Trabajo que musicaliza la obra poética de Manuel Zúñiga
Artista: La Desooorden
Álbum: La Isla de los Muertos
Año: 2004
Género: Jazz-Rock / Folk-Prog / Rock Progresivo ecléctico
Duración: 47:44
Nacionalidad: Chile
Año: 2004
Género: Jazz-Rock / Folk-Prog / Rock Progresivo ecléctico
Duración: 47:44
Nacionalidad: Chile
Lista de Temas:
1. Transformación Del Mito
2. Pardos Fueron Frente Al Mar
3. Algo Tenía Que Ver La Luna
4. Pero Dios Los Visita
5. Me Pregunto Entre Todas Las Preguntas
6. En Los Ojos De La Muerte
7. Caleta Tortel (Puente)
8. Seguramente Encontraremos
9. Las Palabras Viajan En El Viento
10. Bajo Pisagua (Puente)
11. Lo Que Ha Quedado Es Sólo Esto
1. Transformación Del Mito
2. Pardos Fueron Frente Al Mar
3. Algo Tenía Que Ver La Luna
4. Pero Dios Los Visita
5. Me Pregunto Entre Todas Las Preguntas
6. En Los Ojos De La Muerte
7. Caleta Tortel (Puente)
8. Seguramente Encontraremos
9. Las Palabras Viajan En El Viento
10. Bajo Pisagua (Puente)
11. Lo Que Ha Quedado Es Sólo Esto
Alineación:
- Alfonso Banda / guitarras, trompe
- Rodrigo González / batería, percusión
- Fernando Altamirano / voz, trutruca
- Peter Pfeifer / saxofones tenor, barítono y soprano, máquina de escribir
- Francisco Martín / bajo, piano, máquina de escribir, bombo legüero
- Karsten Contreras / voz laboradores ? Benjamín Ruz (violín), Christian Rebolledo (guitarra)
- Alfonso Banda / guitarras, trompe
- Rodrigo González / batería, percusión
- Fernando Altamirano / voz, trutruca
- Peter Pfeifer / saxofones tenor, barítono y soprano, máquina de escribir
- Francisco Martín / bajo, piano, máquina de escribir, bombo legüero
- Karsten Contreras / voz laboradores ? Benjamín Ruz (violín), Christian Rebolledo (guitarra)
Por alguna extraña razón, no solamente este discazo había quedado afuera del blog cabezón hasta el momento, sino que tapoco nunca habíamos publicado nada de la gran banda que es (o fue, no sé) La Desooorden, una original y ecléctica banda chilena, agrupación que mixtura estilos dentro de un marco progresivo, incluyendo fusión, jazz, toques folclóricos locales y más. Y venimos a arreglar ese error, y a presentarlos como corresponde, a lo grande... y antes que nada quiero decir que este es un discazo imperdible, pónganlo a descargar antes de seguir leyendo todos los comentarios que voy a agregar a esta entrada. Un disco que no es solamente un disco, es un regitro artístico que revive un terrible suceso, es un disco político y profundamente comprometido.
El concepto central se basa en una de tantas las tragedias olvidadas de la historia de Chile. Específicamente cuenta la historia de una masacre ocurrida en 1906 durante la colonización en la zona del río Baker, tierras chilenas entregadas a una compañía explotadora, en la cual murieron cerca de 200 personas, las que fueron sepultadas en un cementerio improvisado. Los textos cantados pertenecen al poeta Manuel Zúñiga, cual fuese un Osvaldo Bayer chileno y poético, siendo las letras un discurso que nos describe la atmósfera de lucha y se intuye una compenetración entre la banda y el poeta, se nota complicidad, para armar una voz común que cuente esta historia. El poeta Zúñiga, a través de su verso encantado, rodeado de misterio y envuelto en las brumas y lluvias del sur, nos va develando una de estas historias que los artistas de La Desooorden han trasladado a la música para ser cantada. Así, ellos tratan de ajustar cuentas revelando uno de los muchos episodios de engaños, traiciones y crímenes que ensombrecen la historia del hombre en nuestras tierras australes.
Este será el primero, ya que cuenta la historia que cuenta el disco:
La Isla de los Muertos se basa en un texto del poeta chileno Manuel Zúñiga, quien en sus versos narra la escalofriante historia de los hechos ocurridos entre 1903 y 1906 en el territorio cedido por el Estado de Chile a la Compañía Explotadora del Río Baker (actual XI Región) que terminó con la muerte de una cantidad indeterminada de personas, de 100 a 200, entre hombres, mujeres y niños. En este caso fue la totalidad del "enganche" de hacheros chilotes y sus familias, llevados hasta la remota región de Caleta Tortel, donde una vez realizado el trabajo habrían sido asesinados para no pagarles el salario acordado. La versión que circula con más fuerza es que se les habría envenenado el pan. Para esto se entregó al panadero del campamento una sustancia que debía agregar al amasijo de harina. De esta manera el causante inocente de estas muertes, paradójicamente fue el propio "baker", panadero en inglés. Los cadáveres de estos infortunados fueron sepultados en una isla del delta del río Baker, próxima a Caleta Tortel, conocida por ello como la Isla de los Muertos. Las crecidas del río durante el siglo transcurrido fueron desenterrando y llevándose a muchos de estos muertos hasta el mar. De allí la imprecisión sobre la cantidad de ellos. Aun cuando nunca se haya conocido la causa de estos fallecimientos simultáneos, la historia es verídica. Hoy día yacen 30 muertos en el destartalado cementerio con algunas cruces de buena madera de ciprés, para señalar el lugar de la tragedia.
Declaradamente conceptual, el disco arranca y desde la partida apela a sus grandes soportes: la emotividad, el poder del verbo en estado puro y la delicadeza sonora. Este es un disco que hay que escuchar varias veces, es materia para digestión del cerebro y, especialmente, del espíritu.
En consonancia con lo devastador de la historia relatada, La Desooorden construye un discurso sonoro más bien sombrío. La instrumentación es variada y rica en texturas. Guitarras, saxos, bajo, piano, voz, violines y una muy variada percusión, además de efectos como canto de pájaros o sonidos de la naturaleza, envuelven al auditor para transportarlo a la atmósfera desgarradora de esta isla. En ella, los muertos luchan por salir desde el olvido bajo tierra hacia la luz de la memoria.
Quizás por eso este es un disco que al escucharlo late y respira con diferentes ritmos, pasando por momentos más jazzistas, otros en que la referencia es una sutil vanguardia, y otros en que el tono de letanía toma el mando, tomando además elementos de la "Nueva Canción Chilena" e integrándolos a su visión musical, tanto que a veces resuena el eco de Quilapayún o los Inti Illimani. Es una interesante manera de unir el rock experimental con sonidos que son claramente parte del bagaje auditivo latinoamericano (algo que hicieron varios grupos, recuerdo ahora a los Cabezas de Cera mexicanos, por ejemplo, pero que nunca alcanzan) pero sobretodo pertenecen a la idiosincracia y cultura chilena.
Su más reciente trabajo había sido Ciudad de papel (2007), un disco en torno al desastre ambiental ocasionado por la planta de Celulosa Arauco contra el ecosistema del Río Cruces en Valdivia, y las presentaciones posteriores del álbum se prestaron para que La Desooorden combinara música y puesta en escena sobre este asunto. Ahora el grupo de rock progresivo valdiviano profundiza en esos métodos. La isla de los muertos (2004) es el álbum previo del grupo, pero esta vez se trata de su versión en DVD, un mejor vehículo para un elenco escénico como éste.David Ponce
La isla de los muertos alude a los sucesos históricos que entre 1903 y 1906 terminaron con la masacre de doscientos trabajadores de una empresa maderera en el río Baker, un año antes de la matanza de Santa María de Iquique. El asunto demanda con naturalidad una propuesta visual, y el disco es el registro de la presentación en vivo del álbum, el 29 de enero de 2005 en el Teatro Municipal de Valdivia. En él se alternan imágenes del mismo paisaje sureño actual con los elementos puestos en juego por el grupo: vestuario de túnicas blancas, iluminación y paisaje escenográfico, incluida una canoa en escena. En ese contexto la música es un ingrediente más y adquieren sentido los tintes progresivos de La Desooorden.
La música de este sexteto se alimenta de rock o de pulsos más pausados, con saxos y violines tanto como con los arreglos básicos de guitarra, bajo y batería, del mismo modo en que conviven melodías con recitaciones dramáticas a cargo de los dos cantantes. En "Festejo" una melodía del violín, pulsada o tocada con arco, se encuentra con el son étnico del tabla, instrumento de percusión indio, y el ruido nativo de pájaros termina de transformar ese pasaje en la música incidental de un viaje por un canal austral. Luego el grupo se embala en rock progresivo y en nuevos episodios instrumentales con cambios de pulso y de compás, pero la música progresiva de La Desooorden nunca pierde la intención melódica, ni siquiera al apurar el pulso o sumar algunos grados de distorsión de guitarra. Entre los extras hay reseñas biográficas del grupo en inglés y español, galerías de fotos y un llamativo apartado de aves de Chile, con imágenes, información y reproducciones de cantos de seis paseriformes o avecillas sureñas: pitío, chercán, fío fío, rayadito, cometocino y chucao. Un pedazo de bosque nativo en versión DVD.
Bueno, si los chilenos hicieron este hermoso disco con la terrible historia de "La Isla de los Muertos", bien nosotros los argentinos podríamos hacer lo mismo con "La patagonia rebelde", no?. ¡A ver que grupo se atreve!. Y está aún pendiente la revisión histórica de la explotación y los crímenes contra aborígenes y obreros por el hombre blanco en las inmensas estepas patagónicas y en tantos lugares ubicados en remotas islas chilenas y argentinas.
¿Y que mejor que el comentario de nuestro más importante comentarista involuntario sobre este disco tan importante?
Uno de los grupos más ingeniosos y enérgicos de la escena rock-fusión chilena actual, La Desooorden hace un claro homenaje a su nombre distorsionado con su disco conceptual "La Isla de los Muertos" planteando una mirada crítica a la destrucción del medio ambiente en aras de la expansión tecnológica-industrial-comercial, este repertorio busca cuestionar el orden socioeconómico actual que pretende imponer su lógica a los cada vez más depredados lugares naturales y decir mensajes ricos a la conciencia a través del arte musical. La historia específica en la cual se basa este concept-disc es la que transcurre entre 1903 y 1906 en los terrenos cedidos a la Compañía Explotadora del Baker, finalizando con la muerte de 200 personas entre hombres, mujeres y niños, y su posterior entierro en un cementerio improvisado entre dos brazos del Río Baker a una distancia de 30 minutos de Caleta Tortel (palabras del baterista Rodrigo González). La obra poética de Manuel Zúñiga inspirada en este dramático momento del proceso así llamado modernizador de Chile es la base para las letras del disco. Como puntos de referencia para los lectores, puedo señalar que el sonido global de La Desooorden combina la frescura de Maldita Vecindad con la exquisita gracilidad de Congreso y las amplitudes psicodélicas de Koiak y Mar de Robles (en sus facetas más explosivas). Precisamente resulta un plus el que esta obra sea un disco conceptual, o sea, que presente una sucesión fluida a través del repertorio, para que así el grupo pueda explotar a sus anchas los contrastes entre los pasajes más extrovertidos y los más intimistas, los más tensos y los más lánguidos.César Inca
El disco comienza con una introducción ensoñadora de piano y violín, una sonoridad que recién ve explotado su caudal de misterio cuando emergen los relatos flotantes de los espíritus del limbo. Es allí donde lo onírico se torna tétrico, como un testimonio emitido por voces escondidas para un receptor llamado a ser perturbado desde lo más íntimo de su consciencia, tanto por la sordidez del relato mismo como por la naturaleza ultraterrena de las voces, quejidos y plegarias. "Pardos Fueron Frente Al Mar" nos enfrenta por primera vez al sonido propio del ensamble en pleno. La rica y firme labor de la dupla rítmica (realzada por la versatilidad diversa de González a la hora de aportar sonidos percusivos varios) se erige como un protagonista peculiar dentro del sonido grupal, aunque con esto no quiero para nada discriminar los ingeniosos vuelos de los saxos de Pfeifer ni los continuos abordajes de guitarra que Banda sabe suministrar con fina energía. Los dos vocalistas comparten de manera comprometida la labor de transmitir la historia alternando recitaciones y cantos en verdad, las primeras son mayoritarias, cuantitativamente hablando, con lo cual se logra concretar la magia dramáticamente teatral con la que se aborda el concepto del disco. "Algo Tenía Que Ver La Luna" mantiene el momentum asumiendo la estrategia de reforzar el factor jazzero dentro del sonido grupal: es una pieza con gancho explícito, aunque no por ello exento de complejidad performativa actualizada con buen gusto para no estorbar en la sazón contagiosa del compás rítmico básico. "Pero Dios Los Visita De Vez En Cuando" nos envía por parajes sonoros más melancólicos y reflexivos, lo cual se siente como apropiadamente conectado con la alusión contemplativa del título. "Me Pregunto Entre Todas Las preguntas" nos muestra la faceta más agresiva y visceral dentro de la línea más extrovertida de La Desooorden, gestando así un alucinado clímax para el ambiente generado inicialmente en "Pero Dios". De inmediato, "En Los Ojos De La Muerta" nos brinda una recapitulación conjugada de los ambientes mostrados en las piezas 2 y 3. "Caleta Tortel" es un exquisito efluvio exótico guiado mayestáticamente por el violín de Ruz, un invitado de lujo que sabe cuándo asumir un rol preferencial con total soltura. "Seguramente Encontraremos" nos vuelve a mostrar la desnudez más agresiva del grupo, aunque matizado con interludios en los que la energía se reviste de calculada sofisticación, con aires casi marciales, así como por un final que tiene más de evocativo que de incendiario. "Las Palabras Viajan En El Viento" también tiene una predominante aura lírica a través de los refinados recovecos jazzeros marcados por la sección rítmica. "Bajo Pisagua", al igual que "Caleta Tortel", es otro interludio relajado, casi onírico, portador de una belleza serena, y una vez más, marcado por el rol protagónico del violinista Ruz. El disco concluye con "Lo Que Ha Quedado Es Sólo Esto", una pieza donde lo evocado se siente como algo ido aunque dejando una huella, el testimonio de los 100 + 100 muertos que ansían regresar al lugar del cual fueron extirpadas sus presencias físicas y a los cuales solo queda relatar sus circunstancias. El compás semi-lento de este tema de clausura ayuda a recrear eficazmente el ambiente de nostalgia provocadora que se vierte en las letras, acompañado por los vuelos sutiles del saxo.
La Isla de los Muertos es un CD de formato interactivo (solo se revela cuando se pone en el ordenador), conteniendo imágenes de la selva, además de créditos de la instrumentación y las líricas correspondientes a cada pieza del repertorio. También hay fotos del grupo viajando al lugar de los hechos (empapándose de los testimonios dejados en los viejos árboles, las duras rocas, los musgos, las aguas de corrientes y cascadas, las vías y canales, la flora, las nubes que fungen como puentes entre el cielo y la tierra); realizando las sesiones de grabación; aves de la zona; wallpapers... Este recurso ayuda bastante a ubicar al oyente en una ambientación más intensificada respecto a este viaje musical por un pedazo particularmente sórdido dentro del proceso de modernización forzada de Sudamérica. Pero bueno, si consideramos a este trabajo estrictamente desde una óptica musical, resulta ser toda una obra majestuosa dentro de la actual escena rock-fusión en estos lares. La Desooorden se revela como una fuerza creadora que merece total atención de parte de los auténticos apreciadores del rock experimental con elementos autóctonos del folklore latinoamericano.
Durante los años '90, y cruzando hacia la siguiente década, La Desooorden fue una activa banda dentro del pequeño circuito independiente valdiviano. Una constante agenda en vivo y una propositiva discografía distinguió el trabajo de este grupo durante sus dieciocho años de trabajo, durante los cuales su música combinó rock de tendencia progresiva con citas a la raíz folclórica latinoamericana. Algunas de sus canciones aludieron a debates medioambientales de su zona.Marisol García
Canción medioambiental:
Los escenarios del sur de Chile fueron el ambiente natural para las presentaciones en vivo de La Desooorden. Recién en el año 2001 el grupo buscó dejar registro de su trabajo, y el debut El monstruo de siete cabezas les permitió avanzar en la profesionalización de su música. De ahí en adelante, la banda intensificó su trabajo de composición, reflejada en álbumes como Ensayo (2002) y en aún más conciertos.
La isla de los muertos (2004) musicalizaba poesías de Manuel Zúñiga, referidas todos ellas a un viejo hecho policial de muerte colectiva en torno al delta del río Baker. Un Fondart le permitió al grupo mostrarlo en vivo en pequeños pueblos de las regiones IX y X (la gira fue plasmada más tarde en un DVD homónimo), previo a su presentación en los Carnavales Culturales 2005, en Valparaíso, y una breve gira por Argentina en el año 2006 gracias a fondos de la Dirac.
Ciudad de papel (2007) retomó la temática medioambiental, esta vez con versos alusivos a la polémica instalación de la planta de Celulosa Arauco en Valdivia. El disco actuó a la vez como banda sonora de un documental homónimo sobre el conflicto. La Desooorden anunció su disolución a mediados del año 2012, poco después de publicar el álbum El andarín.
Se trata de una obra conceptual que pretende musicalizar un aspecto de la historia de la colonización del Baker (tierras chilenas entregadas a una Compañía Explotadora), basada en la interpretación mitológica del poeta Manuel ZÚñIGA, quien conecta con su obra a los amigos con los muertos que perecieron apuñalados por el veneno del engaño… el poder haber grabado este proyecto fue posible gracias al financiamiento y al apoyo del Fondo para el Desarrollo de las Artes y la Cultura (FONDART 2004) de Chile.Alfredo Tapia-Carreto
Pero LA DESOOORDEN no es un grupo nuevo. Antes de "La Isla de los Muertos", acumulan una historia musical de 11 años y ahora, Alfonso BANDA (guitarra eléctrica), Rodrigo GONZÁLEZ* (batería, percusiones), Fernando TAGORE (voz), Peter PFEIFER (saxos), Francisco MARTÍN (bajo de cinco cuerdas, piano) y Karsten CONTRERAS (pandereta, voz), arremeten nuevamente con un proyecto que refleja sensibilidad, compromiso social y sobre todo, mucha calidad musical.
El concepto no es un producto que se pueda escuchar a la ligera. Desde que inicia con 'Transformación del mito', relato dolido que se siente hasta la médula, uno puede darse cuenta que la historia puede ser desgarradora. Cuando empieza 'Pardos fueron frente al mar', los juegos vocales evocan el sentir del folclor chileno, después complementado con un profundo bajo y ritmos jazz, manteniendo el compromiso lírico sobre un compás 3 4 y complicados quiebres musicales a la usanza progresiva. 'Algo tenía que ver la luna' mantiene esas bases jazz pero ahora contagiadas por los años '70, mientras que 'Pero dios los visita' se pasea melancólica y 'Me pregunto entre todas las preguntas' estalla en un despliegue impresionante de expresión. 'En los ojos de la muerte' evoca la violencia “crimsoniana” sin demeritar la esencia armónica folk establecida por la banda, cediendo paso al puente 'Caleta tortel', cuyos similares ritmos Orientales nos transportan de un lugar a otro sin cansancio ni monotonía. 'Seguramente encontraremos' trae de nuevo aquéllos ritmos jazz y folk violentos y expresivos nunca perdiendo la armonía, ahora fracturándose entre 6 y 3 4, desembocando en un 'Las palabras viajan en el viento' que rítmica y melódica disimula complicados ritmos ejecutados con maestría. El segundo puente (y último) musical es 'Bajo Pisagua', tema instrumental también que evoca la nostalgia y el cansancio de una larga travesía, concluyendo ésta en 'Lo que ha quedado es sólo esto', remembranza en todo lo anterior y un poco más.
Dicho sea de paso, "La Isla de los Muertos" trae consigo material interactivo (sólo usuarios Windows) muy bien hecho, documentado para entender más el concepto y compartir con LA DESOOORDEN la jornada que emprendieron para lograr este buen álbum.
No se trata de un grupo nuevo pero qué afortunado descubrimiento (gracias por confiar en Manticornio al enviarnos este disco). Combinando jazz, fusión, folclor, concepto, relato y canto, las líneas musicales resultantes se concluyen sobre un álbum fácilmente disfrutable para quienes gusten del rock progresivo bien hecho y comprometido con decir y expresar, en vez de sólo buscar gustar.
Y vamos con alguna reseña extra, como siempre que podemos:
Este conjunto musical nació hace 11 años como una banda de rack. Sin embargo, en el transcurso de estos años y con el testimonio de sus dos grabaciones anteriores, se observa una progresiva influencia de otros géneros musicales, tales como el jazz, la música tradicional y la contemporánea. De esto se podría concluir que estamos frente a un grupo orquestal-vocal clasificable, tal vez, como rock-fusión.
Esto no sólo por las influencias musicales, sino, además, por la gran cantidad y variedad de instrumentos de diferente origen que incorporan a su quehacer, particularmente en el área de la percusión y también a la inserción de sonidos de la naturaleza, los que en el caso de este CD están grabados directamente en la playa y el bosque sureños. Con el montaje en el escenario y la grabación de su tercera obra, La Isla de los Muertos, el grupo estudiantil, que se iniciara en la Universidad Austral en Valdivia en 1994, ha evolucionado hacia un estadio superior de la creación musical, conceptualmente de una gran seriedad artística. Actualmente todos sus integrantes son profesionales y varios de ellos viven y trabajan en otras ciudades del sur, pero se reúnen en Valdivia regularmente con gran perseverancia y puntualidad, ya sea para ensayar, realizar presentaciones en la ciudad o giras a diferentes puntos del país, que en diversas ocasiones han culminado en Santiago. La otra característica, que los hace diferentes a grupos similares, es su notable capacidad técnica en el manejo de sus instrumentos.
Si bien no son egresados de conservatorios regulares, con excepción del violinista -incorporado al conjunto para los efectos de esta obra- todos tienen estudios en buenas academias privadas o con profesores competentes, y varios han realizado estudios de instrumento y armonía en la Escuela Nacional de Arte en Cuba. Ellos han ido creciendo como queda demostrado al escuchar sus anteriores obras grabadas: El monstruo de 7 cabezas (2001) y Ensayo (2003), ambas en CD digital.
La Isla de los Muertos se presentó en enero pasado en Valdivia y Chiloé, y en Santiago en la Sala SCD del Mall Vespucio, en abril de 2005. La presentación pública del disco en todas estas ocasiones va acompañada de un mon uye teatral que, sin alcanzar la calificación de teatro musical, está en camino de ello. De todos modos, además de la escenografía y la iluminación, incluye un sobrio vestuario y hay algunos desplazamientos en escena, especialmente de los cantores-narradores.
La música, una creación colectiva sobre el texto poético homónimo, fue compuesta, al igual que en anteriores producciones del grupo, mediante prácticas de conjunto. Cada uno de los integrantes realiza proposiciones que se pulen, modifican y armonizan hasta ser grabadas en cinta. Estos trozos, una vez corregidos, son incorporados a la obra en gestación para, finalmente, ser llevados a su soporte definitivo, el disco compacto, en grabación de estudio.
La Isla de los Muertos se basa en un texto del poeta chilote Manuel Zúñiga, quien en sus versos narra la escalofriante historia de los hechos ocurridos entre 1903 y 1906 en el territorio cedido por el Estado de Chile a la Compañía Explotadora del Río Baker -actual XI Región- que terminó con la muerte de una cantidad indeterminada de personas, de 100 a 200, entre hombres, mujeres y niños. En este caso fue la totalidad del "enganche" de hacheros chilotes y sus familias, llevados hasta la remota región de Caleta Tortel, donde una vez realizado el trabajo habrían sido asesinados para no pagarles el salario acordado. La versión que circula con más fuerza es que se les habría envenenado el pan. Para esto se entregó al panadero del campamento una sustancia que debía agregar al amasijo de harina. De esta manera el causante inocente de estas muertes, paradójicamente fue el propio "baker", panadero en inglés. Los cadáveres de estos infortunados fueron sepultados en una isla del delta del río Baker, próxima a Caleta Tortel, conocida por ello como la Isla de los Muertos. Las crecidas del río durante el siglo transcurrido fueron desenterrando y llevándose a muchos de estos muertos hasta el mar. De allí la imprecisión sobre la cantidad de ellos. Aun cuando nunca se haya conocido la causa de estos fallecimientos simultáneos, la historia es verídica. Hoy día yacen 30 muertos en el destartalado cementerio con algunas cruces de buena madera de ciprés, para señalar el lugar de la tragedia.
Esto no sólo por las influencias musicales, sino, además, por la gran cantidad y variedad de instrumentos de diferente origen que incorporan a su quehacer, particularmente en el área de la percusión y también a la inserción de sonidos de la naturaleza, los que en el caso de este CD están grabados directamente en la playa y el bosque sureños. Con el montaje en el escenario y la grabación de su tercera obra, La Isla de los Muertos, el grupo estudiantil, que se iniciara en la Universidad Austral en Valdivia en 1994, ha evolucionado hacia un estadio superior de la creación musical, conceptualmente de una gran seriedad artística. Actualmente todos sus integrantes son profesionales y varios de ellos viven y trabajan en otras ciudades del sur, pero se reúnen en Valdivia regularmente con gran perseverancia y puntualidad, ya sea para ensayar, realizar presentaciones en la ciudad o giras a diferentes puntos del país, que en diversas ocasiones han culminado en Santiago. La otra característica, que los hace diferentes a grupos similares, es su notable capacidad técnica en el manejo de sus instrumentos.
Si bien no son egresados de conservatorios regulares, con excepción del violinista -incorporado al conjunto para los efectos de esta obra- todos tienen estudios en buenas academias privadas o con profesores competentes, y varios han realizado estudios de instrumento y armonía en la Escuela Nacional de Arte en Cuba. Ellos han ido creciendo como queda demostrado al escuchar sus anteriores obras grabadas: El monstruo de 7 cabezas (2001) y Ensayo (2003), ambas en CD digital.
La Isla de los Muertos se presentó en enero pasado en Valdivia y Chiloé, y en Santiago en la Sala SCD del Mall Vespucio, en abril de 2005. La presentación pública del disco en todas estas ocasiones va acompañada de un mon uye teatral que, sin alcanzar la calificación de teatro musical, está en camino de ello. De todos modos, además de la escenografía y la iluminación, incluye un sobrio vestuario y hay algunos desplazamientos en escena, especialmente de los cantores-narradores.
La música, una creación colectiva sobre el texto poético homónimo, fue compuesta, al igual que en anteriores producciones del grupo, mediante prácticas de conjunto. Cada uno de los integrantes realiza proposiciones que se pulen, modifican y armonizan hasta ser grabadas en cinta. Estos trozos, una vez corregidos, son incorporados a la obra en gestación para, finalmente, ser llevados a su soporte definitivo, el disco compacto, en grabación de estudio.
La Isla de los Muertos se basa en un texto del poeta chilote Manuel Zúñiga, quien en sus versos narra la escalofriante historia de los hechos ocurridos entre 1903 y 1906 en el territorio cedido por el Estado de Chile a la Compañía Explotadora del Río Baker -actual XI Región- que terminó con la muerte de una cantidad indeterminada de personas, de 100 a 200, entre hombres, mujeres y niños. En este caso fue la totalidad del "enganche" de hacheros chilotes y sus familias, llevados hasta la remota región de Caleta Tortel, donde una vez realizado el trabajo habrían sido asesinados para no pagarles el salario acordado. La versión que circula con más fuerza es que se les habría envenenado el pan. Para esto se entregó al panadero del campamento una sustancia que debía agregar al amasijo de harina. De esta manera el causante inocente de estas muertes, paradójicamente fue el propio "baker", panadero en inglés. Los cadáveres de estos infortunados fueron sepultados en una isla del delta del río Baker, próxima a Caleta Tortel, conocida por ello como la Isla de los Muertos. Las crecidas del río durante el siglo transcurrido fueron desenterrando y llevándose a muchos de estos muertos hasta el mar. De allí la imprecisión sobre la cantidad de ellos. Aun cuando nunca se haya conocido la causa de estos fallecimientos simultáneos, la historia es verídica. Hoy día yacen 30 muertos en el destartalado cementerio con algunas cruces de buena madera de ciprés, para señalar el lugar de la tragedia.
Está aún pendiente la revisión histórica de la explotación y los crímenes contra aborígenes y obreros por el hombre blanco en las inmensas estepas patagónicas y en tantos lugares ubicados en remotas islas del austro chileno. El poeta Zúñiga, a través de su verso encantado, rodeado de misterio y envuelto en las brumas y lluvias del sur, nos va develando una de estas historias que los jóvenes artistas de La Desooorden han trasladado a la música para ser cantarla. Así, ellos tratan de ajustar cuentas revelando uno de los muchos episodios de engaños, traiciones y crímenes que ensombrecen la historia del hombre en nuestras tierras australes.
La obra tiene once partes que corresponden a carla uno de los cortes de la grabación. Nueve de ellas tienen letra y dos son instrumentales. Desde el primer corte, que corresponde a la introducción, la obra posee una gran fuerza dramática que se mantiene a lo largo de todo su desarrollo con una gran simbiosis entre texto y música, aparte de los sonidos incidentales logrados con grabaciones directas de la naturaleza y cantos de ave, así como con la serie interminable de instrumentos de percusión. Son notables los efectos ambientales logrados con la "tabla" o las "latas" hindúes, junto al "trompe", la "trutruca", el "bombo legüero" y el "palo de agua", todo bien conjugado con los instrumentos convencionales acústicos y electrónicos y las voces cantadas o recitadas.
Los coros, junto a los solistas vocales, van desgranando la historia en versos que juegan con una fantasmal vuelta a la vida de esos cadáveres a través de la música y el recuerdo de su trágico destino.
..... ¿y qué pasó? ... ¿cómo murieron?
¿Fue escorbuto?, ¿fue hambre?
¿Un barco que se hundió?
¿ ... veneno?
" ... si fueron 50. 70, 112 o 200 no importa,
la isla es de los muertos".
Los sugerentes versos avanzan en la historia en forma un tanto intrincada, metafórica y surrealista en la voz de los cantantes y recitadores o del coro general. Ellos desarrollan el texto sobre un fondo rítmico rico y variado, en el que emergen los instrumentos melódicos que se suman al mensaje verbal.
La base rítmica sobre la que se teje la historia, en lo oral e instrumental, está dada en la más diversa gama de ritmos, que oscilan desde el "tempo di valse" hasta los de 6/8 y 7/8, siempre al servicio del carácter de la narración dramática. La grande y completa batería de jazz, más el aditamento de instrumentos de percusión, presente a lo largo de toda la obra, tiene en el percusionista Rodrigo González un ejecutante que aumenta los kilates del conjunto. Muy bueno el guitarrista Alfonso Banda, tanto en guitarra eléctrica como acústica. El bajista Martin Subercaseaux, que también incursiona en el piano, posee un gran talento rítmico y es base indispensable en el andamiaje armónico y rítmico. La parte melódica tiene su puntal en Peter Pfeiffer en saxofones alto, tenor y bajo, aportando intensidad melódica y en ocasiones apoyando al ritmo con singular maestría. El violín de Benjamín Ruz, músico invitado, aporta melodía y sentimiento al mensaje dramático general, y logra amalgamarse al grupo agregándole otro color. Los cantantes Contreras y Tagore, además de buenas voces y cabal afinación, son ágiles y versátiles. Su contribución es fundamental dentro del mensaje musical y declamativo e indispensable para la comprensión de la obra, a lo que se suma su buen desempeño actoral en las presentaciones en vivo.
La Isla de los Muertos, junto con narrar la historia de esta tragedia ignorada, como muchas ocurridas en el sur profundo, demuestra en su versión teatral, tal como en la discográfica, la capacidad creativa musical en una forma, si se quiere, alternativa, pero no por ello menos válida e interesante.
Música para guitarra de Víctor Biskupovic. en. Patricio Ruiz Tagle (guitarra). Valdivia: Instituto de Acústica, Unive"idadAustral de Chile/Santiago: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y FONDART, 2004.
Este fonograma ha llenado la necesidad de rescatar, al menos, una parte de la rica producción composicional para guitarra del maestro Víctor Biskupovic Iturriaga, de cuyo prematuro fallecimiento di cuenta en la sección "In Memoriam" del N 2 198 de la Revista Musical Chilena. En esa ocasión abogaba por el rescate de este legado musical, cuyas creaciones permanecieron inéditas. Todas sus obras fueron muy celebradas y ampliamente conocidas por el público valdiviano en vida del autor, porque él las interpretaba en festivales de música contemporánea y en sus conciertos.
La obra tiene once partes que corresponden a carla uno de los cortes de la grabación. Nueve de ellas tienen letra y dos son instrumentales. Desde el primer corte, que corresponde a la introducción, la obra posee una gran fuerza dramática que se mantiene a lo largo de todo su desarrollo con una gran simbiosis entre texto y música, aparte de los sonidos incidentales logrados con grabaciones directas de la naturaleza y cantos de ave, así como con la serie interminable de instrumentos de percusión. Son notables los efectos ambientales logrados con la "tabla" o las "latas" hindúes, junto al "trompe", la "trutruca", el "bombo legüero" y el "palo de agua", todo bien conjugado con los instrumentos convencionales acústicos y electrónicos y las voces cantadas o recitadas.
Los coros, junto a los solistas vocales, van desgranando la historia en versos que juegan con una fantasmal vuelta a la vida de esos cadáveres a través de la música y el recuerdo de su trágico destino.
..... ¿y qué pasó? ... ¿cómo murieron?
¿Fue escorbuto?, ¿fue hambre?
¿Un barco que se hundió?
¿ ... veneno?
" ... si fueron 50. 70, 112 o 200 no importa,
la isla es de los muertos".
Los sugerentes versos avanzan en la historia en forma un tanto intrincada, metafórica y surrealista en la voz de los cantantes y recitadores o del coro general. Ellos desarrollan el texto sobre un fondo rítmico rico y variado, en el que emergen los instrumentos melódicos que se suman al mensaje verbal.
La base rítmica sobre la que se teje la historia, en lo oral e instrumental, está dada en la más diversa gama de ritmos, que oscilan desde el "tempo di valse" hasta los de 6/8 y 7/8, siempre al servicio del carácter de la narración dramática. La grande y completa batería de jazz, más el aditamento de instrumentos de percusión, presente a lo largo de toda la obra, tiene en el percusionista Rodrigo González un ejecutante que aumenta los kilates del conjunto. Muy bueno el guitarrista Alfonso Banda, tanto en guitarra eléctrica como acústica. El bajista Martin Subercaseaux, que también incursiona en el piano, posee un gran talento rítmico y es base indispensable en el andamiaje armónico y rítmico. La parte melódica tiene su puntal en Peter Pfeiffer en saxofones alto, tenor y bajo, aportando intensidad melódica y en ocasiones apoyando al ritmo con singular maestría. El violín de Benjamín Ruz, músico invitado, aporta melodía y sentimiento al mensaje dramático general, y logra amalgamarse al grupo agregándole otro color. Los cantantes Contreras y Tagore, además de buenas voces y cabal afinación, son ágiles y versátiles. Su contribución es fundamental dentro del mensaje musical y declamativo e indispensable para la comprensión de la obra, a lo que se suma su buen desempeño actoral en las presentaciones en vivo.
La Isla de los Muertos, junto con narrar la historia de esta tragedia ignorada, como muchas ocurridas en el sur profundo, demuestra en su versión teatral, tal como en la discográfica, la capacidad creativa musical en una forma, si se quiere, alternativa, pero no por ello menos válida e interesante.
Música para guitarra de Víctor Biskupovic. en. Patricio Ruiz Tagle (guitarra). Valdivia: Instituto de Acústica, Unive"idadAustral de Chile/Santiago: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y FONDART, 2004.
Este fonograma ha llenado la necesidad de rescatar, al menos, una parte de la rica producción composicional para guitarra del maestro Víctor Biskupovic Iturriaga, de cuyo prematuro fallecimiento di cuenta en la sección "In Memoriam" del N 2 198 de la Revista Musical Chilena. En esa ocasión abogaba por el rescate de este legado musical, cuyas creaciones permanecieron inéditas. Todas sus obras fueron muy celebradas y ampliamente conocidas por el público valdiviano en vida del autor, porque él las interpretaba en festivales de música contemporánea y en sus conciertos.
Revista Musical Chilena / Reseñas - Año LIX,Julio-Didembre, 2005, N° 204
En resumen, "La Isla de Los Muertos" es un disco enorme, poderoso, denso y visceral. La Desooorden consolida con él una estética y explora musicalmente las raíces simbólicas de la historia de Chile, sacando a la luz las capas perdidas de nuestro ser colectivo. Completamente recomendable, no se pierdan esta obra de arte!
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En resumen, "La Isla de Los Muertos" es un disco enorme, poderoso, denso y visceral. La Desooorden consolida con él una estética y explora musicalmente las raíces simbólicas de la historia de Chile, sacando a la luz las capas perdidas de nuestro ser colectivo. Completamente recomendable, no se pierdan esta obra de arte!
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Excelente.
ResponderEliminarUn viaje completo.
Muchas gracias!
Diego
Muchas gracias, hermoso material chileno, cuanto saben, un abrazo!
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