Finalmente lo que se ha votado es un texto tecnófobo, hecho a medida de los monopolios del copyright y que además no garantiza el derecho de los autores a vivir dignamente de su trabajo.
En la votación final todo el poder y dinero ha estado de un lado. La gente que nos situemos del otro lado-a favor de la libertad de expresión, de un internet abierto y de un copyright adaptado al s.XXI que permita a los autores vivir dignamente y no de las migajas de las entidades de gestión- en la mayor movilización que ha habido contra una directiva hemos sido vilipendiados, llamados ladrones, piratas y acusados de supuestos absurdos. Nuestra movilización no les ha impedido aprobar esta aberración, pero sí hacerlo camuflado como algo positivo.
Recientemente Youtube impedía al pianista James Rhodes subir un video suyo tocando a Bach al piano. Este tipo de "errores" que siempre juegan a favor de la privatización del dominio público forman parte del día a día de todos los autores que usan Youtube.
Y no solo estamos hablando de “errores” que privatizaron el dominio público. Estamos hablando de la dificultad o imposibilidad de subir a internet cualquier tipo de obra derivada: parodias, memes, remezclas, fandom, sátiras… la esencia misma de la cultura y de la libertad política y de expresión.
La ciudadanía activa por los derechos civiles en internet seguiremos cumpliendo con nuestra obligación y dando la batalla, para preservar una Internet libre, como herramienta de democracia y oponiéndonos al peligroso futuro que tenemos para la libertad de expresión y de información y nuestras libertades todas en este nuevo contexto de la era digital coporativa, donde una y otra vez se mata a la herramienta y al mensajero para preservar un statu quo.
Solo servirá para recortar libertades y censurar a destajo, bajo la perspectiva delirante de que todo lo que no produce moneda (pero no para los autores o artistas) debe ser prohibido y eliminado. Una tragedia para los trabajadores del mundo de la cultura.
Las alarmas saltaron hace casi dos años cuando descubrimos que, más allá de ser una propuesta de derechos de autor obsoleta, se estaba usando como caballo de Troya para introducir vigilancia, procesamiento automático de datos, gobierno por algoritmos opacos, censura sin mandato judicial, etc…
Esta amenaza que se ha consumado hoy para derechos tan básicos como la libertad de expresión o el acceso a la cultura y a la información se centra en las trampas ocultas principalmente en dos artículos:
Artículo 13 (luego 17): prohibido subir contenidos sin licencia
Se considerará a las plataformas -desde servicios mediano de alojamiento web hasta gigantes de Internet- responsables de cualquier infracción de derechos de autor que cometan sus usuarios y se les conmina a tomar medidas preventivas: o sea ya no se trata de eliminar contenido sino directamente de impedir que se suba.
Naturalmente nadie les obliga a nada. Solo se les hace responsable de lo que suban sus usuarios.
Es como si al vendedor de coches se le responsabilizara de los delitos viales cometidos por sus compradores.
Esto solo puede desembocar en el filtrado algorítmico de subida (upload filters) de absolutamente todo. Es decir censura previa, automática y masiva de internet.
Artículo 11 (luego 15): Prohibido enlazar sin licencia
La propuesta del artículo 11, conocida como "Linktax" – impuesto al enlace – crea un nuevo "derecho" económico para la patronal de la prensa escrita. Este "derecho" además implica restringir indefinidamente la posibilidad de citarla.
Si esto te suena absurdo, arbitrario y contraproducente, te invitamos a leer la propuesta en sí, un texto ambiguo que el jurista Andrej Savin ha definido como "el peor texto legal que he visto en mis 23 años de carrera académica".
Con leyes de este tipo la patronal de la prensa podría acosar legalmente hasta el cierre a pequeños competidores y comunidades, consolidando su posición monopólica, y convirtiéndose en la única voz en un Internet en el que solo hablaran ellos y que aspiran a convertir en una nueva televisión.
Todo esto que parece una distopía de ciencia ficción, un intento imposible de ponerle puertas al campo o una profecía lúgubre exagerada por activistas preocupados ya se está implementando hoy en día en las grandes plataformas.
De momento existen dos opciones.
Modelo Spotify
Se trata de que la plataforma adquiera todas las licencias nacionales e internacionales y disponibilice todos los contenidos unidireccionalmente impidiendo a los usuarios la subida. Incluso así, en el caso de Spotify, uno de los pocos gigantes que puede permitírselo hoy en día; pagar a los monopolios de derechos de autor ha encarecido tanto su actividad que su sostenibilidad no está garantizada a medio plazo a pesar de su éxito comercial. Si este es el caso de Spotify, podemos imaginar qué pasará con las medianas empresas en Internet.
Este modelo tiene otro defecto que ya es obvio para la mayoría de los artistas. La cantidad de dinero final que reciben los autores reales es cero o próxima a cero.
Modelo Facebook/Google
Estos nuevos monopolios de Internet se niegan a compartir su tarta con los viejos monopolios del copyright así que optan ya por el filtrado masivo y automático de todos los contenidos. Su adaptación al artículo 13 será más fácil. Bastará con que los mecanismo de filtrado sean ahora previos a la subida.
Esta tecnología, además de opaca y exclusiva, es muy cara y su obligatoriedad hará casi imposible que surjan y prosperen competidores de estos gigantes.
Google gastó unos 100 millones para crear la tecnología que le ha permitido hasta ahora responder a las reclamaciones por copyright que les llegan de lo que es tan solo el 1% de sus usuarios.
Una propuesta democrática con vocación de consenso amplia que hubiese aspirado a garantizar el trabajo digno de los autores sin vulnerar derechos fundamentales de los ciudadanos debería haberse enfrentado audazmente y por fin a los monopolios del copyright y a entidades de gestión bajo sospecha cuando no directamente investigadas, juzgadas y condenadas como la SGAE. También debería haber partido de la base de que el concepto de autor o medio ha cambiado en los últimos 20 años. Desde el inicio de la web 2.0, el contenido generado por los usuarios ha pasado de ser un interesante experimento social a la realidad digital en la que nos sumergimos cada día. El contenido generado por los que antaño eran “grandes” medios no llega al 5% del tráfico de Internet en una sociedad como la española. La UE ha perdido una oportunidad de tratar a sus ciudadanos como generadores de contenido y no como simples ladrones de los contenidos de una élite. Ninguna empresa, medio o autor ha escrito la wikipedia, convertido la Red en el repositorio de todos los videos del mundo o generado millones de tuit al día. Nosotros, la gente, lo hicimos. Internet no es de ellos.
Actualización del texto publicado en el nº 70 de la Revista Mongolia.
una vergüenza... así no se puede hablar ni subir nada de nada...
ResponderEliminarasí estamos, estos son los avances de la derecha exorbitante...