Sólo los grandes espíritus son capaces de preservar por siempre el don de la dádiva. Menos aún son aquellos que lo despliegan incondicionalmente. Místicos en estado salvaje, diría el poeta Paul Claudel de individuos así. A éstos perteneció Keith Emerson, un hombre y nombre entregado a mundos de atmósferas y panoramas fabulosos, de fantasías tan predilectas y maravillosas como la música que destiló a lo largo de su vida. Sin embargo, con las alas deterioradas por tanto volar (acto que literalmente le causó la minusvalía en ambas manos y la secuela depresiva), el callejón que es la vida se le hizo entonces demasiado doloroso y decidió ponerle punto final. Emerson fue un artista al que a los 71 años de edad se le quebraron las vastas latitudes de la imaginación para seguir explorando. Murió el 10 de marzo de 2016 en Santa Mónica, California.
El rock progresivo surgió en la segunda mitad de los sesenta, cuando los grupos trataron de integrar temas de la música académica a sus terruños. Uno de aquellos primeros ejemplos fue The Nice. El joven tecladista Keith Emerson (nacido en Todmorden, Inglaterra, el primero de noviembre de 1944), veterano del rhythm and blues inglés (por el que transitó con los T-Bones de Gary Farr), se erigió en el miembro clave de dicha agrupación.
Originalmente habían sido la banda de acompañamiento de la ex Ikette P.P. Arnold, con la cual aparecieron en su éxito de 1967 “The First Cut Is the Deepest” (de Cat Stevens). Al dejar a Arnold, el grupo Nice desarrolló una intensa mezcla de briosa fusión (rock, jazz, música clásica) y actuaciones teatrales, como las que brindaban durante sus interpretaciones de la pieza “America” de Leonard Bernstein, por mencionar alguna.
Emerson se apartaba de su Hammond L-100, con el que sostenía un feroz combate, y le prendía fuego a la bandera estadounidense (la guerra de Vietnam estaba en pleno). La decena de álbumes que apareció durante la corta existencia del grupo, de tres años (entre álbumes de estudio, en vivo y recopilaciones), siempre tuvo buena recepción.Sergio Monsalvo C.
Al disolverse Nice, Emerson fundó en 1970, junto al ex bajista de King Crimson, Greg Lake, y Carl Palmer, anterior baterista de Atomic Rooster, un supergrupo que llevó sus apellidos como estandarte. Las expectativas levantadas tuvieron respuesta y guía, luego de su presentación pública en el Festival de la Isla de Wight de aquel año, con la versión creada por Emerson de Pictures at an Exhibition del compositor Modesto Músorgski.
A partir de ahí, Emerson, Lake & Palmer (ELP) se tornaría en la quintaesencia del rock progresivo de los años setenta, combinando el rock con sus influencias de la música sinfónica y el jazz, a la par de grandiosas ejecuciones histriónicas. El desarrollo sucesivo del género se encontró estrechamente relacionado con la introducción y evolución de los teclados Hammond (y a la postre del sintetizador Moog) por parte de Emerson.
El uso abundante de este instrumento le otorgó un carácter mayor y con frecuencia más bombástico a las piezas. El empleo del menú clásico, las variaciones sobre él y los ritmos y tempos distintos dentro de una sola pieza, así como la omnipresencia del teclado y las piezas largas, fueron las características más importantes de este género en su época dorada. En dicho periodo, el grupo ELP hizo furor, situación que se mantendría regularmente desde su debut con el disco homónimo de 1970 hasta el postrer In the Hot Seat (1994), con los álbumes en vivo en la misma jerarquía o quizás aún mayor en ciertos casos (como el álbum triple Welcome Back My Friends, to the Show That Never Ends), a pesar de las intermitencias entre las grabaciones, los largos descansos, salidas y regresos de los integrantes o las combinaciones de algunos de ellos con otros músicos.
En el ínter, Emerson emprendió una carrera como solista que lo ligaría a nombres como los de Copeland, Holst, Prokofiev o Ginastera, entre otros; incursionó en la composición de soundtracks (Inferno, 1980, y Nighthawks, 1981) y colaboró con diversas orquestas sinfónicas, actividades todas que le valieron el Frankfurt Music Prize, exclusivo galardón que se otorga a los artistas por sus contribuciones e innovaciones técnicas a la música, asuntos tratados en sus memorias bajo el título Pictures of an Exhibitionist (2003).
Con su fallecimiento, puede darse por concluida una época que se entregó a ambientes y lontananzas quiméricas, a utopías tan extraordinarias como la música que condensaron; dar fin al estruendo creado por el sonido en pleno que cortaba la respiración por su virtuosismo. Keith Emerson fue una piedra fundamental que ofreció mundos evolucionados con mitos e historias que formaron unidades indisolubles. Esa fue la motivación de este músico que, poseedor del don de la dádiva, jamás se dio por satisfecho con una sola nota si en su lugar podía brindar diez.
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