Con la palabra “democracia” creemos –o creíamos– entender que nos referimos –o referíamos– a la democracia plural, a la que corresponde a un Estado de Derecho, a la que pretende adecuarse a una sociedad abierta. Pero ha llegado el momento de precisarlo. Ya no podemos usar la palabra sin aditamentos porque nos estamos aproximando peligrosamente a una de las llamadas “democracias totalitarias” como las del último período de entreguerras y alguna aún posterior. Es necesario aclararlo porque las llamadas “democracias totalitarias” también tienen legitimidad electoral. Pero carecen de legitimidad democrática porque en ellas la mayoría coyuntural niega para siempre los derechos de la minoría y, de ese modo, impide la alternancia, con lo cual también niega y se burla del derecho de la mayoría a cambiar de opinión. Su coronación, como es sabido, es el “partido único”. En síntesis: “democracia totalitaria” es una contradicción en los términos, porque no es una democracia sino un totalitaris