Y si estuvimos toda la semana con tremendas propuestas del metal extremo, elegimos presentar el último disco de Opeth (muy esperado tras 5 años de silencio) para cerrar otra semana a pura buena música y con muchas sorpresas. Con el regreso de las voces guturales tras varios discos desaparecidas, desde "Heritage" en adelante, y donde hay invitados de lujo, como Ian Anderson, líder de Jethro Tull, pero también la del líder de Europe y compatriota Joey Tempest, o la hija menor de Mikael Åkerfeldt, Mirjam Åkerfeldt. Un álbum conceptual, y casi casi una ópera rock ambientada en un contexto posterior a la Primera Guerra Mundial, sobre la lectura del testamento de un padre fallecido y los impactantes secretos familiares que se revelan en él. El 14º álbum de estudio de Opeth parece ser una síntesis de todas las evoluciones de la banda: quizás el más complejo de todos, con una mezcla entre voces naturales y guturales, donde abundan las dosis de metal brutal pero también de rock progresivo puro y duro, pero sobretodo no es un disco fácil de escuchar, es algo para darle la vuelta varias veces, y en ese está su mejor valía. Definido en Progarchives como el mejor álbum de este 2024, a esto no lo podíamos dejar afuera del blog cabeza. Y con él nos despedimos hasta la semana que viene!
Artista: Opeth
Álbum: The Last Will and Testament
Año: 2024
Género: Metal Extremo Progresivo
Duración: 51:00
Referencia: Progarchives
Nacionalidad: Suecia
En agosto, Opeth presentaba su nuevo sencillo como adelanto de su, por aquel entonces, próximo disco. Para sorpresa de muchos, los añorados guturales de la época dorada de la banda volvían a brotar de la garganta del vocalista, líder y guitarrista Mikael Åkerfeldt, después de más de trece años en los que el grupo se rindió al rock progresivo, tomando una dirección más centrada en la música de los setenta. Desde "Heritage" (2011) hasta "In Cauda Venenum" (2019), ese death metal progresivo y oscuro brilló por su ausencia, vaticinando un no retorno a esas raíces crudas donde el sonido del metal extremo clásico de Celtic Frost y Morbid Angel se fundía con la maestría progresiva y metalizada de King Crimson, Yes, Jethro Tull o Uriah Heep, dando también algún chance al heavy metal de Iron Maiden y Judas Priest.
Aunque Opeth nunca dejó de lado el death metal en sus conciertos —siempre han tocado varios de sus temas más míticos y duros en vivo, salvo en una pequeña etapa de menos de un año en 2011—, es cierto que ya no se sentían cómodos haciendo esa música en el estudio. El propio Mikael comentó en su momento que no podría desarrollarse como cantante si seguía gritando, y la verdad es que el tiempo iba pesando sobre su voz, por lo que se notaba que necesitaba dar un giro a su carrera. En pleno 2024, las cosas parecen haber cambiado, y el ahora cincuentón ha decidido volver a agarrarse a esos rugidos que lo hicieron diferencial.
Lo que ha ocurrido para que el quinteto de Estocolmo recupere el sonido que dejaron aparcado en "Watershed" (2008) es algo secundario cuando le das al play a The Last Will And Testament, ya que no es un refrito con un puñado de guturales (seis de sus ocho pistas cuentan con ellos) sueltos para crear hype y contentar al "fan service". Todo tiene su sentido en este decimocuarto disco de los escandinavos, que para nada resulta forzado, y se siente como una combinación exitosa de todas sus épocas, dando lugar a un álbum de cincuenta y dos minutos con muy buenos momentos.
Si “§1” (el signo “§” representa el símbolo de párrafo) puso los dientes largos a muchos cuando se estrenó con su versión recortada (la de estudio se extiende un minuto más con un pasaje orquestal), la genialidad en la que nos sumerge este trabajo conceptual —que relata la historia de un patriarca rico que oculta en sus últimas voluntades los entresijos de una familia acomodada de la época de posguerra de la Primera Guerra Mundial— va in crescendo con “§2”, donde Ian Anderson, de Jethro Tull, ejerce de narrador en las partes más sosegadas y Joey Tempest, de Europe, aporta coros. El frenesí se pausa en “§3”, donde las voces completamente melódicas cubren cada hueco entre progresiones metaleras sinfónicas.
Una de las bandas de metal más importantes de este milenio, y de parte de los noventa, se luce demostrando que puede hacer lo que le dé la gana sin perder músculo. Esa maquinaria engrasada con oscuridad y misterio que ya funciona al 100% en “§1”, “§2” y “§3” suma elementos interesantes en “§4”, donde los ritmos jazzeros y folclóricos empapados de metal y teclados lúgubres dan también protagonismo a la arpista Mia “Miriavyn” Westlund y a la flauta de Ian Anderson. Todo esto se integra en un pack en el que también hay solos de guitarra y golpes de batería excelentes, integrados con precisión y mimo por el recién incorporado Waltteri Väyrynen (sustituyendo a Martin Axenrot), que exaltan los gritos demoníacos de Mikael.
Locura y clase se conjugan de nuevo en “§5”, que nos lleva al meridiano del álbum sin bajar en absoluto el nivel compositivo, con un Mikael nuevamente desatado y mostrando todo su potencial vocal en un tema lleno de detalles a los que merece la pena prestar atención para no perderse nada. “§6” y “§7” siguen moldeando la forja con bastante esmero, siendo esta última la que realmente baja un poco el nivel, dando paso a la elegante balada de cierre, A Story Never Told, exenta de cualquier tipo de berreo como en “§3”.
"The Last Will And Testament" es un gran disco, un regreso a la locura triunfal de Opeth en su forma más enriquecida y teatral. Sin duda, creará debate entre quienes lo consideren redundante e innecesario a estas alturas (lo cual es comprensible en cierto modo), pero al que es difícil ponerle grandes pegas, salvo por el hecho de que la voz en off de Ian Anderson acaba resultando un tanto cansina e innecesaria, y porque “§7” no aporta demasiado. Por todo lo demás, ha valido la pena esperar para disfrutar de este testamento ficticio, infestado de infidelidades, señores infértiles, conflictos entre vástagos y un giro final intrigante que quizá hasta pueda dar pie a una continuación.
¿Y ahora qué? Es una buena pregunta. Que Opeth continúe por este camino en el estudio sería genial, pero quizá lo mejor sea que "The Last Will And Testament" marque una nueva era en la que Mikael, Fredrik, Martín, Joakim y Waltteri (si continúa en el grupo, claro) encuentren su zona de confort compositiva sin forzar. El cruce de death con rock progresivo y las ambientaciones setenteras abrazándose es muy atractivo, pero quizá anteponer la ambición de querer mezclar todo lo que han hecho desde su fundación hace más de 30 años les pueda pasar factura a la larga. Todo se andará.
Y como los comentarios se acumulan, no pierdo tiempo y vamos con otro...
Desde que se empezaron a conocer los detalles de “The Last Will and Testament”, el nuevo disco de los suecos Opeth, la expectación entre los seguidores de la banda ha ido creciendo progresivamente con cada nueva información revelada. El álbum supone el primer disco conceptual del grupo desde el lejano “Still Life” (1999), y lo enigmático de la portada de Travis Smith y los títulos de las canciones generaron muchas teorías acerca de su concepto lírico. Cada detalle sonaba más interesante que el anterior, pero cuando el primer adelanto del álbum (“§I”) vio la luz, las expectativas se dispararon al descubrir que la banda volvía a usar voces guturales y elementos cercanos al death metal por primera vez desde “Watershed” (2008). La pregunta era inevitable: ¿Volvían los Opeth “de antaño”? ¿Se desmarcaba el grupo de sus últimos lanzamientos en una línea más progresiva?
Desde el principio, es importante aclarar que “The Last Will and Testament” no es un disco autocomplaciente. Aunque es innegable que la banda ha recuperado buena parte del sonido más metálico, lúgubre y extremo de su propuesta, Opeth no se apoya en la nostalgia ni en repetir fórmulas pasadas en su nuevo álbum. En lugar de eso, toma elementos de todas sus épocas, los potencia y da forma a unos nuevos Opeth. Han pasado cinco años desde su anterior disco “In Cauda Venenum” (2019), y es evidente que, en este tiempo, Åkerfeldt y compañía han querido darle una vuelta de tuerca a su sonido y dar un paso más en su evolución como banda. Más allá del regreso de las voces guturales en abundancia (presentes en seis de los ocho cortes del disco) y de los riffs más afilados, no faltan tampoco los arreglos e ideas heredadas del progresivo clásico, que la banda maneja con comodidad desde “Heritage” (2011). “The Last Will and Testament” es un disco técnico, enrevesado, complejo. Probablemente el álbum más intrincado a nivel musical de Opeth y en el que el excepcional nivel técnico de los músicos queda más patente que nunca.
Habrá quien vea en este disco una suerte de “Ghost Reveries” o un “Watershed” anabolizado, pero “The Last Will and Testament” va más allá. Es Opeth en estado puro, pero hay más de todo aquí: más tiempos de amalgama, más orquestaciones, más juegos vocales, más ambientes, más arreglos, más contrastes, más dramatismo… con el contrapunto de que las canciones son algunas de las más compactas de la discografía del grupo (todas entre cinco y siete minutos y medio de duración). Han sabido separar el grano de la paja, y a diferencia de parte del material reciente del quinteto (que en algún momento pecó de ser un poco inconexo), este álbum está enlazado con maestría y buen gusto.
La propuesta musical encaja perfectamente con el concepto lírico del disco: Ambientado después de la Primera Guerra Mundial, una familia procede a la lectura del testamento del patriarca del hogar para el reparto de bienes tras su fallecimiento. Dicha lectura desvela una serie de secretos sobre la historia familiar que cambiarán para siempre la vida de sus integrantes. Una historia de traición, misterio, violencia, rencores y arrepentimiento, para la cual la música refuerza el ambiente en todo momento. Las canciones, numeradas para representar las diferentes secciones del documento, simbolizan el viaje emocional que experimentan los herederos al conocer las revelaciones del patriarca en su última voluntad. La oscuridad de “§I”, la teatralidad de “§2”, la confusión de “§4”, las influencias arábigas de “§5”, el groove de “§6”… Es difícil hacer un análisis detallado de unas canciones que forman parte de un todo, unas composiciones llenas de matices, que viajan y fluyen entre ideas y géneros con una facilidad asombrosa.
Más allá del mencionado nivel técnico de toda la banda, cabe destacar el genial desempeño del “chico nuevo”, Waltteri Väyrynen, a la batería (¿las mejores baterías en Opeth desde Martín Lopez?) y la inmejorable base rítmica que forma con Martín Méndez en todo momento. Mikael Åkerfeldt también ha querido ir más allá con unas voces en las que experimenta con registros poco comunes en su rango: vibratos muy exagerados, tonos extremadamente graves, falsetes… Más allá de los “growls” y de sus características voces melódicas, está claro que el líder de Opeth ha visto en el concepto del disco como una oportunidad inmejorable para explorar y explotar aún más sus capacidades vocales, y lo ha logrado. “A Story Never Told”, el último corte del disco y el único que se desmarca de la nomenclatura numérica, puede que sorprenda menos a nivel musical, tratándose de un tema melódico con influencias setenteras con la característica firma del quinteto. Eso sí, la parte lírica del mismo añade un curioso e inesperado giro a la historia. Un gran final para una obra que raya alto en la discografía de Opeth.
Es importante mencionar las participaciones de Ian Anderson (Jethro Tull), narrando ciertas partes del testamento y contribuyendo en dos temas del álbum con sendos solos de flauta “marca de la casa”, así como de Joey Tempest (Europe) en los coros del segundo acto. Este último de manera más testimonial (nunca mejor dicho), pero igualmente interesante.
Conclusión: Opeth ha logrado con “The Last Will and Testament” el que probablemente es su lanzamiento más completo y redondo en más de 15 años. Tomando elementos de sus diferentes épocas, reencontrándose con su faceta más oscura y extrema, pero sin renunciar al sonido de sus últimos lanzamientos ni a la naturaleza y filosofía de constante evolución que les caracteriza. Más allá de que el disco sea más o menos extremo, más o menos progresivo, o de que se pueda categorizar en un estilo concreto, lo que importa es que las canciones, el concepto y el resultado final son verdaderamente sobresalientes. Saludemos a los Opeth de 2024, en plena salud creativa y compositiva. Sólido candidato a disco del año.
¿Y qué tal si lo empiezan a escuchar?
Y vamos con nuestro último comentario, pero si quieren más hay de a montones en la red:
Mucho se ha escrito sobre los suecos y el giro de timón dado en 2011 con Heritage en el que abandonaban cualquier atisbo de influencia death metalera para profundizar en el rock progresivo de los 70’s. Desde entonces, la brecha entre sus seguidores se ha ido abriendo más y más en cada nueva publicación. Hay quienes todavía añoran la superlativa etapa primigenia que podríamos extender hasta Watershed, y los que han sido capaces de reconocer que sus últimos lanzamientos poseían validez propia sin necesidad de ponerlos delante del espejo al lado de sus hermanos mayores.
Ignoro si ha sido por pura decisión artística o por acallar voces discordantes, pero lo que parecía una decisión inamovible ha resultado no serlo tanto y Mikael Åkerfeldt ha sucumbido trayendo de vuelta las sonoridades más contundentes que tantos echaban de menos. The Last Will And Testament es pues un esfuerzo por recuperar (parcialmente) a los Opeth de antaño. Pero esto no implica que estemos ante una obra que mejore a sus inmediatamente predecesoras.
Porque por mucho que algunos negarán la mayor, ni Pale Communion, ni Sorceress, ni In Cauda Venenum eran tan malos, ni este decimocuarto álbum de estudio es tan superior como se pretende hacer ver. Simplemente todos ellos se mantienen en el estándar de calidad al que el quinteto de Estocolmo nos ha acostumbrado. Si acaso, sí se retoma la narrativa conceptual, esta vez en torno a la historia de lucha entre los miembros de una familia tras la Primera Guerra Mundial por la herencia de su patriarca. Como un Succesion en clave de death metal progresivo, para que nos entendamos.
Cada una de las 8 canciones que componen el álbum representan una sección del testamento. Según vaya avanzando su lectura (de la que se encarga en algunos instantes Ian Anderson de Jethro Tull haciendo las veces de notario), oscuros secretos irán siendo revelados, lo cual da pie a que las composiciones adquieran cierto punto teatral. Así queda reflejado desde que en ‘§1’ Åkerfeldt saca a pasear su gutural de ultratumba para alegría de los seguidores de la vieja escuela. Pero no solo se limita a su registro más extremo, sino que es capaz de adaptarse a otras tonalidades en función de lo que se esté relatando. Con medio siglo de vida a sus espaldas, nuestro querido Miguelito se las ha apañado para mantener su garganta en plenitud de facultades.
Al grupo se le ve cómodo entrando a machete como en los viejos tiempos en ‘§2’ y ‘‘§3’ mientras ejecutan cualquier cabriola instrumental por compleja que esta resulte (el nuevo chico de la clase, el joven batería Waltteri Väyrynen, parece que lleva integrado en la formación desde hace una década en lugar de solo un par de años). Con todo, sus clásicos valles de calma antes de la tempestad acaban apareciendo, y por ahí encuentran espacio para que la flauta de Anderson también se cuele en el cuarto corte. No en vano, la duración de las canciones se ha comprimido de forma sensible (ninguna sobrepasa los 8 minutos de duración), haciendo de esta una de sus obras más concisas y accesibles dentro de sus parámetros.
Probablemente ‘§5’ sea la mejor prueba de que los antiguos y los “no-ya-tan-nuevos” Opeth pueden convivir en harmonía, pues en ella se concentran muchas de las cualidades del combo. La maestría con las acústicas, la agresividad más feroz y los tramos orquestales se dan la mano en un tema soberbio. Lástima que los dos siguientes no mantengan el nivel exhibido hasta ese punto (especialmente ‘§7’ no aporta gran cosa), haciendo que la nota final se resienta.
‘A Story Never Told’ ejerce como último capítulo de la historia en forma de clásica balada marca de la casa y libre de estridencias. Un bonito epílogo para un disco que servirá para reconciliar a aquellos que perdieron la pista de los de Estocolmo durante la última década y media. Para quienes les hemos seguido hasta aquí, otro buen título que añadir a la estantería.
Lo podés escuchar desde su espacio en Spotify:
https://open.spotify.com/intl-es/album/1f2Q8urIhVZiuPSiNLcQG6
Lista de Temas:
01. §1 (5:57)
02. §2 (5:34)
03. §3 (5:10)
04. §4 (7:00)
05. §5 (7:30)
06. §6 (6:04)
07. §7 (6:30)
08. A Story Never Told (7:12)
Alineación:
- Mikael Åkerfeldt / vocals, guitars
- Fredrik Åkesson / guitars, backing vocals
- Martin Mendez / bass
- Waltteri Vayrynen / drums & percussion
- Joakim Svalberg / keyboards, backing vocals
With:
Ian Anderson / spoken words
Mirjam Åkerfeldt / spoken words
Joey Tempest / spoken words
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