Jaime sin Tierra evolucionó de un rock con guitarras espesas a los viajes espaciales y, por qué no, hacia cierta neopsicodelia. Del noise rock al minimalismo explorado en un estudio de grabación, con una poética circular que coquetea con lo naif. Cada sonido, cada silencio, está claramente planeado en busca de crear atmósferas densas, pero no hay oscuridad, no, sino recorridos sonoros, propuestas de viajes a través de paisajes hondos. Tan hondos que, en el último tema, "Chascomús", llega casi a los veinte minutos para concretar lo que parece ser la idea general en "Tren": hacer de la canción el camino menos evidente. Tomar la estructura original y llevarla a un lado y otro, y a otro más, y a otro. Una estructura que amplíe las posibilidades iniciales con movimientos mínimos, pero constantes en diferentes repeticiones.
Quizás hay que aclararlo de entrada: la siguiente lista no está armada por nosotros, y la idea de presentarla aquí no es porque se propone como una demostración objetiva de cuales obras tenemos o no que tener en cuenta, ya que en ella faltan (y desde mi perspectiva, también sobran) muchas obras indispensables del rock argento, aunque quizás no tan masificadas. Pero sí tenemos algunos discos indispensables del rock argentino que nadie interesado en la materia debería dejar de tener en cuenta. Y ojo que en el blog cabezón no tratamos de crear un ranking de los "mejores" ni los más "exitosos" ya que nos importa un carajo el éxito y lo "mejor" es solamente subjetivo, pero sobretodo nos espanta el concepto de tratar de imponer una opinión, un solo punto de vista y un sola manera de ver las cosas. Todo comenzó allá por mediados de los años 60, cuando Litto Nebbia y Tanguito escribieron la primera canción, Moris grabó el primer disco, Almendra fue el primer ...
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