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Jorge Pistocchi, el Último Anarquista

Pistocchi fue, entre otras tantas cosas, creador de la icónica revista alternativa "Expreso Imaginario", en ella supo burlar la censura trayendo al periodismo temas como la ecología la poesía y el pensamiento alternativo de la resistencia cultural. "Yo entendía que el movimiento contracultural que se estaba gestando a partir de los setenta, era el comienzo de una nueva conciencia humana que progresivamente se impondría en el planeta. Y cuando digo contracultural me refiero a la suma de todo el pensamiento de los que de alguna vez se animaron a pensar por cuenta propia y tuvieron la valentía de expresarlo. La diversidad nos hacía fuertes y más curtidos en la adversidad, en cárceles y manicomios. Expertos en diversas artes y oficios, con talento e inteligencia, dispuestos a poner lo mejor nosotros mismos para un futuro mejor, nos daba una conciencia omnipotente, un solo corazón universal. Y a partir de eso y ser parte de sus latidos, la redacción del Expreso no perdió su entusiasmo porque sabíamos que valía la pena el intento. Y así fue que a mediados del 76 resolvimos por fin sacar el primer número del Expreso". Dejó su revista cuando vio que el rock perdía su fuerza: "Comenzaron a decir y cantar lo que la gente quería escuchar, eran un producto más del sistema, me aburrían, habían cambiado su discurso por plata".

Por Pablo Kulcar

"Decir las cosas a través de otros, con metáforas literarias y artísticas. Hay todo un mundo fuera de lo permitido, y vamos a recorrerlo para no asfixiarnos. Parezcamos una revista de música a los torpes ojos de los censores que nos miran.
(...) Fue una historia increíble que sucedió hace cuarenta años y sin embargo hoy sigue teniendo vigencia. Estudiantes de comunicación han escrito innumerables tesis sobre la misma. Tiempos donde enfrentar tantos riesgos y sacrificios se convertía casi un acto de fe, que tuvo que atravesar diversas pruebas. Las calles de Bs As nos recordaban al Berlín de las películas durante el régimen nazi y encontrarnos diariamente en la redacción significaba un gran alivio. Muchos amigos venían a visitarnos (a refugiarse), a veces éramos más de veinte, en medio de todo ese tumulto y sentíamos que no estábamos solos.
Como la publicación estaba hecha por artistas, inclinados a distintas disciplinas  estaba  concebida como una obra integral, donde sus textos eran tan importantes como su gráfica y la poesía estaba presente en todos sus contenidos. Durante tres años se construyó un espacio creativo único de gente muy talentosa.
(...) Teníamos todo preparado para salir en la primer semana de abril de 1976 y si bien sabíamos que en cualquier momento la farsa de poder representada de Isabel y López Rega se derrumbaría sobre nuestra cabezas, rogábamos estar ya en la calle para cuando esto sucediera, pero a dos semanas de la fecha prevista para el lanzamiento, el 24 de marzo los militares tomaron el poder.
Nos reunimos a replantear la estrategia a seguir. Muchos nos insistían que hacerlo en esas circunstancias era una locura. Pero yo estaba más convencido que nunca de que debíamos enfrentarnos a todo y contra todos".

Jorge Pistocchi


"La Expreso", como la llamábamos entre quienes la comprábamos en aquella época, fue en cierta medida la revista de cabecera de todos aquellos que queríamos cambiar el mundo o por lo menos de querer hacer de este mundo un lugar mejor. Era el empujón mensual de creer que no moriríamos en el intento. Era la confirmación de que no se necesitaban de grandilocuentes proezas para ser todos los días un poco más naturales y humanos.

El 6 de agosto de 1976 a la calle el primer número de la revista "Expreso Imaginario" y así expone temas y personalidades que prácticamente no tenían cobertura. En sus 78 números, entre agosto del 76 y enero de1983, movilizó la juventud con sus tapas que fueron distintivos artísticos, como la célebre portada con el tomatazo a John Travolta .Con su correo de lectores que le dio voz a miles de pibes que las dictaduras enmudecieron.

Durante 7 años fueron sus directores Jorge Pistochi (su mentor), Pipo Lernoud y Roberto Pettinato .La redacción constituyó un semillero de especialistas en periodismo como Alfredo Rosso, Claudio Kleiman, y Gloria Guerrero entre muchos más.

El domingo 28 de septiembre del 2015, por la noche, murió Jorge Pistochi, creador de las emblemáticas revistas "Expreso Imaginario", "Pan Caliente" y "Mordisco". Todas publicaciones que en la década del 70 se atrevieron a todo y fueron contra todo. La figura de Jorge alcanzó su punto máximo como exposición de una nueva corriente humanista ecológica, que la revista revindicó. Con la pluma de  excelentes periodistas y escritores (Pipo Lernaud, Miguel Grinsberg entre otros) despertó y activó la imaginación neuronal de miles de chicos de 15 a 30 años.

La idea de un arte liberador, que como un huracán, atropellase todo lo que se les imponía como la norma a seguir, fue solo una de las características de su creación. El concepto universal del humanismo acariciaba un pacifismo bien definido. Determinado a marcar diferencias con un mundo violento y estructurado desde el poder. El rol político era animarse a ser libres, a pensar, a crear, ya sea música, escultura o ensayos filosóficos, donde el límite era solo el cansancio de escribir o la incapacidad de soñar.

El 6 de agosto de 1976 salía a la calle el primer número de la revista "Expreso Imaginario", fue considerada una revista contracultural icónica en el país. En sus 78 números albergó a quienes no tenían lugar y sí tenían para decir y mostrar. En sus páginas brillaban notas sobre medio ambiente, corrientes de pensamiento oriental, indigenismo, temas que por demás la dictadura militar no consideraba ni si quiera como una posibilidad a debatir. Eran un tipo de virus, bacterias de un mundo que se revelaba contra un poder todopoderoso, que a su vez como un ciclope, tenía una sola mirada de aquello que lo rodeaba.

En el año 2014, luego de varios años de trabajo,
Jorge Pistocchi inauguró el "Centro Cultural
Expreso Imaginario", ubicado en el barrio de
La Boca (Olavarría 664).
Desde ese día el centro cultural se convirtió
en un referente para los vecinos,
quizá porque revivía el espíritu de los ya casi
olvidados clubes de barrio.
Era un espacio en el que se desarrollaban distintas
actividades: talleres de huerta, de danza, de ajedrez,
de percusión, clases de música y dibujo,
entre otras actividades que reunían a muchas
familias durante la semana y más aún los fines
de semana cuando se realizaban distintos
espectáculos para todos los vecinos.
Hoy hay que hablar de presente aunque
el Expreso Imaginario se convirtió en una víctima más
de las medidas “anticulturales” del
gobierno macrista.


El Expreso trajo las novedades sobre literatura beat, ciencia ficción, historietas, rock y cualquier cosa que movilizara la conciencia humana. Incorporó géneros como música de vanguardia, folklore y el naciente punk rock inglés. Sus entrevistas marcaron una época, podían hablar de sexo, drogas y rock and rol, de agricultura ecológica, energía nuclear, del I Chin, Bob Dylan, o Astor Piazzolla. Todo bajo la bota trepidante de un gobierno que en muchos de los casos estaba ajeno a estos temas. Quizás desconocimiento o simplemente por falta de interés y desprecio a ese periodismo tan difícil de encasillar. Tipos que se mostraban como una extensión del arte rupturista y a su vez con la energía necesaria para la tarea.

El Expreso contenía en sus páginas las semillas de lo nuevo, de lo improvisado, del coraje, del riesgo a cualquier cosa. Ya en plena dictadura esquivo la nefasta maquinaria represora, arrogándose entonces un valor tan mítico entre la resistencia juvenil como lo fue el rocanrol. Pistocchi fue un visionario, mecenas de muchos tipos de la época, como el propio Luis A. Spineta a quien le trajo de los EE.UU los primeros instrumentos y acogió en su propia casa.

Estuvo contra la guerra de Malvinas, organizo una comunidad de alimentos orgánicos a la que llamo Centro Cósmico La Paternal. Fue líder en la recuperación de la primera fábrica en manos de una cooperativa de obreros, ANMAT en Monte Grande (una de las cosas que más orgullo le daba). Creía fielmente en la expansión del espíritu, en el desarrollo de una sociedad totalmente libre de cuerpo y mente. Jamás vendió su alma al diablo, jamás continuó algún proyecto que a su entender transaba con el sistema comercial.

Dejó su revista cuando vio que el rock perdía su fuerza: "Comenzaron a decir y cantar lo que la gente quería escuchar, eran un producto más del sistema, me aburrían, habían cambiado su discurso por plata" eran las palabras con la que explicaba su alejamiento del Expreso a 3 años de su lanzamiento.

Jorge Pistocchi siempre intentó todo lo que soñó, trabajó para darle un lugar a los invisibles: "con salvar a uno de estos pibes de la calle, todo valdrá la pena, sino que estamos haciendo para modificar la realidad".

El mundo como tal le parecía una debacle, la solo idea que se construyan armas nucleares era la tarjeta de presentación de la locura colectiva disfrazada de progreso, de nacionalismo irracional, de muerte. No le temía a nada, creía tan fielmente en la inmortalidad del espíritu, se sabía un pasajero del expreso de la vida. Jamás dio por terminada su lucha. Ni aquella que sus pulmones dejaban escapar en cada palabra.

Hablaba de las experiencias anteriores a nuestra vida, de los problemas ambientales, de cómo hacer para no aniquilarnos nosotros mismos. Capitalismo y marxismo eran dos caras de la misma moneda, la destrucción del planeta, de la sociedad, esa que el soñaba alimentándose sanamente y explorando todos los terrenos. La expansión de la conciencia, en el contexto de una sociedad reprimida, era un desafío que tránsito con todos los estímulos posibles. Las drogas dieron vueltas por su vida, pero su magia era natural, sobrevivió a todos los procesos.

Conocí a Jorge Pistocchi un verano, luego que Danilo, un amigo con el que vivía (y lo cuidaba) me llamó. Era la respuesta a un viejo pedido mío de participar en cualquier aventura que tuviera a Jorge nuevamente al frente. Llegué a las 18 y pasé por un patio gigantesco lleno de bananeros y plantas. En una mesa estaba él. Nos dimos la mano y como buen admirador le dije que conocía todo su trabajo. Esto pareció no importarle en absoluto o por lo menos no lo impacto. Sentado me preguntó si leía el Expreso, aclaré que sí, que lo recordaba como algo que me había impactado fuertemente en mi adolescencia.

En su contratapa tenía una historieta llamada "Little Nemo", llena de diseños barrocos bien recargados. Sus historias eran los sueños de un niño llamado Nemo que viajaba con su pijama en una cama, por el espacio. Se topaba con personajes todos muy circenses, en aventuras muy oníricas que carecían de una lógica lineal. Jorge sonrió entonces y me dijo "Te gustaban los dibujos, no? esa fue idea mía".

Trajeron una botella de vino y como no soy un buen bebedor lo degustamos lentamente de a dos. ¿Qué es el rock para vos?, fue la siguiente pregunta. Allí comencé un análisis sociológico de la sociedad media norteamericana de los años 50, su voz finita y estridente me interrumpió: "NO, NO, NO, nada de clase media! el rock viene de los trabajadores".

La Boca, su barrio por elección, todavía no sufre las consecuencias de su partida. Desde un viejo conventillo, un hombre con todas las letras, despegó. La luna roja de un domingo, como una cósmica transfusión se llevó su sangre para que la noche se transforme en arte y nos acurruque. Quisiera ser ese personaje de historieta, en donde el sueño termina cuando el chico finalmente cae de la cama, despertando de un sueño. Un tren viejo, con todos los colores, lo pasa a buscar. Es el Expreso Imaginario que no se rinde y estará dando vueltas por toda la eternidad, con el mismo terco y único maquinista, mi amigo Jorge Pistocchi.

Pablo Kulcar


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