marioneta Macri llegue no solo a gobernar sino a emprender una revolución de los Ricos.
El dilema de construir una sociedad igualitaria dentro de las formas de un capitalismo democrático.
Mientras los valores del capitalismo gobiernen a la gente, nuevos déspotas irán apareciendo. Mientras la sociedad esté obnubilada por el consumo y la cultura de las tarjetas de crédito no habrá cambio posible, y no puede existir una realidad mejor para todos. Ya pasó con Menem, él llegó a su segundo mandato por voto popular luego de haber privatizado empresas estatales, canales televisivos y las dos mayores empresas del país, desreguló la economía; estableció la libertad de precios, inaugurando el neoliberalismo sin frenos, y sólo podemos achacar que fue por ignorancia o poca memoria que la gente lo votó, lo hizo porque quería seguir consumiendo sin importar que se estaban rematando los recursos del país, y por lo tanto aumentaba nuestra pobreza. Recordar el pasado para analizar el presente es sumamente importante para no volver a caer en los mismo errores que nos ha llevado a vota a una política neoliberal, criminal y corrupta como la de Marioneta Macri, el nuevo Menem, otra vez al poder.
Actualmente y en el plano reginal, nuevas vías de restauración hegemónica del capital o de la fuerza social-política de la oligarquía financiera resurgen con fuerza: los golpes en Honduras, Paraguay y Brasil demuestran, ya que el diseño institucional de nuestros sistemas políticos formalmente democráticos y representativos sigue siendo permeable a la capacidad de dominio de las minorías privilegiadas: ya no parece ni necesario ni adecuado usar la fuerza para quitarle el poder del Estado a gobiernos que resultan incómodos.
El nuevo terrorismo mediático y la Guerra de IV Generación conducida por el imperialismo tiene un papel crucial en esta nueva fase. En muchos casos los medios de comunicación masivos en manos privadas complementan a los partidos políticos de derecha, sustituyéndolos directamente cuando estos están muy desacreditados, construyendo matrices de opinión que rotan sobre la corrupción, narcotráfico, inseguridad ciudadana o incapacidad política como elementos centrales.
Siguiendo la teoría de la agenda setting: los medios trasladan al público sus preferencias temáticas, es decir que los ciudadanos estarían fuertemente influidos por los medios al momento de decidir cuáles son sus preocupaciones. La emblemática frase de Cohen lo resume: "la prensa quizás no sea muy eficaz en decirle a la gente qué pensar, pero es asombrosamente exitosa en sugerirle en qué pensar".
Así el estado mayor conjunto de la oligarquía financiera está constituido por los agentes del imperialismo y las corporaciones empresarias y mediáticas.
Así, la lucha de clases pasó a tener una expresión fundamental en el espacio público mediático, especialmente las redes sociales, que se convierten en un campo de batalla como hemos podido observar durante las campañas electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia, así como legitimando el golpe mafioso de Temer y el conjunto de la derecha en Brasil. Ya lo dejó escrito Gene Sharp, uno de los ideólogos del golpe suave: "La naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (...) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas". Ya lo dijo el responsable estratégico de Corporación Cambiemos Durán Barba: "Más que comités, necesitamos manejar bien las redes sociales".
Es imposible entender esta nueva fase del ciclo progresista sin analizar el rol de los grandes medios de comunicación como arma psicológica del Capitalismo Offshore. El lobo se viste con piel de cordero.
De forma complementaria a los medios de comunicación, la derecha ha ido construyendo su relato, para fragmentar al pueblo y convertirlo en individuos "ciudadanos" consumidores, difuminando la lucha de clases y amortiguando las medidas de shock de la nueva derecha. Actualmente logran captar partes de la juventud con nuevas formas de rebeldía light que no apuntan a cuestionar las contradicciones ni injusticias estructurales del sistema, es la "rebeldía light" que caceroleaba contra su imposibilidad de comprar dólares o generan una catarata de tuits por el Impuesto a las Ganancias, pero se escandalizan si les hablás de una verdadera revolución.
Y una vez en el poder, el neoliberalismo arrincona a cualquiera que pueda ser oposición llegando hasta límites no sólo criminales sino también horrores inimaginables, la criminalización y persecucición jurídica en Argentina es acompañada de masacres en México (recordemos la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa), la desaparición selectiva de militantes y referentes populares en Colombia, o el asesinato de la dirigente indígena hondureña Berta Cáceres, ellos son sólo algunos entre los muchos ejemplos de las cuotas de destrucción humana, social y de bienes comunes a las que el capitalismo puede llegar con tal de mantener o elevar la tasa de ganancia.
Y sin embargo, hay motivos de esperanza
Un verdadero cambio (y esta vez para mejor) es posible siempre y cuando el pueblo aprenda de sus propios errores, de que sea conciente del hipnotismo mediático al que se ve sometido y que comprenda que el estilo de vida consumista que tanto le gusta es su peor enemigo. Y para ello no es necesario usar la violencia organizada o la insurrección armada, así como no hizo falta todo ello para sacar a los neoliberales de los 90s y principios de los 2000 del poder, así como se enterró al ALCA, y se lograron poner múltiples barreras a la oligarquía financiera y al Imperio. Es decir que existen momentos de crisis orgánicas o de hegemonía donde los poderosos pierden el comando de los aparatos estatales y el régimen democrático permite no solo el ascenso de gobiernos populares sino de modificaciones estructurales, al mismo tiempo que la nueva geopolítica continental preenta un mundo multipolar y donde nuestra América juega un papel central en él. El declive de la hegemonía estadounidense, junto con el rol cada vez más ambicioso de China y Rusia en el tablero geopolítico quizás genere condiciones para la lucha por nuestra independencia y soberanía si es que comprendemos la idea de Patria, y permite visualizar un nuevo tablero geopolítico en el que librar esta guerra de posiciones contra el Capitalismo Offshore. En este sentido la batalla estratégica pasa no por los gobiernos, los Imperios o las políticas macroeconómicas, sino por tu desición, íntima y personal, de avanzar hacia un cambio, cultivar el razonamiento crítico para que no nos boludeen tan fácil, luchar contra la deshumanización del ser humano, cultivar la solidaridad y la conciencia social para crecer como Patria en su lucha contra el Imperio y los verdaderos enemigos del pueblo sin caer en las pelotudeces de la rebeldía light de la careta de la careta del movimiento Anonymous (el revolucionario "verdadero" Guy Fawke llevada al comic por Alan Moore en "Vendetta", todo un símbolo de la traspolación del sistema consumista). Y ello depende de lo que haga, día a día, cada uno de nosotros.
En primer lugar, es necesario recordar que en todo proceso de revolución surge también la tendencia a la contrarrevolución; esto tiene carácter objetivo. Triunfa en definitiva la corriente que logra la mayor fuerza, la que se guía por una línea y un plan más acertados, más inteligentes. Es decir, la posibilidad de predominio de la revolución o la contrarrevolución se decide en el terreno subjetivo, depende de la conducción de una y otra.Schafik Hándal (1990)
Y para cerrar, vuelvo a repetir una frase con la que empecé este posteo:
El neoliberalismo es el robo institucionalizado de los bienes sociales. Decía Rousseau que todos los males empezaron cuando alguien cercó un campo, dijo “esto es mío” y hubo gente tan simple que lo consintió. Dos siglos más tarde, en vez de campos, los expoliadores cercan la educación, la sanidad, las pensiones y dicen: esto es mío. Y hay gente tan simple, como diría Rousseau, que encima va y los vota.
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