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Hijo de la Tormenta - El Manto de la Especie (2016)


Y llegó el turno de presentar el segundo LP de Hijo de la Tormenta, hace rato que lo tenemos en el listado de discos para reseñar en medio de toda ésta avalancha de discos que nos mandan ya sea los cabezones o los propios grupos. No se pierdan otro gran disco del mejor under, en este caso, cordobés!.

Artista: Hijo de la Tormenta
Álbum: El Manto de la Especie
Año: 2016
Género: Stoner doom metal - Post-rock
Duración: 37:54
Nacionalidad: Argentina


Lista de Temas:
1. Rock para huir de una ciudad
2. 53 cosechas
3. El Abuelo
4. Manifiesto al Sol
5. Un mañana aún más glorioso nos espera
6. Recibimiento

Alineación:
- Juan Cruz Ledesma / Guitarra y Voz
- Santi Ludueña / Batería
- Guido Di Carlo / Bajo





Ya los hemos presentado a estos chicos cordobeses que se zarpan mal, imagino que los recuerdan en su primer disco: creativos, superiores, elevados, no sé cómo describir bien a ésta joven banda de culiados. Su pesada rock psicodélico es el puente perfecto entre el rock de los años 70 y el stoner rock actual. Hemos dicho cuando presentamos su disco homónimo:


Con un interesante y demoledor sonido: una mezcla de Stoner Rock con tintes psicodélicos, post-rock, algunas cositas más doomeras y unas pizcas progresivas aquí y allá. ¡Y estos culiados se las traen!.

Siguen sin Moogs pero esta vez hay teclas con un Moogerfooger, y despliegan una pantalla rítmica sublime y exquisita, creando un sonido inmensamente seductor, entre elegante, delirante, enloquecido y rabioso, en un dinámico y estimulante trabajo que puede derivar en espasmos intensos y crecientes de placer. Y donde tenemos pinceladas varias de capacidad creativa sin techo, como en "53 cosechas" track con letra de Pablo Boris y "El Abuelo", basado en una traducción propia de un poema de Walt Whitman, o la infernal "Un mañana aún más glorioso nos espera", título tan propio del engaño de la Argentina actual.
La voz espectral y aterciopelado de Juan Cruz Ledesma se funde de manera precisa con la armonía instrumental, sobrepasando un defecto típico de muchos grupos de rock elaborado con líricas en español, sobretodo en los 80 y 90, donde la voz parecía inserta a la fuerza y uno pensaba: "que bueno debería sonar esto en inglés!", y que por suerte cada vez notamos menos ese problema, quizás luego de las clases de armonía que dieran lol Redonditos en su momento, pero ese es tema aparte y no viene a colación.
En nuestro blog podrás encontrar todo aquello referido a la cultura de que no se ve, que no se hace visible y que nosotros te queremos mostrar; y nos halagamos cuando presentamos obras que realmente compiten y superan con creces a lo mejor de la música más "comercial", nuestro principal objetivo es poder mostrar y hacer visible esta joven cultura emergente que tanto tiene para decirnos y que tanto nos representa, y quie además tanto placer nos regala.


Les comento que el disco viene causando sensación a los pocos días que lo colgaron en Bandcamp, está siendo reseñado por varios medios nacionales e internaciones y el grupo de culiados la viene rompiendo en vivo.
Traemos algunos de esos comentarios para ilustrar un poco al disco.

Poco o nada hace falta mencionar ya a estas alturas sobre este power trío de cordobeses que no se conozca y que nadie haya dicho hasta hoy sin caer en repeticiones, eso si tomamos conciencia de la repercusión que vienen causando desde sus inicios. Formación del 2011, vienen agitándonos desde 2012 con su primer EP, y dos años después nos volvieron a sacudir con la frescura y originalidad de aquel homónimo primer larga duración, continuando luego con magnificas puestas en escena. También compartiendo escenario con artistas de talla internacional en el pasado 2015 (con Radio Moscow, Yawning Man, entre otros) demarcando con su propuesta un espacio propio en consideración de otras bandas del under que toquen stoner psicodelia pesada o afines. Nos impactan de lleno con su impronta y solidez abriéndose camino con la sabiduría del respeto a la filosofía e identidad propia, perfilando y puliendo cada vez más aquel, su sabor, la “psicodelia del monte” Eso es Hijo de la Tormenta.
La creatividad de Guido, Santiago y Juan Cruz nos sigue azorando, ahora con “Manto de la Especie”, su segundo LP; grabado en la mediterránea Córdoba, provincia de Argentina, y masterizado en EEUU por el soberbio Billy Anderson de amplia trayectoria híper conocida (Los Natas, Sleep, Om, Acid King, etc etc) Experimental ante todo, de dramático impulso, de a ratos agresivo, cuenta con momentos oscuros, e incorpora en tres oportunidades los teclados de Fabricio Morás para homogeneizar la obra; la madre naturaleza es quien dice presente en la temática del disco, desde el bello arte del cover frontal hasta la búsqueda de esa concientización y solidaridad en la comunión en pos de ella que siempre planteo la banda. Ahora un breve recorrido, un tanto sentimental, por los temas que componen al disco.
Rock para huir de una ciudad, es la primera canción iniciante del viaje, que asemeja al paisaje que recorrerías para volver a casa caminando bajo la lluvia en un día nublado de otoño; los compases y timbres de los platillos están perfumados de una sutil frecuencia de jazz, gris y terrosa. Efectos ondulantes cual teclados de psicodélica fusión se amalgaman para lograr el acompañamiento de una onda setentosa suave.
53 Cosechas Mediterráneas llegan las distorsiones, se encuentran con graves dooms desde el bajo para dejar sentir una angustia sutil que se escapa como el sin aliento de mitad del entorno que deja el cuerpo al frenar la marcha de una agitada carrera, para retomar con la última convicción de que igual seguirá. Sólida y de peludos fuzz.
El Abuelo, Potentes y complejos riffs en la Fender Standard son los que envuelven este track que lleva por letra una traducción de un poema de Walt Whitman en palabras de la banda. Este fue uno de los primeros adelantos que presentaron los muchachos para ponernos en expectativas durante el verano. Casi pareciera una tema de soundtrack de película de atardeceres que va dejando el crepúsculo para dar paso a las azabaches sábanas de la noche al meterse gradualmente en análisis, sospechas, como preparándose para adentrarse en lugares desconocidos, por fuera vacíos, pero que al llegar, están plagados de sombras que hacen indagar otras presencias, y así caer en abismos de penumbras, sinapsis de neuronas ebrias de bruma.
Manifiesto al sol, Lánguidos Swings nos depositan en una dulce y relaja melancolía, reflexiva, contemplativa, como un arrullo, en cimas y valles de búsqueda. Fuzzes y catarsis, el tema más consciente del verde de la naturaleza. Emotivo, abrasivo, hasta amoroso podríamos esbozar; también una pequeña reminiscencia nos deja a Datura.
Un mañana aún más glorioso nos espera, un amanecer de madrugada con el alba del frío invernal y hondonadas de angustiosa depresión, toda la explosión stoner y doom dinamita junta, con bajos demoledores y claridades de guitarra como haces de luz rapante, y reverberante percusión de los timbales y platos. De a poco, se avecina cabalgando en oleada la claridad y los bits aumentan hasta el clímax; y plantea una interrogante, cuál plegaria, antes del recuerdo de la noche pasada. La melodía empieza a escalar para amecetarce en recovecos de animados suspiros, dulces como la inocencia en la palabra de un niño, nos recuerda a vestigios del primer disco, con elaboradas afinaciones de potente brillo, es la firma de la psicodelia del monte, joya del disco.
Recibimiento es el track final con ráfagas de acordes, con gusto a folk acompañan atisbos de la antelada despedida, sugiere una continuación, como un rápido abrazo de mañana nos veremos de nuevo, dejándonos agradecidos de tan placentero viaje.
Declaradamente, una de las joyas más relucientes que disfrutaremos este 2016 esperando ver su pronta ejecución en las tarimas de nuestros antros favoritos y también la salida del formato físico, porque de seguro lo vamos a querer conservar en nuestras manos.
Gonzalo Brunelli

Excelente post-rock en esencia, un sonido hipnotizante y con excelentes interpretes. Favorite track: Manifiesto al Sol.
Daniel Fallas

Hace poco tiempo decíamos que el Indie había muerto (ver reseña de Tobogán Andaluz). Bueno, quizás exageramos un poquito, pero lo cierto es que el Indie, el concepto Indie, ha mutado o al menos ha cambiado de sonido. De las guitarras frenéticas y la batería sencilla, ahora parece proliferar un sonido expansivo, experimental, complejo y psicodélico.
De eso se trata este nuevo concepto, el concepto Stoner. Pero hay que tratarlo con cuidado, y con respeto. El Stoner tiene muchísimas influencias y, por lo tanto, muchas maneras de abordarlo. Desde el Heavy Metal (Los Antiguos), desde el Free-Jazz (Sur Oculto), desde la Psicodelia (Poseidótica), desde el Hard-Rock Clásico (Güacho, Elefante Guerrero, Soldadores), desde el Rock Alternativo (Banda de la Muerte) o desde el Shoegaze (Kill West, Mi Nave). Y dentro de todos esos estilos tan variados, se forma una telaraña cuasi-irrompible que representa la llamada “escena Stoner”.
Y hoy, celebramos a un nuevo hijo de esta escena. Se trata, justamente, de Hijo de la Tormenta. Un power trío que tuvo su debut en el 2014 con un disco homónimo y que recién editó su segundo álbum, “El Manto de la Especie”. Sus influencias vienen del Fuzz Rock de los 70’s, y hacen acordar mucho a Mc5. Pero claro, su música es imposible de definir con una sola palabra…..y por eso es “Stoner”.
El grupo cordobés, conformado por Juan Cruz Ledesma (guitarras), Santiago Ludueña (batería) y Guido Di Carlo (Bajo), comienza su disco con una especie de Jazz improvisado que lentamente evoluciona a un verdadero Trip Rock en “Rock para huir de la ciudad”. La mezcla de estilos es inmensa y obsesiva, pero el aura setentosa está presente en casi todo el álbum. Son temas que pudieron haberse compuesto en 1971, en la post-psicodelia, en el post-hipismo. Tienen ese aura de descontento y de desolación propio de una época que expresaba con bronca y mucha distorsión el fracaso del “paz y amor”.
Y por qué no, también así se escucharían Manal o Pescado Rabioso si hubiesen tenido los equipos de grabación del siglo XXI. “El Abuelo” es un tema que venían adelantando en vivo y que es un slow-tempo lleno de atmósfera y una versión libre de un poema de Walt Whitman. Y por momentos es un Blues y por otros un viaje psicotrópico a ninguna parte. Es el gran ejemplo de como una canción con un ritmo tan cansino puede llegar a niveles de poder sónico insospechados. Los seis minutos que dura parecen unos cuantos segundos gracias a esa pasividad repleta de tensión.
En muchos momentos impera más el ambiente que el tema en sí. Como si en realidad se tratara de estados naturales que el grupo quiere simular a su estilo. De hecho, la naturaleza es un concepto claro en el disco, como en “Manifiesto al Sol” o “Un mañana aún más glorioso nos espera”. Los jams son construidos lentamente y de tal manera que un pasaje de mucho groove, explota sin aviso en un viaje de fuzz y crash. Hijo de la Tormenta se toma su tiempo para mostrarnos su visión de las cosas, y posee una mirada que tiene mucho que ver con lo natural y la conexión del ser humano con los dones del mundo. Las 53 cosechas, el recibir al sol, la ofrenda de frutas a los hijos y demás, parece una tribu transformando su ritual en Hard Rock.
Pero no sólo “El manto de la especie” habla de la naturaleza y el ser humano, también habla del estado de cosas en el Rock. Una vuelta a las raíces naturales de la música, sin tanta contaminación ambiental de las ciudades. Ese es el pedido y ese también es el camino. Pero, por supuesto, estamos en pleno Siglo XXI y el presente debe tomar las enseñanzas del pasado para construir ese”mañana aún más glorioso” que nos espera a todos. Hoy podemos decir que Hijo de la Tormenta es otra cara de la inagotable escena Stoner argentina, que es tan difícil de definir que uno tiende mirarle sólo un lado y, de forma inevitable, se queda corto en su descripción. Pero la gama de sensaciones y experiencias que nos hace tener son maravillosas, y ningún amante del Rock Experimental debe poner su cerebro afuera de esto y por lo tanto, afuera del mundo de Hijo de la Tormenta.
Renzo Cavanna

Afianzados en eso que han dado en llamar su Psicodelia de Monte, en El Manto de la Especie el trío cordobés demuestra su evolución permanente equilibrando la orientación instrumental que caracterizó al primer disco hacia un formato de canción poco ortodoxa que invita a redefinir las posibilidades del rock duro nacional.
Desde el comienzo de “Rock para huir de una ciudad” el trío confirma este cambio modelando y dinamizando las intensidades que forjaron su identidad previa a fuerza de riffs pregnantes, una ampliación de la paleta de sonidos (virtud de la colaboración del ex-Sur Oculto Fabricio Morás, que se pone la pilcha de Jon Lord expandiendo las líneas melódicas a fuerza de teclados setentosos) y una mayor presencia vocal que logra imponerse a través del notable desempeño de Juan Cruz Ledesma.
Al oscuro desenlace del tema de apertura se sucede, en tándem, “53 cosechas” (posiblemente más coreable de su incipiente discografía), donde la banda logra conciliar dos hemisferios musicales bien diferenciados: el costado más duro, influenciado por el doom, el sludge y la psicodelia oscura (donde destaca la influencia temprana del stoner de manual) junto al horizonte estético del rock argentino de finales de los ’60 y principios de los ’70 (incorporado a partir de la escucha madura de Manal, Pescado Rabioso, Pappo’s Blues, Color Humano et all.). Un mix que define la gestación de un sonido auténtico e inclasificable que algunos- como ser el caso de Bill Stinson, baterista de Yawning Man – han llegado a caracterizar por “regional”.
“El abuelo” no solo representa de manera cabal el poder de las interpretaciones en vivo (no es casual que disponga de registros previos), sino que da muestra del salto de calidad en la disposición y aprovechamiento de los recursos técnicos comprendidos en el proceso de grabación y post-producción: un proceso que logró captar el carácter analógico del trío a partir de un backline de colección, una excelente asistencia técnica made in Córdoba (a cargo de Mario Carnerero de Estudio 440 y Matías Sabagh como Drum Doctor) y el aporte sustancial de Billy Anderson en la masterización (un referente indiscutido del doom y el sludge metal, co-responsable del sonido de algunas bandas como Sleep, Neurosis, Fantômas, Mr. Bungle, Melvins y Los Natas).
En “Manifiesto al Sol” la banda se adentra en un plano más experimental, marcando así un punto de inflexión que definirá el tenor de la segunda mitad del trabajo, donde lo instrumental adquiere mayor presencia y relevancia. Con una introducción más “groovera” (esta vez, nuevamente con el aporte de Morás en los teclados), el tema crece hasta llegar a puntos de alta emotividad donde el misterio del nombre se devela: un concepto que completa el círculo insinuado en el arte de tapa, esa hermosa creación de Ángel Fundie Biela y Florencia Cossuta.
La agudeza poética, una vez más, se afirma en un estilo simple y depurado que no solo contribuye a consolidar un hilo conceptual que parece encontrar en el estado de naturaleza una forma de realización, sino que logra accionar el potencial genético del rock argento a través de la reincidencia de ciertas expresiones y cadencias de impronta arquetípica (como lo es la frecuente alusión al vocablo “nena”, una solución de continuidad que permite conectar la tradición del género desde Spinetta a Santiago Motorizado).
En su orientación al futuro “Un mañana aún más glorioso nos espera” reproduce los ecos de “Desalienación“, uno de los puntos altos del primer LP (“El futuro no es una línea recta, debe haber algún camino que podamos construir”), conectándose, incluso, con dos momentos spinetteanos – el de Artaud (“Mañana es mejor”) y el de Un mañana – .
Al igual que el tema anterior hay dos momentos claves que gravitan en torno a dos versos independientes. Bajo (Guido Di Carlo) y batería (Santiago Ludueña) funcionan como un mismo cuerpo, llevando el pulso, la crudeza y el sonido a su mayor nivel expresivo, mientras la viola vuela, libre, dando lugar al mejor desempeño vocal de Juan Cruz.
Luego de una tormenta de distorsión el disco cierra con “Recibimiento“, un epílogo instrumental que, por sus guiños al folk progresivo, suena como un homenaje a Color Humano. Un desacople necesario donde el trío ratifica su capacidad para generar un paisaje sonoro continuo, haciendo del disco un todo coherente que no parece admitir una escucha en shuffle.
El Manto de la Especie cierra así un círculo virtuoso que demuestra el excelente momento de la escena cordobesa, a la vez que se edifica como un disco de época: una pequeña y sutil manifestación de un zeitgeist de resistencia (estético y político) que, junto a discos como Volviendo a las Cavernas de Pez o La Nostalgia Soundsystem de Mi Amigo Invencible (por poner unos ejemplos), ilustran los puntos de fuga de un imaginario que insiste en interpelar al salvajismo que emerge desde las vísceras del Leviatán contemporáneo.
Un disco de síntesis que nos acerca al pulso primitivo del rock germinal (accesible, incluso, para oídos desaturados), que convalida la idea de que siguen pasando cosas, que el presente tiene una música propia, vital y activa, con un mensaje de altura poética que evade la simplicidad y el facilismo del rock de reviente.
Calamar Xig

Hijo de la Tormenta ya no requiere tanta presentación como quizás pasó hace un par de años cuando debutaban con un disco homónimo (reseña aquí) cargado de mágicos pasajes instrumentales y un promisorio sonido. Sólo para refrescar algo la memoria les contamos que este talentoso trío formado en 2011 proviene de Córdoba, Argentina, y está compuesto por Juan Cruz Ledesma (vocales y guitarras), Santiago Ludueña (batería) y Guido Di Carlo (bajo) y a la fecha registran, además del debut larga duración ya mencionado, un EP de presentación y un breve registro en vivo lanzado en noviembre de 2015 que corresponde a parte de la presentación que tuvieron en Junio de ese mismo año en el Club V donde abrieron el show de Yawning Man en el marco del Venado Fest.
El año pasado fue año de presentaciones y de composición para lo que sería su segundo disco y que confirma todo lo que esperábamos de Hijo de la Tormenta, una banda que evoluciona a pasos agigantados, dando claras señales que son uno de los mejores proyectos musicales hoy en día en tierras argentinas.
Grabado en vivo durante enero y febrero de este 2016 en los 440 Estudios en Córdoba y masterizado por el grosso Billy Anderson, “El Manto de la especie” consagra un sonido que ya se amasaba en el debut, psicodelia lánguida y retorcida, con matices stoner y largas introspecciones que le dan ese carácter que enriquece la personalidad propia que va adquiriendo banda.
El disco que, por ahora, está disponible de forma digital, será editado en cassette (Volante Records), CD (Aquatalan Records) en abril próximo y en vinilo durante el segundo semestre.
“Rock para huir de una Ciudad”, abre con armonioso toque jazz un disco que nos deparará muchas sorpresas, de a poco se endurecen las guitarras y sutiles golpes de teclas acompasan el ritmo adormecido que flota humeante y divagado. Dicho esto se hace necesario mencionar la importancia que tendrá la incorporación de los teclados de Fabricio Morás en 3 de los 6 temas que componen el disco, dándole una base muy setentera sobre la que se sustancia parte importante del sonido de “El Manto de la Especie”. En “53 Cosechas” aparece el fuzz y los teclados le ponen un toque Purple que condimenta perfecto en un tema de mayor octanaje pero de ritmo lento y musculoso. “El Abuelo” resulta ser uno de los temas más desert rock que he escuchado en banda latina hace mucho tiempo y que próximamente veremos en video oficial. Las guitarras de Juan Cruz Ledesma suenan maravillosamente enigmáticas y todo se inunda de un clima plácido y volado, para sucumbir luego producto del peso y la lisergia de los últimos minutos.
Después de estos adorables minutos nos adentramos al clímax del disco, dos cortes que suman más de 20 minutos donde vamos a encontrarnos los mejores momentos del álbum. Largas experimentaciones que se encumbran en “Manifiesto al Sol” en donde parece florecer toda esa magia orgánica que apreciamos en el maravilloso arte de la portada del disco, todo cobra sentido al recorrer estos emotivos minutos en donde se abren al universo y se consagran de forma catártica en “Un Mañana Aún más Glorioso Nos Espera”, corte que abre acústico, pero que te va sumergiendo en una hipnótica espiral de amplios y poderosos rangos, un canto lánguido y angustioso sobre una base batería/bajo sólida como una muralla que soporta los riffs de mayor peso del disco. Atribulados momentos son por los que te mueve este corte que, a mi juicio, debió cerrar el disco, es mucho lo que ofrece y el éxtasis se hace necesario y plausible con la intensidad y el vigor casi sobrecogedor de los últimos instantes.
Después de los más de 12 minutos donde fuimos elevados a lo desconocido, “Recibimiento” actúa como un outro que cierra de forma brillante uno de los mejores discos de lo que va de año, pero que con su título propone una continuación de lo que “El Manto de la Especie” pudo dejar pendiente. Las sorpresas podrían seguir.
Hijo de la Tormenta ha dado rienda suelta a sus inquietudes musicales y nos ha regalado un álbum extraordinario, “El Manto de la Especie” es un disco de sobrecogedora belleza estética y lleno de profundos e hipnóticos pasajes, amparados en un talento desbordante y en una propuesta liberada de etiquetas que sólo ofrece nuevos horizontes sobre los cuales fijar la vista. Un disco que merece la atención de todo el mundo, un disco que sale sólo de vez en cuando. Maravilloso. 8,5/10
Roberto Fuentes

Te tiene que gustar el rock. Te tienen que haber pasado un par de discos por la vida. Un par de los buenos.
Si te gusta el rock, seguro escuchaste bastante más de un par. Seguro escuchaste muchos. Tantos que no podrías contarlos.
Escuchaste no significa que prendiste la radio y sabés que esos que cantan son justamente esos que cantan.
No. Escuchaste significa: te compraste el disco, te lo descargaste, lo pusiste en las orejas y te gustó-emocionó-desesperó-enloqueció tanto que tenés la lista de los temas y cada melodía, cada corte, cada fraseo de cada verso y cada segundo milagroso de cada instrumento, todo incrustado en la cabeza para todo el viaje.
¿Cuántos discos tenés junados a ese nivel?
Serán muchos. La mayoría, tal vez, te habrán en ese pasaje que va de los diez a los veinte años de vida, cuando en la planta alta de las cejas habita una esponja ilimitada que escucha por primera vez una canción y se aprende la letra de punta a punta.
Todo, después, pasa por administrar la esponja. Si te fijás, tenés un par de millones de datos innecesarios. Es mentira que el saber no ocupa lugar. ¿Por qué te creés que la mayoría de los viejos ya no hablan de corrido? Te cuentan algo y meten un “eeeehhh” cada cuatro o cinco palabras. Es el modelo del disco rígido que nació en la era analógica y la revolución digital se lo llevó puesto en medio del río.
El oxígeno te oxida. Te arrugás, te hace falta más tiempo para reponerte de alguna juerga, sentís el falso contacto de las neuronas péndulo… Las cataratas de información que te inundaban la esponja, de a poco se dispersan en un cuentagotas miserable.
¿Cómo se hace para recuperar un poco de capacidad de absorción?
No alcanza con llevar a pasear el alma por los placeres del arte. Podés escuchar mil discos por año y más. Ahora, a una pestaña de distancia, podés programar música diferente las 24 horas de todos los días que medien entre la presente lectura y tu último respiro.
Te saco la cuenta: ¿Cuántos años podrás tener? Suponete 30. Con el yogur que va a salir dentro de un tiempo, te morís a los 120. ¡Te quedan 90 años de vida!
Bien, 90 años x 365 días: 32.850 días.
Calculá que entre dormir y demás cuestiones, te quedan 12 horas diarias para escuchar música.
32.850 días x 12 horas: 394.200 horas.
394.200 horas x 60 minutos: 23.652.000 minutos.
Saquemos un promedio de duración de canciones, obras, piezas, lo que sea. Al vuelo: 5 minutos.
23.652.000 minutos / 5 minutos promedio de música: 4.730.400 canciones. Redondeando: 4 millones.
Empecemos a restar: contratiempos diarios, distracciones, penas y alegrías de la vida. Reduciendo a la mitad, y redondeando para abajo: tenés unos dos millones de canciones diferentes para escuchar.
Parece una locura. Sigamos bajando: un millón de canciones. Un-millón-de-canciones-diferentes-para-escuchar-antes-del-velorio.
Imposible. Pongamos números reales: no te quedan 90 años. Calculemos un tercio: 30. En dos o tres décadas, te morís de viejo o te visita un tren de frente.
No tenés, ni remotamente, 12 horas diarias para escuchar música. Con muchísima suerte, la mitad de la mitad: 180 minutos.
180 x 365 días x 30 años / 5 minutos promedio: te esperan 394.200 canciones.
Demos vuelta los números. Calculemos un promedio de 10 canciones por disco. Te esperan 39.420 discos para tus próximos 30 años, es decir, para los 10.950 días de vida.
Conclusión, otra vez redondeando para abajo: desde este mismo día hasta el primer canto de los teros del cementerio: 3 discos por día.
No sos músico, no sos luthier, no sos un estudioso de la materia: sólo te gusta recorrer discos, si es posible completos.
¿Escuchás tres discos completos por día, atento, como se ha dicho más arriba, a todos los detalles? Mirá que la mayoría de los músicos se rompieron el alma por los detalles, hasta llegaron a pelearse por arreglos insignificantes; es más, se podría decir que los discos que vas a escuchar son tantos o menos que los que jamás escucharás por proyectos que naufragaron debido, justamente, a los detalles. ¿Alguna vez pensaste en los no-discos? ¿Sabías que son muchos más que los que finalmente salen a la luz? Qué triste, ¿no?
Sigamos. Tres discos por día. ¿Sigue siendo mucho?
Uno por día entonces. Pero ese que elijas, te tiene que capturar toda la atención. ¡Toda eh! No te pongas a cocinar en el mientras tanto. No hay mientras tanto. Hay parlantes y punto.
¿Estamos más o menos de acuerdo? ¿Podrás disponer de este ratito diario? Es posible que encuentres, de esa forma, grandes momentos de placer que te alargarán la vida sin yogures ni cosméticos ni porquerías de ninguna clase que te venden los que trabajan de mentirte.
Habiendo considerado pues tu gusto por el rock, y encontrando un momento propicio para escuchar el disco del día, acá tenés el segundo de una banda de Córdoba que se llama Hijo de la Tormenta.
Decime si no es una genialidad: “Hijo de la Tormenta”. Hay que agradecerle a los Natas, otra gran banda.
Pues bien: Hijo de la Tormenta. Nombre del segundo disco: “El manto de la especie”. Esta gente sabe ponerle nombres a las cosas.
Tres integrantes: menos de 30 años. Hicieron el disco que hicieron y no tienen 30 años. El promedio debe rondar los 25. Juan Cruz Ledesma canta y toca la guitarra; Guido Di Carlo el bajo; Santiago Ludueña la batería. En tres temas aparece, en teclados, una variación luminosa de Scalabrini Ortiz: Fabricio Morás, o el hombre que no está solo y espera eventos sobrenaturales.
Después del disco debut, “El manto de la especie” es otra experiencia de escucha que atraviesa los sentidos. Otro desacomodamiento glorioso de cañerías: todo lo que entra por los oídos se proyecta en imágenes que no sabías que tenías guardadas en la esponja. Paisajes de catástrofes proyectados contra las paredes internas de los párpados; ráfagas insólitas de humo en la memoria olfativa; segregación de saliva; mansedumbre final y conmoción por otra gran alegría, esa que se repite cuando una música nueva sorprende.
¿No será para tanto? Escuchalo varias veces. Prestale atención a los comienzos. Hay algo de inofensivo que te pone la mano en el hombro y te lleva a pasear, a lo Virgilio. Sabrás ubicar cada paisaje que la música te genere en algún círculo del infierno y todo estará más que bien. Lo que dejes sonar en los parlantes nació en Córdoba, donde el Dante es un monumento a la cumbre de la literatura universal, pero también una avenida para pasear escuchando rock, y claro, un puesto de choris para calmar la ansiedad, porque los mejores discos dan hambre… Te colgaste tanto en la escucha que cuando te diste cuenta, se te volaron la dos o tres horas diarias de música, se te hizo de noche, tenés la esponja inflamada de felicidad y el estómago a los gritos.
Pablo Arietti


¿Y qué puedo agregar yo con mis torpes palabras a todo lo que se dijo del disco?, que es un disco que viene arrasando con todo, que es un grupo que viene de acá nomás, de Córdoba, acá cerquita y que en cualquier momento los vas a poder ver, tocando en vivo. Salen de unas de las mejores escenas under del mundo como es la escena argentina, ¿y de eso le scabe alguna duda?. A mi no. Y por algo tantos ojos extranjeros nos miran constantemente, a ver que novedades tenemos en éstas tierras, y siempre tenemos más novedades que las que podemos publicar... no nos dan las manos y tenemos esperando un montón de discos del under muy buenos o excelentes.


Vamos ahora con algunos comentarios en inglés, porque ya les dije que siempre hay ojos mirando lo que sale de nuestro under, aunque venga de Córdoba...

Hijo de la Tormenta presents their sophomore release. As I expected, it's a heavy psych delight! Also, the album has been mastered by the mighty Billy Anderson. To all of you, fuzz lovers, grab this one right now! Favorite track: Un mañana aún más glorioso nos espera.
Héctor Hurtado Grooscors

After having their debut self-titled album in heavy rotation for quite some time and just realizing their new album was released this past Friday via BandCamp, we decided to shift gears and do a weekend binge on what is Hijo de la Tormenta. The trio hailing from Argentina have released a very strong follow-up and contrast to their debut album titled El Manto De La Especie. Taking the two albums side by side and comparing will show you how diverse the three bandmates are.
Their debut album is loaded with fine-tuned guitar licks and frankly some of the most innovative lead guitar work we have heard in years. The album is loaded with some very dramatic experimental moments and delves into some very aggressive appeal. Contrast this with El Manto De La Especies’ focus on melodies and warmth. Their latest certainly infuses slower rhythms with an eye towards patience and letting the songs build. Occasional ambient moments as Ludena lets the soft snare and symbols entrance the listener. Cruz is a tremendous talent and really provides a unique Steve Vai quality to some of his complex arrangements. Carlo’s bass-work is also more prominent in this album vs. their debut.
Comparing the two albums is really a fascinating trip and will allow you to really appreciate the depth and maturity of what Hijo de la Tormenta can do. We are impressed with the gumption of hearing a sharp left away from the heavy complex technical and really creating a dramatic melodic psychedelic trip. The two and five resonate as the stand above tracks on the album. El Abuelo’s dark undertones and tremendous build-up resonated with us. The track turns into fuzz/wawa pedal land at about the 5 minute mark and takes us away. The absolute gem on the album is "Un Mañana Aun Mas Glorioso Nos Espera" an epic tune loaded empowering clarity and detail. This track has elements of the first album with reaching back from more fine-tuned precision and complexity. We found the track to be highly engrossing and a tough one to stop midstream.
Ultimately, while we did enjoy the debut a bit more, Hijo’s sophomore release is nearly as strong in a very different way. The three Argentinians exude talent and clearly have a vision. This vision is hopefully to continue doing what they are doing and put out a tremendous library of diversity. We see the start of it very clearly in their first two impressive works
Rotation11

Hijo de la Tormenta aren't your usual Desert/Psych/Stoner Rock band as these guys create a very complex and progressive sound. The band can be an acquired taste at times but if you have the time for a challenging listen then their new album El Manto de la Especie will be worth your time.
The album drifts from almost ambient/post-rock sounds to the heavier desert/stoner rock sounds. There's no point doing a song-by-song review as this album needs to be listened as one single epic 37 minute song. Imagine the song broken down into chapters where the band show the listener the many different sides to the music. Prog, Psych, Stoner, Fuzz, Desert Rock and even Space Rock all combine for one hazy psychedelic and surreal musical journey.
Fans of 70s Prog Rock will perhaps find the most enjoyment from this album as it harks back to the day of that legendary period with heavy guitars and synths being the main driving force of the music. The vocals could have done with more volume being added to the mix but that shouldn't distract you from enjoying the album.
If you need more evidence to check this album out. What if I told you that Billy Anderson mastered this album. So you know it's going to be good if Billy Anderson is involved. I know these guys have quite a following within the Psych/Stoner Rock community. You can see why on this album as It shows that Hijo de la Tormenta are worth giving a damn about. They play by their own rules and this album is a much better experience as a result.
If you want something different to the usual run of the mill Desert/Stoner Rock bands currently out these. Give these guys a chance and you will be pleasantly surprised as this album is an unexpected delight. Excellent and Highly Recommended.
Steve Howe

I don’t imagine I need to run down the history of Argentina’s heavy rock scene for you — from Pappo’s Blues through Los Natas and into modern fuzz and sludge like Demonauta — but suffice it to say the country’s contributions to the international sphere of underground rock and roll have been manifold, varied and forward-looking. They have been a part of the conversation for as long as the conversation has been happening. All this is as a preface to note that with their second album, El Manto de la Especie, Cordoba-based trio Hijo de la Tormenta are stepping forward to claim their piece of this storied real estate. They do so with six tracks and just under 38 minutes of laid back, tonally resonant, subtly jazzy heavy, earthy psychedelia, confident in its execution, organic in its presentation and warm in its effect on the listener.
When so inclined, as on “Manifiesto al Sol” or “El Abuelo,” the lyrics for which are based on a Walt Whitman poem, the trio of guitarist/vocalist Juan Cruz Ledesma, bassist Guido Di Carlo and drummer Santiago Ludueña — plus Fabricio Morás on keys for “Rock Para Huir de una Ciudad,” “53 Cosechas” and “Manifiesto al Sol” — are able to enact a formidable heavy roll, and they do so bringing Di Carlo‘s bass forward on “El Abuelo” to enact El Manto de la Especie‘s most engaging nods. The context in which it arrives is no less pivotal to the overall impression of the album, however, and spacious, airy keyboards and swinging cymbal work in the aforementioned “Rock Para Huir de una Ciudad,” which opens, help set an exploratory tone guided by sure hands.
Hijo de la Tormenta made their self-titled debut (review here) in 2014 and tagged it as “mountain psychedelia.” Their second album offers some similar vibe — you’ll note I called it “earthy” above — but feels less limited in its landscape, which is a sign of the growth in chemistry the trio have undertaken in the last two years. The scope of El Manto de la Especie is broader, in other words, but the flow is no less consuming, as “Rock Para Huir de una Ciudad” opens quietly and shifts into heavier push to make way for the start-stop fuzz of “53 Cosechas” and the jam-into-low-end-bliss of “El Abuelo,” which hypnotizes in its first half of its six minutes only to offer a knockout blow of bass in its second, all in quick succession.
Part of that the first three tracks are legitimately shorter than what follows — apart from closer “Recibimiento,” which is two minutes long — as both “Manifiesto al Sol” (8:37) and “Un Mañana Aún Más Glorioso Nos Espera” (12:31) range farther, but the feeling of continuity between the first three songs is essential to how the album overall leads the listener through its course, and the fluidity of groove that persists isn’t to be understated. Hijo de la Tormenta are in no rush, and their songwriting is patient, encompassing and varied in structure, but they’re not simply wandering for the sake of wandering either. That motion that pushes through one song into the next gives a linear feel, and the sense of design in the record’s structure, drawing the listener in early and establishing such a rich atmosphere of natural tonality, only speaks to the level of conscious intent at play on the part of the band. They make it sound effortless, and maybe it is since nothing here sounds forced in the slightest, but it’s an admirable outcome either way and it makes El Manto de la Especie a joy front to back.
And when they do make their way to “Manifiesto al Sol” and “Un Mañana Aún Más Glorioso Nos Espera,” the signal is pretty clear that they’ve arrived at the heart of the album. Aside from the fact that, together, the two tracks account for more than half the total runtime, the feeling as the lightly progressive beginning of “Manifiesto al Sol” gets underway is that the trio have been working toward this build. The rhythm calms somewhat before Ledesma‘s vocals come in with a melody that reminds of Been Obscene, and by then they’re more than halfway through. Keyboards again play a large role as they push into more weighted low end and a fuzzed-out guitar solo, bringing a chorus back late to finish, and quiet guitar noodling opens “Un Mañana Aún Más Glorioso Nos Espera,” going past two minutes before the first cymbal crash accompanies.
There are some trades between quiet and loud parts, but the core of El Manto de la Especie‘s longest track remains the instrumental chemistry between Ledesma, Di Carlo and Ludueña, vocals arriving after the band has shifted seamlessly through heavier thrust and atmospheric desert jazz, which quiets down at the midpoint only to pick up again, led by fuzz guitar, backed by fuzz bass, propelled by the drums as they hit the peak that serves as the payoff for the album as a whole. They end “Un Mañana Aún Más Glorioso Nos Espera” quiet and offer a pastoral epilogue in the acoustic-meets-e-bow “Recibimiento,” some late “oohs” providing the closer’s only vocals for a harmonized, folkish feel. Hopefully that’s something Hijo de la Tormenta are teasing perhaps as a signal of future progression, i.e., where they might be headed, but it also adds another element to El Manto de la Especie while retaining the ambience of the material preceding.
The clear maturity Hijo de la Tormenta showcase on what’s still just their second full-length is likewise encouraging as regards future prospects for staking their stylistic claim, but that shouldn’t undercut the value of what they’ve accomplished here either. With these songs, they both signal what they have to offer going forward and begin making that offering.
The Obelisk


Este es un disco de un grupo que parece afectado por inspiración divina. Un verdadero himno que embriaga en seis canciones para escuchar mucho antes de morir. Más bien, ahora mismo.
No se lo pierdan, y espero que me dejen algún comentario, sobre qué les pareció el disco, puteadas a los culiados del grupo o a nosotros como staff cabezón. Dsifrútenlo y vuélense la cabeza!!!!


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  1. Download: (Flac + Mp3)
    https://hijodelatormenta.bandcamp.com/album/el-manto-de-la-especie

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