Algunas reflexiones sobre el Mundial 2022: Cuando era chico y vivía allá en la calle Italia cerca del arroyo, con los chicos del barrio jugábamos al fútbol en la calle. Los autos paraban para no molestarnos, los vecinos nos alcanzaban la pelota si se nos iba. La relación de la sociedad con el fútbol era cultural, integraba la vida social. Recuerdo cuando vino Boca a Pergamino, fuimos con mi amigo de la época, hoy un flor de tránsfuga de la ciudad que vende ropa y que jodió hasta a su familia, y de esto recuerdo muy fuerte sólo a Rojitas. Había «clubes», creados generalmente por los anarquistas de principios del siglo XX. Eran clubes organizados y animados por gente del común del pueblo que amaba el deporte. ¿Recuerdan?… Luego pasamos, primero en Europa, a clubes «comprados» por los ricachones donde nosotros, la sociedad, no teníamos nada que ver. Los jugadores pasaron a ser trabajadores –muy bien pagados porque el fútbol da guita al poder– y a ser comprados y vendidos como merca, los clubes se transformaron en empresas dirigidas por gerentes y nosotros consumidores. ¿No creen?… Miren a Boca desde que la ocuparon Macri y los fachas.
Por José María Cuesta
Hoy el deporte más popular del planeta se ha convertido en el campo de juego del capitalismo global. Algunas cantidades de transferencias de jugadores se convierten en valores bursátiles y son objeto de toda especulación. La Liga española y su homóloga francesa han abierto su capital a los fondos de inversión y sus exigencias de rentabilidad. Los clubes españoles han vendido el 11% de sus derechos televisivos a Capital Partners por los próximos cincuenta años. El Manchester City, propiedad de los Emiratos Árabes Unidos, tiene al menos un club en cada continente.
Ahora los medios nos hablan de «cláusula de liberación», «juego de estilo financiero», «patrocinadores», «productos derivados», «derechos de televisión», las ganancias milagrosas de las «apuestas en línea», el «mercado de transferencias», «clasificaciones» de los «jugadores más caros», el «ranking de los clubes más ricos»… Esta es la nueva reflexión sobre el fútbol y no las gambetas o los goles de tal o cual.
Así pasamos a una empresa multinacional globalizada con la FIFA a la cabeza. La Copa del Mundo en Qatar revela vívidamente que los pequeños arreglos tienen consecuencias mucho mayores que las ganancias individuales. En la comida de noviembre de 2010 en el Palacio del Elíseo (sede de la Presidencia de la República francesa) en la que, entre otras cosas, se jugó la entrega de la Copa del Mundo a Qatar y la compra del Paris Saint Germain (PSG) por Qatar. La Francia de la «revolución francesa» y de la ilustración se convirtió en el mercado financiero de Qatar.
La Copa del Mundo comenzó este domingo 20 de noviembre. Todos los que, a costa de múltiples arreglos, accedieron a encomendarlo a Qatar tienen una inmensa responsabilidad: miles de trabajadores muertos, un desastre ecológico y un escándalo político. Con 15.000 cámaras de reconocimiento facial y técnicas de última generación, el evento deportivo viene acompañado de un despliegue sin precedentes de tecnologías de vigilancia. Un régimen laboral casi esclavista; la represión de las minorías sexuales; la prohibición de los partidos políticos y sindicatos; la opresión que viven las mujeres pese a los intentos de maquillaje y las miles de vidas perdidas de trabajadores extranjeros en las obras faraónicas que se levantaron para el Mundial.
El comité organizador de la Copa del Mundo de 2022 admitió a Reuters el lunes 14/11 que estaba pagando a grupos de simpatizantes para viajar a Qatar. Al especificar que los espectadores seleccionados deben respetar varios compromisos de comunicación en las redes sociales en particular a publicar comentarios favorables al torneo, es una red de 400 fans e «influencers» de 60 países. También Qatar habría pagado cerca de 300.000 euros en obsequios a parlamentarios británicos.
El rostro que ofrece el Mundial de 2022 toma cada vez más la apariencia de un retrato de Dorian Gray, revelando a lo largo de los años los horrores y la fealdad de esta candidatura «ideal». Naturalmente, desde la designación del emirato y la puesta en marcha de las obras, sindicatos y ONG han estado alertando sobre las condiciones laborales y muertes por miles de cuasi esclavos nepalíes o filipinos en las obras de construcción, ya sean estadios o infraestructuras que deberá acompañar la celebración del concurso. Las tensiones geopolíticas suscitaron dudas, en particular al ver instaladas baterías antiaéreas en los techos de estos sublimes recintos climatizados.
Desde la adjudicación de esta Copa del Mundo, Francia jugó un papel central. El expresidente francés, Nicolás Sarkozy está en el centro de una investigación por corrupción y conflicto de intereses en la adjudicación de una Copa del Mundo. En primer lugar, cabe recordar que la entrega de la Copa del Mundo a Qatar no es un hecho aislado. Nasser al-Khelaïfi, presidente del PSG, ha sido acusado de «corrupción activa» en la investigación judicial sobre la concesión del campeonato mundial de atletismo a Qatar. En 2011, una empresa que poseía con su hermano pagó 3,5 millones de dólares al hijo del presidente de la Federación Internacional de Atletismo. Mensajes de texto revelados por Mediapart (revista de noticias francesa en internet) mostraban que el ex número 2 de la FIFA, Jérôme Valcke, había recibido un reloj valorado en unos 40.000 euros en 2015 justo después de una votación crucial sobre el aplazamiento del Mundial de 2022 al invierno: la justicia suiza (esa que se dice neutral) desestimó la investigación por corrupción.
Ninguna sanción legal tampoco para el asunto de la mansión que el presidente del PSG generosamente puso a disposición de Jérôme Valcke. En Francia, la lista de coincidencias que interesan a la justicia anticorrupción es larga. A la salida del Elíseo en 2012, el expresidente Sarkozy se benefició personalmente en sus asuntos privados del apoyo del Estado de Qatar. Habiendo vuelto a ser abogado después de presidente, también ganó contratos con dos grandes de la burguesía francesa, Lagardère (seis meses después de que un fondo qatarí se convirtiera en el mayor accionista del grupo) y Bazin (exjefe del PSG que se convirtió en jefe del grupo hotelero Accor), incluso sospechoso de haber aprovechado la movilización de la presidencia francesa a favor de Qatar.
¿Michel Platini, Nicolás Sarkozy y Claude Guéant (ministro del interior de Sarkozy, hoy condenado por corrupción) imaginaron que, empujando la candidatura de Qatar, indirectamente causarían la muerte de miles de trabajadores en los terrenos de los estadios? ¿Se dieron cuenta del desastre climático que traería la competencia? Todo ello acompañado de una señal política calamitosa.
Más recientemente, revelaron que el expresidente Sarkozy apeló a Qatar en 2011, meses después de la adjudicación de la Copa del Mundo, para saldar la deuda de su campaña electoral de 2007 que él no había pagado. Y también se cuenta cómo su hijo Pierre Sarkozy se interesó en 2010 más por Platini que por sus fiestas: fue uno de los protagonistas en la venta del PSG a Qatar.
Sin embargo, las condiciones para otorgar la Copa del Mundo no son el único tema de interés para los periodistas porque luego tuvieron que documentar las consecuencias. Y, en primer lugar, las condiciones en las que se transformó Qatar de cara a la Copa del Mundo: trabajo forzado o no remunerado, pasos infernales bajo un calor extremo… Los trabajadores migrantes vivieron un infierno. Miles de ellos murieron. El propio grupo constructor francés Vinci acaba de ser acusado de haber generado miles de millones de euros «en perjuicio humano». Además de los condenados de las obras de construcción, Rachida El Azzouzi (periodista argelina-francesa de Mediapart) también se reunió en Qatar con trabajadoras del hogar, invisibles y maltratadas en la intimidad de casas particulares donde están recluidas.
Pero las consecuencias también están por llegar. Siete de los ocho estadios construidos tienen aire acondicionado, una aberración energética. Sobre todo, durante la Copa del Mundo, un avión transportará a los aficionados cada diez minutos entre Qatar y sus países. Cada día, se ofrecerán más de 160 vuelos de bajo coste a los aficionados que residen en los países vecinos de Qatar para asistir a los partidos.
¿Podemos hablar de deporte cuando convocamos sumas ilimitadas de dinero, sabiendo que el dinero corrompe, humilla, prostituye, que aplasta los valores originales del deporte que eran el compartir, la autotrascendencia, la amistad entre los pueblos, la solidaridad… Al mismo tiempo, ¿cuántos pequeños clubes en pueblos y barrios están muriendo?, ¿cuántos voluntarios ya no tienen ni siquiera los medios para ser voluntarios?…
El fútbol se convirtió en el patio de recreo de las bolsas de comercio.
José María Cuesta
Y ni hablar de la maliciosa elección de los países sede para disfrazar lo que acontece en un país. Los peores casos: Argentina 78 y México 68 y 70
ResponderEliminar