Una vez terminado el concierto salimos al hall a saludar a los coprotagonistas de aquella quijotada. En un momento se acercó una pareja, el tipo me preguntó si yo era familiar de una desaparecida de apellido Caracoche, le aclaré que no, que mi apellido era distinto, parecido, pero diferente. Se acercaron varios familiares de detenidos. En un momento un pibe muy flaco se paró frente a mí, dijo con timidez que tenía nuestro disco, me dio un beso y dijo: “gracias… en nombre de los muertos de La Plata…” Y se fue entre la gente.
En el invierno de 1986, cumplía años un chabón que andaba por los boliches gays de la época. Me invitó, yo lo conocía del barrio, del colegio Herrera, en Villa Crespo. Cuando llegué a su casa de la calle Vera ya estaban todos los invitados e invitadas tomando vino, fumando y comiendo sánguches de miga de La Sala, la confitería del barrio.
En un momento, el invitado más conocido se acercó saludándome con mucha calidez. La música de David Bowie sonaba fuerte, entonces se acercó a mi oreja derecha y dijo: “¿te acordás cuando presentaron el primer disco en La Plata y le dedicaste un tema a los muertos de La Plata?, bueno, el pibe que te dio un beso a la salida fui yo…” Lo miré desde el alma y con inapelable agradecimiento lo abracé muy fuerte, junté fuerzas emocionadas para confesarle: “vos sos un grande, Federico”.
Al rato llegó una tanda de pizzas de la Nápoles, la sucursal del cielo en nuestro barrio en plena avenida Corrientes. Una chica teñida de un colorado salvaje abrió la polémica tratando de interpretar la letra. La mayoría se inclinó por decir que estaba más que claro que allí se hablaba de un romance, de alguien que conmovía al autor y producía una excitación particular. Mantuve silencio, es que tenía otra opinión. Es más que curioso escuchar a la gente teorizar acerca de lo que interpreta de una letra, sobre el mensaje que cree recibir. El Tarta, otro de la barra de Atlanta, me preguntó qué interpretaba de esa letra. Hice fondo blanco absorbiendo las certezas de un vino sabroso y conté: “para mí habla del faso, el elemento que comunica a esas dos personas…” Federico largó una carcajada, se recostó sobre el sofá, mientras unía y separaba los dedos índice y pulgar de su mano derecha, como aquel hermoso gesto del Chavo del 8. Federico es el autor de esa letra, un escorpiano de Berisso.
La brazuca Mary fue hacia el equipo de música portando el disco “Huevos”, de Zas. Subió el volumen y estalló “Un poco de satisfacción”, un temazo ya transformado en un clásico por esos días. Nadie se quedó sentado. Un coro con tanto entusiasmo como afinación cantaba “si te hago el favor, es para verte reaccionar, cuando pierdas el temor, algo nuevo encontrarás…”, música brillante para tiempos dorados.
El Bolita pegó un salto, se paró arriba del sofá y arengaba como trepado al paravalanchas de la cancha de Atlanta: “nena, dame, dame un poco más… un poco de satisfacción…”, y todos repetíamos como en un mantra marihuanero. La belleza estaba ahí, subía por nosotros, se metía entre las ropas, cantaba, bailaba, el humo le complicaba las cosas a las luces y todos estábamos un poco más cerca de la felicidad.
“Recordando tu expresión, vuelvo a desear…”, que impecable comienzo para una letra. “Sofocado por el sueño y la presión, busco un cuerpo para amar…”, qué hermosa y flashera sensación.
Bienaventurados los sofocados por la calentura porque de ellos será el reino de los cielos.
Alguna vez me voy a despertar en un país donde no hayas tibios, ni racionales, ni esquemáticos, ni lógicos, ni dogmáticos.
“Me puedo estimular, con música y alcohol, pero me excito más, cuando es con vos, siento todo ideal…” Un homenaje a la marihuana.
Qué flor de banda Virus, loco, claro que un grupo capitaneado por alguien como Federico Moura está condenado al éxito.
En este tema siempre me gustó, y mucho, la línea de bajo, que es quien se carga el tema. Enorme trabajo del preciso Enrique Mugetti. El tipo se monta sobre un montón de corcheas, por momentos dibuja y vuelve a la base, haciendo que el tema camine todo el tiempo.
Otro detalle para marcar es el solo de guitarra, lo realiza Julio Moura, el otro autor del tema, un violero justo para el clima de la banda. Cortito y al pie. Con un sonido bien ochentoso y agradable, melodioso y rítmico a la vez, que despega, desarrolla y cierra en 8 compases, algo muy complejo. En ese terreno el campeón era George Harrison, e hizo escuela, pero no es nada sencillo bancarse la parada. Por supuesto que debo reconocer que Federico Moura fue uno de los mejores cantantes del rock argentino. Melodioso, sabiamente rítmico, sabía frasear con elegancia y era realmente un tipo con una imagen muy potente parado en el escenario. Era una máquina de irradiar.
Federico fue también un militante, estuvo en la corriente político filosófica fundada por Mario Rodríguez Cobos, más conocido como Silo. Fue el origen de lo que se conoce como el Movimiento Humanista. Allí estaba su hermano Jorge, quien al poco tiempo decidió pasarse a las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo porque había que endurecerse. En 1977 Jorge fue secuestrado por el Terrorismo de Estado, ese mismo que anda hoy rondando la Casa Rosada repartiendo desilusiones. Desde aquellos días Jorge Moura continúa desaparecido.
Por esta razón Virus se negó a tocar en aquel vergonzoso Festival ¿de la Paz? en plena Guerra de Malvinas. Un festival organizado por una banda de atorrantes que ven los billetes y llegan al orgasmo de inmediato. Arrastraron a algunos músicos ingenuos, y a otros no tanto, a ponerle fondo musical a una época repugnante.
Hay gente, diarios, revistas, noticieros, titulando que grupos de homosexuales hicieron tal cosa, o tal otra, pero nadie escribió que un grupo de heterosexuales se reunió para beneficiar a la Dictadura Militar. Aguanten Los Putos, carajo!!!!!!
Jorge Garacotche - Integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA, Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires
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