Artista: Saena
Álbum: Días Eternos
Año: 2021
Género: Progresivo sinfónico
Duración: 57:39
Referencia: Discogs
Nacionalidad: México
Ya han pasado trece años desde el primer disco de esta formación mexicana, liderada por los geniales José Luis Fernández Ledesma y Margarita Botello, y tamaña espera nos deja este segundo disco para que nos embriaguemos con el mejor progresivo latinoamericano. Los maestros José Luis Fernández Ledesma y Margarita Botello ponen toda la carne en el asador para dar forma a esta delicia que es "Días Eternos". Músicos enormes, expresivos, elegantes y talentosos los acompañan forjando una experiencia única y casi casi sublime por momentos.
Una cosa que distingue a Saena es su gran musicalidad, producto de la historia y calidad de sus líderes, y quizás lo que los distingue a segundos de comenzar a escucharlos es la manera de incluir la voz de Botello en este progresivo perfectamente formado, donde la guitarra y los teclados (aquí no hay violín a diferencia de la primera obra) se entrecruzan con fluidez, haciendo que la escucha de este soberbio "Días Eternos" sea particularmente intensa.
Segundo camino de la eterna genialidad de SAENA
Tenemos el enorme placer de presentar el nuevo disco del ensamble mexicano de música progresiva ecléctica SAENA, el cual está actualmente conformado por José Luis Fernández Ledesma [guitarras], Margarita Botello [canto, teclados y acordeón], Adrián Plowes [Warr Guitar] y Eduardo Fierro [batería y percusión]. El disco en cuestión se titula “Días Eternos” y fue publicado por el sello local Azafrán Media el pasado 14 de setiembre. Se trata de un disco muy esperado de parte de todos a los que conocimos su homónimo disco de debut del año 2008, el cual fue gestado con la alineación de quinteto que encapsulaba, junto a los ya mencionados Fernández Ledesma y Botella, al violinista Alejandro Sánchez, al bajista Hugo Santos y al baterista Adrián Zárate. “Días Eternos” es una bendición inmensa para la vanguardia progresiva latinoamericana del presente año 2021, conteniendo material compuesto por el maestro José Luis con los ulteriores arreglos de parte de la banda íntegra. Las sesiones de grabación tuvieron lugar en el año 2019 bajo la dirección de Plowes, Fernández Ledesma y Sergio López, con las posteriores labores de mezcla estando a cargo de Fernández Ledesma, Plowes y Botella. La masterización fue realizada en la gran ciudad de Nueva York por Oliver Palomares en abril de 2021. El cuarteto contó con las colaboraciones ocasionales de Germán Bringas (saxo soprano), Jerzain Vargas (trompeta) y el antes mencionado Alejandro Sánchez (violín). En su momento, hubo una campaña de preventa que consistía en la inclusión de una ilustración con formato de tarjeta postal junto a los 25 primeros ejemplares.
El repertorio del disco que ahora nos ocupa empieza con ‘Fin De Blues’, tema que dura casi 5 minutos enteros y ostenta un groove ágil y llamativo. Éste sirve para sustentar un despliegue de musicalidades gráciles donde se cruzan lo arquitectónico y lo fluido, dando prioridad a lo muscular, aunque también hay un pequeño espacio para sonoridades etéreas. La estupenda mezcla de estilización prog-sinfónica y soltura jazzera se confabulan para gestar este vivaz inicio del repertorio. El segundo tema, que ostenta el simpático e irónico título de ‘Pos Rock’, instaura la primera instancia de explayada grandilocuencia dentro del disco, elaborando un vitalista ejercicio de jazz-prog sazonado ocasionalmente con atmósferas a lo RIO y trazos de sinfonismo. Tras un breve prólogo fastuoso guiado por el piano, emerge una sección relajada donde la Warr Guitar instaura un solo donde el señorío y el nervio se mezclan de una manera sumamente elegante. Ya más adelante, las vibraciones jazzeras se fortalecen con un muscular solo de batería que se hace acompañar por las texturas emanadas de los otros instrumentos. Una vez que el cuerpo central lleva varios minutos de instaurado, surge un elegante solo de guitarra que opera como un activador de un incremento de la energía expresiva para el ensamble. Todo culmina con una maraña de piano y guitarra a la que la Warr Guitar añade sobrios ornamentos cibernéticos, creándose así un gancho bastante peculiar. Primer cénit del disco. Cuando llega el turno de ‘Musetta’, el grupo se aboca a la exploración de ambientes etéreos, los mismos que van transitando desde pasajes lánguidos a otros más propiamente fastuosos. Hay una cautivadora mezcla de ensueño y dramatismo en el desarrollo temático que tiene lugar. La cuarta pieza del álbum es una de nuestras preferidas del mismo y se titula ‘Por El Aire Vino, Por La Mar Se Fue’, y consta de dos secciones mutuamente diferenciadas a lo largo de sus 12 minutos y pico de duración. La primera de ellas se focaliza en un sofisticado juego de cadencias y colores melódicos que se enraízan firmemente en un señorío sinfónico, abriendo espacios para las seductoras vocalizaciones de Botello a través del encuadre establecido entre el piano y la guitarra. La segunda sección vira hacia un vitalismo sobriamente manejado que se asienta cómodamente sobre un groove fusionesco que coquetea a veces con el reggae. Efectivamente, el ensamble ha transitado de una vivacidad aérea a un cauce delicadamente delineado, estando este último apropiadamente bordado con diversas tesituras aportadas por los teclados.
La dupla de ‘Chivita Al Precipicio’ y ‘Caminos De Agua’ permite al grupo explorar más a fondo las texturas, atmósferas y bloques melódicos al cual es tan adepto. El primero de estos temas mencionados se sitúa en un camino intermedio entre lo solemne y lo jovial, haciendo que su motif central se apoye cómodamente en un colorido bastante dinámico, el mismo que se adapta con total naturalidad a la sofisticada ingeniería rítmica que se creó para la ocasión. Además de hacernos recordar al SAENA del primer álbum, también hay algunos ribetes Genesianos por aquí y por allá. En cuanto a ‘Caminos De Agua’, éste se centra en una fluidez flotante que nos lleva a un punto intermedio entre el señorío de HAPPY THE MAN y el cromatismo de JETHRO TULL, a la vez que el esquema rítmico va abriéndose camino a través de la ilación de diversos grooves propios del jazz-rock y las texturas de la fusión folclórica contemporánea: algunos de éstos portan una sutileza que estimula la gestación de climas reflexivos, mientras que otros se enfilan hacia una gracilidad más directa con miras a acentuar un fulgor extrovertido que nunca llega a lo chocante. Ya a estas alturas del disco, no nos sorprende que los aportes individuales al entramado integral se enmarañen con un garbo tan compacto, pero cabe destacar a este tema como otro cénit decisivo dentro del repertorio. La pieza homónima es la más larga del álbum con sus poco más de 14 minutos y cuarto de duración, estando también a cargo de cerrarlo con una generosamente expansiva atmósfera de paz contemplativa, una atmósfera adecuada para cerrar todo este catálogo de colores musicales que se ha venido exhibiendo desde el primer instante. En efecto, ‘Días Eternos’ se asienta largamente sobre un serenamente cálido desarrollo temático que se deja arropar por una atmósfera introspectiva y reflexiva, dueña de una diáfana espiritualidad. Cuando entran a tallar los ornamentos de trompeta y de violín, el asunto cobra momentáneos ribetes de estilizada grandilocuencia, momentos de esplendor solar en medio de las predominantes vibraciones crepusculares. Más adelante, un solo de saxo soprano cumplirá una función complementaria al canto de Margarita. Bien es verdad que poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, hay un pasaje donde se alzan brevemente unos torreones de tensa disonancia: es como un interludio estratégicamente disruptivo que deja salir alguna tirantez latente que estaba por allí, misteriosamente oculta hasta ese preciso momento. Pero, insistimos, la paz contemplativa es el rasgo dominante de esta pieza.
Todo esto es lo que se nos brindó en “Días Eternos”, una nueva obra magnífica curtida por la refinada orfebrería sónica que define la esencia de los cuarteles musicales de SAENA. Este genial grupo mexicano ha gestado uno de los discos más notables de la esfera latinoamericana dentro de la producción progresiva internacional del presente año 2021. Tan frustrante como pudo ser la espera del eternamente próximo disco de SAENA a lo largo del segundo decenio de este milenio, una vez erigido como una realidad concreta, se impuso por mérito propio como una obra maestra del rock artístico contemporáneo. ¡Totalmente recomendable!, ¡totalmente!
Y seguimos con más comentarios de este disco, en esta oportunidad le toca a David Cortés, que nos comenta lo siguiente...
Hace catorce años apareció Saena, el disco homónimo de una agrupación conformada en ese entonces por José Luis Fernández Ledesma (guitarras, piano rhodes, sintetizador), Margarita Botello (voz, piano, acordeón, percusiones), Alejandro Sánchez (ex Decibel, ex Nazca, en violín acústico y eléctrico), Hugo Santos (grand stick, bajo fretless y loops) y Adrián Zárate (batería).
La placa era un muestrario de los altos vuelos de un quinteto comandado por un compositor (Fernández Ledesma) que ya ha dejado una huella importante con trabajos con Nirgal Vallis, en solitario y al lado de Margarita Botello, entre ellos Sol central, obra incluida en el libro 100 discos esenciales del rock mexicano.
Saena, se cuenta en el booklet de ese primer CD, es el rey de las aves, quien mora en la lejana montaña de Haraiti Bareza y cuya espléndida pluma convoca a las aves deseosas de conocerlo en una travesía de muchos años y en la cual atravesarán siete inmensos valles. Al final, sólo pueden llegar treinta aves que cuando ven iluminados sus rostros por los rayos del sol descubren en su reflejo que Saena son todas y cada una de ellas.
El año pasado comenzó a circular Días eternos (Discos Azafrán), trabajo que viene a saciar la sed de los seguidores del grupo. Ha sido un periodo largo de espera, propiciado por diferentes vicisitudes, pérdidas y cambios de alineación. Se han convertido en un cuarteto en el cual se mantienen Fernández Ledesma y Margarita Botello y ahora se han añadido Eduardo Fierro (batería, percusión) y Adrián Plowes (warr guitar).
Días eternos abre con “Fin de blues”, un corte inscrito en una vena progresiva aparentemente sinfónica, pero su estructura resulta más compleja, la acerca más hacia un sonido de rock en oposición en el que se advierten ecos de Univers Zero. A medio track la tensión crece, se acerca el fin de blues que no es el fin de un género, sino el de una tristeza.
En “Pos rock”, el tono del disco se mantiene, la cohesión del conjunto se hace sentir en la solidez del corte, en el cual encontramos paradas continuas. La voz aparece por primera vez y baja a terreno “mundano” lo que antes era pura elevación. Brillan, sin perderse en un onanismo virtuoso, cada uno de los instrumentistas. Plowes da profundidad, más cuerpo en la warr guitar; Fierro, consistencia y fuerza en la batería.
Es un corte en el que encontramos uno de los principales atributos de la música no sólo de Saena, sino de la totalidad de la obra de José Luis Fernández Ledesma, porque si bien su trabajo presenta complejidad, al mismo tiempo logra ser amable con el escucha, le tiende una invitación a seguirlo y una muestra está en “Musetta”, en la que el acordeón imprime un falso tono folk; falso, porque son destellos, un recurso, en realidad se acerca más a los terrenos de lo hispanoamericano, tal vez al tango, a la música porteña que evidentemente se cruza, se armoniza más bien, con la vorágine del rock y una vez hecha esa fusión, nos adentramos a terrenos totalmente progresivos. La voz acaba de dar esos tonos celestiales, nostálgicos por momentos, que entrega el acordeón. Hay una hermosa parte del violín de Alejandro Sánchez, quien aparece como invitado.
El siguiente tema, “Por el aire vino, por la mar se fue”, con Sánchez nuevamente en el violín, es uno de los cortes más largos del álbum. Prometedor arranque del grupo en pleno, aunque a medio gas. Los teclados toman ligeramente el comando, guían pero no dominan y bajo y batería se regodean, alcanzan el primer plano, para luego replegarse y dejar a la guitarra la conducción que comienza a luchar fraternalmente con el piano y toma breves partes solistas. La voz hace scat. A medio corte, hay un giro de intención, la orografía cambia, el Dios que llegó por agua ahora camina en tierra y se puede sentir su andar, su trote, sus pensamientos, sus dudas, lo atribulado de su corazón.
“Chivita al precipicio” es una composición de inicio juguetón que observa ciertas similitudes (la vena sinfónica y una parte media cercana a la fusión) con “Fin de blues”, mientras “Caminos de agua”, si bien de entrada adscrito a una vena clásica, pronto deja ver que no se quedará allí y después vendrán visitaciones al rock en oposición, ciertos coqueteos con el jazz y la música de concierto.
En la pieza que da título al álbum, aparecen como invitados Germán Bringas (sax soprano), Alejandro Sánchez (violín) y Jerzaín Vargas (trompeta). Su comienzo es apacible y conforme se desarrolla, se imbuye de fuerza para luego descender nuevamente en cuanto entra la trompeta, instrumento que proyecta, primero, sombras de ensimismamiento y luego de resurgimiento que se mezclan con las notas del violín que refuerzan esa sensación. La música desciende, queda la warr guitar, lanza un aullido el sax soprano, la warr guitar tiende unos arpegios (o casi) y la atmósfera se enturbia, pero entra el piano y vuelve todo a una “normalidad”. Al final, la warr guitar hacer un bello solo para cerrar por lo alto un hermoso disco.
Frente a las composiciones de José Luis Fernández Ledesma, las palabras resultan insuficientes. Es un compositor infravalorado, un músico que disco a disco ha buscado superarse y lo ha logrado. Si no ha habido más obra de él en los años recientes es por los imponderables, pero tal vez la mejor forma de cerrar esta nota sea con las palabras de un amigo del grupo. Dice Salvador Carrillo Herrera: “Parece mentira que apenas sea el segundo disco de Saena, agrupación que siempre está en las mentes, sin perder vigencia, de los amantes del rock progresivo y de la música de vanguardia. Las trayectorias de José Luis Fernández Ledesma y Margarita Botello, una de las voces más bellas del rock progresivo, por separado o juntas hablan por sí solas, son puntos de referencia”.
Para finalizar, les comparto el siguiente video de la serie "Classical composer reacts to..." donde se analizó el tema "Caminos de Agua"...
Nos sacamos el sombrero y te animamos a que conozcas algo que seguramente dejará a muchos cabezones desprevenidos con el culo p'al norte.
1. Fin de Blues (4:59)
2. Pos Rock (7:39)
3. Musetta (5:36)
4. Por el Aire Vino, Por la Mar se Fue (12:06)
5. Chivita al Precipicio (6:14)
6. Caminos de Agua (6:44)
7. Días Eternos (14:21)
Alineación:
- Margarita Botello / vocals, keyboards, accordion
- José Luis Fernández Ledesma / guitar
- Adrián Plowes / Warr guitar
- Eduardo Fierro / drums & percussion
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