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Black Sabbath - Sabotage (1975)

Hoy empezamos el día con el que es quizás el album más heavy de los Sabbath. En una memorable reseña de nuestro nuevo colaborador y miembro del staff, el señor Andersen hace su entrada triunfal en el bloog cabezón con un comentario imperdible (y que esto sirva para darle la bienvenida al staff). Con ustedes, el último gran álbum de los primeros Sabbath: Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler, Bill Ward y Gerald Woodruffe para un disco que es un clásico con tapa horripilante.Y el señor Andersen dice: "Una obra que escapa a cualquier definición, y se encuentra en esa zona gris, en esa mitad de camino, que legó para la historia los mejores discos del género". Creo que es una excelente forma de comenzar con la aparición de "Sabotage" en el blog cabezón.

Artista: Black Sabbath
Álbum: Sabotage
Año: 1975
Género: Hard rock
Duración: 43.38
Nacionalidad: Inglaterra



Aquí, las líneas del señor Andersen recreando este disco pero desde una perspectiva personal y bien argenta...
Black Sabbath no forma parte del paisaje musical de mi adolescencia, salvo por un detalle que no escapa al tono bizarro que rodea a la banda: su disco “Sabotage”, con su extraña y graciosa portada, estaba de oferta en muchas disquerías de CABA; así llegué a ellos.
Un amigo unos años más grande que yo, tenía “Sabbath Bloody Sabbath” y creo también “Master of Reality”, pero no eran discos que escucháramos asiduamente, sino quizás alguna vez producto del aburrimiento o del bajón por consumo de Artane.
Años más tarde me topé con su primer disco en edición nacional, bastante dañado por el escaso cuidado –había gente que los apilaba- y el uso de viejos Wincofón, hecho que lograba no lo escuchara debidamente, temeroso de que arruinara mi costosa púa Shure.
Tampoco circulaba mucha información de la banda en revistas – no había más que Pelo o Expreso Imaginario -. Black Sabbath no participaba del firmamento musical prog argentino, como sí, Zeppelin o Purple. Era simplemente el “lado B”.
Supongo que la banda tendría más pregnancia en algún otro segmento social diferente al que yo frecuentaba, ya que en el Parque Rivadavia –donde concurría cada domingo a procurarme la novedad semanal- circulaban bastante sus discos. Sus portadores eran también pelilargos, vestidos por lo general, de negro, tal vez más pobres que yo, y seguramente, más trabajadores.
Eran “Pesados”, aún no se usaba eso de “Heavy”. Y aquella música era simplemente “Rock Pesado”, no “Heavy Metal”, como se la comercializó ya entrada la década del ochenta.
Me resulta curioso pensarme en aquella época de la dictadura: yo, alguien que no quería ni estudiar ni trabajar; solo drogarme y pasarla bien con mis discos, mis libros y mis amigos. Nada más que eso. Pero por otra parte, el objeto de mi consumo, la cultura, era producto del estudio y el trabajo. Fripp no tocaba de esa forma consumiendo Artane.
Y el grupo de Ozzy no caracterizaba de esta forma. En su música no había complejidades armónicas, o cambios de ritmo como en el prog que yo escuchaba. No eran egresados de Berklee tampoco. Los veía cual bestias.
Y en aquella bestialidad sin embargo, había algo que me resultaba sumamente atractivo; posiblemente el grito, ese agujero en el cielo…
Otro dato psicodélico: el sello que publicaba sus discos era Vértigo Records, y las etiquetas de sus vinilos venían con un logotipo hipnótico que al girar en la bandeja producía un curioso mareo.
Volviendo a “Sabotage”, inmenso trabajo de la banda inglesa, infravalorado en Argentina, es quizás junto a “Toys in the attick”, de Aerosmith, una rareza dentro de su producción, sumamente ecléctico, producto quizás de un momento de incertidumbre en la industria musical donde los productores no ejercían un poder tan tiránico sobre los artistas que eran generadores – además de su arte- de muy jugosas ganancias.
El álbum arranca con “Hole In The Sky”, que es simplemente un extraordinario riff sabbathiano, una base pesadísima, repetitiva, y la obsesiva vocalización de Ozzy, con un estribillo pop que lo desencaja del género más un solo de Iommy que lo acerca a Blackmore quizás. Un comienzo brutal.
Sin mediar silencio, arranca "Don't Start (Too Late)", breve pista que no alcanza al minuto, y no es otra cosa que una cabalgata de tres guitarras acústicas por algún campo europeo – a designar-, con un aire metafísico, bucólico, misterioso y cálido que a los cincuenta segundos es interrumpido muy violentamente por "Symptom of the Universe", otro furibundo riff metálico – y acá creo que estamos ante uno de los más poderosos del rock -, con guitarras ultra distorsionadas – que supongo hicieron la delicia de los integrantes de Metallica al escucharlas-, más una base bestial. Este tema ya es algo más duradero (6:28), y al promediar los cuatro minutos, un pedaleo de sintes nos transportan a un paisaje casi tropical con guitarras acústicas y bongoes donde la abyecta voz de Osbourne suena casi dulce y feliz.
El tema desaparece con un suave fade-out, preparando el terreno para el surgimiento casi irreal de "Megalomania", composición típicamente prog cercana a los más oscuros momentos de Led Zeppelin, que luego de una etérea intro cuasi psicodélica desemboca en otro poderoso riff de Iommy, que en su enloquecido final incorpora unos mellotrones crimsonianos, risas diabólicas (clase “B”), guitarras psicodélicas y por supuesto, una base demoledora.
Allí concluía el lado A, y uno volvía a toparse con el mareo decreciente porque había terminado la cara del disco: con la hipnosis del logo de Vértigo.
La cara B arrancaba otra vez heavy, bien pesada con "The Thrill Of It All", otra inmensidad riffística de Tommy Iommy a la guitarra, una perversa vocalización de Ozzy, y la batería bien progresiva a lo Bonzo por parte de Billy Ward. Estamos aquí ante lo más sinfónico de su producción, con arreglos operísticos a la Townshend, más sintes con un tinte casi épico.
El siguiente tema "Supertzar" es nuevamente breve, pero ambiciosamente bizarro en cuanto a su falsa y graciosa épica escapada de algún lugar de “El bebé de Rosemary” y Roger Corman que incluye un coro, maravillosos cruces de guitarras acústicas y eléctricas y una percusión ultra sofisticada bajo un hipnótico ritmo marcial.
Llega ahora el turno de "Am I Going Insane (Radio)", con una psicodelia cercana a lo más pop de “Their Satanic Majesties Request”, que casualmente también fue el sexto álbum (cómo éste) de The Rolling Stones. Una pieza deliciosa que culmina con una sucesión de risas psiquiátricas y una voz vomitiva, para dar lugar a la irrupción de "The Writ", tema que cierra el disco con otro riff sabbathico, guitarras como cuchillos, el bajo con wha-wha, efectos de cinta, una base primitiva y muy pesada, con la demencia de Ozzy a la voz, y hasta un clavicordio. Esta composición en sus 8:44 de duración tiene varias partes, metodología habitual del prog de entonces que culmina con un jugueteo al piano y la voz como de parodia por parte de los músicos.
Es extraño el devenir de este trabajo de Black Sabbath, que supuso un quiebre con su propia pesada historia, plagada de todos los excesos típicos del rock. Una obra que escapa a cualquier definición, y se encuentra en esa zona gris, en esa mitad de camino, que legó para la historia los mejores discos del género.
Ese año, 1975, fue uno de quiebres y rupturas, con el gérmen del punk, la mutación del jazz-rock hacia lo mainstream y ritmos funk, el surgimiento de la disco-music, cierta claudicación del prog, y el avance de una probable hegemonía kraut en la década siguiente.
También en Argentina había, en marcha, oscuros planes...
N. Andersen




Por suerte este es de esos discos donde todo el mundo escribió algo, así que solo tengo que copiar y pegar. Me encantan estos posteos... donde tengo que trabajar poco.
"Sabotage" es una joya del Rock y del Heavy Metal. Con este trabajo, cerraban su primera etapa, la más creativa e importante de su carrera.
Algunos fans de Black Sabbath pensaban que el grupo había llegado ya a su zenith cuando publicaron su quinto lanzamiento "Sabbath Bloody Sabbath", pero "Sabotage" mostraba una banda que seguía evolucionando y creciendo para su bien.
Otros consideran ese album como el inicio de su caída; yo me tomo al pie de la letra esa famosa frase pronunciada por Henry Rollins que decía que "sólo puedes confiar en tú mismo y en los seis primeros discos de Black Sabbath" y pienso que es el broche de oro de toda su primera etapa con Ozzy Osbourne como cantante, un periodo por lo general bastante fructífero que se extendería hasta a finales de los 70.
"Sabotage" es un album muy pesado para la epoca, con las guitarras aun muy presentes; aunque quizás algo menos oscuro de lo habitual debido a que el guitarrista Tony Iommi introdujo en esta ocasión más teclados y hasta un coro en "Supertzar". Para situarnos un poco más remontémonos al año 1974, cuando la banda rompió el contrato que tenían firmado con su representante y manager de toda la vida Jim Simpson y contrató a Patrick Meeham. Este cambio trajo consigo disputas legales con Simpson que provocaron una silencio discográfico de la banda durante el tiempo que duró el litigio. El título del álbum alude claramente a esa situación por la que atravesó el grupo. Black Sabbath comenzó a trabajar en su sexto álbum en febrero de 1975, en los Morgan Studios de Willesden (Inglaterra) con un nuevo representante, Don Arden, y con una clara intención de cambiar el sonido de Sabbath Bloody Sabbath.
Producido por Black Sabbath y Mike Butcher, Sabotage salió al mercado en julio de 1975. De nuevo, el álbum recibió críticas positivas, ya que Rolling Stone afirmó que «"Sabotage" no es sólo el mejor álbum de Black Sabbath desde "Paranoid", puede que sea el mejor de todos», aunque posteriores críticos apuntaron que «la química mágica que hizo álbumes como "Paranoid" y "Volume 4" estaba empezando a desintegrarse». "Sabotage" alcanzó el top veinte tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido, pero fue el primer álbum que no consiguió el disco de platino en Estados Unidos, llegando sólo al disco de oro. Aunque el único sencillo del álbum "Am I Going Insane (Radio)" no consiguió entrar en las listas de éxitos, ese trabajo contiene canciones tan clásicas como "Hole in the Sky" y "Symptom of the Universe".
Black Sabbath realizaron una gira mundial con Kiss, pero se vieron forzados a dejarla en noviembre de 1975 tras un accidente de moto en el que Osbourne se lesionó la espalda. En algunas ediciones de vinilo y en el CD remasterizado aparece una canción de 23 segundos después de "The Writ" grabada a un volumen muy bajo y llamada "Blow on a jug"; no es una canción en sí, es solo Ozzy y Bill Ward payaseando en el estudio. Sabbath fueron una banda que dentro de su limitado campo musical decidió no quedarse estancada y poco a poco fueron eliminando el sonido más blues de sus inicios para poco a poco ir agregando arreglos sinfónicos/progresivos o más complicados a su música, y sacaron su obra cumbre en este punto: "Sabotage" en donde demostraron que podían ser tan pensadores, artísticos y trabajadores como Genesis, Yes o hasta Pink Floyd en cuanto a art-rock se refiere.
Sabbath ya no era la misma banda de siempre desde su anterior disco "Sabbath Bloody Sabbath"; si en sus primeros 4 trabajos se puede percibir un cambio poco notorio en su estilo, en aquel ya oímos a un grupo con aspiraciones más alla del "heavy metal ordinario" y ya escuchabamos la música con más guitarras acústicas, sintetizadores, melotrón o cuerdas; pero no era todavía un grupo de rock progresivo verdadero, aún existían canciones de Sabbath comunes a los anteriores discos, podríamos decir que tenían la idea, pero no la explotaban con todo su potencial. Bien puede decirse que es un disco de heavy metal, pero no hecho por chicos del barrio o callejeros con motocicletas, sino hecho con una gran maestría y sabiduria en los arreglos musicales; todo esta planeado, estructurado y arreglado para que sea una especie de HEAVY METAL SINFÓNICO
Las canciones del disco están casi unidas como una sola suite, tipo "Dark Side of the moon" o "Queen II", pero hecha al estilo Black Sabbath. Y esto nunca se había pensado antes, si bien el factor progresivo ya existía en el rock, éste todavía no había penetrado en el heavy metal para nada; entonces a Black Sabbath se le ocurrió agregar dimensiones musicales más grandes a su heavy metal, sonando más grandilocuente que nunca. No tiene punto flojo importante, todas las canciones estan cuidadosamente planeadas como una sinfonía y aunque como tales no sean realmente tan importantes, su clave radica en la increíble pesadez, maestría u oscuridad que denotan y en los arreglos de cada uno de los temas. Si Black Sabbath ya había revolucionado el rock con su disco debut aquí en "Sabotage" lo hace por partida doble, convirtiéndolo si me apurais en el primer disco de heavy metal progresivo.
Este disco fue una verdadera influencia para la música Dark y también pudo ejercer mucha influencia para bandas de metal progresivo, pues nunca el metal había sonado tan planeado y con conocimientos musicales de alto nivel. En "Sabotage" las guitarras ya sonaban más a Metallica que a Led Zeppelin por decirlo de alguna manera y quiza sea el disco más pesado jamás hecho antes del año de 1975. Creo que nunca a ninguna guitarra se le había puesto tanta distorsión, para que sonara casi como TRASH, concepto ya muy bien mostrado en canciones como "Megalomania" y "Symptom of the Universe", que sirvieron de muchísima influencia para bandas como Megadeth, Accept o Metallica. El primer tema "Hole In The Sky" es simplemente un hard rock-blues contagioso que recuerda vagamente al "Tie Your Mother Down" de Queen.
"Don't Start (Too Late)" dura aproximadamente 50 segundos y es un arreglo acústico de primera que funciona como una excelente introducción al siguiente tema "Symptom Of The Universe", muy posiblemente se trate de uno de los primeros riffs del trash metal junto a "Stone Cold Crazy" de Queen y presagia de manera evidente lo que estaria sucediendo con la musica 20 años despues. Un riff simple pero con mucha fuerza al que luego le suceden unos cambios de ritmo en donde el batería Bill Ward hace gala de unos impresionantes redobles y comienza una melodía vocal, algo desagradable al principio por la voz rasposa de Osbourne, pero con el tiempo verás que queda perfecta para este tipo de canción. Merece la pena escuchar las jams que hay en la canción y el solo de Iommi que aparece después exponiendo su velocidad.
Ésta es apenas la primera parte de la canción, porque después comienza una sección instrumental acústica (muy parecida a la parte inicial de "Paranoid Android" de Radiohead) con un Ozzy Osbourne que aquí suena de lo mas expresivo. Después viene el segundo tema importante del álbum por decirlo de alguna forma y también el superior de todos los del disco. "Megalomania" es un monstruo de canción de 11 minutos de duración, que tiene todo lo necesario para que le guste tanto a un fan del heavy metal como del rock atmósferico. La parte inicial del tema esta hecha con gran sabiduria musical e incluye una atmósfera floydiana oscura y ambiental. La melodía vocal de Ozzy en ella es espléndida, canta con sentimiento y lo hace para variar acerca de sus problemas de "locura"; el estribillo de este segmento, es excelente.
Si con esta primera parte la canción merecía ser un clásico, falta todavía la segunda; un pequeño segmento de piano da lugar a un riff Trash de Iommy. Si, suena simple, pero al entrar el ritmo de batería y otras guitarras eléctricas hacen que esto suene como un cuchillo asesino, con una gran vocalizacion de Osbourne. Al final esta obra resulta ser algo repetitiva debido a que el riff se repite casi siempre, pero si no durara tanto tampoco sería la bestialidad que es. Al final aparece una orquesta para dar un final grandilocuente al tema que suena muy épico. La siguiente cancion "The Thrill of It All" es realzada por un solo blusero de guitarra y "Supertzar" es un tema instrumental con un uso ominoso del coro mencionado antes, guitarras dobándose y armonizándose a la vez que se suceden cantos gregorianos y arreglos de cuerda (de aqui viene lo que sean los precursores del dark metal).
"Am I Going Insane (Radio)" contiene un coro contagioso ("tell me people...am I going insane?") y termina con unas risas maniáticas que se funden con el último tema del disco. "The Writ" es otra larga canción de ocho minutos y medio con una gran letra cantada por Ozzy. Se trata de la tercera pieza importante del disco en cuanto a duración, en la primera parte la voz de Osbourne suena bastante aguda y repite mucho una melodía que al final resulta ser muy pegadiza. Sigue a esa sección una parte instrumental increiblemente brillante donde tenemos arpas, violines y clavicordios; en ella todo suena hermoso y no se nota la ausencia total de guitarras eléctricas, de repente aparece Ozzy cantando casi en un tono baladista y tras un desarrollo el álbum ya concluye con un riff de Iommy desvaneciéndose. "Sabotage" es otro trabajo clasico de la banda esencial para cualquier fan de su saga o del heavy metal en general.
El brujo del látigo


La portada de Sabotage en nada hace presagiar la elegancia del contenido. Junto a una especie de gran espejo Luis XIV, los cuatro miembros del grupo posan con sus mostachos, sus melenas recortadas en plan seto de arizónicas, sus túnicas, plataformas, mallas de licra y demás elementos propios de una década (los 70) cuyo sentido de la estética ha envejecido bien sólo si se entiende como una especie de película de terror en la que todos participaban. Si uno da la vuelta al disco, se encuentra con la misma foto tomada de espaldas, de tal manera que las miradas erráticas y paquetes se tornan nalgas fondonas embuchadas. No sabe uno ya si atreverse a mirarlo de canto.
Así que extraigamos rápidamente el sublime redondel que sobrevive dentro de tan monstruoso envoltorio y escuchémoslo, que es a lo que hemos venido. Se trata del sexto lp de Black Sabbath, de producción mucho más enrevesada que los anteriores, pero no por ello carente de esas ideas musicales tan simples que funcionan tan bien. De esto último dan fe los riffs de las dos primeras canciones "completas" del disco, la espesa y a la vez vibrante Hole in the sky y la inquietante Symptom of the universe, con sus aporreamientos tan característicos de Bill Ward y su riff reglamentario que, cómo no, hace uso y abuso del intervalo de quinta disminuida. (Para los no iniciados en estas palabrotas, decir que se trata de la misma relación de altura entre notas en que se basa el riff de la canción Black Sabbath, del disco de debut; si fuera posible dar miedo sólo tocando dos notas, probablemente habría que usar unas que estén a esa distancia concreta).
Sabotage está producido, sin ahogar para nada a los otros tres instrumentos, a base de una especie de oleaje continuo de guitarras. Casi en todo momento hay un montón de guitarras sonando a la vez con ese crujido siniestro tan particular de Iommi, esa formidable marca de la casa. En muchas ocasiones el tipo retarda ligera y cuidadosamente las notas, convirtiendo las canciones en gusanos que se arrastran, elegantes pero pesados, sobre los que sobrevuela más ligero Ozzy como una especie de pájaro... o digamos mejor una especie de murciélago.
El disco también está trufado de pasajes instrumentales que están a un volumen mucho más bajo que el resto, lo que te obliga a estar pendiente de los botones si quieres escucharlos o si no quieres darte un buen susto cada vez que empieza otra canción o pasaje a volumen normal. Otra particularidad es la instrumental Supertzar, para la que contaron con un coro que le da un aire bastante glorioso al asunto, aunque la simpleza y la efectividad de las ideas impide siempre que el resultado llegue a ser presuntuoso. O si lo fuera da lo mismo, esto es Black Sabbath, señores, y en uno de sus mejores momentos. Inclinémonos y oremos.
Aparte estos detalles un poco más atípicos de la producción, que lo convierten en algo especial y casi único, el disco está relleno hasta los topes de canciones inspiradas y muy espesas, paridas por un grupo maduro que arreglaba los temas con calma, preparando despacito cada subidón y estallando por fin como si les fuera la vida en ello. Los andobas producían melodías geniales como churros, que Ozzy se encargaba de cantar de esa manera tan particular, tan cercana. Quizá este entrañable cantante no era, digamos, el genio del grupo (no lo sé), pero lo cierto es que la voz es siempre la voz, y tras ser despedido fue él quien se llevó el cariño de la gente, me parece a mí, mientras Iommi se quedó ahí cejijunto con los otros dos espectros haciendo música oscura y densa con sus muñones, como si con Ozzy se hubiera marchado la sonrisa del grupo. Válgame esta reflexión de todo a cien incluso a pesar de que los posteriores discos con Dio son mis favoritos con diferencia.
En fin, buenísimo disco y, para bien o para mal, único en la primera y principal época de Black Sabbath por su especial peso, porque parece apuntar más alto que el resto (incluidos los posteriores). No me inclino por ninguna canción en concreto porque se salen del mapa todas por igual, y además están divididas a su vez en lo que se puede definir sin empacho como pequeñas canciones, todas ellas geniales, encadenadas entre sí con una suavidad y un sentido de la estructura pasmosos. Sabotage es una especie de disco de consulta, atemporal, un "muro de carga del rock" para tener en la estantería y darle un repaso de vez en cuando, y es que ha envejecido tan bien que en realidad no ha envejecido (el contenido, porque el continente viene a ser como las cuevas de Altamira).
Onán


Llegado 1975 Black Sabbath era casi más un vodevil que un grupo musical. Aparte de los serios problemas con las drogas y el alcohol, la demanda judicial exigiendo elevadísimos emolumentos de su antigua agencia de management, comandada por Jim Simpsom, les había puesto muy nerviosos y esos hándicaps estaban influenciando negativamente en la banda. Y a la postre esa presión motivó la marcha de Ozzy Osbourne, que poco más que tenía que salir de gira para poder pagar las minutas de sus abogados. Pero no nos adelantemos en el tiempo porque faltaban todavía dos discos para eso aunque la ruptura se preveía muy cerca.
Sabotage, el mejor álbum de Black Sabbath para Rolling Stone
La crisis compositiva que se cerró con la publicación de Sabbath Bloody Sabbath dos años antes parecía haberse esfumado a estas alturas y Sabotage fue un poco el grito agónico de un moribundo que entraría en coma poco después.
Porque lo siguiente que nos entregaron Black Sabbath podrían habérselo ahorrado, por mucho que Geezer Butler destaque en el top 10 de sus canciones favoritas del cuarteto ‘Junior’s Eyes’, incluida en Never Say Die! (Vertigo, 1978).
El título del álbum, Sabotage, es una referencia directa a las cuitas legales del grupo, saboteado en su línea de flotación por su antiguo mánager. Sin embargo, parecía que Black Sabbath necesitaban ser espoleados para darnos lo mejor de sí, al menos lo mejor que podían en ese momento.
Es el sexto álbum de los de Birmingham y el último imprescindible de los llamados Ozzy Osbourne Years. Sabotage es un disco que seguía estando a la altura de la leyenda aunque en él encontramos algún momento en los casi que no reconocemos a sus autores como en el single ‘Am I Going Insane (Radio)’, el corte más comercial de la etapa con el cantante que habla de las frustraciones y locuras de una banda como los Sabbath.
En realidad sí que encaja con lo que Tony Iommi manifestó después de su publicación, que habían querido hacer un disco de rock porque Sabbath Bloody Sabbath no lo había sido.
Black Sabbath no habían perdido ese afán en investigar sonidos, texturas y ambientes. Era un grupo muy técnico pero aquí grabó su disco más variado y complejo hasta la fecha con una producción de Tony Iommi en la que se permitió incluso traer al estudio a English Chamber Choir para registrar la epiquísima ‘Supertzar’. Éste tema coral fue utilizado desde entonces y durante un montón de años para abrir sus conciertos a modo de intro.
‘Hole in The Sky’ y ‘Symptom Of The Universe’, dos temas que por sí solos valen un álbum
Sabotage ha pasado a la historia por dos temas que en el disco están separados por una miniatura instrumental, ‘Don’t Start (Too Late)’. Se tratan de ‘Hole In The Sky’ y ‘Symptom Of The Universe’, dos canciones que valen por sí mismas la adquisición de este álbum.
Además, ‘Symptom Of The Universe’ entra claramente en un posible top 10 de mejores canciones de Black Sabbath. El ADN de la banda inglesa está ahí sin adulterar; ese riff titánico de Tony Iommi presentes desde el primer acorde, la voz épica de Ozzy casi agónica, el bajo certero de Geezer Butler, autor de las letras, y la batería de Bill Ward, que da una lección magistral para futuros instrumentistas. Y no solo eso, rematan la canción con una jam acústica de estudio totalmente improvisada. Que siga apareciendo en su repertorio actual no es casualidad.
‘Hole In The Sky’ también está en las favoritas de muchos de los fans del cuarteto. Con ella se abre el disco y parece que Ozzy Osbourne se sacó con ella, y con el resto del álbum, la espina de algunos momentos olvidables del pasado. Es un tema muy épico, con Iommi de nuevo inspiradísimo en el riff y una sección rítmica absolutamente pesada. Esto es auténtico heavy metal.
‘Megalomania’ es un ejemplo de la evolución de los Sabbath hacia terrenos más progresivos. Casi diez minutos de canción con una primera parte muy ambiental, atmosférica, Ozzy parece que canta una nana heavy, el ritmo se calienta con la guitarra de Iommi y tras un puente con piano beatleliano aparece un riff espectacular. El tema cambia totalmente, los Sabbath se van hacia el blues-metal con una melodía oscurísima. Y el remate final con orquesta es ya el acabose.
Lo que viniera después de aquí poco importaba. Por eso a ‘Thrill Of It All’ se le ha hecho tan poco caso. Parece que a Tony Iommi no se le habían agotado su archivo de riffs porque se marca uno genial en el minuto 1:03, previo a la entrada de Ozzy Osbourne con una melodía muy pegadiza y parte bastante amable en el que escuchamos un teclado bastante comercial por debajo de la voz.
Tras el single ‘Am I Going Insane (Radio)’ se cierra Sabotage con ‘The Writ’, considerada como una mini opera rock en varias etapas. Primero, una intro inicial que da paso a una parte con Ozzy, que el autor de la letra, dominándolo todo con su voz en tono agudo, y más adelante otra en la que escuchamos instrumentos clásicos como el clavicordio.
Paradójicamente, Sabotage recibió una crítica muy positiva de Billy Altman en Rolling Stone en el que entre otras perlas decía: “Sabotage no es solo el mejor álbum grabado por Black Sabbath desde Paranoid sino que es el mejor de toda su carrera”. Todos recordarán que en este influyente medio musica Lester Bangs publicó en 1970 unas durísimas palabras sobre su debut: “Como Cream pero peor”.
Es casi unánime entre la crítica la inclusión de la portada de Sabotage, ideada por el diseñador Graham Wright, que era el técnico de Bill Ward, entre las peores de la historia del rock. Atención a los leotrados que viste el batería, cedidos por su mujer, el kimono arty combinado con botas de suplemento de Ozzy, la imagen de Tony Iommi levitando en plan yoga o la figura de cera en que parece haberse convertido Geezer Butler.
Black Sabbath — Sabotage
Sabotage fue el último gran disco de Black Sabath, un grupo que en seis años nos dejaron seis álbumes imprescindibles en la gestación del heavy metal. Tony Iommi volvía a estar inspiradísimo y Ozzy Osbourne nos dejó la que globalmente es su mejor interpretación vocal de su carrera, amén de que Geezer Butler y Bill Ward seguían siendo imprescindibles en la alineación de los de Birmingham.
8.3/10
Lo mejor:
La interpretación vocal de Ozzy Osbourne, la mejor de su carrera
Symptom Of The Universe, un clásico entre los clásicos
Megalomania, o como explorar nuevos sonidos
El inagotable arsenal de riffs de Tony Iommi
La batería de Bill Ward en Symptom of The Universe: excelsa
Lo peor:
Una portada espeluznante
A pesar de su duración, 43:44 minutos, se hace corto
El single Am I Going Insane (Radio)
Hipersónica



Lista de Temas:
01. Hole In The Sky
02. Don't Start (Too Late)
03. Symptom Of The Universe
04. Megalomania
05. Thrill Of It All
06. Supertzar
07. Am I Going Insane (Radio)
08. The Writ

Alineación:
- Tony Iommi / Guitarra
- Ozzy Osbourne / Voz
- Geezer Butler / Bajo
- Bill Ward / Batería
- Gerald Woodruffe / Teclados




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Para John Berger, "las tiranías no solo son crueles por sí mismas, sino que, además, ejemplifican la crueldad y, por consiguiente, fomentan la capacidad para serlo y la indiferencia frente a ella entre los tiranizados". Estamos frente a una avanzada masiva sobre nuestras vidas. Hacia donde miremos vemos catástrofe. Despidos, comedores sin comida, cierre de programas que garantizaban derechos, desfinanciamiento de las universidades públicas, desregulación de las tarifas, represión de la protesta, el endeudamiento como mecanismo de reducción de la posibilidad de vivir y una larga  lista que se actualiza día tras día. Frente a esto, se suceden expresiones que intentan revalorizar las vidas dañadas: "Nuestro trabajo era importante", "no todos somos ñoquis" o ―peor aún― "yo no era ñoqui", "lxs docentes no adoctrinamos", "perdimos compañerxs que hacían". Tenemos que producir valor a partir de la desgracia. Vivir se convirtió en

Miguel Abuelo & Nada - Miguel Abuelo & Nada (1973)

Mucho antes de agitar la primavera alfonsinista de la recién llegada democracia con la segunda encarnación de Los Abuelos de la Nada allá por los años 80, había nacido en Francia la primera versión de esta agrupación, pariendo además un disco maldito del que poco se llegó a conocer por estos parajes, e inclusive la primera edición para el mercado argentino de este disco salió no hace mucho. Un disco particular, donde hay hard rock, psicodelia, experimentación, y además una historia muy rica donde terminan apareciendo muchos de los máximos referentes del rock argentino, y donde Miguel Abuelo, ese niño de la calle devenido en poeta iluminado por la psicodelia y el folclore del noroeste es el protagonista casi casi, principal. Recién lo acabamos de presentar y ahora revivimos este disco tan particular. Un disco de culto que no puede estar afuera del blog cabeza. Artista: Miguel Abuelo & Nada Álbum: Miguel Abuelo & Nada Año: 1973 Género: Hard rock / Rock psicodélico Duració

Incredible Expanding Mindfuck (I.E.M.) - I.E.M. (2010)

Una reedición de la discografía completa de I.E.M., y convengamos que estos temas de I.E.M. eran muy difíciles de encontrar dado que sus ediciones fueron de una tirada muy limitada que ya se había por descatalogada ya hace mucho tiempo. Otro enorme aporte de LightbulbSun, y para aquellos que no están familiarizados con esto, les cuento que estos son los álbums en formato boxset de I.E.M., o Incredible Expanding Mindfuck, o el apodo de Steven Wilson para sus exploraciones psicodélicas y krautrock creadas entre lo que va de 1996 hasta el 2001 que pueden resultarte una especie de shock. Este compilado reúne con los 3 álbumes de estudio en este período, y definitivamente har algunas joyas aquí que seguramente serán muy apreciadas por el público cabezón. E ideal para cerrar otra semana a pura música en el blog cabeza, aquí tienen mucha música por si el fin de semana se presenta feo y lluvioso y se te joda el asado... con esto no te vas a aburrir. Artista: Incredible Expanding Mindfuck Á

El arte es para el aire: El aplausómetro, según Spinetta

"No puedo evaluar lo que hago con el aplausómetro. Me importa un belín. La pregunta es, si un pintor que sabe que es bueno sabe también que no va a poder mostrar sus cuadros, ¿los pintaría? Más bien. Le chupa un huevo. Un novelista, un poeta que es capaz de escribir versos, ¿qué necesita? Nada; va a Pippo, se pide un fresco y batata, se sienta y en el mantel, nomás, escribe LAS palabras. ¿Tecnología? Nada ¿Costo? Cero. Si uno hace música y sabe que suena bien, no importa si otro cree que no es tan buena. ¿Qué? ¿La voy a parar y no la voy a componer? No. Me importa un pito. Es el aire para quien yo la estoy haciendo y es el aire el que me va a devolver lo que yo quiera sembrar allí. ¿Acaso una novela se aplaude? Se lee en soledad. El arte es un trabajo individual y suena dentro del recinto en el que se lo trabaja. De ahí a que se crea que es una necesidad que otro lo escuche hay un largo espacio. Y, por otro lado, cuando la música es buena, cura. Cura. Sólo eso. Entonces, ahí sí

John McLaughlin - Electric Guitarist (1978)

Y comenzamos la semana bien alto con algo del Mago John McLaughlin, un excelente material de jazz fusión y jazz rock, al mirando a Mahavishnu de John pero un poco más orientado al jazz convencional, y donde además de tener un equipo de lujo (Billy Cobham, Jerry Goodman, Stu Goldberg y Fernando Saunders) hay un batallón de genios, y solo por citar a algunos podemos hablar de Chick Corea, Stanley Clarke, Jack DeJohnette, Carlos Santana, Jack Bruce, Tony Williams y un montón de bestias más para darle su toque personal a un trabajo redondo, porque a todos y a cada uno de ellos McLaughlin responde, da réplicas, complementa, exacerba emociones o simplemente pasa un buen rato o comparte buenas vibraciones, en n esfuerzo excepcional que resume no sólo su ilustre carrera en los años 70, sino todo el género de fusión jazz-rock de ese período. Y otro genial aporte de LightbulbSun para empezar la semana a lo grande . Artista: John McLaughlin Álbum: Electric Guitarist Año: 1978 Género:

Skraeckoedlan - Vermillion Sky (2024)

Entre el stoner rock, el doom y el heavy progresivo, con muchos riffs estupendos para todos y por todos lados, mucha adrenalina y potencia para un disco que en su conjunto resulta sorprendente. El segundo disco de una banda sueca que en todo momento despliega su propio sonido, a 4 años desde su anterior álbum, "Earth". Saltarás planetas, verás colisionar cuerpos celestes, atravesarás galaxias y te verás arrastrado hacia la nada que lo abarca todo, conocerás el vacío y el fuego abrasador de los soles, y también encontrarás algunos arcoíris desplegándose bajo el cielo bermellón. He aquí un viaje interestelar por el universo de los sonidos, en una búsqueda tremenda y desgarradora, un disco muy bien logrado, que muestra una de las facetas de los sonidos de hoy, donde bandas deambulan por el under de todos lados del mundo en pos de su propio sonido y su propia identidad, y también (al igual que muchos de nosotros) su lugar en el mundo terrenal, tan real y doloroso. Los invito

Ideario del arte y política cabezona

Ideario del arte y política cabezona


"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.