Cuando encender la luz, abrir una canilla y prender una estufa vuelvan a ser gestos cotidianos y no un viaje hacia el territorio de la incertidumbre.Julio Rudman
Cuando la bicicleta sea otra vez un medio de desplazamiento físico y no un sillón para burócratas o el modo de reproducir billetes.
Cuando una carrera científica no termine más en un tacho de basura o en un mullido laboratorio anglosajón.
Cuando una jubilada salga de la farmacia con su medicamento y no con una arruga más en la frente.
Cuando una mujer pobre pueda abortar de manera legal, segura y gratuita en un hospital público y no en la carnicería del barrio, escondida y entre ratas, moscas y avergonzada.
Cuando un decreto vuelva a ser una invitación al festejo y no un misil a la línea de flotación de los humildes.
Cuando ingresar a la escuela pública sea un ascenso y no una caída.
Cuando el trabajo sea un organizador de la vida familiar y no una utopía perdida.
Cuando el ombligo recupere su condición de cicatriz del origen en lugar de jugar a ser cúspide de la montaña de los valores.
Cuando la política sea un cursus honorum y no un gerenciamiento corporativo.
Cuando no sea un milagro la libertad de ella.
Cuando Alí Babá y los 40 ladrones dejen la Casa de Gobierno y regresen al libro que los hizo célebres hace mil y una noches.
Cuando Bullrich sea sólo un patio, lo tomemos y hagamos un parque ecológico con peces rojos y globos aerostáticos multicolores, menos uno.
Cuando digamos Paco y nos venga a la memoria Ibáñez y sus cantos o Porrúa y sus ediciones y deje de ser el mutilador de cerebros de nuestros pibes pobres.
Cuando un banco sea un mueble para apoyar el culo en una plaza mientras nos besamos y no la casa madre de las estafas.
Entonces, cuando nuestros muertos nos manden que cantemos, como dice Mario, cuando empecemos a reconstruir el nido celeste y blanco de este territorio mestizo, cuando ya no quede más tiempo para lamentos y llegue la luz del trabajo consciente y fecundo, nos tomaremos de las manos y antes del primer ladrillo recordaremos los versos mareados de Cadícamo: “Y, sin embargo, ¡ay!, mirá lo que quedó”.
Quizás hay que aclararlo de entrada: la siguiente lista no está armada por nosotros, y la idea de presentarla aquí no es porque se propone como una demostración objetiva de cuales obras tenemos o no que tener en cuenta, ya que en ella faltan (y desde mi perspectiva, también sobran) muchas obras indispensables del rock argento, aunque quizás no tan masificadas. Pero sí tenemos algunos discos indispensables del rock argentino que nadie interesado en la materia debería dejar de tener en cuenta. Y ojo que en el blog cabezón no tratamos de crear un ranking de los "mejores" ni los más "exitosos" ya que nos importa un carajo el éxito y lo "mejor" es solamente subjetivo, pero sobretodo nos espanta el concepto de tratar de imponer una opinión, un solo punto de vista y un sola manera de ver las cosas. Todo comenzó allá por mediados de los años 60, cuando Litto Nebbia y Tanguito escribieron la primera canción, Moris grabó el primer disco, Almendra fue el primer ...
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