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The Devil's Staircase - The Devil's Staircase (2020)

Gracias al Rafa Nori recordamos y revivimos este gran disco, otra de las maravillas salidas de México. "¿Quieres escuchar geometría fractal y física no lineal en el lenguaje de la música?", preguntan estos músicos desde México y EEUU, y si bien esto no es math rock, está íntimamente ligado a matemática y la física pero llevado al terreno musical, cuando algunos científicos, profesores y músicos del CCC (Columbia College Chicago) a los que les sumaron Ramsés Luna (Cabezas de Cera, Luz de Riada, Pascal Gutman Trío), Mattias Olsson (Änglagård, White Willow) y terminaron armando un supergrupo experimental creando un disco excepcional. En este show de proyectos latinoamericanos se meten dos mexicanos, dos yankis y un sueco a dar cátedra de experimentación sonora, creando un disco inspirado en las matemáticas, los fractales, la geometría y la ciencia para llevar las estructuras de planos matemáticos al área musical. Con ustedes, un disco que es fruto de la pasión por música en la línea de Univers Zero, Mahavishnu, Gentle Giant, Jethro Tull, Änglagård, Anekdoten, música que se las trae y que seguramente le quebrará la cabeza a más de uno. Un disco que captura el proceso imaginativo de una manera que eleva los rangos más altos de la creatividad musical.

Artista: The Devil's Staircase
Álbum: The Devil's Staircase
Año: 2020
Género: Progresivo ecléctico experimental
Duración: 40:56
Referencia: Bandcamp
Nacionalidad: México / EEUU / Suecia

The Devil's Staircase es un grupo internacional de músicos que tocan rock inspirados en las matemáticas y la ciencia. Pero no tocan rock matemático. Su música está íntimamente relacionada con las matemáticas y la geometría. Devils' Staircase se formó para intentar responder una pregunta simple: ¿Cómo sonaría la música si estuviera estructurada en torno a la geometría real de la naturaleza? que no es exacta como la geometría humana, aunque sí extremadamente compleja.
Un primer intento de responder a esta pregunta fue el álbum debut de la banda, interpretado por Aaron Geller (EE.UU.) en guitarras (profesor de química en Virginia Tech.), Luis Nasser (México) en el bajo y la composición (Sonus Umbra, Luz de Riada y profesor de física en Columbia College Chicago), Tim McCaskey (EE.UU.), guitarrista con Sonus Umbra y Might Could, y profesor de física también en Columbia College Chicago, a lo que se les unió Ramsés Luna (México, mejor conocido como compositor, improvisador y líder del movimiento de pintura sonora de México, conocido por su trabajo en Cabezas de Cera, Luz de Riada, Pascal Gutman Trío y otros muchos proyectos) en saxo, WindMidi, synthsax, y luego Mattias Olsson (Suecia) en batería, percusión, mellotron (multiinstrumentista, productor y quimera musical conocido por su trabajo con Änglagård, Necromonkey, White Willow y muchos otros proyectos, apareciendo en cientos de álbumes a lo largo de una carrera verdaderamente ecléctica), más Edgar Arrellín Rosas en el diseño de sonido en vivo.

Un disco en que confluyen ideas de dinámica no lineal, fractales, la física, la biología y hasta la astronomía para inspirar formas compositivas, pero no le dicen a la banda qué hacer, sino que funciona como inspiración.
Y para tratar de desentramar toda esta compleja trama, vamos con el primer comentario del disco...

El diablo, una escalera, las matemáticas y la música
Las matemáticas, confieso, me resultan un galimatías y no deja de sorprenderme la estrecha relación existente entre éstas y la música. En estado puro, son las causantes de dolores de cabeza para la mayoría. Sin embargo, hay quienes son capaces de conjugarlas, reconciliarlas, hacerlas amigas… y tornarlas indispensables.
La breve descripción que The Devil’s Staircase (La Escalera del Diablo) hace de su forma de trabajo parece tomada de un libro de álgebra o de algún oscuro tratado: “Que las matemáticas y la música estén relacionadas es bien conocido. Sin embargo, la base de las matemáticas es la geometría de Euclides: los puntos, las líneas rectas, las curvas suaves. En la naturaleza, las formas no son así. Son figuras escabrosas, de alta complejidad que sin embargo existen en toda ella y que se pueden obtener mediante simples reglas matemáticas, repetidas un gran número de veces, y errores estocásticos”.
No se amilane, lector; aguante un poco más. Sigue el comunicado: “Esta es la fórmula de composición de The Devil’s Staircase” y es una nueva forma de emplear la matemática para componer (no de manera algorítmica, sino deliberada y humana). Al mismo tiempo, es un ensamble científico también: la música ha abierto puertas en la investigación de sistemas dinámicos. La composición ‘Morse’, basada en la secuencia Thue-Morse, abrió las puertas para que se diera  una publicacíon en el Journal of Mathematics and Music (2020) y más por venir”.
En un territorio menos abstracto, The Devil’s Staircase es un grupo en el cual tres de sus integrantes son académicos de tiempo completo: Aaron Geller (guitarra; Might Could, Funk Ark), Luis Nasser (bajo; Sonus Umbra, Luz de Riada), Tim McCaskey (guitarra; Sonus Umbra, Might Could). Completan la banda Ramsés Luna (synthsax; Luz de Riada) y Mattias Olsson (batería; ex Anglagard). Edgar Arrellín Rosas, en la ingeniería de audio, es el responsable de unir este trabajo nacido en la distancia, pues sus integrantes viven en distintos países.
Ahora han puesto a circular una placa homónima (The Devil’s Staircase, 2020), en la que las avenidas de la fusión, la experimentación y el progresivo en su veta sinfónica se cruzan continuamente, para trazar un mapa marcado por una energía extrema: saben utilizar la potencia, pero sin abandonar la musicalidad. En “Rule 34”, por ejemplo la introducción trae a la memoria a Mahavhisnu Orchestra, pero la referencia se rompe de inmediato por los constantes cambios de tiempo, la incorporación de una guitarra ácida, sicodélica, cercana al heavy metal y el synthsax que suena a violín.
Esta cruza entre elementos de jazz rock, una veta progresiva-sinfónica (aunque sin rimbombancia) y destellos experimentales son el sello de la banda. Con esa premisa, que en realidad es mucho más compleja [el grupo describe este corte como: “Los autómatas celulares, el rock progresivo y otros ingredientes secretos se dan un encontronazo bajo la regla del internet que dice: para cada tema publicado en la red, existe pornografía”], el quinteto nos conduce por temas vigorosos (“Room 104”), pasajes con visos de música del mundo aderezados con otros más agresivos, en un continuo vaivén que da a la música un carácter más robusto y que encuentra, en una mayor extensión de la misma, las posibilidades de desarrollarse y crecer aún más y cuyo mejor ejemplo es “Cantor Dust”, trepidante composición que logra combinar una brutal energía con espacios de enorme musicalidad.
En “Morse” —que  ellos llaman “el primer capítulo en nuestra exploración de la sinergia entre secuencias binarias, sistemas dinámicos y la música”—, tenemos un coro de voces virtuales generado por el synthsax y aquí los cambios de tiempo y ritmo generan la impresión de que la composición se desdobla para dar paso a una nueva en la que se intercalan algunos breves solos de las guitarras que conviven con esa demostración de fuerza que hay en casi todas las composiciones de la banda.
De Chicago, a Estocolmo y de allí a Santiago de Chile y viceversa, la pistas de esta música viajaron muchas veces hasta llegar finalmente a Ciudad de México, donde la mano de Edgar Arrellín se encargó de imprimirles el trazo final. El resultado es desafiante, juega con el escucha, la música le coquetea, le lanza guiños, flirtea con él, promete pero no dice cuáles son sus exigencias.
“¿Quieres escuchar geometría fractal y física no lineal en el lenguaje de la música?”, preguntan estos cinco y la boca empieza a salivar como si le pusieran a uno enfrente esa fémina o varón largamente deseado, sin percatarse de que a tan intrincada pregunta y con semejante apariencia habrá que decir que sí.
Entonces uno camina ansioso tras el promisorio fruto y al llegar a la antesala de aquello anunciado como el paraíso, una voz grave nos recuerda uno de los requisitos: “Desciende por la escalera del Diablo”.
Nadie dejará escapar la oportunidad. Ya adentro, sólo queda dejarse llevar por este furioso ciclón. No hay posibilidades de salir indemne en este descenso-ascenso, tampoco hay razones para librarlo. Los placeres sonoros así son, lo demandan todo, incluso el alma.

David Cortés

Teniendo en cuenta todos los aspectos de la creación de este álbum, como el contenido musical y las adaptaciones conceptuales, todos los elementos parecen entretejer de manera significativa, donde miembros de México, Estados Unidos y Suecia se juntaron en el pandémico 2020 para dar origen a un disco virulento. Este supergrupo es esencialmente el proyecto de los profesores de física de Chicago Luis Nasser (líder de Sonus Umbra) y Tim McCaskey (guitarra en Sonus Umbra), y desde allí han convocado a los demás músicos, artistas y científicos, armando este festival de monstruos musicales fractalizados.

La mayoría de las canciones son de tempo medio, nunca aburridas, a veces una especie de música rock espacial, diversa y dispersa, intrigante con sus giros y vueltas, desplegado con mucho encanto, desplegando infinidad de recursos en los 5 temas, 3 de ellas de más de 10 minutos. Cada audición te van a dar nuevos escalofríos y emociones, podrás descubrir cosas nuevas y esa es la magia de este tipo de discos.

Y para conocer su música, aquí va el primer video...




Juntos, este sexteto crea una perplejidad musical e n un álbum instrumental de cinco temas de estilo ecléctico que toca una interesante variedad de estilos. Este no es uno de esos discos que utiliza la abstracción matemática por sí misma, para llevar al oyente a un viaje instrumental que no solo une la sensibilidad de las sensaciones sonoras con las angulaciones imaginativas desde un vanguardismo extremo, y donde también presenta aristas R.I.O. bastante interesantes que no sonarían fuera de lugar en un álbum de Univers Zero, Present o algún grupo por el estilo. 
En este disco hay una preponderancia de la guitarra junto con los instrumentos de rock habituales, y juntos se meten en una variadad de estilos abstractos con toques de jazz ocasionales (cortesía del saxo), rockeros y poderosos riffs siguiendo los ecos y los compases descentrados que enriquecen el proceso de la base rítmica (atención con el gran trabajo del bajo, y por supuesto la percusión llevada adelante por un maestro), a lo que se suma las notables interpretaciones de un espectro amplio de estructuras sonoras, collages y matices armónicos. En realidad la banda emplea en gran medida las características progresivas tradicionales que surgieron hace décadas y todavía funcionan, ligadas también a los desarrollos improvisados cercanos al jam psicodélico. Pero más allá de las definiciones estrictas de su música, lo que importa es que estos muchachos lo que hacen, lo hacen muy bien. y por último, varios instrumentos extraños (otra cortesía de Ramsés Luna) hacen que el álbum sea aún más atractivo.

Trabajo excepcional que garantizan un gran y asombroso descubrimiento musical.
Este es un buen álbum de principio a fin con una excelente interacción instrumental. Para escucharlo, entrale a su espacio en Bandcamp:
https://thedevilsstaircase.bandcamp.com/album/the-devils-staircase

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Y aquí su blog, para darle un carácter bien nerd!
https://thedevilsstaircaseband.blogspot.com/


Lista de Temas:

1. Gravitation (Parts 1 & 2). 11:11
2. Rule 34. 4:03
3. Room 101. 4:03
4. Morse. 11:15
5. Cantor's Dust. 10:21 

Alineación:

- Aaron Geller | Electric Guitar
- Ramsés Luna | Saxophone, Midi Wind, Electronics
- Tim McCaskey | Acoustic Guitar
- Luis Nasser | Bass Guitar, Holophonics
- Mattias Olsson | Drums, Percussion, Mellotron




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