Sofisticado, vigoroso, notable, sinfónico y sumamente disfrutable, así es el último disco de Pablo el Enterrador, una de las más gloriosas e históricas bandas argentinas que vuelve a dar un nuevo fruto: "Threephonic" es el resultado de haber rescatado del olvido las últimas grabaciones caseras en el año 2004. Las composiciones y la interpretación son de primer nivel, al que se le agrega una fuerte carga emotiva porque fueron las últimas sesiones antes de la lamentable muerte del "Turco" Antún, y eso es lo que destaca a este disco entre otros muchísimos discos de toda la movida argenta de excelente calidad que vamos presentando en el blog. Aquí, el último trabajo de Pablo el Enterrador, pero por ahora, porque la banda sigue en actividad.
Artista: Pablo el Enterrador
Artista: Pablo el Enterrador
Álbum: Threephonic
Año: 2016
Género: Rock sinfónico
Duración: 50:23
Nacionalidad: Argentina
Año: 2016
Género: Rock sinfónico
Duración: 50:23
Nacionalidad: Argentina
Lista de Temas:
1. La Marcha Del Regreso
2. Pasion
3. Caida Libre 4. Entre El Bien Y El Mal
5. Paginas De Cristal
6. Encontrare Un Lugar
7. Los Cielos De Irak
8. Solo Y Desafinado
9. Clave De Sol
1. La Marcha Del Regreso
2. Pasion
3. Caida Libre 4. Entre El Bien Y El Mal
5. Paginas De Cristal
6. Encontrare Un Lugar
7. Los Cielos De Irak
8. Solo Y Desafinado
9. Clave De Sol
Alineación:
- Jorge Antún / Keyboards, Hammond, bass, vocals
- José María Blanc / Guitars, effects, vocals
- Marcelo Sali / Drums, bass, percussion, Alesis rhythm machine
With:
Nahuel Antuña / Bass
Pablo López / Electric guitar
Bautista Campisciano / Laughter
- Jorge Antún / Keyboards, Hammond, bass, vocals
- José María Blanc / Guitars, effects, vocals
- Marcelo Sali / Drums, bass, percussion, Alesis rhythm machine
With:
Nahuel Antuña / Bass
Pablo López / Electric guitar
Bautista Campisciano / Laughter
Jorge Antún murió a fines del 2005 luego de una prolongada enfermedad, pero dejó su huella para que hoy Pablo el Enterrador siga siendo una realidad. Empalmamos con el comentario realizado por los chicos de Fobos y terminamos entonces de presentar a este disco como se debe.
Dueños de un sonido que combina perfectamente un rock progresivo bastante bueno con muchas influencias sinfónicas y un sabor del folcklore argentino, a mi me gusta en buena medida por los paralelismos que encuentro con el progresivo italiano de la misma época. Otra influencia benéfica podría ser Genesis, sobre todo cuando llevan sus composiciones al clímax. Actualmente la banda se compone con José María Blanc en guitarras y voz, Marcelo Sali en batería, Pablo Gómez en teclados y programación, Willi Torres (de Dánae) en bajo y Pablo López (también de Dánae) en guitarras.
Un disco grandioso poblado de canciones grandilocuentes y delicadas al mismo tiempo, con grandes composiciones y de una ejecución impecable. Las grabaciones corresponden a las sesiones de grabación larguísimas y maravillosas del 2004, se nota una fuerte unión entre los músicos mientras fueron grabando este trabajo. Luego vino la lamentable muerte del "Turco" Antún, y el disco quedó sin mezclar hasta hace muy poco. El Turco antes de irse a tocar al cielo pero dejó todo su trabajo concluido y las ideas casi casi terminadas, faltaba el último empujón que por suerte se terminó de dar ahora.
Voz líder del grupo desde fines de 1978, hoy José María Blanc es una de las caras visibles de un proyecto al que seguía con devoción durante buena parte de esos agitados años 70. "Me acuerdo que justo los había visto en el recital que hicieron en el Fundación Astengo el 28 de agosto de 1978, y al mes me enteré de que estaban buscando músicos porque Lalo y Rubén habían partido a Buenos Aires, entonces me presenté en la casa de Jorge Antún. Así que fue medio raro, porque los tenía medio como ídolos y al mes estaba tocando con ellos. Decidieron seguir con la banda y ahí fue cuando me prendí en el nuevo proyecto, lo que fue el primer disco hasta ahora", narró el cantante a Rosario/12.Edgardo Pérez Castillo
Blanc tenía por entonces 17 años, y a casi tres décadas sigue sosteniendo una postura de defensa al rock sinfónico, ese mismo que Pablo el Enterrador comenzó a construir a fuerza de largas jornadas de navegación musical, según recordó Goldín en diálogo con este medio: "Aquella era una época en la que no teníamos las obligaciones familiares que tenemos ahora, con hijos, trabajo, todo eso, entonces nos quedábamos mucho tiempo investigando, ensayando y componiendo los temas. Nos quedábamos hasta las 3 de la mañana tomando mate y charlando, o tocando, eran momentos de mucha investigación y crecimiento. En esa época no había mucha información, como hoy en día con internet donde se ha globalizado toda la información, entonces escuchábamos un disco de Jethro Tull en un winco, ¡y no entendíamos qué pasaba! Nosotros tuvimos esa influencia, a Jethro Tull, o cuando yo me fui ellos empezaron a escuchar Génesis. Yo tenía un gusto distinto, más rockero, pero Jorge y Koki (Carlos Bardolini, otro de los fundadores junto a Carlos Savia) tenían un gusto más clásico, más barroco, y esa mezcla dio lo que hicimos en esa época, en la que tocábamos con los instrumentos que teníamos, hasta que fueron apareciendo los instrumentos eléctricos".
Con una primer edición discográfica lanzada con el nombre homónimo en épocas de la recuperación democrática, y un segundo disco lanzado en 1998 llamado Sentido de lucha, el grupo se encontraba en proceso de trabajo para su tercer placa cuando la enfermedad agotó las fuerzas de Antún. El homenaje, entonces, comenzó a tomar forma.
Como comentario del disco, les dejo aquel que escribiera nuestro eterno comentarista involuntario de siempre:
Hoy se da la muy placentera ocasión de presentar esta joya del rock progresivo-sinfónico titulada “Threephonic”, nada más y nada menos que la obra que completa la trilogía de PABLO EL ENTERRADOR, grupo rosarino que siempre ha sido apreciada como una figura señera y decisiva de la historia y el presente del movimiento progresivo argentino. Desde los tiempos de su homónimo disco de debut que fue grabado a fines de los 70s pero publicado recién a inicios de la década siguiente, las letras de PABLO EL ENTERRADOR quedaron escritas con oro sempiterno. Con el trío histórico de Jorge Antún [sintetizadores Oberheim OBX6, Korg T3, Yamaha CD1X y Ensoniq SD1, piano Yamaha CP70, órgano Hammond, bajos y coros], José María Blanc [Guitarras PRS, Gibson Les Paul, Ibanez JEM7V y Epiphone 335] y Marcelo Salí [Batería ZZ, percusión, bajo y máquina de ritmo Alesis], el material recogido en “Threephonic” contiene las últimas grabaciones caseras realizadas con la participación del maestro Antún (apodado entrañablemente “El Turco”) en el año 2004. A mediados de setiembre último es que este disco pudo ver la luz del día a través del siempre atareado sello argentino Viajero Inmóvil Records, y desde ya se deja sentir como uno de los discos progresivo sudamericanos más notables del año. Un dato curioso es que entre estos 9 temas del álbum hay dos versiones de sendos temas instrumentales que datan de la primera fase histórica del grupo. Como músicos invitados hacen ocasional presencia el bajista Nahuel Antuña y el guitarrista Pablo López, además de que hay en algún lugar efectos de risas provistos por Bautista Campisciano. Bueno, vayamos ahora a los detalles específicos de los 50 minutos y pico de gloria progresiva que nos brinda “Threephonic”.César Inca
‘La Marcha Del Regreso’ abre el repertorio del álbum con una grandilocuencia inapelable: el esplendor innato de su ambicioso esquema melódico y el carácter urgente que late continuamente en los arreglos utilizados para su desarrollo nos remiten a las aristas más electrizantes del paradigma prog-sinfónico de todos los tiempos (GENESIS, YES). Definitivamente, las bien nutridas orquestaciones de teclados llevan la batuta en todo el proceso mientras la guitarra se centra en completar el colorido inherente al desarrollo melódico, todo ello mientras la batería se hace cargo de sustentar toda esta magnificencia con magnífico pulso. La segunda pieza se titula ‘Pasión’ y es el primer ítem cantado del álbum; armado como balada sinfónica y con una letra frontalmente contestataria, aunque con la poesía de siempre (recordemos los casos de ‘Elefantes De Papel’ y ‘La Ciudad Eterna’ de discos precedentes). Esta vez la guitarra ocupa un rol más protagónico, armando un solo que se hace eco de la furia vertida antes en el canto, y por su parte, los demás instrumentos construyen una armazón que se siente tan intimista como cósmica. Atención a ese arreglo sofisticado cerca del final pues realza muy bien la reinante tensión emocional. ‘Caída Libre’, el tercer tema, está cargo de volver a explotar los explayamientos instrumentales que a la banda siempre se le han dado tan bien. Estableciendo una mágica arquitectura donde las transiciones entre diversos motivos y el empleo de inusuales compases son las normas impasibles, el grupo gesta una magnífica joya sonora; con el empleo del mismo motif al inicio y al final como coda, se asegura la coherencia de todo este sinuoso trayecto. Aquí se expresa a cabalidad el perfecto equilibrio entre el aprendizaje de las tradiciones sinfónicas primigenias (británicos, aunque algo de lo italiano también se puede sospechar desde los paradigmas de LE ORME y BANCO DEL MUTUO SOCCORSO) y el patrón esencial particular del grupo.
Al emerger ‘Entre El Bien Y El Mal’, el trío varía de registro para elaborar una etérea mezcla de psicodelia electrónica moderna y el paradigma del GENESIS de los primeros 80s. El cuerpo central mantiene una cadencia flotante sobre una base rítmica electrónica y bajo la guía de las abundantes armonías de los teclados, pero en la frontera del cuarto minuto y medio vira hacia otra cadencia que la banda aprovecha para motivar un mayor grosor sónico. Así las cosas, el brío expresivo de la canción conquista una renovadora sofisticación, lo cual redunda en un buen efecto dramático que se preserva hasta el instante final de la canción. ‘Páginas De Cristal’ da inicio a la segunda mitad del repertorio heredando buena parte del ideario estructural de ‘Entre El Bien Y El Mal’ en lo referente a brindar una versión modernizada del fragor melodioso esencial del rock sinfónico, pero esta vez la ambientación emocional que se muestra es más extrovertida. Además, el empleo del compás de 7/8 le da una gracilidad muy particular al asunto, y eso se traduce en que el expresionismo polícromo en curso se alimenta de una exquisitez soberbia en lo referente al brío rockero. Los siguientes 12 ½ minutos están ocupados por la ilación de ‘Encontraré Un Lugar’ y ‘Los Cielos De Irak’. ‘Encontraré Un Lugar’ es una canción que explota el aura romántica de su esquema melódico con arreglos muy vitalistas de los teclados mientras el esquema rítmico hace gala de un nervio particularmente vigoroso. Tal vez pueda disfrutarse como la contraparte luminosa a la melancolía crepuscular de ‘Pasión’. Por su lado, ‘Los Cielos De Irak’ desarrolla un nuevo ejemplo de mezcla de sinfonismo moderno y electrónica: algunos recursos exóticos que emanan del compás programado y ciertos ornamentos de sintetizador se hacen eco de la letra. Mientras nos acercamos al final del disco, ‘Solo Y Desafinado’ nos muestra unos aires de sofisticado rock-funky que, naturalmente, es sazonado y remodelado a partir de la paradigmática estilización de la banda. A propósito, el solo de guitarra que emerge antes de la última parte cantada ostenta un colorido soberbio… pero qué pena que tenga que ser tan breve y que sea retomado en las instancias finales con otra duración efímera. Así son las cosas de la vida, pero bien que deja una huella fuerte en nuestra memoria esa vibración de la guitarra.
‘Clave De Sol’ ocupa los últimos 3 ¾ minutos del disco: se trata de una semi-balada amable armada con un desarrollo melódico preciso. Si pudiésemos imaginar un híbrido entre los CAMEL de la primera mitad de los 80s y el SPINETTA-JADE de los dos últimos álbumes en un universo paralelo y le damos la sazón del PABLO EL ENTERRADOR del segundo disco en este universo nuestro, pues podemos hacernos una idea certera del esquema sonoro que se emplea para esta canción tan sencilla como poderosa. Un decir adiós mirando hacia atrás para no dejar morir nunca lo que está ya tras nuestra espalda. Todo esto fue el contenido de “Threephonic”, el documento testamentario de PABLO EL ENTERRADOR como entidad musical, la cual siempre habrá de permanecer viva mientras sigamos escuchando los discos que ha logrado poner en la oferta fonográfica desde su provincia argentina. Estos héroes progresivos de Rosario. El guitarrista-vocalista José María Blanc pone muy en claro la noción de que “más allá de un estilo de música, esta banda era una bandera”, por lo que los nuevos shows que da el ensamble aunado en torno a él bajo el nombre de LA HERENCIA DE PABLO responde a la necesidad de cumplir con su historia [enlace de una entrevista: http://www.lacapital.com.ar/pablo-el-enterrador-presenta-manana-su-nuevo-material-la-herencia-pablo-n1134967.html]. En sí mismo, “Threephonic” es la marcha triunfal de PABLO EL ENTERRADOR en el Olimpo de las páginas musicales escritas con rayos de sol y que se escribieron para no borrarse jamás.
Antes de la salida de este disco, la banda fue homenajeada en un tributo como banda mítica del rock rosarino.
Si bien el concierto que esta noche se llevará a cabo en el Anfiteatro Humberto de Nito marcará el cierre del ciclo Artistas a Cielo Abierto y, a su vez, inaugurará la programación del programa Marzo es el Rocanrrol, es su carácter emotivo lo que lo hace resaltar entre las ofertas culturales de este sábado. Es que en este "Desde el cielo" no sólo se estará brindando la posibilidad de enfrentarse a una de las bandas míticas del rock rosarino, sino que además se homenajeará a uno de sus fundadores, Jorge Antún, quien a fines del 2005 murió luego de una prolongada enfermedad, pero que dejó su huella para que hoy Pablo el Enterrador siga siendo una realidad. Como un tributo hacia el "Turco" y su música, la actual formación del grupo formará parte de un espectáculo del que participarán además Rubén Goldín (miembro fundador del proyecto), Adrián Abonizio, Jorge Fandermole, Diego "Popono" Romero (Los Vándalos), Pablo Padín (Dios Salve a la Reina), Pablo Palumbo, Willy Echarte (Vudú) y otra de las agrupaciones locales que han dedicado su obra a lo sinfónico, La Barca.Rosario 12 - 10 de marzo de 2007
Voz líder del grupo desde fines de 1978, hoy José María Blanc es una de las caras visibles de un proyecto al que seguía con devoción durante buena parte de esos agitados años 70. "Me acuerdo que justo los había visto en el recital que hicieron en el Fundación Astengo el 28 de agosto de 1978, y al mes me enteré de que estaban buscando músicos porque Lalo y Rubén habían partido a Buenos Aires, entonces me presenté en la casa de Jorge Antún. Así que fue medio raro, porque los tenía medio como ídolos y al mes estaba tocando con ellos. Decidieron seguir con la banda y ahí fue cuando me prendí en el nuevo proyecto, lo que fue el primer disco hasta ahora", narró el cantante a Rosario/12.
Blanc tenía por entonces 17 años, y a casi tres décadas sigue sosteniendo una postura de defensa al rock sinfónico, ese mismo que Pablo el Enterrador comenzó a construir a fuerza de largas jornadas de navegación musical, según recordó Goldín en diálogo con este medio: "Aquella era una época en la que no teníamos las obligaciones familiares que tenemos ahora, con hijos, trabajo, todo eso, entonces nos quedábamos mucho tiempo investigando, ensayando y componiendo los temas. Nos quedábamos hasta las 3 de la mañana tomando mate y charlando, o tocando, eran momentos de mucha investigación y crecimiento. En esa época no había mucha información, como hoy en día con internet donde se ha globalizado toda la información, entonces escuchábamos un disco de Jethro Tull en un winco, ¡y no entendíamos qué pasaba! Nosotros tuvimos esa influencia, a Jethro Tull, o cuando yo me fui ellos empezaron a escuchar Génesis. Yo tenía un gusto distinto, más rockero, pero Jorge y Koki (Carlos Bardolini, otro de los fundadores junto a Carlos Savia) tenían un gusto más clásico, más barroco, y esa mezcla dio lo que hicimos en esa época, en la que tocábamos con los instrumentos que teníamos, hasta que fueron apareciendo los instrumentos eléctricos".
Con una primer edición discográfica lanzada con el nombre homónimo en épocas de la recuperación democrática, y un segundo disco lanzado en 1998 llamado Sentido de lucha, el grupo se encontraba en proceso de trabajo para su tercer placa cuando la enfermedad agotó las fuerzas de Antún. El homenaje, entonces, comenzó a tomar forma. "Estoy agradecido a todos los que apoyaron esto, a la Secretaría de Cultura municipal, a Alejandro Tejeda, a Daniel Canabal, que pusieron todo para que este recital se pueda hacer realidad, porque hacía como nueve meses que veníamos buscando la posibilidad de hacerle un homenaje a Jorge", explicó Blanc, quien logró la adhesión de muchos compañeros de ruta, que se sumaron al concierto más allá de los esfuerzos requeridos.
Hoy radicado en Buenos Aires, Goldín fue uno de ellos: "No sé si me prendí tanto por la música, que me encanta, sino porque me supera el hecho de que al Turco Antún lo conocí cuando tenía 17 años, nos juntamos, empezamos a tocar y formamos el primer Pablo el Enterrador. Debutamos en el año 73 en la Escuela Santa Unión y después pasaron muchas cosas desde esa época hasta ahora. Cada vez que venía a Rosario los iba a visitar a los pibes, siempre seguimos siendo amigos, entonces este concierto transciende el hecho musical en sí. Es grosso tocar sobre lo que él dejó grabado, entonces él va a estar presente, la idea es fuerte. El jueves Chiqui González decía en la presentación de prensa que van a tocar los que están y también los que no están presentes".
"Quizás no es el estilo que más escucho, pero me fascinó la idea de que me inviten a venir a tocar. Es más, tuve que hamacarme para en el último mes poder venir todas las semanas a ensayar y aprenderme el trabajo de las dos guitarras y las dos voces. Porque no es fácil, no son cancioncitas de Ricky Martin, es música muy elaborada, con tramas musicales, melodías, contramelodías, ritmos distintos. Hay una cuestión mucho más elaborada, la dirección va cambiando, vienen tocando en cuatro cuartos y pasan a un 7/8, entonces te sorprende continuamente", amplió Goldín.
Apelando a reversiones y brindando algunos adelantos de lo que será el nuevo material --que llevará por título Trifónico, y se editaría en el transcurso de este año--, Pablo el Enterrador volverá esta noche a escena. Programado para las 21, el concierto se desarrollará con entrada libre y gratuita.
En definitiva, un disco muy fino, agraciado, con estilo, con muy buenas composiciones y elaboración aunque no se note ninguna complejidad de más. Un trabajo notable que viene a concursar con los trabajos más notables que salieron en este 2016 especialmente prolífico en trabajos notables en la movida de lo mejor del rock argento, aunque sea el rock que no se escuche por las radios.
Con respecto a la biografía de este disco, tengo que remontarme unos años antes de su gestación para hablar de cómo surgió. El grupo había presentado su segundo disco en Rosario, con Rubén Goldín de invitado (recordemos que, aunque importante para la creación del grupo, lo había abandonado antes de que se pusieran a grabar). La presentación fue tan exitosa que el propio Goldín los invitó a tocar en Buenos Aires en el pub «La casona del conde de Palermo». Dicho recital se dio el 19 de junio de 1998 con Rubén de invitado y representó el primer concierto del grupo en la provincia. Tras este, Omar López deja el grupo por motivos de trabajo y la banda siguió como un trío, adaptándose a las dificultades de tocar en ese formato canciones concebidas originalmente para cuatro instrumentistas. El segundo y último recital que dieron allí fue en la ciudad de Hurlingham, en un festival organizado por la periodista Norma Vicedo. Este recital fue el 1 de septiembre de 2001. Fue después de este evento que la banda se puso a trabajar en material nuevo, para el cual compusieron catorce temas. Las grabaciones habían empezado bien ya que había intercambio con el estudio de grabación (en el sentido de compartir la edición a cambio de horas libres de grabación), además de que no había presiones de ningún tipo. Todo esto durante el año 2004. Además de esto, al año siguiente vencería el contrato que tenían con PRW respecto a la edición de su debut, lo cual haría que este fuera reeditado por el sello Viajero inmóvil Records. Para desgracia de todos, el 3 de septiembre de 2005 fallecería el Turco Antún por una enfermedad prolongada. Diez de esos catorce temas habían quedado ya bien armados, y Blanc en una entrevista declaró que el disco se iba a llamar «Threephonic», y que habían elegido ese nombre porque, en palabras de él, habían quedado tres haciendo rock sinfónico (y yo que pensaba que se llamaba así por ser su tercer trabajo. Mi sorpresa fue casi tan grande como cuando me enteré de que la Edad oscura no se llama así por las atrocidades que eran la norma en este período, sino por lo poco que sabemos de esa época). Además, planeaban presentarlo tanto en Rosario como en Buenos Aires. Aparte de la muerte del Turco, otros motivos que desconozco dejaron al disco en un parate de más de una década, hasta que fue finalmente lanzado a la venta en 2016. Y gracias al cielo.Motorik
En cuanto al trabajo, mi opinión sobre él ya podrán imaginarla por la nota que le puse. Otro diez más. Parece mucho ponerle la máxima nota a cada trabajo que haya lanzado la banda. Esto puede parecer pecar de un fanatismo inconcebible, y probablemente lo sea, así que voy a empezar hablando de sus defectos para balancear un poco las cosas, tal y como Thanos querría. Bah, no los llamaría defectos en el sentido más literal de la palabra, pero sí que me hacen un poco de ruido en el contexto de que es esta banda y no otra. El primero es el estilo. Hasta el momento, Pablo el enterrador se había caracterizado por mezclar motivos latinoamericanos con la tradición inglesa del progresivo. Sin embargo, acá se pierde bastante ese toque distintivo para ser un rock progresivo más al uso. Independientemente de la calidad de estas canciones, uno no escucha el disco y dice «esto es Pablo el enterrador, sin duda alguna», y es una lástima realmente. Me hace imaginarme cómo hubiera sido un tercer disco que profundizara en lo que llegó a significar la propuesta de la banda en algún momento. El segundo «defecto» está en la calidad individual de las canciones. Todas son de un alto nivel, pero no encuentro algo a la altura de El carrusel de la vieja idiotez, Elefantes de papel, Nariguetas o Emigrante tomadas una por una. Está bien que un grupo no puede revolucionar la música toda su vida (salvo que sea los Beatles), pero los Pablos habían dejado la vara muy alta en ese sentido. Insisto, no sé si sea una falla o si simplemente estoy esperando lo imposible, pero ninguna de estas canciones entraría en mi top 10 de la banda.
Ahora, y lo recalco una vez más, este disco tiene un diez, y un diez no es una nota fácil de obtener siquiera de parte de un tipo tan generoso y laxo con las puntuaciones como lo soy yo, así que algo tiene que tener de bueno. Bien, se los digo rápido y simple. Si algo me gusta de este disco es que el grupo está simple y sencillamente ENCENDIDO. A lo largo de estos nueve temas, independientemente de si el sonido es más genérico, independientemente de si no hay un clásico eterno, se despliega pura maestría compositiva, interpretaciones impecables y una parejez digna de lo que uno vería al mirar al horizonte. No, este disco no me conmueve tanto como los siete primeros temas de «2», pero a la vez resulta ser más sólido de principio a fin, hasta el punto en el que incluso su tema menos estelar está varios peldaños más arriba de los temas menos interesantes de su anterior placa. Un retroceso con avances, lo llamo.
Pasando a los temas, hay dos que datan de la primera época de la banda, y casualmente son los dos instrumentales. La marcha del regreso y Caída libre. El primero es muy adecuado para abrir el disco. No solo por su título (toda una declaración de intenciones), sino por su arreglo cuasi gótico de teclados, que me recuerda a Tocata y fuga en Re menor de Bach y parece estar diciendo textualmente «¿nos extrañaste? Genial, porque acá estamos de vuelta». A medida que avanza va alternando a cada rato entre lo más antémico y lo más oscuro, para gran efecto. Tiene alguna que otra variación, pero en general se construye desde las repeticiones, y funciona muy bien. El otro instrumental también hace honor a su nombre, ya que la música parecería estar cayendo desde el cielo sin paracaídas. Es bastante más rockera y no sé si seré yo, pero le siento un aire a The Straightener, que era la segunda parte de Wheels of Confusion de Black Sabbath, aunque tiene suficientes elementos distintivos para que no se sienta una mera copia. Y ya que mencionamos a Black Sabbath, la guitarra de Pasión parecería querer imitar el tritono aplastante de Tony Iommi, aunque de manera algo más light, aparte de que su melodía vocal (y la forma de cantarla) resultan frías y lejanas. Muy acordes a la letra. No puedo dejar de mencionar los últimos dos minutos y medio de la canción, en los que se mandan un solo de guitarra a la altura de los mejores. Es bueno que el paso del tiempo no haya hecho que el grupo aflojara su capacidad de composición e interpretación.
Dos canciones que no puedo mencionar si no son juntas son Entre el bien y el mal y Páginas de cristal. Ya van a entender por qué. La primera es, con siete minutos y medio, la más larga del disco. Tiene una percusión programada que me recuerda mucho a Mama de Genesis y un desarrollo también reminiscente a este tema, aunque no se sienta tan cargado y caliente. José Blanc suena más vulnerable que nunca, con las guitarras y los teclados haciendo un infernal telón de fondo. No puedo evitar sentirme desprotegido cuando llega el estribillo. Un consejo, si escuchan este tema en un espacio abierto, asegúrense de mirar hacia atrás a cada rato para confirmar que nada ni nadie los esté acechando. Temazo. Si esta canción me hace acordar a Mama, el riff de teclado eléctrico de Páginas de cristal me recuerda a That’s All del mismo disco. Casualmente, y al igual que pasaba con Mama y That’s All, tanto Entre el bien y el mal como este vienen uno seguido del otro. ¿Ahora entienden por qué tenía que mencionarlos juntos? Volviendo a la presente canción, mantiene el halo de oscuridad que viene siendo la norma en este álbum. Sí, es un poco más movida, pero sigue inundando mi mente de tinieblas. El final es más rockero aunque sin perder el regusto sinfónico. También es tremenda.
El primer rayo de luz en toda la obra lo encontramos en Encontraré un lugar, que es mucho más optimista gracias a los altivos acordes de guitarra que se van a repetir constantemente a lo largo de la canción, los tonos mayores en la voz y ese intermedio «Lucharé, lucharé» que le da paso a lo que parece ser un minisolo de bajo electrónico (¿existe tal cosa?) para luego desembocar en aquello a lo que sonaría el rock progresivo con valores de producción ochentosos. Suena mal en el papel, pero el grupo tiene talento de sobra para que no resulte en un bochorno, sino en un glorioso clímax que desgraciadamente cierra con el tan quemado fade out. Aunque bueno, si le van a hacer un homenaje a los ochentas, ¿por qué no repetir también sus falencias? Sigue siendo una gran canción. Entre la oscuridad y la luz se mueve el tema Los cielos de Irak. Su inicio es raro, ya que resulta hasta bailable y… ¿pachanguero? No sé si sea la palabra, pero es a lo que me remite. Lo que sigue no es totalmente oscuro, pero sí que sugiere oscuridad por el dramatismo que evoca. Sobre el final se vuelve algo más esperanzadora, como una luz al final del túnel. No es de mis temas favoritos de la banda ya que no me mueve al 100%, pero igualmente creo que suma más de lo que resta y, como ya dije, es mejor que los temas más flojos de su anterior placa, así que está todo bien.
Las dos últimas canciones son las más cortas del disco, y representan los dos extremos de este. El Yin y el Yang. Faltaría el Yo. ¿Se acuerdan? ¿Yin Yang Yo? ¿A alguien le suena alguna campana? Lo dudo, pero bue. Solo y desafinado sería el costado más oscuro, aunque en sí no sea totalmente desoladora. El trabajo de guitarra es muy bueno y las declamaciones de Blanc, aunque no muy amenazantes, resultan convincentes. Me gusta mucho, por más que sea algo repetitiva y que no resulte especialmente sinfónica. Por último, Clave de sol es el himno a la esperanza de este disco, y por afano. Instrumentalmente es de lo más optimista y su mensaje es precioso. Me gusta especialmente la última línea de la canción (y del álbum y de la banda): «No, no parece real, que entre tanto dolor se abre camino la vida». No llega al nivel de «And in the end, the love you take is equal to the love you make», pero es un muy bonito testamento de todas formas. El tema cierra con un solo de guitarra acompañado de una flauta, todo en fade out. Podrían haber obviado este recurso en el último tema de su último disco, pero tampoco me voy a quejar mucho.
Como conclusión, este disco es tremendo. Como dije en la reseña del debut, aquél podría ser el mejor disco progresivo de los 80. Como no dije pero sí sugerí en la reseña del segundo álbum, ese podría ser el mejor disco progresivo de los 90. En este caso, no me animaría a decir que este es el mejor disco progresivo de la década del 2010, más considerando que el siglo XXI en general es una época en la que hay exponentes de estilos de todo tipo, también de música progresiva, por lo que sería muy aventurado darle tal galardón. Sin embargo, si alguien más experimentado que yo me dice que es el mejor álbum de su tipo dentro de ese período, no me sorprendería. Es que es espectacular. Originalmente quería ponerle un nueve para no parecer tan fanático del grupo y porque me movía la mentalidad de que ninguna banda/artista consagrado del siglo pasado puede sacar un disco de diez puntos décadas más tarde (máxima que también tentó al reviewer Don Ignacio a no darle la nota más alta a «Heathen» de David Bowie, como bien explicó en su reseña al mismo). Sin embargo, y al igual que hizo el mencionado Don Ignacio, prefiero ignorar las reglas no escritas y darle la más alta calificación. ¿Merece objetivamente el diez este trabajo? No lo sé. Quizás no. Pero, en lo personal, me transmitió la energía, entusiasmo y buen gusto de cualquier otro disco con esa calificación, así que voy a escuchar a mi corazón y ponerle la nota que siento que quiero ponerle. Mi más sincera recomendación.
Y así termina la que considero, quizás, la mejor trilogía de discos en la historia del rock argentino (y no, Pescado Rabioso no cuenta ya que solo sacó dos discos de estudio. El tercero, «Artaud», es un disco solista de Spinetta con el nombre del grupo encastrado en la portada por meros motivos contractuales). Voy a hacer algo que casi nunca hago, que es ponerme sentimental unironically y agradecer personalmente a los miembros de la banda. Gracias, Pablo el enterrador. Gracias por darle importancia a cada nota que tocan. Gracias por darle más valor a la calidad que a la cantidad. Gracias por honrar el arte de hacer música. Gracias por elevar la música rosarina hasta las estrellas. También quiero agradecerle a alguien que muy probablemente no les suene en lo más mínimo: a Peperina, la ayudante de la banda y mediadora entre el grupo y los fans. Esta mujer es un amor de persona y recibió con mucho entusiasmo las palabras de admiración que le envié al grupo, además de que hace un gran trabajo atendiendo las palabras de los fans, así que la considero tan importante como los músicos. Gracias totales. Nos vemos este viernes (nuevamente, si es que se lee esto antes de esa fecha. Considerando que escribo esto y que lo estoy publicando apenas un par de días antes del recital, va a quedar viejo muy rápidamente. Pero está hecho con cariño, así que se perdona).
El disco se puede conseguir por el espacio de Viajero Inmóvil Records, lo pueden escuchar o comprar en digital, pero también tienen la opción de comprar el CD físico escribiendo a info@viajeroinmovil.com. Y los invito a revisar el catálogo completo de dicho sello porque tiene exquisiteces más que interesantes.
Espero les guste el disco, lo compren y apoyen a toda esta movida, que tenemos que apoyar.
https://viajeroinmovilrecords.bandcamp.com/album/pablo-el-enterrador-threephonic-2004
ResponderEliminarRealmente geniales.
ResponderEliminarHace mucho tiempo leí una entrevista que le hicieron a Antún, unos meses antes de su deceso.- Una maravillosa y muy intimista conversación con ese músico de la hostia.- Además del estilo tan lindo de la nota, está desgrabada e impresa de una manera tan coloquial que parece que los estamos escuchando, a él y a Oski Casá.- Se las recomiendo mucho:
ResponderEliminarhttp://perocomohoynoesjueves.blogspot.com.ar/2010/01/reportaje-jorge-antun-tecladista-de.html
Gracias Marce por la nota, stá buenísima. Saludos!
EliminarLink de descarga?
ResponderEliminarNo, está el link pra que lo compren.
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