Hay algo en la última escena de la película Quadrophenia, esa en la que Jimmy conduce hasta Beachy Head tras apropiarse de la moto de Ace Face en el hotel de Brighton y bordea temerariamente el precipicio como si necesitase recordar que al menos tiene el control sobre su propia muerte, esa en la que su pasado y su presente se detienen frente a un mar inconmovible mientras el riff de "Love, Reign o’er Me»" interrumpe el estribillo de "I’ve Had Enough" en una metáfora perfecta, esa en la que solo transcurre un instante pero en realidad transcurre una vida entera y tú notas como algo nervioso te baja por la nuca como un relámpago estremeciéndote el alma, que condensa todo el espíritu narrativo del disco Quadrophenia como ópera rock. Es un momento hipnótico. De tensión contenida. En el que algo está continuamente a punto de suceder pero nada sucede. Como la propia vida de Jimmy.
Una ópera rock —a diferencia de cualquier otro disco al uso, en el que se trata un tema distinto en cada corte—, es un álbum cuyas canciones, concebidas a modo de episodios, van conformando un relato que responde a una determinada cronología y en el que se mantiene la temática y el argumento, produciéndose la correspondiente evolución de los personajes a lo largo de la historia que se está narrando. Además, en lo musical, durante la reproducción del disco se van repitiendo una serie de fragmentos instrumentales o vocales que funcionan como hilo conductor.
Constituye un género en sí mismo, aunque su denominación resulte un tanto confusa. En realidad, no tiene por qué haber en ellas elementos típicos de la ópera ni el álbum debe ser representado de forma teatral, incluyendo una acción escénica protagonizada por actores y cantantes que den vida a los personajes de la obra. La diferencia con cualquier otro álbum es su utilización como vehículo narrativo, por lo que su interpretación en directo, adaptaciones aparte, sigue el mismo formato que cualquier otro disco de rock and roll.
Quadrophenia, 1979. Imagen: The Who Films / Polytel.
La historia que se cuenta en Quadrophenia es la historia de Jimmy Cooper, un joven londinense de clase obrera que, a través del prisma de su rabia adolescente, cree vivir una vida vacía y sin futuro contra la que decide rebelarse. Se ve atrapado en un trabajo mediocre que no le satisface, tiene problemas para relacionarse, detesta a sus padres y a su hermana y no soporta regresar cada noche al domicilio familiar, donde no es nadie. Por las tardes, arropado por los demás miembros de su pandilla, se siente especial.
El relato se ubica en el año 1964, en pleno auge del movimiento mod, al que Jimmy y sus amigos se aferran como el único suelo firme que conocen. Hay en todo ello cierta herencia de los estereotipos beatnik y, al mismo tiempo, se empieza a respirar un ambiente protopunk, muy pegado a la realidad del «no future» de la juventud británica de mediados de los años setenta. Su actitud pesimista y de desarraigo vital, su sentimiento de pertenencia a la manada, su atávica rivalidad con los rockers y las consecuentes peleas callejeras, su especial querencia por determinados estilos de música como el modern jazz, el R&B, el soul o el ska jamaicano, el consumo de anfetaminas y su marcados patrones estéticos constituyen, en el caso de Jimmy, una suerte de patria.
Sin embargo, algo no termina de encajar. Su carácter rebelde no basta para calmar algunas de sus inquietudes, que por momentos parecen oscilar entre cuatro puntos cardinales diferentes. No solo hay un Jimmy Cooper dentro de casa y otro Jimmy Cooper en la calle. El desdoblamiento es mayor. Y el motivo es que el personaje fue creado para padecer algo similar a una cuádruple personalidad. Hay cuatro clases de Jimmy Cooper. Un hecho que se refleja en diferentes partes de la historia, sobre todo en lo que se refiere a las diferentes reacciones del protagonista, pero especialmente en cuatro canciones que representan y definen cada uno de sus caracteres, «Helpless Dancer», «Bell Boy», «Doctor Jimmy» y «Love, Reign o’er Me», cuya base instrumental se repite por momentos en otros temas como el inicial «I Am the Sea», «The Rock», «I’ve Had Enough» o la propia canción «Quadrophenia», otorgando al álbum cierta uniformidad y reforzando la idea de personalidad múltiple. El disco, de hecho, se titula Quadrophenia porque pretende ser una deformación de la palabra «esquizofrenia», habiéndose asumido por equivocación que la esquizofrenia es un trastorno asociado a la doble personalidad.
Cuando Pete Townshend comenzó a escribir Quadrophenia, un álbum que constituiría su segunda ópera rock después de Tommy y que serviría para aprovechar parte del material de los fallidos proyectos Lifehouse y Rock Is Dead-Long Live Rock!, tenía en mente que los protagonistas del relato fuesen los propios miembros de The Who. Sin embargo, al comentar la idea con Jack Lyons, uno de los principales seguidores de la banda, este sugirió a Pete que tal vez el protagonista podría ser un fan del grupo. Fue entonces cuando Townshend decidió escribir sobre un seguidor de The Who cuyas cuatro personalidades se correspondiesen con las de los cuatro integrantes de la banda. Es decir, The Who contarían la historia de un seguidor de The Who que, a su vez, representaría a los propios miembros de The Who.
Por eso cada una de las cuatro canciones que reflejan en Quadrophenia la personalidad de Jimmy son, en realidad, canciones que hablan del carácter y la forma de ser de Roger Daltrey, Keith Moon, John Entwistle y Pete Townshend. En el libreto que acompañaba al disco, se puede leer, a modo de resumen: «Un tipo duro, un bailarín indefenso. Un romántico, ¿soy yo por un momento? Un maldito lunático, te llevaré el equipaje. Un mendigo, un hipócrita, el amor reina sobre mí», donde Daltrey es el tipo duro del que habla «Helpless Dancer», Entwistle el romántico del fragmento «Is It Me?», incluido en «Doctor Jimmy», Moon el lunático al que se refiere «Bell Boy» y Townshend el cínico de «Love, Reign o’er Me». El propio guitarrista y compositor lo explicaba en una entrevista poco después de la publicación del disco, en el año 1973: «Jimmy es un personaje que tiene cuatro caras. Una de ellas es la violenta y agresiva. La segunda tiene algo de romántico y tierno. La tercera es alocada y despreocupada, mientras que la cuarta y última es la más inquieta, la de un joven que se hace preguntas y busca respuestas. Cada una de estas caras está representada por un miembro del grupo».
Y así se plasmó en la portada del álbum. En ella se puede ver a un joven mod, presumiblemente Jimmy Cooper, cubierto con la característica parca y montado en una scooter, cuyos espejos retrovisores devuelven la imagen de los cuatro integrantes de The Who, evocando la idea de que Jimmy es al mismo tiempo Roger, Keith, John y Pete.
El resultado es una ópera rock compleja y fascinante que se desarrolla a lo largo de diecisiete canciones sensacionales entre las que se encuentran algunas de las piezas más brillantes de la historia del rock and roll. Como la trepidante «The Real Me», cuya línea de bajo y sus potentísimos acordes de guitarra la dotan de una energía incomparable que nos hacen comprender la frustración de Jimmy, quien se encuentra en ese instante buscando ayuda en la consulta del psiquiatra, en su propia casa y visitando a un sacerdote. O «I’m One», uno de los cortes más clásicos en cuanto a instrumentación y sobre el que Townhsend explica: «Cuando yo era un niño pensaba que mi guitarra era todo lo que tenía. No era suficiente para integrarse en un grupo, ni te hacía más apuesto ni inteligente como para ser popular en el colegio, ni suficiente para ser buen deportista. Era un perdedor. Creo que todos nos sentimos así en algún momento. Sin embargo, ser un mod daba una sensación de pertenencia. Jimmy está pensando que él, por lo menos, es un mod». O «5:15», sobre el viaje de Jimmy a Brighton y en la que destaca la poderosa instrumentación de cuerdas. O la propia «Love, Reign o’er Me», con la que se cierra el disco y que cualquier músico desearía haber firmado.
En la película, rodada en 1979, la última canción que se escucha es «I’ve Had Enough». Como en el disco, Jimmy ha entrado en una espiral autodestructiva y no encuentra su lugar. Sus padres lo han echado de casa, ha abandonado el trabajo, su novia lo ha dejado por su mejor amigo, se ha gastado todo el dinero que le quedaba en drogas y ha destrozado su scooter en un accidente de tráfico. Decide regresar a Brighton en busca de la única referencia que le queda, Ace Face, el líder de su cuadrilla de mods, pero allí descubre que, como le sucedía a él mismo, ese personaje solo existe dentro de la manada. El resto del tiempo es el botones de un hotel. Todo su mundo se ha venido definitivamente abajo. Ya no sabe qué es real y qué no lo es.
Así que roba la moto de Ace Face y conduce hasta los acantilados de Beachy Head dispuesto a terminar con sus propios demonios. Durante el proceso, observamos cómo afluyen las cuatro personalidades de Jimmy. El tipo peligroso que roba una scooter a plena luz del día, el temerario que recorre el borde del acantilado, el romántico que se detiene frente al océano y pierde su mirada en el horizonte y, por fin, el chico asustado que se pregunta quién es. La instrumentación de «I’ve Had Enough» parece ir acoplándose a cada uno de esos estados, especialmente durante la intervención del fragmento de «Love, Reign o’er Me», hasta que Jimmy reacciona y grita «¡Yo!», respondiendo tal vez a la pregunta sobre su verdadera identidad.
Es entonces cuando toma carrerilla con la moto, se coloca frente al acantilado y todo aquello que continuamente parecía estar a punto de suceder, por fin sucede. Desde un plano contrapicado, la scooter de Ace Face y todo lo que representa, la propia vida anterior de Jimmy, su trabajo, su familia, su grupo de mods, las anfetaminas y sus cuatro personalidades, son lanzadas al precipicio y destrozadas contra las rocas, donde el pasado permanecerá para siempre hecho añicos.
Solo volvemos a ver a Jimmy una vez más, y es al principio de la película. En la primera escena, que, cronológicamente, es la última. Aparece caminando hacia nosotros, con el acantilado al fondo y la actitud de quien comienza de nuevo. A sus espaldas ya no queda nada, salvo la vacía inmensidad del mar. La canción que se escucha es la que abre el álbum y amalgama las cuatro canciones de los miembros del grupo: «I Am the Sea». Y aquella sensación nerviosa que te bajaba por la nuca como un relámpago estremeciéndote el alma se desvanece y deja paso a la más absoluta quietud. Hasta que la película —y el álbum, claro— vuelve a empezar y la historia comienza de nuevo.
Puedes decir que soy un soñador pero no soy el único espero que algún día te unas a nosotros y el mundo vivirá como uno.
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Fabuloso texto, felicitaciones por incluirlo. Un abrazo.
ResponderEliminarPuedes decir que soy un soñador
ResponderEliminarpero no soy el único
espero que algún día
te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.
Parece que apareció otro, después de tantísimos años...
No seremos muchos, aún...
pero somos buenos, buenos,
aunque nos quieran confinar a 20 años de aburrimiento.
Un abrazo.