Si sos de los del Jesús en la boca y con mayúsculas, deseo que por una vez te animes a bajarlo de la cruz de tus iglesias y hacerlo verbo. Que puedas revisar el cuento bíblico y te permitas descubrir que, quizás, está más cerca de lo que suponés. Que de nacer ahora lo hubieras encontrado defendiendo tierras arrebatadas por infames y lo habrían crucificado en un río helado o con un tiro por la espalda. Que en vez de latigazos le habrían llenado los ojos y el alma de gases picantes por acompañar a viejos sentenciados a la desidia absoluta o hubiera volado por los aires, con un delantal blanco, calentando matecocido. Que lo mandarían a agarrar la pala por ponerse al frente de cada lucha obrera. Que estaría preso en alguna cárcel jujeña por pretender que la infancia de pibes morochos incluyera piscinas dignas de niños rubios. Que hasta habría tirado alguna piedra de impotencia hacia la barbarie y llenado tapas como el subversivo de turno. Que se habría rebelado deliberadamente contra este sistema que cada diciembre refuerza desigualdades entre un puñado de mortales devorando vidrieras de shoppings exclusivos y otros tantos millones resignando, para siempre, sus ñatas contra el vidrio del planeta. Que entiendas que cuando hablaba de multiplicar panes no se refería a que tantísimos tengan que recoger de la basura las migajas que derraman panzas culposas a cambio de redenciones, sino de un mundo en el que nadie deba mendigar su derecho a comer.
Por Adriana Esposto
Si, en cambio, sos de los de los jesuses en minúsculas, con nombres chiquitos y sin tanta prensa, deseo que sigas buscándolos en cada rincón de Patria para abrazarlos. Que te sacudas el enojo y la tonelada de desánimo de estos años y salgas a intentar transformar cada centímetro de suelo. Que te metas en el barro desde donde, te juro, el cielo puede verse más claro. Que te deconstruyas y desandes hasta que te duelan la piel y la conciencia de quitarte prejuicios a cachetazos. Que no haya día en que te duermas sin alguna batalla librada a la indiferencia propia y ajena. Que no quede rincón que pises en que no te fijes si tu paso puede mejorarlo. Que no te resumas a discursos progresistas y a quejas repetidas. Que no te amuralles a la pantalla y sepas que la verdadera lucha está allí afuera, donde no hace falta banda ancha para conectar con un montón de otros con quienes compartir ideales. Que se te marque a fuego que el que abandona pierde. Que recuerdes cómo y cuánto hemos aprendido los pueblos de cada muerte para ir por la próxima resurrección. Que no dejes pasar de largo tu milagro del día. Y que nos sigamos encontrando, por siempre, en la trinchera.
Finalmente, a unos y otros, deseo desde lo más profundo de mis entrañas, que tengamos los abrazos, las sonrisas, la música y la poesía suficientes para que nada duela tanto. Y que con jota mayúscula o minúscula, si vamos a nacer una vez más, hagamos que valga la pena.
Amén
Del muro de Adriana Esposto
Muchas gracias, de corazón, por compartirlo. Un lujazo!
ResponderEliminarHola Adriana, un gusto! si lees esto, por favor me escribes a mi correo: correocabezon arroba gmail.com Gracias!
Eliminar