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El Banco Mundial al Descubierto

Éric Toussaint (portavoz de la red internacional del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas, que contribuyó a fundar) ofrece un nuevo libro, Banco Mundial. Una historia crítica. Es una verdadera suma y un análisis crítico, necesariamente crítico. Es parte de una actividad científica y activista continua e ininterrumpida. Éric Toussaint es el fundador y uno de los principales animadores del CADTM, creado en 1990 como el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo y luego rebautizado, en 2016, como Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas. También es conocido por sus investigaciones e informes en trabajos sobre el terreno que se han difundido en más de veinte libros, incluido El sistema deuda: historia de las deudas soberanas y de su repudio, y varios cientos de artículos, así como, en muchos países, en la acción de los comités por la anulación de la deuda y los comités de auditoría de la deuda.

Por Gustave Massiah



En un poderoso prefacio, Gilbert Achcar señala que las dos instituciones, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han hecho estragos principalmente en los países del Sur, lo que explica en parte la tutela y los retrasos de estos países en relación a los países del Norte. Han implementado las medidas clave del cambio neoliberal imponiendo sus principales axiomas: la privatización de las empresas públicas; la reducción del sector público, que ocupa un lugar mucho mayor en las economías del norte; la precarización del trabajo con aún menos derechos que para los trabajadores del norte; la reducción de los déficits presupuestarios y, por lo tanto, del gasto social y de la inversión pública; la opción por la inversión privada libre de cualquier regulación pública. El neoliberalismo tiene aún mayor peso en los países del Sur, especialmente porque ya ni siquiera le importa pretender la democracia liberal y apoya sistemáticamente las dictaduras. La palanca del neoliberalismo ha sido contituída por la deuda. Esto ha permitido a Éric Toussaint, fundador del CADTM, convertirse en uno de los mejores conocedores, experto y crítico del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y en un excelente pedagogo.

El libro de Éric Toussaint es un modelo de valoración práctica de la situación desde el punto de vista de la ciudadanía. Presenta la historia del Banco Mundial, y del FMI desde el Banco Mundial, desde los orígenes hasta 2021. Se basa en siete estudios de países: Filipinas (1946 a 1986); Turquía (1980 a 1990); Indonesia (1947 a 2005); Corea del Sur (1945 a 1978); México (1970 a 2005); Ecuador (1990 a 2019); Ruanda (1980 a 1990). A lo largo de los capítulos examina la situación en más de treinta países del Sur. El libro examina las políticas del Banco Mundial sobre algunos de los principales temas de la situación actual: la crisis ecológica y el cambio climático; las reacciones populares a partir de la Primavera Árabe (2011); el género y un enfoque feminista a la crítica del Banco Mundial defendido por Camille Bruneau; los derechos humanos. El libro finalmente plantea la cuestión de la impunidad y justiciabilidad del Banco Mundial y propone la supresión del Banco Mundial y el FMI y su sustitución por instituciones internacionales democráticas. 
 
 
 
Casi ochenta años de historia del Banco Mundial

La acción del Banco Mundial es similar a un golpe de Estado permanente. Ha proporcionado apoyo financiero, técnico y económico a un impresionante número de dictaduras, al apartheid y al gasto colonial de las potencias coloniales. También influyó en la evolución de los países que se han democratizado exigiendo el pago de las deudas aprobadas por las dictaduras y ha impuesto el neoliberalismo a través del ajuste estructural. A partir de 1989, el Banco Mundial impone el «Consenso de Washington» que definió las tesis de la escuela de Chicago que formalizó el neoliberalismo. La agenda pública de este consenso es la reducción de la pobreza a través del crecimiento, el libre juego de mercado, el libre comercio y la limitación de las acciones económicas de los poderes públicos.

La agenda oculta es imponer el neoliberalismo a través de la crisis de la deuda y el control de las grandes sociedades. En nombre de la liberalización, se trata de imponer acciones coercitivas por parte de las instituciones públicas multilaterales, el grupo BM, el FMI y la OMC. Los países están atrapados por la tela de araña tejida por el grupo del BM y formada por sus filiales. El Banco Mundial impone y financia la privatización; la SFI, la Sociedad Financiera Internacional, invierte en las empresas privatizadas; AMGI, la Agencia Multilateral de Garantía de Inversiones, garantiza las inversiones; el CIRDI Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones controla los juicios en caso de litigio.

A través de la historia del Banco Mundial, el libro presenta una historia de la economía mundial después de la Primera Guerra Mundial, la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. En 1931, Alemania dejó de pagar la deuda de guerra; los europeos dejaron de pagar la deuda con los Estados Unidos, que redujo sus exportaciones de capital; el capitalismo se atasca. Keynes hace hincapié en que un país acreedor debe ayudar a los países deudores a pagar sus exportaciones y que las donaciones pueden ser preferibles a los préstamos. Roosevelt saca sus lecciones entre 1941 y 1944; emerge la lógica del Plan Marshall de 1948. Estados Unidos, para proteger y favorecer a sus exportadores, creó el Export import Bank of Washington/Banco de Exportación Importación de Washington en 1934 y el Banco Interamericano en 1940. Para que los países paguen, les hacen accionistas y los derechos de voto se calculan según sus respectivas contribuciones; este es el modelo que se utilizará para el FMI y el Banco Mundial.

Harry White, el ministro de Roosevelt, es un keynesiano que prevé dos instituciones públicas fuertes con un Fondo responsable de asegurar la estabilidad de los tipos de cambio instaurando un control sobre los movimientos de capital y las subvenciones a la exportación y un Banco para proporcionar capitales y estabilizar los precios de las materias primas con sus capitales y moneda, la unitas. Los círculos financieros se niegan a regular la circulación de los capitales privados y su competencia por capitales públicos. El plan se revisa a la baja: no hay moneda internacional (el bancor de Keynes o la unitas de White); el banco debe pedir prestado a particulares; no hay estabilización de los precios de los productos básicos. La primera Conferencia de Bretton Woods se celebrará del 1 al 22 de julio de 1944; participarán 44 países. No hay acuerdo con la URSS, que denuncia las instituciones creadas como filiales de Wall Street.

De 1946 a 1962, el Banco Mundial ayudó a reconstruir Europa y ayudó a las metrópolis coloniales en la explotación de sus colonias. Apoyará a los países del Norte y sus empresas e intervendrá en la Guerra Fría jugando a la contra de las Naciones Unidas y sus organismos. Inicialmente, se trataba de aprender la lección de la década de 1930 promoviendo las Naciones Unidas y Bretton Woods.

A partir de 1947, Wall Street, a quien el Banco Mundial debe pedir prestado, comenzó a controlar las instituciones financieras internacionales. La política de préstamos del Banco Mundial impone altos costos a los prestatarios, con tasas de interés cercanas al mercado más una comisión y períodos de reembolso bastante cortos. El Banco Mundial selecciona proyectos rentables e impone reformas económicas draconianas. Orienta las inversiones hacia las exportaciones y el dinero prestado vuelve a los países del norte que se benefician del 96 % de los gastos; no hubo ni un solo préstamo para una escuela antes de 1962.

El Plan Marshall de 1948 y los acuerdos de Londres de 1953 sobre la deuda alemana redujeron el papel del Banco Mundial. La deuda alemana se ajustó y redujo en gran medida; se saldó en 1960 y se salvaguardaron las grandes empresas alemanas. La estrategia es construir el bloque occidental contra la URSS y evitar el contagio revolucionario y los ejemplos de China después de 1949 y Cuba después de 1959. Esto es lo que lleva al Banco Mundial a hablar de subdesarrollo y a declarar estar interesado en la pobreza, la desigualdad, la salud y la escolarización.

De 1960 a 1980, el Banco Mundial todavía estuvo bajo la influencia y el control de los Estados Unidos, que tenían un derecho de veto de facto. La influencia de los medios empresariales es creciente y sirve como referencia. El Banco Mundial crea filiales independientes de los gobiernos. Se opone a las políticas de sustitución de importaciones y a la satisfacción de los mercados interiores. Se opone a los gobiernos progresistas y apoya dictaduras, como Pinochet en Chile, los coroneles brasileños, Somoza en Nicaragua, Mobutu en Zaire, Ceausescu en Rumania, Vietnam del Sur, Marcos en Filipinas, Suharto en Indonesia, el golpe militar en Turquía en 1980,... Tres capítulos detallan las políticas del Banco Mundial en Filipinas, Turquía e Indonesia.

De 1960 a 1973, el Banco Mundial aumentó los préstamos en paralelo con la inversión privada. Desde la primera crisis petrolera en 1973, el Banco Mundial presta en competencia con el sector privado. Después de la segunda crisis del petróleo en 1979, es la hora de la respuesta: el aumento de las tasas de interés y la caída de los precios de las materias primas conducen a la trampa de la deuda. La transfert net, transferencia neta, de deuda se invierte: entre 1983 y 1991, los países en desarrollo devuelven más dinero del que piden prestado. La deuda se dispara, alcanzando los 2.600 millardos en 2004, de ellos el 23 % de deuda multilateral con las instituciones financieras internacionales, el 20 % de deuda pública bilateral con los Estados y el 57 % de deuda privada. A partir de 1980, el FMI y el Banco Mundial impusieron el ajuste estructural. La crisis de la deuda mexicana ilustra esta evolución.

El aumento de las tasas de interés estadounidenses y la caída de los ingresos del petróleo conducen a un colosal sobreendeudamiento. El ajuste estructural se traduce en una recesión, pérdidas masivas de puestos de trabajo, caída del poder adquisitivo, privatización de empresas, concentración de la riqueza. Este es el final de las políticas progresistas mexicanas llevadas a cabo desde la revolución de 1910 hasta los años 1940.

El Banco Mundial se convierte en el agente de los acreedores, defendiendo los intereses de los bancos privados, estadounidenses y también europeos y japoneses. Forzará la conversión de la deuda privada en deuda pública. El FMI y el Banco Mundial establecen las reglas: los acreedores actúan colectivamente, los países endeudados por separado con la prohibición de formar un frente común. Deben pagar intereses obligatoriamente, no hay cancelación ni reducción, solo reescalonamientos y la integración de los intereses en el cálculo de la transferencia neta. Deben comprometerse a realizar políticas de austeridad.

El discurso se hace más duro con respecto a los líderes de los países en desarrollo. Deben aplicar los planes de austeridad de los programas de ajuste estructural. Se trata de exonerar a las instituciones financieras internacionales y a los países del norte y hacer responsables a los líderes nacionales de los países del Sur. De hecho, la complicidad entre los banqueros del norte y las clases dominantes del sur se refuerza. Implica fuga de capitales, corrupción, el depósito en paraísos fiscales en los mismos bancos.

Cheryl Payer, ya en 1975, analiza los Programas de Ajuste Estructural: abolición del control de divisas e importaciones; devaluación de la moneda; control de la inflación mediante el aumento de las tasas de interés y las reservas de divisas; control del déficit público mediante la reducción del gasto; aumento de los impuestos y aranceles para los servicios públicos; abolición de las subvenciones; acogida de las inversiones extranjeras (Cheryl Payer, The Debt Trap : The International Monetary Fund and the Third World, Editions Monthly Review Press Classic Titles, New York, 1975).

Las resistencias a los Programas de Ajuste Estructural son muy importantes. En América Latina, el Consenso de Cartagena reúne a once países deudores de 1984 a 1987. En África, Thomas Sankara plantea la cancelación de la deuda en 1987. En 1989-1991, el Banco Mundial y el FMI triunfaron con la caída de la URSS. En el contra-G7, que tiene lugar en París en julio de 1989, la consigna es «deuda, colonias, apartheid, ¡basta ya!»; el CADTM la asumirá y la extenderá. Un alivio de la deuda fue propuesto por el Plan Brady en 1990.

Sin embargo, en 1995 estaba claro que la crisis de la deuda no se había resuelto. En 1996, el Banco Mundial lanzó una nueva iniciativa de reducción, el Programa para los Países Muy Endeudados, PPME. El Ghana de Jerry Rawlings se niega a asociarse a él. Las críticas contra el Banco Mundial y las orientaciones neoliberales son cada vez más importantes con Jubileo 2000 y las manifestaciones en Washington y Madrid, con motivo del cincuentenario de Bretton Woods, en torno al lema «¡50 años es suficiente!». El Banco Mundial también se enfrenta a una crisis interna con la salida de su economista jefe, Joseph Stiglitz, que critica sus orientaciones. También se ve cuestionado por un informe de la Comisión Meltzer en el Senado de los Estados Unidos que continúa reclamando el control del Banco Mundial y sus orientaciones, pero da a los críticos de los Estados Unidos la oportunidad de expresarse. A continuación, el Banco Mundial proclama un objetivo de acción para la reducción de la pobreza. Esto no impide que el Banco Mundial se vea comprometido en el genocidio en Ruanda en 1994 e intervenga en las ofensivas contra Iraq. Sin embargo, las orientaciones de los Programas de Ajuste Estructural y el Consenso de Washington siguen siendo las referencias del Banco Mundial y el FMI, como hemos visto en Sri Lanka, Haití, Ecuador, Túnez y Egipto. El capítulo sobre Ecuador muestra el progreso y los límites de la resistencia de un Estado a las políticas del FMI y el Banco Mundial desde 2006 hasta un punto de inflexión en 2011 que acepta los dictados del Banco Mundial. Éric Toussaint participó activamente en el trabajo de la Comisión de Auditoría Integral del Crédito Público (CAIC) en Quito 2007-2008 (http://www.cadtm.org/IMG/pdf/Informe_Deuda_Externa.pdf).

Frente a estas críticas, en la década de 2000, el debate dentro del Banco Mundial fue analizado por su economista jefa Anna Krueger, quien señala la diferencia con los años 1970. Evoca la disyuntiva entre continuar sus actividades en prioridad «para» los países pobres o centrarse en «soft issues/cuestiones blandas», los derechos de la mujer, el medio ambiente y las ONG. Reafirma la continuación de la agenda neoliberal que se traduce en el mantenimiento de las instituciones multilaterales, el control por parte de los Estados Unidos, la cancelación de deudas para los PPME, la asignación de donaciones en lugar de préstamos, la asunción de servicios por parte del sector privado, la lucha contra la corrupción.

 

El Banco Mundial y las principales cuestiones estratégicas 

La historia crítica del Banco Mundial permite a Éric Toussaint, a lo largo del libro, revisar algunas cuestiones estratégicas importantes: el debate sobre las teorías del desarrollo; el clima y la crisis ecológica; la pandemia; las Primaveras Árabes; la incorporación de la perspectiva de género; los derechos humanos; las relaciones con las Naciones Unidas; un sistema multilateral alternativo.

El libro presenta un análisis de las teorías del Banco Mundial a las que caracteriza como mentiras teóricas sobre el desarrollo. De hecho una visión conservadora y etnocéntrica que se refiere a una ideología de desarrollo.

El proyecto consiste en apoyarse en la deuda externa, atraer inversión extranjera e importar bienes de consumo. El libro pasa revista y critica diferentes teorías. El modelo de Samuelson magnifica el libre comercio. El modelo de Rostow sobre las cinco etapas de desarrollo codifica el modelo de los países occidentales. La supuesta insuficiencia del ahorro justifica la financiación externa. El modelo de doble déficit, ahorro y divisas, da como resultado prioridad para las exportaciones y la deuda externa en divisas. La teoría del goteo establece que los beneficios positivos del crecimiento para los ricos acabarán beneficiando a los pobres. Se da por supuesto que las desigualdades son el resultado del crecimiento, como lo formalizaría la curva de Kuznets. El capítulo sobre Corea del Sur desenmascara el milagro reivindicado por el Banco Mundial para justificar sus orientaciones. Muestra que Corea del Sur ha implementado una política opuesta a la planteada por el Banco Mundial con una acción estatal masiva, sustitución de importaciones, industrialización inicial apoyada en la reforma agraria, una industria pesada. Un modelo estatista contrario al modelo presentado como referencia.

La acción climática y la crisis ecológica no aparecen en las declaraciones del Banco Mundial hasta muy tarde. El modelo del Banco Mundial es destructivo para los derechos humanos y el medio ambiente. Los proyectos apoyados por el Banco Mundial dan como resultado deforestación, megaproyectos energéticos, destrucción de protecciones costeras naturales por parte de los manglares, industrias extractivas, agronegocios, privatización y acaparamiento de tierras, monocultivos de exportación y apoyo a las empresas de semillas.

Lawrence Summers, su economista jefe, declarará en 1991 que los países en desarrollo están realmente subcontaminados. Esto no impidió que la Conferencia de Río para el Medio Ambiente confiara al Banco Mundial la gestión del Fondo Mundial para la Protección del Medio Ambiente. Y Anne Krueger dirá en 2003 que el crecimiento necesariamente se traduce en degradación ambiental, ya que la mejora solo puede tener lugar en una segunda fase. El punto de inflexión comenzó en 2006, sin ninguna autocrítica, basado en el informe Stern. La toma de conciencia en los Estados Unidos después del huracán Katrina, en Nueva Orleans, facilita el giro del Banco Mundial y su interés por el medio ambiente. Apoyará a la Comisión Global para la Economía y el Clima, que defiende el capitalismo verde. A pesar de la Comisión de Represas y la Comisión de Industrias Extractivas, el Banco Mundial continúa implementando su modelo productivista. Esto no le impide felicitarse a sí mismo por su acción a favor del medio ambiente; ¡aunque sea difícil ver de qué acción se trata! Éric Toussaint propone que las deudas que se han utilizado para proyectos perjudiciales para el medio ambiente, cuando el Banco Mundial lo sabía, se consideren deudas odiosas y se cancelen.

Desde la década de 2010 hasta la pandemia, el período se caracteriza por la búsqueda fallida de una nueva imagen. En 2014, el FMI dijo que aprendió de la crisis financiera de 2008. Pero el FMI es como es. De hecho, la contracción del gasto público es algo que atañe a 119 países; se siguen llevando a la práctica los programas de ajuste estructural. En 2021, estamos presenciando una nueva etapa de austeridad, que combina austeridad y autoritarismo; se esperan medidas de austeridad en 159 países para 2022. Los gastos ligados a la pandemia se traducen en déficits presupuestarios y deuda creciente. El programa Doing business, que iba a renovar los programas de ajuste estructural mientras se prolongaban las orientaciones neoliberales, fue abandonado en 2021. Las políticas de salud se habían puesto en dificultades debido al ajuste estructural. No hubo ninguna cancelación de las deudas durante la pandemia. Entre marzo de 2020 y 2021, el Banco Mundial recibió más en reembolsos de los países en desarrollo que lo que otorgó como subvenciones o préstamos.

La incomprensión del FMI y el Banco Mundial de la Primavera Árabe es reveladora. El Banco Mundial no vio venir la Primavera Árabe y, como respuesta, confirmó sus directrices. No entendió las revueltas contra los dictadores, Ben Ali en Túnez y Mubarak en Egipto, que eran sus favoritos.

Dice que la situación de las capas populares había mejorado y que la pobreza y la desigualdad estaban disminuyendo antes de 2011. Explica los levantamientos por el descontento de las clases medias, mientras que Oriente Medio es una de las regiones más desiguales del mundo. El Banco Mundial considera que el aumento de las desigualdades es necesario para el desarrollo. Incluso encontramos en algunos textos del Banco Mundial esta increíble idea: «no es la desigualdad lo que es grave, es la aversión a la desigualdad». El Banco Mundial no ha cambiado su orientación en la región árabe. Sigue preconizando privatizar las empresas públicas, dejar que el mercado juegue, hacer que las y los jóvenes sean más competitivos y las mujeres más eficientes. El CADTM propone un enfoque alternativo que se basaría en la conciencia popular, la autoorganización, las políticas sociales ambiciosas, más justicia y una liberación de la opresión.

El Banco Mundial pretende tener en cuenta el género. En un capítulo brillante, Camille Bruneau desmantela esta afirmación y presenta una lectura ecofeminista de la deuda y el Banco Mundial. Destaca que las cuestiones de género están entrelazadas con sistemas de opresión y relaciones sociales desigualitarias y que las acciones del Banco Mundial son contrarias a todas las perspectivas de emancipación.

Las mujeres se ven impactadas como mujeres en un sistema patriarcal y por el aumento general de las desigualdades; sufren los impactos de género de los programas de ajuste estructural y las políticas del Banco Mundial. Destaca el trabajo subremunerado y gratuito de la mayoría de las mujeres que se dedicarían «naturalmente» al trabajo de care (cuidados, apoyo, servicios). Las mujeres son las primeras concernidas con un estatus marginal en el mercado laboral, los despidos y la precariedad, la subordinación del trabajo doméstico. La deuda acentúa la división sexual y racial del trabajo y la violencia de género. Hasta 1982, las mujeres eran consideradas campesinas atrasadas y madres de demasiados hijos. A partir de 1990, se comienza a plantear la reducción de las desigualdades entre hombres y mujeres. En 1995, la Conferencia de Pekín puso de relieve los derechos de las mujeres.

Para el Banco Mundial, reducir las desigualdades pasa por la participación en la economía. En 2001, el Banco Mundial planteó la primera gender mainstreaming strategy (estrategia de incorporación de la perspectiva de género). En 2006, se destacaron las desigualdades y la discriminación de género con propuestas: invertir en protección social, salud, educación de las niñas, agua y, siempre, propiedad privada y productividad. En 2007, el gender action plan (plan de acción de género) plantea que la igualdad de género es una baza económica. En 2015, el Banco Mundial habla de crecimiento inclusivo. Es un planteamiento propagandístico más que una conciencia feminista; la prioridad siempre es la deuda contra los gastos sociales. Para el FMI, las mujeres son «uno de los activos más infrautilizados de la economía»; la respuesta es la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado. Se han producido, con la evolución general, algunas mejoras: el atraso de la edad de maternidad, el acceso a la escuela, la igualdad formal y la formación. Pero han sido cuestionadas por los programas de ajuste estructural, las políticas agrícolas que aumentan las desigualdades, los proyectos extractivistas que destruyen territorios, la destrucción de los servicios públicos compensados por el trabajo gratuito de las mujeres. El acceso al microcrédito se ha organizado como el derecho y el deber de las mujeres a endeudarse descuidando el trabajo de cuidado y el trabajo gratuito. La visión de la igualdad, cuando se proclama, tiene como objetivo permitir que las mujeres compitan en los mercados laboral, financiero, de tierras y de productos. No se refiere al acceso ni al cuestionamiento de las estructuras de poder y afecta negativamente a las desigualdades de género. La deuda económica va acompañada de una deuda ecológica y una deuda reproductiva.

El Banco Mundial y el FMI deberían respetar los derechos humanos. Como organismos especializados de las Naciones Unidas, están obligados a hacerlo. Y, sin embargo, las instituciones financieras internacionales se niegan a estar sujetas a los tratados internacionales y a los derechos que reconocen. El Banco Mundial pretende que debe limitarse a consideraciones económicas y no tiene que tener en cuenta los derechos humanos. Sin embargo, había extendido sus competencias a la corrupción, el lavado de dinero, el terrorismo y la gobernanza. El Banco Mundial y el FMI no reconocen los derechos colectivos de las poblaciones y los individuos. Proponen una visión neoliberal y no respetan los derechos sociales, económicos, culturales, civiles y políticos. El único derecho que realmente reconocen y ponen en primer lugar es el derecho individual a la propiedad privada.

Los programas de ajuste estructural no respetan los derechos humanos. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a nivel de los subcomités, Derechos Económicos Sociales y Culturales y Derechos Civiles y Políticos, ha llegado a la conclusión de que los derechos humanos se violan a través de programas de ajuste estructural. Para el Banco Mundial, se debe evitar que los Estados intervengan en la economía en comparación con el sector privado.

El libro muestra en uno de sus primeros capítulos la difícil relación entre el Banco Mundial y el FMI, por un lado, y el sistema de las Naciones Unidas. Los países en desarrollo habían propuesto la creación del Fondo Especial de Desarrollo Económico de las Naciones Unidas, el Sunfed. El Banco Mundial reaccionó creando la AIF (Agencia Internacional de Desarrollo) para ofrecer préstamos a los países pobres. El desacuerdo sigue estando en la regla de las instituciones internacionales: un país, un voto. La ONU ha logrado convencer a la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la UNESCO, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para que adopten esta regla, pero no al Banco Mundial y al FMI. Además, cuando se recuerda al Banco Mundial y al FMI que cualquier organización internacional, sujeto de derecho, debe respetar el derecho internacional y los derechos humanos, afirman que solo los Estados, que por otra parte son sus accionistas, serían responsables de las políticas aplicadas, aunque las instituciones financieras internacionales las impongan. Sin embargo, estas políticas tienen repercusiones directas en la vida y los derechos fundamentales de los pueblos. La Carta de las Naciones Unidas es un tratado internacional que codifica las relaciones internacionales; la Declaración Universal de Derechos Humanos es una obligación. La Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, adoptada en 1986 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, simplemente se ignora. Éric Toussaint plantea entonces la cuestión de la impunidad del Banco Mundial y del FMI. Examina por qué presentar cargos y quién puede hacerlo.

El libro termina con una apertura: un alegato para abolir y reemplazar al Banco Mundial y al FMI. Este alegato comienza con 32 tesis de denuncia para resumir una acusación fundada. Propone definir una nueva arquitectura democrática internacional e indica algunas formas de lograrlo. La OMC, la Organización Mundial del Comercio, debe redefinirse para garantizar la aplicación de los tratados internacionales fundamentales, comenzando con la DUDH, la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados referidos al medio ambiente. Se aboliría el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC. El nuevo Banco Mundial se regionalizará en gran medida; proporcionará préstamos y donaciones a bajo interés compatibles con los derechos sociales y ambientales y humanos centrándose en los intereses de los pueblos y no de los acreedores.

El nuevo FMI garantizaría la estabilidad de las monedas; lideraría la lucha contra la especulación, prohibiría los paraísos fiscales y el fraude fiscal, controlaría los movimientos de capitales. También podría implementar la recaudación de impuestos internacionales. Se podrían crear fondos monetarios regionales. La definición de las tres instituciones financieras internacionales se reafirmarían como organismos especializados de las Naciones Unidas.

Las Naciones Unidas también deberían ser reformadas dando más importancia a la Asamblea General y eliminando el derecho de veto y el estatus de miembro permanente del Consejo de Seguridad. Un dispositivo internacional de derecho, un poder judicial internacional, debe complementar la Corte Internacional de La Haya y la Corte Penal Internacional. El derecho internacional no estaría sujeto al derecho de los negocios. Para garantizar una transformación social equitativa y solidaria, habrá que rechazar el modelo de desarrollo vinculado al modelo de crecimiento productivista. Esto requerirá romper la espiral infernal de deuda y abolir las deudas odiosas, haciendo referencia a la doctrina jurídica de la deuda odiosa definida por Alexander Sack ya en 1927. La financiación económica y social puede proporcionarse mediante préstamos legítimos e impuestos socialmente justos, sin responder al endeudamiento a través de la caridad. Las autoridades nacionales democráticas deben poder suspender el pago de deudas públicas y cancelar deudas ilegítimas, sobre la base de una auditoría ciudadana. Para completar la descolonización, será necesario definir un sistema internacional para la redistribución de ingresos y riquezas e inventar mecanismos de toma de decisiones sobre el destino y uso de los fondos. También se tratará de establecer agrupaciones regionales con un banco regional común y un fondo monetario regional común.


Algunas reflexiones complementarias

A partir del resumen del libro tenemos una historia crítica del Banco Mundial y también un análisis, basado en la lógica dominante representada por el Banco Mundial, de algunas de las principales cuestiones que se plantean hoy en día en el orden internacional. En este libro, Éric Toussaint utiliza un estilo directo; se basa en el conocimiento sobre el terreno y un enfoque científico y luego decide y propone una acción vigorosa y radical. No se refugia en interrogantes como «el tema de la deuda debe estudiarse», analiza la deuda y luego dice: «las deudas odiosas deben cancelarse». Estoy totalmente de acuerdo con los análisis y conclusiones de Éric Toussaint; ahora me gustaría proponer algunas reflexiones complementarias para alimentar el debate sobre el orden internacional centrándome en algunas cuestiones. Son prolongaciones del libro; al liberarme de la centralidad del Banco Mundial, pondré más énfasis en los debates sobre el internacionalismo. Solo abordaré cuatro cuestiones: la periodización de los últimos ochenta años; los movimientos radicales; el keynesianismo en el debate teórico y las alianzas; las alternativas desde el punto de vista de las instituciones internacionales.

El debate sobre la periodización arroja luz sobre las contradicciones del orden mundial. El libro está dedicado a la historia, crítica, del Banco Mundial; por lo tanto, parte de la evolución del Banco Mundial y el FMI y sus políticas. Desde el principio, advierte de la importancia de la lucha de clases en cada país y en el mundo, sin olvidar la dominación patriarcal. Como complemento, me gustaría resituar esta historia del Banco Mundial en el movimiento de descolonización dando más importancia a este movimiento y su prolongación, el altermundialismo. Este enfoque enfatiza la importancia del movimiento de descolonización y sus éxitos. De hecho, el Banco Mundial y el FMI, como agentes de los países occidentales, no siempre han sido quienes han marcado la pauta. Por supuesto, fueron ofensivos y no dejaron de coaccionar y agredir a los países del Sur; pero también fueron puestos en parte a la defensiva ante los avances de la descolonización. Durante el largo período, y a pesar de las dificultades y las agresiones, el principal movimiento es el de la descolonización y la importancia de las luchas y avances de los pueblos contra la dominación.

En el período largo, las luchas de los pueblos cuestionan al imperialismo y plantean las demandas de liberación nacional e independencia. La historia de las luchas anticoloniales es antigua; comienza con la resistencia a las conquistas coloniales.

El derecho a la autodeterminación de los pueblos se afirmó al final de la Primera Guerra Mundial. Se construye un movimiento político internacional de descolonización. El Congreso de los Pueblos Orientales, en Bakú en 1920, propone la alianza estratégica entre los movimientos de liberación nacional y los movimientos obreros. El Congreso de los Pueblos Oprimidos, en Bruselas en 1927, destaca el derecho de los pueblos disponer de sí mismos y a la independencia nacional. El imperialismo se identifica como el estadio supremo del capitalismo. Esta alianza abrió un largo período de luchas de liberación, de 1920 a 1945, que gradualmente pusieron a las potencias coloniales a la defensiva.

De 1944 a 1980, fueron los países descolonizados los que estuvieron a la ofensiva. Después de la Conferencia de Bretton Woods en 1944, comenzó un período con la reconstrucción de Europa, por un lado, levantamientos anticoloniales, masacres coloniales y las primeras independencias en África y Asia, por el otro. En 1955, se celebró en Bandung (Indonesia) la reunión de los primeros 29 Estados independientes de África y Asia. Discutirá la prosecución de la descolonización, los riesgos de la Tercera Guerra Mundial y el no alineamiento, las políticas de desarrollo de los nuevos Estados, los debates en las Naciones Unidas (Gustave Massiah, Bandung, un moment historique de la décolonisation, décembre 2021, 20520). Después de Bandung, la descolonización se extendió con Ghana en 1957, Guinea en 1958, Argelia en 1962, las colonias portuguesas en 1975, la derrota estadounidense en Vietnam en 1975. De 1945 a 1980, el Banco Mundial y el FMI fueron desafiados y a veces puestos a la defensiva por los avances de los países descolonizados, de la revolución cubana y de la ampliación de Bandung a la Tricontinental y de la primera fase del movimiento de los no alineados en 1961. Este movimiento continuará con el fin del apartheid en 1990. La contradicción más fuerte se sitúa entre 1973 y 1979. En 1973, el Movimiento de los Países No Alineados, reunido en Argel, adoptó el Nuevo Orden Económico Mundial, que fue votado en las Naciones Unidas en 1974. Éste propone el control de las materias primas, la financiación del desarrollo, la industrialización, el control de las tecnologías y el control de las multinacionales. A finales de 1973, tras la guerra entre Israel y los países árabes, los países del Golfo redujeron su producción. El precio del petróleo se multiplica por cuatro. En 1979, la revolución islámica en Irán dio lugar a una nueva duplicación de los precios. La creación en 1975 del G5, que se convertirá en el G7, organizó la respuesta: endeudar a los países del Sur, imponer planes de ajuste estructural, poner en pie el neoliberalismo, controlar el Sur y acentuar la crisis del bloque soviético. La respuesta de los no alineados se ve dificultada por la división entre países petroleros y no petroleros.

De 1980 a 1989, fue un período de ofensiva por parte del Banco Mundial y el FMI, bajo control estadounidense. El neoliberalismo se convierte en la doctrina dominante. Fue experimentado en Chile por los Chicago boys de Milton Friedman, que impusieron una subordinación total al mercado que define el ajuste estructural. También fue preparado por la Junta Ejecutiva de los países imperialistas, el G5, que se convertirá en el G7, que lanza la contraofensiva del endeudamiento a partir de la puesta en marcha del reciclaje de los petrodólares. La consigna es: ¡endeudarles! El Movimiento de los Países No Alineados inicialmente se niega a seguir las instrucciones del Consenso de Washington y de las Instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, la OMC). Los No Alineados se enfrentan después de la caída del Muro de Berlín en 1989 a la definición misma de No Alineamiento. Los países occidentales designan a un nuevo enemigo en nombre del choque de civilizaciones: el Islam. Las guerras en Afganistán, las dos guerras en Irak, la destrucción de Libia, las intervenciones israelíes, el turbio juego de las monarquías del Golfo, darán nueva vida al yihadismo y aumentarán la discriminación contra los musulmanes en Europa y los Estados Unidos.

El movimiento altermundialista se afirma como el movimiento antisistémico del neoliberalismo (Immanuel Wallerstein, Dilemmas for the Global Left, Preface to Gustave Massiah, in collaboration with Elise Massiah, Strategy for the alternative to globalization, Black Rose Books, Montreal, 2011). Ya en 1980, plantea el rechazo a la deuda y los planes de ajuste estructural. Los comités de la deuda son muy activos en los países del Sur, por ejemplo en Filipinas, Camerún y América Latina. En 1988, en Berlín, el Tribunal Permanente de los Pueblos, el tribunal de opinión que sucede al Tribunal Russell, condenó al FMI y al Banco Mundial (Robert Triffin, reconocido economista, había asegurado una defensa crítica del FMI, defensa porque consideraba que instituciones internacionales son necesarias, pero crítica en relación a las políticas impuestas por el FMI y el BM. El acta de acusación había sido redactada por Gustave Massiah; Cheryl Payer había participado en la sesión y había intervenido sobre el FMI e India. https://www.ritimo.fr/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=3881). En 1989, fue el triunfo de Bretton Woods y los Estados Unidos; la caída del Muro de Berlín. El imperialismo se enfrenta a un nuevo problema, la redefinición del sistema internacional que consolidará su victoria. Intenta marginar a las Naciones Unidas acusando a los países del Sur de controlar la Asamblea General, privilegia Bretton Woods alrededor del Banco Mundial y el FMI y complementa estas instituciones con la OMC, la Organización Mundial del Comercio. De 1989 a 1999, el movimiento altermundialista tiene por objetivos a Bretton Woods, la OMC y el G7. Entonces se producen las principales manifestaciones en Berlín, Washington y Madrid en torno a la consigna: el derecho internacional no debe estar subordinado al derecho a los negocios. En 1999, el fracaso de la Conferencia de Seattle, que iba a afirmar el papel central de la OMC, mostró las dificultades de Bretton Woods para imponer su hegemonía. En Seattle se afirman los nuevos movimientos que formarán la base del altermundialismo (movimiento sindical mundial, movimiento campesino, movimiento de mujeres, movimiento ambiental, movimiento de solidaridad internacional).

A partir del año 2000, el movimiento altermundialista organizó los Foros Sociales Mundiales en oposición, y como alternativa, al Foro Económico Mundial de Davos. En 2008, la crisis financiera constituye una nueva ruptura en la evolución del neoliberalismo. Le siguen a partir de 2011 las insurrecciones en docenas de países, se abre un nuevo período; es la Primavera Árabe, pero también las y los indignados y «occupy». El neoliberalismo emprende una mutación austeritaria, que combina austeritarismo y políticas de seguridad. Los movimientos reaccionarios, identitarios y de extrema derecha se refuerzan como respuesta a las nuevas formas de protesta de los movimientos sociales asalariados y campesinos, de emancipación feminista, ecologistas, antirracistas, pueblos autóctonos, migrantes. La crisis de la pandemia y la crisis climática abren una nueva crisis de civilización. El movimiento altermundialista se enfrenta a una renovación necesaria. Pero el sistema dominante, el de Bretton Woods y los Estados Unidos, también se ve desafiado en su afirmación de definir un desarrollo que de hecho está dirigido a controlar a los pueblos.

Insistí en esta lectura del período porque, además del análisis del libro que da una lectura muy precisa de la historia del Banco Mundial en su deseo de definir el futuro, tendremos que cruzar la estrategia de dominación, siempre en acción, con la historia de las respuestas de los pueblos.

La segunda reflexión que propondré, como prolongación del libro, se refiere a los movimientos sociales y ciudadanos portadores de resistencias y nuevas radicalidades. El movimiento altermundialista no se limita a los foros sociales mundiales. Es el movimiento antisistémico del neoliberalismo como modelo dominante de la globalización capitalista. El libro incluye un análisis de estos movimientos en relación con la acción del Banco Mundial y el FMI. Estos análisis tendrán que ampliarse en función de la historia de estos movimientos y sus propuestas. El movimiento obrero, y más ampliamente el movimiento de los y las asalariadas y sus sindicatos, se enfrenta a nuevas formas de trabajo, en relación con los avances científicos y técnicos. Dado su papel fundamental, su evolución y cambios serán centrales; la estrategia en relación al trabajo es un factor determinante. El movimiento campesino ha iniciado una evolución considerable con La Vía Campesina. La agricultura campesina está demostrando ser más modernista que el agronegocio, más adaptada a los imperativos ecológicos y portadora de propuestas estratégicas con la soberanía alimentaria y la agricultura biológica. El movimiento ecologista es portador de una ruptura fundamental y radical en la concepción del desarrollo y la transformación de las sociedades y el planeta. El movimiento de mujeres introduce una cambio radical en las formas de pensar sobre el sexo y el género, es portador de una ruptura de civilización. El movimiento de los pueblos indígenas y el movimiento antirracista prolongan el movimiento de descolonización. Lo mismo se aplica a los movimientos de migrantes y de solidaridad con las personas migrantes. Todos estos movimientos deben definir su estrategia en relación con las rupturas en la evolución y el cambio de período. Es en este enfoque como se definirá un nuevo proyecto común portador de emancipación. Este enfoque permitirá prolongar y renovar la definición del derecho al desarrollo, presentada en el libro y adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1986.

La tercera reflexión, como prolongación del libro, se refiere a la cuestión de la teoría y las alianzas. La abordaré a través de la cuestión del keynesianismo. El libro analiza el keynesianismo y sus contradicciones en la definición misma de Bretton Woods y en su rechazo radical por parte del neoliberalismo (en la preparación de Bretton Woods, Pierre Mendès France había propuesto una moneda-materias primas (ver el debate con Pierre Mendès France en el Bulletin de liaison du cedetim n° 1 – 1967). Nos enfrentamos a una situación difícil; se trata de sacar las lecciones del fracaso del sovietismo como vía de construcción del socialismo y del fracaso de la socialdemocracia como proyecto de transformación social.

Los compromisos del keynesianismo con el capitalismo y los estados imperialistas hacen posible entender esto. Sin embargo, el keynesianismo ha sido contradictorio, sus referencias a la acción pública, el empleo, la moneda y el comercio internacional no carecen de interés. Algunos de los discípulos de Keynes, como Joan Robinson, por ejemplo, se han inscrito en planteamientos marxistas. Políticamente también, Olaf Palme en Suecia, por ejemplo, demostró el interés de ciertas posiciones internacionales.

Hoy en día, el tema de las alianzas pone en evidencia el interés de los enfoques keynesianos de Joseph Stiglitz o Paul Krugman en sus críticas al Banco Mundial y al FMI. El enfoque de Alexandria Ocasio Cortes (AOC), de Democratic Socialist of Americas y de Bernie Sanders por un «internationalist green new deal /nuevo acuerdo verde internacionalista» muestra posibles renovaciones del pensamiento keynesiano. Se trata de abrir el debate sobre las alternativas posibles al capitalismo y al neoliberalismo profundizando el enfoque crítico del keynesianismo y el sovietismo.

La cuarta reflexión, como prolongación del libro, se refiere a las alternativas desde el punto de vista de las instituciones internacionales. Las pocas páginas al final del libro ofrecen pistas bastante interesantes. El enfoque es resituar a las instituciones financieras internacionales en el marco de las Naciones Unidas, destacando al mismo tiempo la necesaria reforma del sistema de las Naciones Unidas. Este es un punto esencial. Es el del derecho internacional y el de la evolución geopolítica y la posible multipolaridad. Una de las pistas para esta reforma es apoyarse en las Conferencias Internacionales que habían sido organizadas por las Naciones Unidas para resistir la marginación buscada por Bretton Woods y los Estados Unidos. En particular la Conferencia de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, ampliada por las COP del Clima; la Conferencia de Copenhague sobre Derechos Sociales, la Conferencia de Beijing sobre los Derechos de la Mujer, la Conferencia de Estambul sobre la vivienda, la ciudad y las colectividades locales. Entonces se plantea la cuestión de la descolonización inacabada. La primera fase de descolonización, la de la independencia de los Estados, está casi acabada.

Se ha podido medir su importancia, contradicciones y limitaciones, especialmente porque el neoliberalismo se puede caracterizar como una forma de recolonización. Comienza la segunda fase de descolonización, la de la liberación de las naciones y los pueblos. Cuestiona la naturaleza de los Estados y de la democracia. Estamos en la articulación de las dos fases de descolonización, la de la independencia de los Estados que aún no se ha completado y la, que se está abriendo, de la definición de nuevas posibilidades.

Mi reseña es un poco larga porque es un libro importante que hay que leer y difundir. El resumen de la presentación de la historia del Banco Mundial desea demostrar que este notable libro es una referencia para comprender la historia económica mundial y la puesta en evidencia de las lógicas de las potencias dominantes del mundo actual y algunas de las principales cuestiones estratégicas que caracterizan el próximo período. Estas reflexiones complementarias, prolongaciones, son parte de la apertura del debate sobre las lógicas en acción, las resistencias y las alternativas necesarias en las luchas por una emancipación internacionalista de los pueblos.

Gustave Massiah - Una de las figuras centrales del movimiento altermundialista. Ingeniero y economista, nacido en 1938 en El Cairo, presidió CRID (Centre de recherche et d’information pour le développement), una galaxia de asociaciones de ayuda y apoyo al desarrollo para las luchas de los países del Sur, y fue vicepresidente de Attac-France de 2003 a 2006.


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"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.