AMIBA ya había organizado dos asambleas de músicos independientes, algo casi interno, y, en este 29 de octubre, lanzó su primera actividad. De la mano de un especialista, el Dr. Enrique Stola, quien nos brindó su charla: Masculinidades y violencia de género en el mundo y en la música, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Mucha gente preguntaba por qué una agrupación de músicos independientes no proponía clínicas o talleres de instrumentos, sobre composición o algo referido a lo laboral, pero, sucede que, al momento de reunirnos, con vistas a la primera asamblea, se multiplicaban denuncias y condenas muy fuertes a músicos, las cuales nos golpeaban, eran pesadillas que sonaban cerca. No podíamos sumarnos al silencio cómplice de muchos, ni tampoco al comunicado liviano de unos pocos, casi sacándose el problema de encima. Debíamos contestar de una manera contundente y comprometedora. Entonces, se propuso una charla para posicionarse frente a semejante tema, donde ya no se hablara de nuestra profesión, sino, de nuestra formación como individuos y como personas que dicen transmitir sentimientos a través de su arte. AMIBA es una agrupación feminista, porque nuestras compañeras no sólo tienen un espacio para hablar sobre la perspectiva de género, mientras, los varones delineamos proyectos e ideas, aquí, todas y todos hablamos y compartimos temas, planes y proyectos.
En la gacetilla que distribuimos, nos hacíamos estas preguntas: ¿los juicios y condenas a conocidas figuras de la escena musical responden a utilizaciones políticas o a la necesidad creciente de revolucionar nuestros vínculos personales y profesionales? ¿Cómo se construyen nuestros roles y la forma en que nos relacionarnos? ¿Qué hitos marcaron nuestra identidad social e individual? ¿Qué es el patriarcado, dónde vive y cómo suena? Y con ellas entre manos convocamos.
La charla de Stola fue una fuente de información, enseñanzas y anecdotario personal que, en todo momento, caló hondo en el espíritu de la gente presente. Enrique se autodefinió como un feminista descolonial e interseccional, es decir, que no toma en cuenta sólo los conflictos de género, sino, también, los de clase y de raza, e incluye -además de las mujeres- a otros cuerpos subordinados, como los del movimiento LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales). El especialista en violencia de género se refirió, brevemente, a la historia del patriarcado, como la matriz de todas las dominaciones y al machismo, como las creencias y acciones cotidianas que, atravesando todos los cerebros, jerarquiza las diferencias de género, convirtiéndolas en desigualdades concretas.
En cuanto a las diferentes masculinidades, Stola aseguró: “La crisis económica neoliberal no permite a los hombres cumplir con el mandato tradicional de varón proveedor” del hogar. Sin embargo” –aseguró-, “el fantasma y el mandato masculino de dominación persisten y se subliman con la prostitución, un espacio y un momento en el que, según la española Beatriz Gimeno, el feminismo aún no ha entrado y en el cual los varones pueden -por poco dinero- hacer lo que quieran con el cuerpo (considerado público) de estas mujeres más pobres y, así, seguir sintiéndose machos”. “Junto a la precarización de la vida –agregó Stola-, esto explicaría el crecimiento exponencial del negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual, en un contexto moral que ya no es represivo de las relaciones sexuales como el actual.”
Se refirió también al gay-capitalismo, que incorpora discursos de la diversidad sexual a la economía de mercado y “propicia la comercialización de todos los espacios y cuerpos subordinados; como es el caso del alquiler de vientres de mujeres pobres para parejas de alto nivel económico o la misma prostitución.” Luego de definir al Feminismo como un movimiento de liberación y no la contracara del machismo, hizo mención a otro tipo de masculinidad, que definió como la del hombre de la ignorancia deliberada: “aquellos que deciden no conocer, no interiorizarse, no investigar, ni actualizarse en las luchas de las mujeres y del feminismo, porque, sencillamente, no quieren perder ni su poder ni sus privilegios”.
Interrogado sobre otras masculinidades posibles, Stola aseguró: “De lo que se trata es de que renunciemos a la dominación, generando lazos de solidaridad con nuestras compañeras mujeres, con las lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binarias. Los hombres debemos generar masculinidades contra-hegemónicas y anti-patriarcales”. Más allá de los reclamos femeninos, podríamos, nosotros mismos, negarnos a tocar en un evento que no incluya una cuota del 50 por ciento de mujeres. Al respecto, desde el público, se propuso trabajar por lo menos tres ejes de la desigualdad de género/s en el mundo de la música:
– El acceso igualitario a los escenarios (hoy, hay 1 mujer por cada 14 varones). Por esta razón, AMIBA apoya la Ley de Cupo.
– La adjudicación de subsidios y ayudas (sólo el 18% de los mismos era otorgado a mujeres artistas).
– Los protocolos de intervención para casos de violencia de género como recurso de las instituciones para visibilizar el maltrato, generar condena social y posicionarse, efectivamente, del lado de las víctimas.
Para incidir en los/as más jóvenes, Stola destacó la importancia de la E.S.I. (Educación Sexual Integral), incluyéndola hasta los estudios terciarios. Ya que “sirve, desde niños/as, para ponerle palabras al cuerpo, a las emociones y a los sentimientos, para generar espacios democráticos de intercambio, detectar casos de abuso e informar a las víctimas de los lugares de ayuda”. En el transcurso del mes de noviembre la charla se podrá ver a través de Youtube, lo cual será informado desde el Facebook de AMIBA.
Ha sido, realmente, notable el apoyo de un gran sector de la prensa, de colectivos feministas, del Diario Digital Femenino y decenas de radios de todo el país, que levantaron la información e, incluso, nos hicieron notas para hablar sobre nuestra propuesta. Sin duda, que el acompañamiento tiene que ver con el lugar en donde se ha plantado la agrupación, de solidaridad para con las víctimas, ahora, denunciantes, de no dudar de sus denuncias ni las declaraciones. Uno quiere ser parte de la transformación, porque lo que ve, lo que investiga, afecta y duele. No sólo debemos contar o pensar, se debe ayudar a que se solucionen las cosas. Uno se horroriza, pero, con el horror ya no alcanza, hay que terminar con el horror. Así como salimos a acompañar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, hoy, tenemos que estar junto a las mujeres, pero, no desde la pasividad del que acompaña.
Los músicos tenemos mucho que aprender de la lucha de la mujer. Todas estas conquistas se deben a que fueron tejiendo redes, justo ahí donde el sistema desteje, todos los días, la vida de muchas de ellas. No han perdido el tiempo dando peleas individuales, ellas saben muy bien de qué se trata la solidaridad y la empatía. Los hombres somos seres sujetados a un mundo viejo, perdido, que se aferra con odio a una serie de prejuicios, que nos juegan en contra. Empuñar un instrumento no nos ha rescatado de la Historia. Como nos explicó Enrique, cuando fue interrogado sobre el proceso de deconstrucción del machismo, propio en cada uno de nosotros/as: “somos como una cebolla, estamos sacando capas todo el tiempo. Es un proceso largo, que dura toda la vida, ya que las emociones no se modifican sólo con el intelecto, intervienen, aquí, la práctica social, nuevas experiencias emocionales-correctivas y la autocrítica voluntaria, cotidiana y concreta”.
Jorge Garacotche
Por Jorge Garacotche - Líder de Canturbe / Responsable de AMIBA
En la gacetilla que distribuimos, nos hacíamos estas preguntas: ¿los juicios y condenas a conocidas figuras de la escena musical responden a utilizaciones políticas o a la necesidad creciente de revolucionar nuestros vínculos personales y profesionales? ¿Cómo se construyen nuestros roles y la forma en que nos relacionarnos? ¿Qué hitos marcaron nuestra identidad social e individual? ¿Qué es el patriarcado, dónde vive y cómo suena? Y con ellas entre manos convocamos.
La charla de Stola fue una fuente de información, enseñanzas y anecdotario personal que, en todo momento, caló hondo en el espíritu de la gente presente. Enrique se autodefinió como un feminista descolonial e interseccional, es decir, que no toma en cuenta sólo los conflictos de género, sino, también, los de clase y de raza, e incluye -además de las mujeres- a otros cuerpos subordinados, como los del movimiento LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales). El especialista en violencia de género se refirió, brevemente, a la historia del patriarcado, como la matriz de todas las dominaciones y al machismo, como las creencias y acciones cotidianas que, atravesando todos los cerebros, jerarquiza las diferencias de género, convirtiéndolas en desigualdades concretas.
En cuanto a las diferentes masculinidades, Stola aseguró: “La crisis económica neoliberal no permite a los hombres cumplir con el mandato tradicional de varón proveedor” del hogar. Sin embargo” –aseguró-, “el fantasma y el mandato masculino de dominación persisten y se subliman con la prostitución, un espacio y un momento en el que, según la española Beatriz Gimeno, el feminismo aún no ha entrado y en el cual los varones pueden -por poco dinero- hacer lo que quieran con el cuerpo (considerado público) de estas mujeres más pobres y, así, seguir sintiéndose machos”. “Junto a la precarización de la vida –agregó Stola-, esto explicaría el crecimiento exponencial del negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual, en un contexto moral que ya no es represivo de las relaciones sexuales como el actual.”
Se refirió también al gay-capitalismo, que incorpora discursos de la diversidad sexual a la economía de mercado y “propicia la comercialización de todos los espacios y cuerpos subordinados; como es el caso del alquiler de vientres de mujeres pobres para parejas de alto nivel económico o la misma prostitución.” Luego de definir al Feminismo como un movimiento de liberación y no la contracara del machismo, hizo mención a otro tipo de masculinidad, que definió como la del hombre de la ignorancia deliberada: “aquellos que deciden no conocer, no interiorizarse, no investigar, ni actualizarse en las luchas de las mujeres y del feminismo, porque, sencillamente, no quieren perder ni su poder ni sus privilegios”.
Interrogado sobre otras masculinidades posibles, Stola aseguró: “De lo que se trata es de que renunciemos a la dominación, generando lazos de solidaridad con nuestras compañeras mujeres, con las lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binarias. Los hombres debemos generar masculinidades contra-hegemónicas y anti-patriarcales”. Más allá de los reclamos femeninos, podríamos, nosotros mismos, negarnos a tocar en un evento que no incluya una cuota del 50 por ciento de mujeres. Al respecto, desde el público, se propuso trabajar por lo menos tres ejes de la desigualdad de género/s en el mundo de la música:
– El acceso igualitario a los escenarios (hoy, hay 1 mujer por cada 14 varones). Por esta razón, AMIBA apoya la Ley de Cupo.
– La adjudicación de subsidios y ayudas (sólo el 18% de los mismos era otorgado a mujeres artistas).
– Los protocolos de intervención para casos de violencia de género como recurso de las instituciones para visibilizar el maltrato, generar condena social y posicionarse, efectivamente, del lado de las víctimas.
Para incidir en los/as más jóvenes, Stola destacó la importancia de la E.S.I. (Educación Sexual Integral), incluyéndola hasta los estudios terciarios. Ya que “sirve, desde niños/as, para ponerle palabras al cuerpo, a las emociones y a los sentimientos, para generar espacios democráticos de intercambio, detectar casos de abuso e informar a las víctimas de los lugares de ayuda”. En el transcurso del mes de noviembre la charla se podrá ver a través de Youtube, lo cual será informado desde el Facebook de AMIBA.
Ha sido, realmente, notable el apoyo de un gran sector de la prensa, de colectivos feministas, del Diario Digital Femenino y decenas de radios de todo el país, que levantaron la información e, incluso, nos hicieron notas para hablar sobre nuestra propuesta. Sin duda, que el acompañamiento tiene que ver con el lugar en donde se ha plantado la agrupación, de solidaridad para con las víctimas, ahora, denunciantes, de no dudar de sus denuncias ni las declaraciones. Uno quiere ser parte de la transformación, porque lo que ve, lo que investiga, afecta y duele. No sólo debemos contar o pensar, se debe ayudar a que se solucionen las cosas. Uno se horroriza, pero, con el horror ya no alcanza, hay que terminar con el horror. Así como salimos a acompañar a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, hoy, tenemos que estar junto a las mujeres, pero, no desde la pasividad del que acompaña.
Los músicos tenemos mucho que aprender de la lucha de la mujer. Todas estas conquistas se deben a que fueron tejiendo redes, justo ahí donde el sistema desteje, todos los días, la vida de muchas de ellas. No han perdido el tiempo dando peleas individuales, ellas saben muy bien de qué se trata la solidaridad y la empatía. Los hombres somos seres sujetados a un mundo viejo, perdido, que se aferra con odio a una serie de prejuicios, que nos juegan en contra. Empuñar un instrumento no nos ha rescatado de la Historia. Como nos explicó Enrique, cuando fue interrogado sobre el proceso de deconstrucción del machismo, propio en cada uno de nosotros/as: “somos como una cebolla, estamos sacando capas todo el tiempo. Es un proceso largo, que dura toda la vida, ya que las emociones no se modifican sólo con el intelecto, intervienen, aquí, la práctica social, nuevas experiencias emocionales-correctivas y la autocrítica voluntaria, cotidiana y concreta”.
Jorge Garacotche
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