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King Crimson - Larks' Tongues In Aspic (1973)

#Músicaparaelencierro. Seguimos con la maratón crimsoniana y ahora es neckwringer quien presenta una de las obras fundamentales del Rey Carmesí, un clásico experimental de todos los tiempos, un álbum que rompió nuestra percepción del mundo de la música, una obra única, fundamental, primordial, fundacional, la piedra angular del sonido King Crimson, con la que fue quizás la alineación más "representativa" de las innumerables que tuvo: Fripp, Bruford, Wetton, Cross y Muir en un disco bisagra no solamente del rock progresivo sino de toda la Música en general, y Música en mayúsculas, como nos dice el Mago en su descripción del disco: "De principio a fin esta obra maestra es un viaje, basta apagar la luz y subir el volumen y la traslación viene sola ¿adonde te lleva?, no tengo la mas puta idea, es más, uno vuelve a escuchar este disco en pleno siglo XXI y ocurre la misma sensación de transportación". Aquí, la nueva transportación crimsoniana para ofrecernos un "Larks' Tongues In Aspic" con la misma genialidad de siempre.


Artista: King Crimson
Álbum: Larks' Tongues In Aspic
Año: 1973 - 2012
Género: Progresivo Ecléctico/Progresivo Experimental
Nacionalidad: Inglaterra
Duración: 47 minutos


Como dije antes, esta semana no la vamos con chiquitas, empezamos con el "Lark's..." y seguiremos con otras joyas musicales excepcionales...

Larks' Tongues in Aspic es el quinto álbum de estudio de la banda inglesa de rock progresivo King Crimson, lanzado en 1973.
Presenta una de las alineaciones más reconocibles de la banda, con Robert Fripp, John Wetton, Bill Bruford, Jamie Muir, David Cross y el letrista Richard Palmer-James. El sonido de la banda cambia con respecto a los anteriores trabajos, puesto que se añaden nuevos instrumentos, como el violín y percusiones exóticas. Además, varias veces se notan atmósferas oscuras, heredadas de la música de Béla Bartók, e incluso pesadas, cercanas al heavy metal.

Wikipedia


Así que nos montamos en el excepcional texto que nos supo escribir y deleitar en su momento nuestro amigo el Conejo reseñando esta maravilla musical, al que agregamos el agregado del Mago Alberto que nos trajo alguna vez una nueva versión a la palestra... Ya el Mago Alberto nos había traído a este disco pero remixados por Steven Wilson.
El álbum que rompió la percepción que teníamos del mundo de la música, que quebró nuestra realidad, mejor dicho, la pulverizó, que movilizó fibras mentales que nunca supimos que habitaban en nuestro cerebro, un salto hacia un abismo sin retorno, un vínculo hacia lo desconocido, la primera conexión con lo más profundo del cosmos, una puerta que se abrió al infinito mismo, una sensación que nació en nuestro interior y no se fue nunca más, algo así como un tatuaje espiritual, una obra única, fundamental, primordial, fundacional, el mismísimo monolito de "2001 Odisea del Espacio" hecho canción, la mejor demostración del antes y el después en la música, el disco que llevó al paroxismo tu capacidad de asombro, la evidencia de que lo imposible es posible.
La prueba de que Fripp debe tener genes extraterrestres, sino de qué otra manera un ser humano puede llevar a cabo semejante creación musical? Solo comparable a las sonatas de Mozart, las sinfonias de Beethoven, o las polonesas de Chopin, un mazazo al cerebro.
Este disco tendría que ser una materia obligatoria en las escuelas de música del mundo, por supuesto en la Escuelita de Moe ya lo es, pero cómo poder definir o explicar tanto talento, tanto vuelo musical.
La nueva mezcla de Wilson y Fripp es tan zarpada que dudo que haya otra de todas las que se hicieron que haya logrado este nivel de perfección, si por esas cosas de la vida, de la net, o de algun descuido personal alguien todavía no escuchaste esta nueva versión, te aviso que es tan increíble que raya lo supremo, aca sí pusieron toda la carne al asador, acá sí se gastaron toda la pólvora, técnicamente innobjetable, no se puede criticar esta obra de ninguna manera.
Desde los primeros segundos de los timbales, xilofón, campanitas, chapitas, ya se nota la enorme diferencia con la versión original, y de ahí en más todo es placer absoluto, este es quizás el disco más sorprendente y emocional de todos los discos de King Crimson, sino el mejor, eso ya queda a criterio individual, pero lo que podemos asegurar es que no existe otro que sea tan conmovedor. Después de este disco nada volvió a ser igual en el mundo de la música.
La nueva formación que parió el liliputense fue una de las mas grandes del universo progresivo, todas terribles bestias que aportaron y adornaron esta obra que no tiene ni tiempo ni espacio, David Cross, John Wetton, Bill Bruford, Jamie Muir acompañaron a Fripp en esta travesía que los depositó definitivamente fuera de la estratósfera, rumbo a lo desconocido, y aún siguen en esa travesía.
El riff machacante, profundo, grotesco que irrumpe como principio de tormenta en "Lark´s Tongues in Aspic Part One", acá tiene otro brillo y profundidad, y hasta aparece como un espectro nuevo otra guitarra de Fripp que en la versión original está escondida, el final ezquizofrénico con la voz femenina desesperada, el bajo distorsionado y el violín explotando cual molto vivace te exaspera más que antes, luego la carrera percusiva de "The Talking Drum"toma otra intensidad con un sonido más pleno de los tachos, y el inicio del solo de violín de Cross en "Lark´s Tongues in Aspic part Two" es como un taladro que te perfora de oído a oído, así que van a tener sonoridad premium por un buen rato.
De principio a fin esta obra maestra es un viaje, basta apagar la luz y subir el volumen y la traslación viene sola ¿adonde te lleva?, no tengo la mas puta idea, es más, uno vuelve a escuchar este disco en pleno siglo XXI y ocurre la misma sensación de transportación, así que guarda de prender la luz de golpe, no vaya a ser que viajes en el tiempo verdaderamente.
Hasta se dieron el lujo los KC de crear una de las tapas de álbumes más hermosas e icónicas de todos los tiempos.
La vida te da sorpresas,sorpresas te da la vida. Esta es incomparable.

Mago Alberto

Como si fuera poco, aquí va otro comentario de esos jugosos que nos gustan tanto...

Cuando King Crimson emergió en 1969 con su primer álbum, In The Court Of The King Crimson, la música vivió un insólito episodio en el cual poesía, improvisación, libertad y virtuosismo eran los ingredientes de una música llena de vigor, dinamismo y corpulencia pero también sublime, delicada, en ocasiones etérea, y muy bien construida, que hizo que muchos músicos y críticos por igual, se preguntaran si algo mejor podía existir.
Esa convulsa década, testigo de una serie de cambios sociales importantes, también presenciaba un giro radical en el rock. Era “El Rey Carmesí” –Robert Fripp– y sus musicales cómplices quienes sentenciaban con sobrada pasión que la música podía nutrirse de corrientes diversas como la música clásica y el jazz para crear composiciones  de un gran contenido lírico y un desarrollo instrumental bien conjugado y con suficiente espacio para que cada músico gozara de amplia expresividad tonal, estructural y pasional. Y claro está, con un sobrado sentido estético.
Trabajos como el anterior encaran también el duro reto de crear un álbum que lo supere con creces o en el peor de los casos, lo iguale. En los álbumes sucesivos, el público y la crítica, veían una banda en la cual los músicos entraban y salían como si de una escuela de altos estudios musicales se tratara.
King Crimson, junto a The Mothers of Invention, conformaban la Harvard de la música. Lo más increíble es que cada álbum era tan o más atractivo que el anterior y “La Corte de Fripp” siempre fue, y sigue siendo, un motivo para entablar polémicas conversas si se trataba de algo pretensioso o realmente estábamos ante músicos realmente excelsos de notoria inventiva. Pero lo mejor estaba por llegar.
El 23 de marzo de 1973 King Crimson lanzó al mercado discográfico su quinto álbum en estudio al que tituló Larks’ Tongues In Aspic, un álbum de seis composiciones con una banda totalmente renovada pero siempre con Fripp como común denominador. Así, el bajista y vocalista John Wetton, el percusionista Jamie Muir, el violinista David Cross y el baterista Bill Bruford, que recién abandonaba a Yes por divergencias musicales y un notorio hastío en su relación con Chris Squire, conformaron la quinta encarnación de King Crimson.
El sol y la luna sobre un fondo blanco enmarcados en rojo es la obra artística de Tantra Designs. Es, además, nuestro encuentro preliminar con los nuevos súbditos del Rey. Para el más astuto y conocedor, la imagen ya revelaba cierto misticismo. Uno descubría que King Crimson estaba en una clara búsqueda de fórmulas más abiertas a la experimentación influidas por la música de Béla Bártok y otras formas musicales más distanciadas de occidente. Nick Ryan, el ingeniero de audio, fue un contribuyente esencial en el nuevo sonido de King Crimson que para esta oportunidad delegaba a Richard Palmer-James las letras de varios temas.
Este exótico manjar inicia con el tema título en una primera parte enteramente instrumental. A lo largo de trece minutos y medio destaca inicialmente la percusión de Muir y Bruford, quienes extienden este primer encuentro tres minutos para que el violinista David Cross haga su entrada.
Es la primera vez que King Crimson emplea el violín y Cross lo hace con aspereza al tiempo que Fripp añade más acidez con sus acordes y frases. Wetton se une luego a una rítmica acompasada donde Fripp participa con relativa notoriedad.
La pieza desencadena en un caos sónico hacia el minuto seis y luego Cross queda marcando frases cortas que tras un silencio regresa en total solitud. Entra nuevamente la percusión y Cross traza unas melodiosas líneas que van y vienen aumentando en intensidad.
El quinteto se ausenta por segundos y nuevamente emerge Cross pero esta vez con un mayor acento dramático, Bruford redobla y Wetton, al bajo, llena la atmósfera que al fondo deja escuchar una grabación inteligible. La percusión cierra la pieza.
La segunda composición es “Book of Saturday”, una breve y hermosa pieza donde por vez primera apreciamos la voz de Wetton (†). En ésta se conjugan Fripp y Cross. La guitarra con efecto en reversa nos recuerda a The Beatles. Fripp es agridulce y esta pieza es, en lo personal, una de las más atractivas del real catálogo.
Wetton canta: “Si sólo pudiera traicionarte olvidando el juego, cada vez que intento dejarte, ríes de igual modo, porque mis ruedas jamás tocan el camino, y el montón de mentiras retornan a mi espalda para agobiarme”. En una segunda estrofa John continua: “Ponemos cartas sobre la mesa, el dorso de nuestras manos, y juro que me gusta tu gente, los chicos de la banda, reminiscencias de un mal camino, retornan para disfrutar la refriega, en la confusa noche y la luz diurna”.
David y Robert retornan con uno de los diálogos más hermosos del rock progresivo.
Si la primera fue una composición enteramente grupal y la segunda una obra de Fripp, Wetton y Richard Palmer-James, la tercera da oportunidad a David Cross y nuevamente Fripp y Palmer-James en “Exiles” (Exilios).
La pieza también goza de cierta belleza inicial con el violín de Cross como protagonista. “Ahora en esta tierra distante, tan extraña que mis manos deberían estar empapadas de expectativas”,  dice Wetton que esta vez está tras el piano aportando matices con cada pulsación.
Bruford añade detalles con su característico redoble. A esta pieza le sigue, abriendo el lado B, la cruda “Easy Money” (Dinero fácil) donde el percusionista Jamie Muir emplea un serrucho como instrumento.
La percusión adorna las frases de Fripp mientras el tema se desarrolla con cierta predictibilidad melódica contrastada con varios instrumentos de percusión. Bruford y Fripp van en torno a Wetton quien nos cuenta en la segunda estrofa: “Con tu figura y tu rostro, pavoneándote ante cada raza, arrojas un vaso en el lugar, muestras el color carmesí de tus tirantes, llevaríamos el dinero a casa,  nos sentaríamos en el trono familiar, mi perro podría mascar su hueso, por dos semanas podríamos calmar al todopoderoso”.
“The Talking Drum”, instrumento musical africano que consiste en un tambor percutido con una vara de madera y sostenido debajo de la axila, es un excelente instrumental donde Muir hace alarde de su talento y Cross procura una tonalidad representativa del mencionado continente.
La composición se desarrolla de un modo impresionista, digamos a lo Ravel en su afamado bolero. Wetton es casi imperceptible. Las frases de Cross y eventualmente Fripp nos mantienen cautivados a lo largo de este tema que sentencia con más claridad la búsqueda de nuevos elementos que podían adaptarse a una de las bandas más apreciadas por los amantes del progrock y la música en general.
King Crimson sea, tal vez, la más digna representante del género que en su más reciente encarnación la conforman tres bateristas, saxo y flauta, dos guitarras eléctricas, voz, bajo y stick. Dicho de otro modo, una de las pocas bandas que se ha mantenido en constante innovación bajo la férrea dirección de su eterno Rey, Mr. Robert Fripp.
La segunda parte del tema título cierra el álbum. Compuesta por Fripp, “Larks’ Tongues in Aspic, Part Two” es un instrumental de poco más de siete minutos con un sonido metalero donde Bruford y Fripp destacan junto a Cross. La canción nos hace dar una mirada a un futuro pasado en Red (1974).
Es más acompasada y menos estridente que la primera, en buena parte por la melodiosa sección que se repite entre abruptos sonidos de metales, pitos y otras estridencias de Muir y Cross. También porque es 50% menor en tiempo.
Fripp con sus acordes distorsionados, le da cierto peso que en opinión de algunos son dignos del heavy metal antes de ser “heavy metal.” El estridente final nos deja cautivos y con ganas de volver a escuchar el álbum.
Robert Fripp una vez declaró que “soy el mínimo común denominador” y aunque comparto la afirmación, no puedo decir lo mismo sobre su participación en este álbum. King Crimson nos ofrecería a futuro otras tres excelentes grabaciones: Starless And Bible Black, Red y USA antes de su primer hiato en 1974.
Ligeramente accesible en los 80, altamente caótico en los 90 y auto reinventado en la segunda década del milenio, King Crimson siempre nos deja con las ansias de conocer su innovadora música, a la cual su majestad, Robert Fripp, le ha hecho espacio en the Projeckts y otras reinvenciones a las que por algún motivo no quiere llamarlas simplemente King Crimson.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquel seminal trío de Giles, Giles & Fripp en 1967 pero el cáustico humor de nuestro adorado Rey permanece como una piedra angular de la música contemporánea.
Ese mismo día del lanzamiento, cumplía yo 12 años pero seguía enquistado en las estridencias del Esquizoide del Siglo XXI, la lapidaría “Epitafio”, la dulce “Yo hablo al viento”  y la monumental y espacial “Moonchild” del suma cum laude primer álbum. Hoy me deleito de nuevo con estas lenguas de alondras en áspic ¡Dios, qué manjar!

Leonardo Bigott






Ah! King Crimson. Banda original, poderosa, creativa, innovadora e influencial si las hay. Deben haber pocas bandas de rock progresivo en el mundo que no se inspiren en el sonido de esta banda y en la guitarra de la mente maestra detrás de todo: Robert Fripp.

Para los pocos que no tienen la fortuna de conocerlos, King Crimson (Rey Carmesí para los amigos hispanoparlantes) es una banda británica de rock progresivo que está activa, con algunos parates en el medio, desde 1968 hasta el día de hoy (bue, no dan muchas señales de vida, pero allí están), pasando por incontables cambios de formación, estilos, encares, enfoques y demases, desde rock sinfónico, hard rock, experimentación al máximo y otros, lo que les vale el título de una de las bandas fundamentales del rock progresivo, junto con otras como Yes, Genesis, Jethro Tull, ELP, Rush y Pink Floyd, como para citar a unos cuantos.

Ubiquémonos en el tiempo y el espacio: Terminaba el año 1972, los setentas estaban en pañales, el petróleo estaba por hacer colapsar la economía mundial, yankees y soviéticos seguían compitiendo por todo, Franco seguía al poder en España, el mundo se conmovía ante el rescate de los rugbiers uruguayos.

Mientras tanto, hablando de la música, los Beatles ya se habían separado, Hendrix ya había partido hacia el gran templo del Rock en los cielos, bandas nuevas como Deep Purple, Pink Floyd y Black Sabbath ya estaban juntándola con pala, los Who, Led Zeppelin y los Stones ya estaban subidos a la cresta de la ola y bandas americanas como Kiss recién estarían por juntarse. El mundo se sacudía con todo lo que tenía que ver con todo lo que proveniese de Inglaterra, el hard rock todavía estaba en gestación y el punk todavía no figuraba en la mente de nadie por esos tiempos.



Bueno, salvo algunas excepciones.

Entonces, para esa época Robert Fripp (conocido en todos lados bajo el diminutivo Bob Fripp, al menos por ese tiempo) ya había disuelto a King Crimson, con quien acaba de editar el maravilloso disco Islands, allá por 1971. Ya para ese momento la banda llevaba cuatro placas de estudio editadas, y todas se caracterizaban por tener radicales cambios de formación entre álbum y álbum. Pero Fripp tenía ganas de más, así que decidió no ponerle fin a su proyecto musical. Teniendo en cuenta que este iba a ser el quinto álbum de estudio de la banda, pero que también sería el primero, dado que la banda tenía recién nueve meses de actividad, Bob decidió animarse a tomar las riendas del proyecto nuevamente. Puesto en sus palabras:

Jamás creí que fuese posible nuevamente que tuviera la energía de llevar a cabo la enorme tarea de estar envuelto en una propuesta como la de King Crimson. Es más que un nombre, es una manera de hacer cosas. Puedo apreciar la dificultad de algunas personas para acostumbrarse a la idea de que King Crimson es así, y que siempre ha sido mucho más que mi persona, soy sólamente una mera coincidencia en el desarrollo de este proyecto.

Otro punto importante es que la banda se basa en el factor humano como elemento central. Es muy importante para nosotros que la banda se pueda relacionar en términos humanos más allá de los musicales, porque si no podemos llevarnos con auto-disciplina y cortesía por el resto de los hombres, entonces no deberíamos estar trabajando juntos.

Mientras tanto, allí cerca, aún en Inglaterra, un joven y hábil baterista llamado Bill Bruford, junto con su bandita de rock sinfónico Yes había sacado al mercado el disco Close To The Edge, y con la idea fija de que la banda ya había llegado a su máximo límite creativo, decidió dejar la banda para sumarse a un proyecto más experimental y ambicioso, para lo que entra en tratativas con Bob el guitarrista.

Bob y Bill reclutaron también al bajista John Wetton, que venía de la banda Family pero se sentía disminuído en su rol a cargo de las bajas frecuencias, queriendo pertenecer a una banda en donde pueda dar el máximo de su estilo, composiciones, poner los amplificadores a todo volumen, romper las cuerdas que hicieran falta y de paso perfeccionar sus dotes como vocalista.

Ya en una de sus tantas vueltas para buscar músicos, Fripp 'descubre' al joven talento violinista David Cross, a quien decide incorporar a la banda, asumiendo el rol de que se pueden lograr más sonidos con el violín en el rock además de interpretar líneas de saxofón o guitarra, junto con un demente percusionista muy conocido por los círculos de la vanguardia artística londinense llamado Jamie Muir, como para agrandar el espectro de sonidos de la banda.

La banda, ya completa, se dedicaba a pasar horas y horas improvisando y tocando en bares y clubes, como para promocionar la vuelta de la misma al circuito musical. Su sonido estaba basado fuertemente en improvisaciones de alto octanaje combinados con pasajes musicales previamente escritos. En palabras de Bill Bruford:

Esta banda está completamente del otro lado del espectro (al de Yes). Básicamente Jamie es quien da el pie para las improvisaciones, es un catalizador que hace que la música comience a volar alto, mientras que John y yo la tratamos de 'anclar' a tierra, a la vez que David y Bob hacen lo suyo por arriba. Lo que estamos haciendo es abolir la distinción entre la escritura musical formal y las improvisaciones. Muchos de nuestros pasajes más formales suenan como si fuesen improvisados y viceversa.

No tenemos idea de cómo pueda reaccionar la gente, quizá todos salgan corriendo de los conciertos gritando, me imagino, llegando hasta al punto de odiarnos. La vida vuelve a ser peligrosa otra vez. Decididamente peligrosa.
Según cuentan las líneas del cuadernillo del disco, la banda que Fripp describía como "verdaderamente mágica", el sonido de la banda era 'probablemente la combinación más letal, compleja y avanzada de rock que se pueda escuchar al momento, proveyendo así la única alternativa seria a la orientación visual del cada vez más popular glam-rock, como una de las pocas muestras genuinas de experimentación en el rock'.

A todo esto, con la banda conformada por un quinteto con la increíblemente inusual formación guitarra-bajo-violín-doble percusión, ¿qué tenían estos muchachos en la cabeza?



Además del agravante de que creer que combinar las palabras 'alondra', 'lenguas' y 'gelatina' en una misma oración sería lo más viable comercialmente como para usarla de título del álbum.

Es un interrogante más que interesante. Además del ya mencionado amor por confundir pasajes escritos con improvisados, se combinan influencias jazzeras (por la parte de la improvisación), una importante influencia de piezas clásicas de Bártok y Stravinski, que se van a encargar de darle atmósferas oscuras al sonido y a darle un acercamiento importante al avant-prog.

Esto hace que pasen con facilidad de la melancolía a la locura, del frenesí a la calma. No por ello creo que eligieron la tapa de disco que eligieron, con el sol entrando en eclipse, simbolizando aquél místico evento cósmico en el cual el día se oscurece de pronto, pero sin embargo el sol sigue siendo demasiado peligroso como para mirarlo directamente a los ojos.

Respecto de los instrumentos, están la guitarra de Fripp, que en esta época empieza a tomar una distorsión que finalmente sería parte de su estilo, con el agregado de inventos propios para aplicarle efectos; el misterioso violín de Cross, que es el instrumento que pasa con más facilidad de dulce a oscuro, el bajo de Wetton, súper al mango y protagónico en las composiciones, la impecable batería de Bruford y para completar la base rítmica, al demente de Jamie Muir y su inmenso arsenal percusivo:

Bombos, redoblantes, tom-toms de 14 y 16 pulgadas, hi-hat, platillos chinos de 8, 14 y 20 pulgadas, platillo crash y ride, 3 campanas afinadas, güiros, campanas, cencerros, bloques chinos, 6 cencerros afinados, placas de metal, 4 tambores chinos, 10 botellas de plástico afinadas, 4 tambores boo-bam, tambor de tensión variable controlado por presión de aire, campanas tubulares cortas, campana, gongs de 10, 18 y 24 pulgadas, bandejas de metal cuadradas de 9, 15 y 36 pulgadas, campanas tubulares largas, kalimbas y mbiras, placa de metal de 36 por 6 pulgadas, otra igual con resortes, cascabel, espejo, autoharp, maracas, kazoos, silbatos, bocinas de bicicleta, flexotones, un bol con cáscaras de pistachos, un tronco hueco, silbatos con ruido de pájaros, cascabeles afinados, más campanas, globos, sierra de arco y sierra de dos manos, máquina de truenos, campanas afinadas, más percusiones afinadas de madera, cadenas, palos...

Demás está decir que Muir en los shows en vivo era más que un tipo simpático con un bigote que parecía inspirado por Dalí mismo, cuando no estaba golpeando cuanto objeto encuentre, corría, hacia danzas y movimientos de manera frenética a lo largo y ancho de todo el escenario, lo que llevó a que en una ocasión se fracturase el pie en una presentación en vivo. Él justo dejaría la banda un mes de sucedido esto, pero con la idea de seguir explorando más horizontes musicales y a experimentar aún más con los sonidos.

Bueno. Basta de datos, vamos a los bifes,
ya es hora de pasar al disco, que para los novatos, no entra fácil al oído. Requiere de sus buenas escuchadas para poder apreciarlo en su totalidad. Es de esos discos que no suenan como nada conocido antes, por lo que ameritan la reseña segundo a segundo que viene a continuación:

El disco arranca con la primer parte del tema que le da su nombre al disco. Empieza bien tranquila la cosa, se escuchan ruiditos de fondo, kalimbas o xilofones africanos, que hacen cross-fade con unas campanitas que entran, y al poco tiempo arranca el violín, haciendo el ruido análogo a una hamaca vieja. Se empiezan a escuchar más percusiones, ruiditos de percusiones de viento y platillos, cada vez hay más soniditos dando vueltas por el aire, que se desvanecen ante el ruido de algún tipo de platillo. Jamie Muir en su salsa.

Cuando de pronto, termina el segundo minuto, sale la percusión y entra a sonar el violín de David Cross, tremendamente amenazante, para dar paso al gigante: Robert Fripp y su guitarra al mango y distorsionada, que dicen presente por un par de segundos entrando por el canal derecho y saliendo por el izquierdo, como para dar un poco de tensión. Empiezan a sonar percusiones de todo tipo y la energía acumulada no se aguanta y la banda rompe todo, más o menos por los tres y medio. La batería enérgica con el fraseo de guitarra y el punteo volador demuelen edificios, vuelan pelucas y hacen retroceder a los mortales (de oídos poco entrenados).

Vuelve todo a la tensión anterior del violín, acompañado esta vez por el bajo característico al mango de John Wetton y se arma con todo otra vez, tras unos cuantos golpes duros al redoblante por parte de Bill Brufford. La locura vuelve al paso anterior, pero acompañados de un ruido de guitarra eléctrica haciendo las veces de motosierra por el canal izquierdo.

Se frena todo, Fripp sube y baja escalas como un maniático, vuelven la batería y la percusión y Wetton empieza a castigar al bajo. Carajo, los tendones de los dedos de ambos, cómo deben quedar después de esto. Casi seis minutos, cambio de ritmo por aquí, break con el violín por allá, y veinte segundos después tenemos a Bruford delirando con la batería mientras el bajo empieza a hacer ruidos raros, con la guitarra raspando por el canal derecho. Entre Bill y Jamie no se puede creer cómo cagan a golpes a los centenares de elementos percusivos. Van siete, y esto no parece dejar de enloquecer, ya es un caos controlado impresionante.

Ocho menos cuarto, de pronto se corta todo y quedan David Cross con su violín al frente, con citas literales de la obra de 1914 "The Lark Ascending" (¿El ascenso de la alondra?), del compositor británico Ralph Vaughan Williams; acompañados por algún que otro ruidito de guitarra de fondo. La calma es absoluta a los ocho con cuarenta, y se mantiene por un minuto más, con algún tachito golpeado por Muir.

De pronto, a éso de los 11 y medio, del silencio absoluto, empieza a resurgir lo que parece ser un violín sosteniendo la nota tensionante del principio del tema, suena una grabación de voces de fondo, mientras la guitarra que simulaba ser violín gana volumen y ya se puede distinguir claramente al violín tocando por encima. Doce y veinte, Bruford le vuelve a pegar duro al redoblante y... Boom! Guitarra acústica haciendo arpegios con el violín y hasta el bajo por delante, mientras Muir toca algunas campanitas, que van a sonar solas hasta el final del tema.Todavía no caigo en cómo hacen para pasar de un crescendo importante al caos a punto de salirse de control y caer de vuelta en un pasaje melancólico. Si esto no es experimental o vanguardista, entonces estos muchachos están completamente del orto. INCREÍBLE

Y al toque, del silencio arranca Book Of Saturdays, con la guitarra de Fripp al frente y alguna que otra nota de bajo y con los debuts oficiales de la banda de Wetton como cantante y de Richard Palmer-James como liricista colaborador. Una pieza muy tranquila y relajada, con Wetton cantando esto:


If I only could decieve you
Forgetting the game
Every time I try to leave you
You laugh just the same

'Cause my wheels never touch the road

And the jumble of lies we told
Just returns to my back to weigh me down...

We lay cards upon the table

The backs of our hands
And I swear I like your people
The boys in the band

Reminisences gone astray

Coming back to enjoy the fray
In a tangle of night and daylight sounds...


Hasta más o menos los 55 segundos, cuando suena otra guitarra con algún frippertronic loco, con el violín enganchándose y con Wetton tarareando al minuto y medio.

Dos menos cuarto, vuelve a cantar Wetton:


All completeness in the morning
Asleep on your side
I'll be waking up the crewmen
Bananna-boat ride

She responds like limousine

Brought alive on the silent screen
To the shuddering breath of yesterday...

There's the succor of the needy

Incredible scenes
I'll believe you in the future
Your life and death dreams

As the cavalry of despair

Takes a stand in the lady's hair
For the favour of mafing sweet sixteen...

You make my life and times

A book of bluesy Saturdays
And I have to choose...


Y el tema termina tranquilo, entre las guitarras y el coro de Wettons duplicados

Otra vez hay silencio, y del mismo emergen, en aumento, ruidos de guitarras con esos aparatos locos de don Roberto para el comienzo de Exiles. Llegando al minuto los ruidos son bastante fuertes, y recién a la mitad del mismo se pueden distinguir notas musicales, más algún que otro golpe a algún platillo. Y al minuto cincuenta y cinco, batería, bajo, guitarra acústica y violín por arriba van a darle melodía al ambiente.

Con todo esto de fondo, dos y veinte aprox., empieza a cantar Wetton, melancólico:


Now... in this faraway land
Strange... that the palms of my lands
Should be damp with expectancy


Dos y cuarenta, entre una nota de bajo y golpes en platillos, se frena todo y el violín se va a encargar de ensombrecer todo un poco, también cargándolo de energía. A los tres y veinte todos retoman la melodía principal, la guitarra acústica con el violín suenan de maravilla, y Wetton vuelve a cantar cerca del cuarto minuto:


Spring... and the air's turning mild
City lights... and the glimpse of a child
Of the alleyway infantry

Friends... do they know what I mean
Rain... and the gathering green
Of an afternoon out-of-town


Y se frena todo otra vez, con un golpe de redoblante y quedan Wetton, un piano y el violín de Cross


But Lord I had to go
My trail was laid too slow behind me
To face the call of fame
Or make a drunkyard's name for me
Though now this other life
Has brought a different understanding
And from these endless days
Shall come a broader sympathy
And though I count the hours
To be alone's no injury...


Sobre esta última frase se revitaliza todo, pese a


My home... was a place near the sand
Cliffs... and a military band
Blew an air of normality.


Y entre el tarareo de Wetton, la guitarra acústica y Cross, que ahora mete feeling con la flauta, entramos en una calma absoluta. Aparecen el mellotrón, por primera vez en el disco y la guitarra eléctrica, que retrotrae a momentos como el tema Epitaph y da una pista de lo que va a hacer Fripp en el disco Red, un año más tarde. El tema termina con redoble de bombos, violín y mellotrón, que dan paso a la guitarra acústica. Precioso.

La calma da un paso al costado para que comience a mi entender el punto más alto del disco: Easy Money, con el riff de guitarra cuasi-motosierrezco, con un bajo que cada vez tiene más presencia, la percusión, con cada tanto alguna campana tubular, el mellotrón que casi ni se nota y John Wetton tarareando la melodía más pegajosa que King Crimson haya tenido alguna vez (después del riff de 21st Century Schizoid Man).

Y a la vez que Wetton canta muy suavemente con la guitarra de fondo, suenan infinidad de platillos, campanitas y demases elementos percusivos raros de Jamie Muir:


Your admirers on the street
Gotta hoot and stamp their feet
In the heat from your physique
As you twinkle by mocassin sneakers

And I thought my heart would break
When you doubled up the stake
With your fingers all a shake
You could never tell a winner from a snake
But you always make money


Y al grito de "Easy Money", vuelven la guitarra y una campana extraña de Muir. Arranca la batería con más percusión:


With your figure and your face
Strutting out at every race
Throw a glass around the place
Show the colour of your crimson suspenders


Suenan el mellotrón y lo que parecería ser el sonido de separar tres metros de velcro abrochado y romper un metro de jeans.


We would take the money home
Sit around the family throne
My old dog could chew his bone
For two weeks we could appease the Almighty.


Calma otra vez y "Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisiiiiiiiiiiii, maneeeeeeeeeyyyyyyyyyyy", igual que antes pero con el mellotrón.

Y entonces el sonido del mismo más el equivalente al ruido que hace el pasar un dedo húmedo sobre una copa de cristal (obra de Muir, por supuesto), presagian el increíble crescendo improvisacional que está por venir: Fripp tocando tranquilo un punteo de guitarra, ganando cada vez más volumen y la banda que empieza a acelerarse a su alrededor, siempre con Cross y su mellotrón de fondo . Bruford toca con más energía, Muir no repite dos veces el mismo ruidito y pasa desde campanas hasta bloques de madera y ruidos como de pajaritos y una risa malévola incluída.

Van seis minutos y el volumen sigue aumentando, con el redoblante que es castigado por las batacas y Fripp que cada vez mete más distorsión, y finalmente cerca de los seis minutos y medio vuelve el tarareo inicial, para frenar un toque y arrancar con energía:


Your admirers on the street
Gotta hoot and stamp their feet
In the heat from your physique
As you twinkle by mocassin sneakers


Cross mete un par de notas altas de violín...

Got to truck with the la-di-da
Keep my bread in an old fruit jar
Drive you out in a motor-car
Getting fat on your lucky star


Y el tema cierra con Wetton gritando "Just making Easy Money" y una voz malvada que estalla en carcajadas. ESPLÉNDIDO

Y de pronto, silencio. Ruiditos de fondo y lo que parecerían ser trompetas. Así arranca The Talking Drum. Pasando el minuto se pueden escuchar golpes repetidos en un tamborín, con Muir enloqueciendo, seguramente. Y al comienzo del segundo minuto, aparece el bajo, que va a dar el riff será la base del resto de la canción, a la vez que de a poco se empieza a escuchar la batería. Tres minutos, y habemus violín. El bajo suena con mas fuerza y el violín ya domina el ambiente. Cuatro y veinte y ya hay guitarra, ya ni hace falta pasar lista. Cinco y cuarto y ya la banda aumenta el volumen. Wetton hace que el que hable sea el bajo y no el tambor, contrario al título de la canción, y alrededor suyo, Fripp y Cross improvisan en los agudos. Seis y medio y vuelven las trompetas. El volumen sube, no para de subir y a diez segundos de terminar el tema paran todos y lo que suena ya no sé si son violines o guitarras distorsionadas...

...Para abrirle paso a la bestia, Larks' Tongues In Aspic II ("La venganza" o "El regreso", como para nombrar la secuela), que inicia con un riff motosierra de guitarra eléctrica de un solo acorde (alguna especie de si bemol mepa, no sé si menor o mayor ni me baso en nada - EDIT: Parecería haberle pegado, según Lauta91 es algo así como un La#9 invertido , yo le creo, no sé un carajo de música ) por el canal izquierdo, al que al toque se le suman la batería con la percusión y el bajo, más alguna que otra nota suelta de violín, todo en un ritmo de 5/4. La melodía no entra fácil al oído, prácticamente roza el rock en oposición. Los breaks que hacen son increíbles, y descaca nuevamente la labor percusiva de Bruford y Muir.

Cerca de los cincuenta segundos se calman las aguas, con una melodía que hace acordar bastante a la parte uno de esta misma suite. Fripp apenas rasguea la guitarra y el violín suena por detrás. Al minuto vuelve la batería y todo se va para arriba: el volumen y las notas. La misma secuencia se repite otra vez, con un silbato sonando al minuto cuarenta, y casi a los dos minutos vuelve el riff inicial y el bajo y la batería meten un break fantástico, con golpes al redoblante y una buena dosis de notas de bajo. Esto se repite dos veces y se vuelve a la misma melodía del principio, pero con mayor densidad de notas por parte de Wetton y más golpes a platillos por parte de los percusionistas.

Otra vez, cerca del minuto y medio, vuelve la sección tranquila, pero con infinidad de ruiditos de fondo, quién sabe lo que esté golpeando Jamie Muir, pero se hacen cada vez más fuertes. Por lo menos parece que el ruido cercano a los tres minutos y medio es el de frotar un globo contra un micrófono. Se para todo y queda la guitarra raspando al frente, alternándose después con el bajo y la bataca. Tres cincuenta y arranca la batería con más fuerza y el violín, que se pasa para el lado del RIO y queda al frente del descontrol absoluto.

A los cinco minutos otra vez la sección calma, que anticipa un crescendo importante, al igual que en las repeticiones anteriores:
Muir enloquece completamente, golpeando cajas, tachos, tambores, platillos, gatos, todo lo que encuentra a su paso. La guitarra, el bajo y la batería suenan en su punto más fuerte y heavy de todo el álbum, como sentando las bases de no sólo el sonido pesado que conllevarían sus próximos trabajos de estudio sino de todo el heavy metal como género, y finalmente cerca de los seis minutos, con unos contados 18 golpes de redoblantes, cajitas y cuerdas de bajo, una recorrida por los tambores de Bruford y termina el disco, con un delirio típico de fin de recital, con todos los integrantes tocando todo a la vez. Sublime.

Para concluir como se debe: Éste disco es un favorito personal, recomendado para todos los seres de luz, los mortales y los no tanto. Espero no haberlo vendido demasiado. Es de los pocos que tengo la fortuna de tener en original, como para agregar un poco más de apreciación.
 
Lista de Temas:
1. Larks' Tongues In Aspic Part One
2. Book Of Saturdays
3. Exiles
4. Easy Money
5. The Talking Drum
6. Larks' Tongues In Aspic Part Two

Alineación:
- Bill Bruford - Batería
- David Cross - Violín, viola y Mellotron
- Robert Fripp - Guitarras, Mellotron y aparatos
- Jamie Muir - Percusiones de todo tipo
- John Wetton - Bajo y voz
- Richard Palmer-James - Letras (Invitado)



Comentarios

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  2. Insane! hacete atender! A la noche leo, aunque ayer vi algo...

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  3. Los findes son de vacaciones )?(
    Lark`s!!!

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  4. excelente albun, muy bueno tu post

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  5. Alta reseña loco! hoy a la noche me pongo a degustarlo

    Saludos

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  7. Lark's Tongues in Aspic, Starless and Bible Black y Red es una trilogía sublime de King Crimson que escapa a todo enfoque racional (aunque paradójicamente Robert Fripp sea muy racional) y para mí es lo más alto y sublime del ROCK de todos los tiempos. Esta trilogía me acompaña desde la primera vez que la escuché. Pienso no hay nada parecido ni por asomo en el mundo de la música y para los que les gusta y disfrutan de ella, es algo que los convierte en seres privilegiados. HE DICHO!

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  9. no son trompetas lo que suenan al principio de "The Talking Drum" es de hecho un Talking Drum, por eso se llama así el tema

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  10. VIEJO HAY UN LINK PARA DESCARGAR ???

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