Ayer fue un día extraordinario en materia de tarifazos, el día en el que el Gobierno se descargó con una serie de tremendos tarifazos. Al final, de esto se trataba la Revolución de la Alegría: el Ministerio de Energía anunció que la electricidad aumentará 55% a lo largo del 2019 y el gas alrededor de 35% en abril. Casi al mismo tiempo, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, daba cuenta de que los precios de los colectivos, trenes y subtes subirán en torno a 40% durante el primer trimestre, para el caso del boleto del colectivo el valor mínimo será de $18, y el del subte que, de forma progresiva, llegará a los $21. La inflación del 2019 recibirá así un shock extra de al menos 4,2 puntos porcentuales, a los que habrá que sumarles los incrementos de segunda ronda. Con todo, el IPC del año podría trepar hasta 34-35%.
Renunció Iguacel. Hoy habrá cacerolazos. Diciembre se despide con un nuevo golpe al bolsillo de los trabajadores que engordará el de las empresas. Todo sube, pero no para mejorar las prestaciones.
Como si hubieran sido insuficientes los aumentos de todas las tarifas a lo largo de estos tres años, con especial brutalidad en este que está terminando, ya está anunciado un nuevo aumento en los primeros días del 2019. A solo unos días de que termine el año, Cambiemos anunció una tanda de tarifazos que incluye desde subas en el transporte público hasta aumentos en los servicios. Así lo anunció Dietrich oficialmente el día de ayer. Según nos dice el ministro de Transporte. "A nadie le gusta pagar más por las cosas, pero seguro todos van a decir que quieren viajar mejor". Pero la referencia a "viajar mejor" y "estar mejor" sirvió hasta ahora para que los servicios aumenten y no cambie nada, y suena a un triste eco de la promesa de construir jardines de infantes con el dinero de fútbol para todos, cosa que, como bien sabemos, jamás se hizo.
El impacto sobre la dinámica de precios de semejante suba es evidente. Su consecuencia sobre los niveles de actividad, teniendo en cuenta que la mayoría de los hogares van a pagar facturas superiores a $1.200 y que eso va a impactar negativamente sobre el resto de los consumos, también.
Es el séptimo mes consecutivo de caída en el indicador, el cual tras un amesetamiento del nivel de actividad entre septiembre del año pasado y marzo último, pasó a exhibir caídas interanuales constantes. En diez meses el retroceso acumulado es 1,7 por ciento.
En el sector Construcción, la baja en el nivel de actividad responde al congelamiento de la obra pública como parte del paquete de ajuste fiscal que implementó el Gobierno para acceder al crédito del Fondo Monetario. La situación se agravará en los próximos meses debido a que el Gobierno decidió suspender las obras bajo financiamiento del plan público-privado como respuesta a la disparada del riesgo país por encima de los 800 puntos.
El desplome del consumo público y privado, de la inversión y las importaciones explican el pésimo desempeño de la actividad económica. La pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación explica así la caída de la actividad en octubre para el rubro comercio, tanto mayorista como minorista, según el EMAE.
De esta forma, Corporación Cambiemos demostró, un vez más, para quién gobierna: beneficia a los empresarios, a los ricos, mientras pulveriza nuestro bolsillo. Es todo sencillo de explicar. Aunque algunos digan que no se trata de un modelo de exclusión, ni hagan gigantesca transferencia de recursos de abajo hacia los de arriba, ni una vergonzosa rendición al FMI, ni nada de esas superficialidades que acusan a un gobierno que cumplió ya tres años de gestión.
La culpa es del kirchnerismo. Listo.
Tomaron 170.000 millones de dólares de deuda. Se fugaron 60.000 M, cubrieron un bache de cuenta corriente (balanza comercial, utilidades e intereres) por 40.000 M, pero toda la culpa es de Fernanda, porque cobra una asignación por hijo, o de Carlos, que sin subsidio a la luz no llega a fin de mes. La locura es que con toda esa deuda no pudieron parar el dólar. El dólar subió 104% Más del doble en un año. Comparable con el 2002.
Lamentablemente, a la luz de las variables, mirando los niveles de industria, empleo y salario, la economía ronda valores similares al año 2010, por tanto todavía hay margen para que siga cayendo. ¿Cómo se puede evitar que ello pase y así tener un mejor 2019, sobre todo teniendo en cuenta que es un año electoral? Ya no hay anabólicos de deuda como en 2017, hay una sola salida: regular.
Los niveles de dólares que precisa la economía no pueden controlarse sólo vía devaluación, deberá apuntalarse la merma de esa necesidad con regulación, por ejemplo impidiendo la formación de activos externos (que ya acumulan 60.000 millones de dólars fugados desde 2015), bajando la salida de intereses de deuda (reestructurando), limitando importaciones de lo que pueda producirse localmente, cobrando retenciones en dólares y no en pesos como ahora, y sobre todo logrando que mejore la demanda agregada en su conjunto, para ello deberá mejorar la ecuación de gasto público, impuestos, consumo privado, inversión privada. Esa ecuación sólo puede mejorar a partir de la chispa de un mejor y mayor gasto público financiado sin deuda (impuestos) y en combinación con frenar tarifazos que reduce los ingesos reales de las familias.
Y hablando de eso, los ingresos públicos previstos en el Presupuesto Nacional 2019 cubren solo el 86% del gasto por 4,17 billones de pesos, por lo que un 14 % se solventa con más deuda pública. Pero a su vez de ese monto, solo la mitad 2,07 billones de pesos, proviene de ingresos tributarios, tasas, derechos, y otros conceptos. Lo cual hace que el pago de intereses de la deuda por $746 mil millones, equivalga a un 36 % de estos ingresos genuinos del Estado. ¿Qué puede salir mal?
A todas luces, los resultados de la gestión son catastróficos. El gobierno neoliberal, aperturista y ajustador no solo bajó el salario real, las jubilaciones, deterioró la salud y la educación públicas -lo que era previsible- sino que aumentó dramáticamente la inflación -la baja de la inflación se supone una especialidad de este tipo de regímenes- y no atrajo ninguna inversión productiva -al menos en el plano ideal eso es lo que la derecha quiere lograr. Los cuantiosos créditos que un prestador de última instancia como el FMI vuelcan en el último año se fugan más rápido que lo que entran, tienden a enriquecer a un sector de los grandes especuladores y a sostener con instrumentos de vida asistida al Felino Macri, "hasta que se les ocurra algo mejor". Tampoco esta derecha logró en tres años ordenar la calle o disminuir los índices de la delincuencia. Hasta para una visión de derecha dura, el macrismo ha sido ineficaz.
Y termino la nota con una interesante reflección de Oscar Cuervo, aunque vale la acotación, no hace falta el estallido social para pagar con nuestros muertos... ya estamos pagando con muertos: los del gatillo fácil, los de la inseguridad y la violencia que provocan sus políticas, los desamparados que los parte un rayo porque duermen en la calle, los jubilados que no tienen para comprar un remedio, etc, etc..:
Renunció Iguacel. Hoy habrá cacerolazos. Diciembre se despide con un nuevo golpe al bolsillo de los trabajadores que engordará el de las empresas. Todo sube, pero no para mejorar las prestaciones.
Como si hubieran sido insuficientes los aumentos de todas las tarifas a lo largo de estos tres años, con especial brutalidad en este que está terminando, ya está anunciado un nuevo aumento en los primeros días del 2019. A solo unos días de que termine el año, Cambiemos anunció una tanda de tarifazos que incluye desde subas en el transporte público hasta aumentos en los servicios. Así lo anunció Dietrich oficialmente el día de ayer. Según nos dice el ministro de Transporte. "A nadie le gusta pagar más por las cosas, pero seguro todos van a decir que quieren viajar mejor". Pero la referencia a "viajar mejor" y "estar mejor" sirvió hasta ahora para que los servicios aumenten y no cambie nada, y suena a un triste eco de la promesa de construir jardines de infantes con el dinero de fútbol para todos, cosa que, como bien sabemos, jamás se hizo.
El impacto sobre la dinámica de precios de semejante suba es evidente. Su consecuencia sobre los niveles de actividad, teniendo en cuenta que la mayoría de los hogares van a pagar facturas superiores a $1.200 y que eso va a impactar negativamente sobre el resto de los consumos, también.
Es el séptimo mes consecutivo de caída en el indicador, el cual tras un amesetamiento del nivel de actividad entre septiembre del año pasado y marzo último, pasó a exhibir caídas interanuales constantes. En diez meses el retroceso acumulado es 1,7 por ciento.
En el sector Construcción, la baja en el nivel de actividad responde al congelamiento de la obra pública como parte del paquete de ajuste fiscal que implementó el Gobierno para acceder al crédito del Fondo Monetario. La situación se agravará en los próximos meses debido a que el Gobierno decidió suspender las obras bajo financiamiento del plan público-privado como respuesta a la disparada del riesgo país por encima de los 800 puntos.
El desplome del consumo público y privado, de la inversión y las importaciones explican el pésimo desempeño de la actividad económica. La pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación explica así la caída de la actividad en octubre para el rubro comercio, tanto mayorista como minorista, según el EMAE.
De esta forma, Corporación Cambiemos demostró, un vez más, para quién gobierna: beneficia a los empresarios, a los ricos, mientras pulveriza nuestro bolsillo. Es todo sencillo de explicar. Aunque algunos digan que no se trata de un modelo de exclusión, ni hagan gigantesca transferencia de recursos de abajo hacia los de arriba, ni una vergonzosa rendición al FMI, ni nada de esas superficialidades que acusan a un gobierno que cumplió ya tres años de gestión.
La culpa es del kirchnerismo. Listo.
Tomaron 170.000 millones de dólares de deuda. Se fugaron 60.000 M, cubrieron un bache de cuenta corriente (balanza comercial, utilidades e intereres) por 40.000 M, pero toda la culpa es de Fernanda, porque cobra una asignación por hijo, o de Carlos, que sin subsidio a la luz no llega a fin de mes. La locura es que con toda esa deuda no pudieron parar el dólar. El dólar subió 104% Más del doble en un año. Comparable con el 2002.
Lamentablemente, a la luz de las variables, mirando los niveles de industria, empleo y salario, la economía ronda valores similares al año 2010, por tanto todavía hay margen para que siga cayendo. ¿Cómo se puede evitar que ello pase y así tener un mejor 2019, sobre todo teniendo en cuenta que es un año electoral? Ya no hay anabólicos de deuda como en 2017, hay una sola salida: regular.
Los niveles de dólares que precisa la economía no pueden controlarse sólo vía devaluación, deberá apuntalarse la merma de esa necesidad con regulación, por ejemplo impidiendo la formación de activos externos (que ya acumulan 60.000 millones de dólars fugados desde 2015), bajando la salida de intereses de deuda (reestructurando), limitando importaciones de lo que pueda producirse localmente, cobrando retenciones en dólares y no en pesos como ahora, y sobre todo logrando que mejore la demanda agregada en su conjunto, para ello deberá mejorar la ecuación de gasto público, impuestos, consumo privado, inversión privada. Esa ecuación sólo puede mejorar a partir de la chispa de un mejor y mayor gasto público financiado sin deuda (impuestos) y en combinación con frenar tarifazos que reduce los ingesos reales de las familias.
Y hablando de eso, los ingresos públicos previstos en el Presupuesto Nacional 2019 cubren solo el 86% del gasto por 4,17 billones de pesos, por lo que un 14 % se solventa con más deuda pública. Pero a su vez de ese monto, solo la mitad 2,07 billones de pesos, proviene de ingresos tributarios, tasas, derechos, y otros conceptos. Lo cual hace que el pago de intereses de la deuda por $746 mil millones, equivalga a un 36 % de estos ingresos genuinos del Estado. ¿Qué puede salir mal?
A todas luces, los resultados de la gestión son catastróficos. El gobierno neoliberal, aperturista y ajustador no solo bajó el salario real, las jubilaciones, deterioró la salud y la educación públicas -lo que era previsible- sino que aumentó dramáticamente la inflación -la baja de la inflación se supone una especialidad de este tipo de regímenes- y no atrajo ninguna inversión productiva -al menos en el plano ideal eso es lo que la derecha quiere lograr. Los cuantiosos créditos que un prestador de última instancia como el FMI vuelcan en el último año se fugan más rápido que lo que entran, tienden a enriquecer a un sector de los grandes especuladores y a sostener con instrumentos de vida asistida al Felino Macri, "hasta que se les ocurra algo mejor". Tampoco esta derecha logró en tres años ordenar la calle o disminuir los índices de la delincuencia. Hasta para una visión de derecha dura, el macrismo ha sido ineficaz.
Y termino la nota con una interesante reflección de Oscar Cuervo, aunque vale la acotación, no hace falta el estallido social para pagar con nuestros muertos... ya estamos pagando con muertos: los del gatillo fácil, los de la inseguridad y la violencia que provocan sus políticas, los desamparados que los parte un rayo porque duermen en la calle, los jubilados que no tienen para comprar un remedio, etc, etc..:
Algunos compañeros, ante este panorama borrascoso, se ponen ansiosos y anhelan un estallido social que alivie su ansiedad. Pero este estallido se paga con nuestros muertos. La única salida hacia un gobierno popular estable, que no vuele por los aires como el de Dilma al poco tiempo de ganar, es la organización popular. ¿Va a coincidir el tiempo de la organización popular con los tiempos electorales? La política no es una ciencia exacta.
No te vayas, las cosas podrían empezar a ponerse interesantes de un momento a otro.
Feliz 2019 para todos (y todas) los cabezones de buen corazón. ¡de buen corazón dije! que somos muchos y nos conocemos mucho también
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