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Keith Jarrett - Solo Concerts. Bremen/Lausanne (1973)

El primer álbum de improvisaciones al piano en vivo de Jarrett. La semilla que llevará al disco más famoso de un solista en la historia del jazz. El hombre-canal de la energía colectiva (como él mismo se concibe) en acción. “Improvisaciones titánicas”, dice Ted Giogia. Mejor disco de jazz de 1973, según la revista Time... ¡Sólo en el blog cabezón!

Artista: Keith Jarrett
Álbum: Solo-Concerts - Bremen/Lausanne
Año: 1973
Género: Jazz, improvisación libre
Duración: CD1: 1:03:20 - CD2: 1:04:53
Nacionalidad: EUA


Sabemos que The Köln Concert es el disco más vendido por un solista en la historia del jazz, y que tiene una historia peculiar porque Jarrett, ese día, no quería tocar. Quizá la experiencia de Colonia cambió su modo de ver algunas cosas, pero aquí tenemos el origen de lo que sería la obra de improvisación solista de Jarrett en vivo (porque ha grabado también en estudio, aunque prefiere el concierto). Un piano brillante, complejo y que explora todas las capacidades del instrumento y de lo que el ejecutante lleva en su inconsciente, en auténtico diálogo con la audiencia. Y una producción con la que arrancaría una tradición personal y también una colección capaz de colocar a un sello independiente y experimental como es ECM en el espectro de la historia de la música.


[el video es un bootleg de la gira de 1975, la de The Köln Concert, y no es seguro que el lugar sea Bremen, pero se puede ver al genio en acción en la época]



Aunque Jarrett comenzó a grabar improvisaciones al piano en 1970, no disfrutó mucho sus primeros experimentos, bajo la dirección de Miles Davis que insistía en el uso de pianos eléctricos. Ya entonces Jarrett se oponía a la música eléctrica; habría de convertir esta perspectiva en una “cruzada”, como dice él mismo en las notas de Solo Concerts, Bremen/Lausanne. Sin embargo, el estilo de improvisación que lo convertiría en uno de los jazzistas más famosos de la historia no surgiría del estudio de grabación sino de la sala de conciertos, en lo que el pianista llama “comunión” con la audiencia:

Es muy popular entre los artistas justificar su arte con la expresión “habla por sí mismo” o “No tengo palabras para él”. Menos popular, y sin embargo efectivo, es que un artista explique en exceso y, de hecho, que justifique su arte con una superabundancia de palabras. No me interesa hacer ninguna de esas dos cosas, aunque he tendido a caer en la primera en el pasado.

Sólo quiero ampliar el significado de la música de este álbum con palabras. Para mí, su significado es la verdad que lleva incorporada: un artista creando espontáneamente algo que es gobernado por la atmósfera, la audiencia, el lugar (tanto la sala como la locación geográfica), el instrumento; todo ello siendo canalizado conscientemente a través del artista de modo que los esfuerzos de cada quién son recompensados equitativamente, aunque el éxito o el fracaso pertenecen sólo al artista. Él es responsable de cada segundo.

Esto no es válido para un grupo, ni debería serlo. Uno es responsable, en primer lugar, ante los otros músicos y, por tanto, el ciclo no está completamente cerrado, no es totalmente puro. Nadie sabe con exactitud quien es responsable del éxito o del fracaso por la naturaleza del grupo y sus que conplejidades. Uno no alcanza la comunión con el público porque está en comunión con el resto del grupo. Esto ayudará a explicar la razón de ser de este álbum.

Sobre el concepto del álbum: ciertamente no está pensado para vender un millón. Un disco triple no es algo que se haga sin razón. La razón es sencilla. Toda la música fue grabada de forma evolutiva, nada se repite en ningún momento (lo que es verdad en todos mis conciertos solistas) y no se ha hecho nunca antes, a menos que se clasifique como una ópera o un competidor del Clavecín bien temperado. Con suerte lo será al pasar el tiempo. Asimismo, no eliminaría una sola nota, porque entonces estaría eliminando mucho del público también.

Consideraciones morales: He venido desarrollando, y lo sigo haciendo, una cruzada contra la música eléctrica; esto es una muestra de tal empeño. La electricidad corre a través de todos nosotros y no debe ser confinada a unos cables. Por último, quisiera aclarar mi posición sobre lo que creo que es mi propósito y cómo debería llamársele. No creo en el “Arte”. En ese sentido, no soy un artista. Creo en la Música como algo que estaba aquí antes que nosotros. En ese sentido, quizás no soy un músico. No creo en la Vida; quien realmente considere esta cuestión en profundidad, llegará a la misma respuesta. No creo en que yo pueda crear sino en que puedo ser un canal de lo Creativo. Creo en el Creador, así que en realidad este es Su álbum a través de mí y para ti, con lo menos posible entre uno y otro es esta tierra de consciencia mediatizada.

En cuanto a cómo se debería llamarme, no recuerdo que Él me llamara de ninguna forma en particular.
Keith Jarrett (notas del disco)


Así, en este álbum, que apareció como triple vinilo en 1973 (y CD doble después) en el sello ECM de Manfred Eicher (y obtuvo el reconocimiento de disco del año de la revista Time), se encuentra el inicio de lo que alcanzaría su cúspide en 1975 con The Köln Concert y que se convertiría en una tradición personal, con más de 15 álbumes de piano solo en vivo, en su mayoría de improvisaciones. Ted Giogia, uno de los más reconocidos historiadores del jazz, calificó estas grabaciones como dos “improvisaciones titánicas”, “obra maestra” de Jarrett. Después de escuchar estos conciertos no resulta tan sorprendente pensar en la reticencia de Jarrett a actuar en Colonia en 1975, cansado, al aire libre y con un piano deficiente, como ya hemos relatado en el post de ese álbum clásico, el más vendido de un solista de jazz en todos los tiempos.

El disco abre con el concierto en Bremen del 12 de julio de 1973. Está dividido en dos partes (la edición original en vinilo dividía las actuaciones en más pedazos por los límites del formato). La primera, mucho más breve, sirve como preámbulo, iniciando con armonizaciones que irán tendiendo hacia una ejecución muy jazzística. Al terminar ha quedado ya sentada la tesitura sobre la que avanzará el resto: la segunda parte, mucho más larga, que inicia rítmicamente pero concentrada en el registro grave del piano, lo que acentúa su carácter percusivo. También se siente aquí cómo Jarrett se va concentrando en el producto no escrito que fluye de sus manos, como él dice, en comunión con la audiencia, con la sala, con el entorno. Sobre esa rítmica irá jugando con el matiz, con el volumen y con un soleo muy próximo a la forma en que improvisa el jazzista en jam con otros músicos. Pero aquí los otros creadores no están en el escenario sino entre el público. Tal como él mismo lo describe, el artista es más auténtico en solitario porque se muestra desnudo ante la audiencia. Pronto, la improvisación es un tren en marcha; no uno veloz sino uno que permite admirar el paisaje que lo rodea y que, de repente, disminuye la velocidad, se detiene, se va al silencio. El matiz lleva la música hacia una zona ambigua, de armonización abierta e indefinida, para dejar que la mano derecha explore sonoridades sobre una especie de bajo continuo que la sostiene. Hay suficiente espacio para que la exploración continúe: las notas se van amartillando en nuevas resonancias, saltan por los diversos registros del teclado y por fin modifican la base armónica para volver a otro motivo de sonoridad jazzera. Hacia la mitad de esta segunda parte, los veinte minutos, Jarrett alcanza un mood progresivo y lo convierte de nuevo en juegos que llaman desde el fondo al blues subyacente en toda su obra. Quizá premoniciones de lo que dos años después será el disco solista de jazz más famoso de todos los tiempos, The Köln Concert. De repente, los motivos populares dan paso a la melancolía y, con ella, a una exploración que empieza a descomponer la armonía con disonancias atonales; en ellas, de nuevo, la modulación hacia las cercanías del silencio. Hay una profunda reflexión sobre la música después de media hora de improvisación que se irá distendiendo hacia un cierre nuevamente festivo.

El disco 2 presenta un concierto efectuado cuatro meses antes en Lausana, Suiza (20 de marzo de 1973). A diferencia del concierto de Bremen, dividido en dos partes en la versión en CD, este aparece en una sola toma de más de una hora de duración, aunque en realidad también consta de dos partes: a los 30 minutos hay un silencio y aplausos, y en la versión del LP original también aparecía como “parte I” y “parte II”. Su arranque es suave y melódico; menos rítmico que otros conciertos solistas de Jarett, aunque a lo largo del viaje encontraremos de nuevo sus característicos acercamientos al blues y al jazz clásico. Aquí la improvisación de la primera parte se acerca menos a esa perspectiva experimental que encontramos en el uso heterodoxo de la armonía, y tiende más al virtuosismo, a la velocidad del juego sobre el teclado como un cordel que se deshebrara en muchas puntas. Jarrett, entonces, va recogiéndolas una a una para restablecer el orden que ha venido rompiendo. Por momentos, las expresiones son casi románticas e incluso barrocas en el sentido del exceso (no en el del orden prestablecido de las formas). Y luego vuelven, casi imperceptiblemente, a la moderación. Pasará mucho tiempo aún para que grabe las series de preludios y fugas de Bach y Shostakovich, pero pareciera que su germen ya está aquí, como también que el piano impresionista de Debussy o Ravel respira en los derroteros de la improvisación de Jarrett, sobre todo en la segunda parte, en diálogo con el ritmo del jazz, su fuente principal y origen de la voluntad de improvisación, ahora marcada con repetidos acordes sobre un bajo continuo (estrategia que encontraremos también en The Köln Concert). En la segunda parte, el genio inicia jugando con los otros ruidos del piano: las maderas, los golpes en el mueble, el sonido que excede a los martinetes sobre las cuerdas; esta es una de las improvisaciones más experimentales de Jarrett y, dado que el piano está siendo registrado por micrófonos (lo que juega en contra de la voluntad declarada por el artista de oponerse a la electricidad), se producen sonoridades dignas de la música electrónica (que nos perdone el genial pianista, pero en la modernidad, en la situación de concierto en gran sala, la música no puede ser solamente acústica y el músico debería ser capaz de abrazar lo que conducen los cables como parte esencial del producto sonoro; solo en el ámbito de la música tradicional, sobre todo en el ámbito rural, e incluso ahí cada vez menos, es posible acceder a ejecuciones absolutamente acústicas, no mediadas por ninguna presencia eléctrica. O en casa con los cuates. O en la ducha).


El proyecto de Jarrett y Eicher era inicialmente ofrecer el conjunto de sus actuaciones, pero explican ambos en las notas del disco que poco a poco se fueron decantando por la selección, de la que estos conciertos en Lausana y Bremen son el producto final:
Tenemos muchos otros conciertos e inicialmente estábamos preparándonos para producirlos todos. Pero, sin importante qué tan bien estuviera la música, no estábamos listos para lanzar grabaciones técnicamente inferiores  y queríamos presentar la música en condiciones óptimas. Por ello cancelamos la posibilidad de sacar otros tres LP y una cuidadosa selección nos llevó a la producción de estos dos conciertos.

Dado que estuvimos en todos los conciertos, encontramos grandes disparidades entre la posibilidad de escuchar la música, sentir al público, ver los resultados del esfuerzo y simplemente oír la música en parlantes. De repente, lo técnico comenzó a pesar más que otros aspectos y se convirtió en una amenaza potencial para la música.

Creemos que este álbum es fiel a sí mismo y a la audiencia desde todos los ángulos y que nuestro cuidado traerá beneficios más que equivalentes en nuestro conocimiento de que estamos entregando lo más cercano a estar ahí.
Keith Jarrett y Manfred Eicher (notas del disco)


En resumen, este álbum triple (CD doble) de 1973 es el punto de partida de la colección improvisaciones en vivo de Jarrett, aparecida casi exclusivamente en el sello pionero ECM. Se trata del pavimento que llevará al clásico de Colonia y, continuará en Bregenz (que ya hemos comentado) y muchos más. Otra maravilla del artista que se asume como canal de algo más grande.



Lista de Temas:
1. Bremen, July 12, 1973 - Part I
2. Bremen, July 12, 1973 - Part II
3. Lausanne, March 20, 1973

Alineación:
- Keith Jarrett / piano





Comentarios

  1. Qué buen comentario del CD, elocuente a la médula. Keith es un improvisador neto, de sus manos fluyen armonías golpeteadas con ambas manos, a veces, con mayor vehemencia, otras veces, buscando en la quietud la hebra sonora para incrementar o relentar el momentum anterior, generar tensiones, liberando al piano o simplemente abrazandolo en la calidez del silencio. Gracias por compartir este registro por años buscándolo en calidad. Abrazo fraterno!

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