Tengamos memoria. En algún momento la pandemia pasará, y el virus será un recuerdo. Un mal recuerdo, pero recuerdo al fin. Y es muy posible que, mezcla de mecanismo de defensa mental con aquella máxima del Martín Fierro de que "olvidarse de lo malo también es tener memoria", hagamos borrón y cuenta nueva. Sin embargo, la memoria es un ejercicio necesario, en términos personales y también como sociedad. Por supuesto que quedarán de todo este proceso los recuerdos de los que no están, de los seres queridos que se llevó la pandemia, y de todo lo que no pudimos disfrutar, como estábamos acostumbrados.
"Pfizer le exigía al Gobierno Argentino inmunidad judicial, que el gobierno argentino asumiera todos los riesgos. Respecto de la vacuna rusa a mi me parece que esta garantizada la eficacia, no hay que dudar de la ANMAT, EEUU esta autorizando vacunas en estado de emergencia".
En lo social, en lo colectivo, la memoria reflexiva sobre la pandemia tiene también muchas aristas; como por ejemplo cuando y como fue que nos dejaron de importar los riesgos y las consecuencias de dejar de lado cuidados o prevenciones que, vistas desde la perspectivas de la magnitud de la amenaza, no parecían imposibles de observar.
Y otro ángulo, no menor y cuando aun el final de la historia es incierto -en tiempo y en resultados- es el rol que jugaron todo este tiempo los medios, los comunicadores, los "formadores de opinión" y no pocas personas con responsabilidades institucionales o sociales relevantes, cuya opinión no es la de cualquier persona del común.
Deberemos recordar, forzosamente, que se cuestionaron y sabotearon las medidas sanitarias y de prevención que los gobiernos debieron adoptar en la emergencia, así como se minimizó la importancia de la pandemia, que se desafiaron las disposiciones que tomaban las autoridades poniéndonos en riesgo a todos, y a que a esa inconducta social se la pretendió teñir de una cruzada en defensa de las libertades públicas.
Y ahora, en estos días, en los que el mundo entero corre una carrera contra reloj para poder producir y distribuir las vacunas -enfaticemos el plural- salteándose incluso pasos en los procedimientos normales para su aprobación y uso, hay quienes hacen campaña pública y desde los medios, contra la vacunación.
Es decir, no conformes con haber sembrado la confusión y el descrédito del rol del Estado y las instituciones públicas durante meses en una situación como ésta, hoy pretenden inducir a la población a no vacunarse, por intereses inconfesables, y por inconfesables queremos decir ideológicos, o simplemente económicos: la campaña de lobby de los principales medios del país e incluso de parte de la oposición política en contra de la vacuna rusa y -como espejo- a favor de la producida por Pfizzer, es bochornosa.
Jugando con cosas que no tienen repuesto, sin ningún escrúpulo moral y sin reparar en las consecuencias. Mostrando que aun allí donde no debiera existir esa famosa "grieta" de la que tanto hablan, la provocan y la agigantan; haciendo gala de una inmensa podredumbre moral.
Hablábamos antes de memoria social: el recordatorio de estos hechos, actuales, debe ser en el futuro el fundamento de una pedagogía que nos permita calibrar desde donde -desde que valores, desde que niveles de miseria y degradación humana- nos hablan algunos; que todos los días nos dicen quien es honesto y quien es corrupto, por quien nos conviene o no votar, quien es culpable y quien inocente, y cuáles son las soluciones para los problemas del país.
Ojalá todos los padecimientos sirvan para que al menos hayamos aprendido esa lección.
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