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Black Midi - Hellfire (2022)

He aquí uno de los discos más importantes de este año, y digo esto aunque lo puedas llegar a odiar, ya que es una verdadera locura, difícil de escuchar y tremendamente desquiciante. Hablamos del inclasificable tercer álbum de estudio de una jonvencísima banda inglesa que lanza un trabajo para amar o para odiar sin términos medios. Combinando la instrumentación y experimentación de Zappa mezclado con King Crimson, Mr. Bungle junto con James Brown, Frank Sinatra luchando con The Residents, combinadas con guitarras de jazz o flamencas, acid jazz, soul, punk, blues y música se salón se mezclan de manera inimaginable creando una música que avanza de manera avasalladora, escucharás a un grupo talentoso y consumado creando orquestaciones lujosas, pasajes de Avant-Prog a veces más cercano al Brutal Prog, momentos acústicos y extremos de paz y furia, a veces ruidoso y otras melódico. Black Midi presenta su propia versión de la "Divina Comedia" como si fuera un Dante demente, con relatos en que cada ser cae de todas formas en un exquisito inframundo, este proyecto actúa como un viaje complejo y críptico por profundidades desconocidas, en un caos impecable. Los limites no están escritos y este es un ejemplo, un logro en la música y la imaginación. ¡No se lo pierdan!

Artista: Black Midi
Álbum: Hellfire
Año: 2022
Género: RIO / Avant-Prog / Experimental
Duración: 38:58
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Inglaterra


Ya por la tapa misma podemos darnos cuenta que lo que tenemos enfrente no será un hueso duro de roer, ni una música fácil de escuchar. Y no estaremos equivocados, y eso antes de poner el disco. Black Midi crea sin esfuerzo una interpretación magnífica e inolvidable en "Hellfire".

Y esta vez, por alguna extraña razón, mucha gente ha reseñado este disco complicadísimo, así que voy a traerles unos cuantos comentarios de terceros. Va el primero...

Los discos de Black Midi nunca figurarán en las estanterías del easy listening, y desde luego este fabuloso, hiperbólico y furibundo Hellfire, tercera entrega de la saga, que ya es desafiante desde su propio título, tampoco servirá como excepción. Pero aunque nos devoren las mismísimas llamas del infierno, hay aquí, en estos tres cuartos de hora –afilados y contundentes como un gran bloque de hormigón–, algunas concesiones líricas que este soberbio cuarteto londinense no se había permitido hasta ahora en sus dos entregas previas, las ya suficientemente impactantes Schlagenheim (2019) y la aún bien reciente Cavalcade (2021).
El oyente debe ponerse en situación de receptividad e ir a por todas, porque le espera una sacudida sonora tan severa como un tornado. Nadie ha sabido interiorizar como Geordie Gripp y su cuadrilla las enseñanzas de los King Crimson más inapelables, aquellos que nos enseñaron en los tiempos de Discipline que se podía emocionar hasta el temblor con un cantante desafiante y propenso a vociferar. Esas enseñanzas están presentes durante los cuatro primeros cortes, entre ellos el tándem salvaje que integran la desoladora Eat men eat y la muy elocuente Welcome to hell. Pero de pronto irrumpen los seis minutos prodigiosos de Still, en los que nos encontramos un remanso acústico inusitado, una voz tenue y perezosa, un órgano Hammond y un regimiento de cuerdas y metales, y no podemos salir de nuestro asombro. Es una pieza lírica y, a la par, bellísima.
Still no solo es una conmoción, sino una bisectriz. Parte el álbum en dos mitades, y los propios músicos lo acentúan con un breve interludio, Halftime, de apenas medio minuto. A partir de ese momento, The race is about to begin recupera la furia y el sobresalto del kingcrimsonismo, pero los bruscos cambios de dinámica y su carácter teatral se acercan más al temperamento escénico de los Genesis de Peter Gabriel. Es la fase más impredecible (sí, más aún) de la entrega, que incluso se aproxima en The defence al universo crooner, como si a la banda se le hubieran colado Burt Bacharach y Frank Sinatra en sus listas de escucha. Black Midi ya habían demostrado ser muy brillantes, pero Hellfire los hace, definitivamente, deseables y fascinantes.

Fernando Neira

Así ha pasado el primer comentario que intenta capturar el tercer álbum del veinteañero trío londinense, algo que requiere atención extra, y un letrero de no molestar para sumergirse tranquilo en la complejidad de esta obra marcada por la ambición y la voluptuosidad. Y vamos con el primer de los videos que he seleccionado... como para que vayan tomándole el gustito... ponele.

De esta forma, Black Midi ha alcanzado un punto de equlibrio perfecto entre sus ideas más radicalmente maníacas, una maestría artística envidiable una sofisticación musical, cuyo resultado es un álbum demente, un álbum melódico pero con tintes dramáticos y esquizoides, que no puede pasar desapercibido para nadie.

Música que va más allá de lo conocido y no tiene miedo de evolucionar cada sin esquemas, sin formato canción de intro, corito, solo, corito y termina, eso es lo conocido dentro de la música, pero no es así con estos pendejos insolentes, de ninguna manera. Pero ¿dentro de muchos abstractos se podrá encontrar música de lujo?... Pues veamos.

Han sido solo cinco años de vida las que lleva en el cuerpo la joven banda londinense, pero podríamos decir perfectamente que han sido los cinco años mas aportantes y bien aprovechados en cuanto a talento no desperdiciado, inventiva y nuevas ideas que son cada vez más necesarias en los circuitos musicales donde aun no todo esta dicho. Black Midi dicen presente con un combo de canciones sorprendentes, que pueden volarle la cabeza a un fan aventajado del rock progresivo, jazz clásico, avant garde o simplemente a las y los que gustamos del rock con buenas ideas.
Es un verdadero viaje al infierno de ida y vuelta: «Casi todo lo que escribo es de algo real, algo que experimenté, exageré y escribí. No creo en el infierno, pero toda esa locura del viejo mundo es genial para las canciones», dijo el líder de la banda Geordie Greep. Pasando del jazz enérgico, el post-punk ácido a momentos de verdad alucinantes de psicodélica etérea y atrapante, ‘Hellfire’ es un disco inestable y desquiciado como quizá nunca le vimos antes al súper trío inglés. Los frenéticos monólogos en primera persona encuentran al vocalista/guitarrista de 22 años (pareciera que fuera un viejo tipo al borde del colapso a decir verdad) metiéndose de cabeza de un soldado ebrio y traumatizado  (‘Welcome To Hell’), un asesino acechando a su presa (‘Dangerous Liaisons’) y encarnando a un actor llamado Freddie Frost, que escupe preguntas y habita en sarcófagos, en ’27 Questions’.
Por su parte otro gran protagonista de esta catarsis de estilos es el baterista Morgan Simpson, una de las armas centrales de la banda. Él lleva todo a estados caóticos y de desenfreno cuando el tema y estado psicológico del álbum lo requiere. No por nada a sus 16 años recibió el premio al Joven Baterista del Año en 2014, donde la destreza en las baquetas estilo «Whiplash» que parece sacar sin esfuerzo para impulsar el ritmo es el motor que permite a la banda deslizarse fácilmente entre estilos. La psycho/progresiva ‘Sugar/Tzu’ o la trepidante ‘The Race Is About To Begin’ son solo algunos alucinantes ejemplos: Simpson se suelta aquí con algunos golpes furiosos de math rock, antes de endurecerse en una majestuosa estructura de banda de música clásica, jazz fusión y acompañar las divagaciones sacadas del manual de Mr. Bungle.
‘Hellfire’ es diverso, pese a lo técnico a ratos, ofrece más emociones musicales y se porta de una forma mucho más dinámica que otros discos de la banda. El álbum es esquizofrénico sí, pero recordemos que Fantomas, The Residents o Frank Zappa han dejado sus mejores discos cuando apelan a estos estados. Sin duda la banda recogió eso y creó un propio manual a su estilo.

Patricio Avendaño

Y si hasta ahora no me creen, les empiezo a dejar videos... ojo que esto es solo el principio.


Para finalizar, voy a copiar varios comentarios de este disco, porque lo que más me llamó la atención fue la cantidad de tinta que corrió, y no solo en inglés, también en castellano, de un disco extremadamente difícil. Aquí van algunas de las opiniones, pero les aclaro que a todos los que escriben les fascinó este disco para amar o para odiar.

El mundo salvaje, mágico y lunático de Black Midi regresa con su tercer álbum de estudio titulado “Hellfire”, lanzado el pasado 15 de julio por Rough Trade Records. La banda grabó la mayor parte del álbum durante un período de trece días con la productora Marta Salogni, quien previamente había trabajado con la banda en la grabación de la canción “John L”.
El álbum fue precedido por los sencillos “Welcome to Hell”, “Eat Men Eat” y “Sugar/Tzu”, y entró en la lista de álbumes del Reino Unido en el puesto 22, convirtiéndose en el álbum mejor colocado de la banda hasta la fecha. Durante el proceso de escritura y grabación, la banda experimentó con narraciones en primera persona y amplió su sonido con la introducción de influencias de Cabaret, Country, Flamenco y otras melodías utilizadas en el medio de los espectáculos.
“Hellfire” se escribió mientras la banda estaba aislada en Londres, y el cantante Geordie Greep llamó al material como “una película de acción épica”. Describió a los personajes representados en el álbum como “basuras”. –“Casi todo lo que escribo es de algo real, algo que experimenté, exageré y escribí. No creo en el infierno, pero toda esa locura del viejo mundo es genial para las canciones”.
“Hellfire” la intro al álbum con Geordie Greep hablando de un hombre que es tan increíblemente perezoso y que está perdiendo más de lo que ya tiene. Obviamente, la rareza Black Midi probada y verdadera es evidente en esta canción con el instrumental de fondo.
“Sugar/Tzu” es una canción sobre un combate de boxeo que sale terriblemente mal debido a que una niña malvada le dispara a uno de los boxeadores por la espalda. La historia es tan loca como la canción, combinando una fusión extremadamente obtusa y una percusión que es una locura. Se siente como un combate de boxeo en el infierno, especialmente la parte en la que los metales suenan raros y rápidos. ¡Brillante!
“Eat Men Eat” la batería, la guitarra y los metales crean una atmósfera que nunca pensé que podría sonar tan bien. No me importaría un álbum de la banda que fuera básicamente este sonido, porque es realmente bueno. Una espléndida fusión con notas Country. La historia va sobre un drama western donde una pareja de vaqueros es invitada a una mina que es básicamente una trampa para envenenarlos y convertirlos en combustible donde al final escapan y matan al capitán de las minas. ¡Brutal!
Welcome to Hell” el sencillo principal del álbum es simplemente una obra maestra. Es tan enloquecedoramente jazzy y excéntrico que suena como varias canciones en una sola, y se las arreglaron para que sonara tan natural. Es esencialmente una canción sobre un acosador en línea que es espeluznante para una chica.
“Still” es la canción con más sentimiento que ha hecho la banda. Obviamente, les gusta salpicar algo de locura, especialmente hacia el medio, pero en su mayor parte, este es un viaje tranquilo y relajante que me da vibraciones agradables y geniales, que se disfruta bastante.
“Half Time” ruido de estática incluso se escucha un código morse como buscando sintonizar una estación de radio que en este caso es la 66.6 “Hellfire” anunciando una canción como ningún otra que resulta ser el próximo tema de este ya fascinante álbum.
“The Race Is About to Begin” es tan rápida y salvaje y se vuelve más rápida hasta el punto en que puedes sentir que la banda se agota simplemente tocándola hasta que todo colapsa y se convierte en una ligera balada acústica hacia el final. Esta canción es realmente interesante ya que esencialmente cuenta una historia sobre algo que es más normal, y es alguien que apuesta en una carrera de caballos y luego pierde dicha apuesta. Definitivamente se siente como una canción que escucharías cuando tienes algo que perder.
“Dangerous Liaisons” canción que trata sobre un granjero que es engañado por el diablo haciéndose pasar por miembro de la mafia para matar a alguien. Comienza bastante tranquilo y casi sombrío, pero cuando el granjero se da cuenta de que el hombre que lo engañó era en realidad el príncipe de las tinieblas, todo se sale de control, musical y líricamente.
“The Defence” es la canción más normal del álbum, mucho menos extraña y más directa. Esta es también la pista más corta del álbum. La canción trata sobre un proxeneta con complejo de Dios que se da cuenta de que él se va al infierno y sus chicas no. Tienes que amar estas canciones con buenas melodías y una buena carga lírica oscura. La voz de Greep es nota sobresaliente.
“27 Questions” esta canción me parece básicamente un tributo a los deslumbrantes reyes carmesí con una historia sobre un hombre llamado Freddy Frost que puede ser retratado como King Crimson en su conjunto, algo tan antiguo que la vida no lo toca, pero aun así extremadamente moderno que incluso es posible que la muerte nunca lo alcance.
En conclusión. Para mí, todo el álbum califica como una especie de narración completa que te lleva a dar vueltas, te hace querer seguir escuchando después de terminar el álbum. Lo tiene todo, su propia electividad en el lenguaje sonoro nos permite soñar con un enorme futuro para el Prog Rock.
Este es un fuerte contendiente para el mejor álbum de este año debido a lo bueno que es. Súper jazzístico, extraño y simplemente imprescindible para cualquier fanático de la música. No es demasiado largo y es una cantidad perfectamente considerable de canciones. Geordie Greep me recuerda a un Frank Sinatra retorcido, pero también está la influencia de Zappa.
Este 2022 ha sido un gran año en lanzamientos hasta ahora y este álbum seguramente se colocará en la cabeza de la lista de los mejores al final del año.

Francisco Chiu


Y si luego de todo esto no les llama la atención y ni piensan pegarle una escuchada, mejor que ni sigan con lo que viene y aprovechen el tiempo haciendo algo más constructivo, en vez de andar leyendo reseñas de discos y músicas que no te interesan... al fin y al cabo cada uno hace de su oído lo que quiere.

El tercer álbum de Black Midi es pura extravaganza, potencia y atascadez barroca. Después de dos álbumes que llamaron  mucho la atención de la crítica, incluyendo que su debut fue nominado al Mercury Prize del 2019, Black Midi regresa con un álbum que explora temáticamente la fuerza del infierno. Teatral y cinemático, Hellfire es cuasi una ópera rock disonante y extrema que es necesario escuchar varias veces para desentrañar todas las capas de detalles que contiene.
Escrito durante el confinamiento por COVID-19 y grabado en solamente 13 días, la banda muestra un crecimiento obvio canalizado hacia ofrecer una experiencia más consolidada y accesible, enfocada en estructuras compuestas de manera tradicional y dejando de lado las improvisaciones de sus primeros trabajos, pese a que su sonido sigue teniendo una esencia difícil de descifrar y con mucho hard listening.
Un sonido lleno de caos y órden para hacerlo único
El sonido de Black Midi es tan característico que es difícil definir a qué suenan. Combinan soberbiamente cosas como rock progresivo, post-punk, math rock, jazz; creando una experiencia muy avant garde y de jazz fusion moderno. Por supuesto, meten en la licuadora muchos más ingredientes sonoros que completan la experiencia de forma inigualable y magistral. En muchos momentos hay reposos que logran equilibrar la intensa experiencia.
La inicial «Hellfire», que nos da la bienvenida al infierno, incorpora sonidos de cabaret. «Eat Men Eat» es una inhóspita incursión en el flamenco. «Still» tiene country, y en tracks como “Dangerous Liaisons” y “The Defence” se aproximan al big band.
Hellfire es probablemente la placa de Black Midi más fácil de escuchar debido a los leitmotivs que conducen toda la experiencia, llenándonos de imágenes sonoras que se repiten en diferentes partes y nos hacen tener una sensación de continuidad. También la forma en la que han dispuesto la estructura del disco está pensada para ser un álbum de escucha completo.
Pero en general, los 39 minutos que dura el disco, es puro caos en un orden inigualablemente preciso, extremadamente bien calculado y ejecutado con una calidad técnica perfecta. De hecho, mucho del valor de este disco está en esa magistral e impecable ejecución que cada vez es más difícil de encontrar en nuevos lanzamientos debido, en mucha parte, a las tendencias musicales cada vez más libres de instrumentos análogos y eléctricos y ensimismadas en la lírica.
Miseria y llamas del infierno como línea narrativa
Hablando de letras, toda la narrativa del disco se teje a través de diferentes historias, narradas en primera persona, sobre personajes que representan algunas de las facetas más oscuras que ha vivido el ser humano y que le han hecho agonizar.
El primer track, que habla sobre la fragilidad humana, la enfermedad y el envejecimiento, termina con un primer personaje moribundo entrando al infierno.
«Eat Mean Eat» habla sobre dos hombres que, en una búsqueda de sus amigos en el desierto, descubren una fábrica que se dedica a matar personas para extraer su ácido estomacal y comercializarlo como si fuera vino tinto.
«Welcome to Hell» cuenta la historia de Tristan Bongo, un soldado que padece estrés post-traumático. La historia se cuenta desde la perspectiva del comandante de Bongo, quien lo reprende por sus problemas mentales, lo llama cobarde y finalmente lo despide. El mismo personaje aparece en «The Race is About to Begin» convertido en adicto a las carreras de caballos, quien tras abandonar el ejército, el hombre entra en una espiral de adicción de la que no conseguirá salir durante 30 años, abandonando todo lo que tiene sentido en su vida y dándose por vencido. Greep, vocalista de la banda, representa la enfermedad de este personaje a través de un delirante monólogo cantado casi sin respirar.
En «Dangerous Liaisons» el mismísimo Satanás ofrece a un hombre asesinar a otro por dinero, y este acepta, con la consecuencia que termina viviendo sus días sumido en la más insufrible de las culpas.
El álbum concluye en “27 Questions” con la historia de Freddy Frost, un cantante que es descrito como más joven que la vida y más viejo que la muerte, quien al final del último show que dará, intenta hacerse 27 preguntas existenciales, solo para antes de lograrlo, gemir por el dolor y explotar por los aires, mientras los espectadores se ríen de él.
Un álbum perfecto que arde y trasciende
La producción del álbum, a cargo de Marta Salogni, es perfecta, llena de vitalidad, fuerza e ideas para reforzar todo el concepto del disco. Todo funciona para darle mucha profundidad al álbum. El trabajo técnico de grabación, así como el de diseño sonoro es preciso e ingenioso, ocupando muchísimos instrumentos y efectos de sonido para hacer uno de los discos más memorables y top de los últimos años.
Black Midi ha alcanzado un punto de equlibrio perfecto entre sus ideas más maniacas, la maestría artística y la sofisticación musical para presentarnos un álbum innovativo y perfecto que no puede pasar desapercibido para nadie.

Leonardo Walker

Y si a alguien se le ocurre que le puede interesar el mencionado disco anterior "Cavalcade", del 2021, me lo menciona en los comentarios y listo. No lo he escuchado, pero por las referencias, pareciera que pinta también de lujo.

El trío de Croydon, Londres, Black Midi, está de regreso tras un año de Cavalcade (2021) , después de ese disco Geordie Greep, Cameron Picton y Morgan Simpson ocuparon su tiempo en escribir y grabar las diez canciones que contiene su tercer álbum Hellfire, un disco conceptual oscilando por el jazz, el post-punk y la psicodelia; e incluso la ópera rock.
Hellfire (2022) combina la intensidad juvenil y la experimentación inquieta de sus integrantes, con ritmos y sonidos que son poco predecibles y que exaltan a la menor provocación. Dinamismo melódico, con tintes dramáticos que emanan desde lo intrínseco y explorativo , un disco extravagante , donde el protagonismo es la instrumentación.
Sus intervenciones de juego de musicalización lo hacen ser el disco de progresivo. Los temas que este tiene son catarsis puro. Canciones poco convencionales con letras que ocasionan estímulos que es imposible no sentir.
‘Welcome to Hell’ cambia maniáticamente entre diferentes permutaciones de metal, desde el funk hasta el thrash , revelando también las influencias más claras de estos ingleses. Existe un caos orquestal que se expande a través de todo el material.
Un disco que colapsa, lleva el límite cada género musical, pasando por la mente creativa de Black Midi, es el joven de 22 años Geordie Greeep, tal es el caso de ‘Eat Men Eat’, en ella se fusiona el post-hardcore con el flamenco, posiblemente el tema más relevante del ecléctico LP.
Un claro, ejemplo de que -Black Midi soprende es porque se aleja de sus sonidos nativos. ‘Still’ es retrato del country, suena la guitarra en algún pueblo tejano; para traerlo a este tema. También algo de jazz , el saxafón se escucha a lo lejos. Al igual que las teclas de un viejo piano. Lo que desborda son exaltaciones de arreglos , para mitad de la canción se apasigua el sonido y deja sonar el rasgeo de la guitarra acústica.
‘Dangerous Liaisons’, este penúltimo tema de salida del álbum es el lado más jazzistíco, el golpeteo suave de la batería; mientras se acompaña de un piano. Aunado con safoxón , y arreglos de metales , es todo un performance. Una brillantez de composición en la que los tres miembros de este ensamble participan: Cameron Picton, Geordie Greep y Morgan Simpson.
Una canción que bien pudiese ser la banda sonora de una vida , de corte cinemática de cintas de los años cincuenta. Donde en este sentido, la referencia sea probablemente Frank Sinatra.
Un disco que engloba bien referencias musicales arraigadas, el jazz , forma parte medular de Black Midi.  Para considerar , es importante la participación del músico Kaidi Akinnibi y en el que su safoxón se acopló para fusionar estilo.

Oscar Adame

"Hellfire" no da descanso, no siquiera en sus momentos más tranquilos. Un desenfreno del caos con una poesía, sarcasmo y creatividad muy envidiable para una agrupación muy joven que en solo cuatro años, se ha vuelto de los proyectos más excelentes en la música en general.

De Dante a Pantera, los artistas no se han cansado de representar el infierno a través de su obra a lo largo de los siglos. black midi, la banda de rock progresivo británica nominada a un Mercury Prize por su debut de 2019 ‘Schlagenheim‘, se suma a la tradición. Después de ‘Cavalcade‘, uno de los mejores discos de 2021, black midi entrega irónicamente su disco más ligero, y también el más divertido.
Sin estar realmente trazado por una narrativa, ‘Hellfire’ es prácticamente un disco conceptual dedicado a la idea de la maldad. Grabado durante un confinamiento en Londres y producido por Marta Salogni, black midi explora esta idea a través de diferentes personajes que representan algunas de las facetas más oscuras de la humanidad. Por el infierno de ‘Hellfire’ se pasean asesinos, proxenetas, adictos y maltratadores y el vocalista y letrista Geordie Greep se entretiene narrando con detalle complejas historias que perfectamente podrían llevarse a la pequeña o gran pantalla. De hecho, el grupo dice que si ‘Cavalcade’ era parecido a una película dramática, ‘Hellfire’ se asemeja a una de acción.
Greep también dice que, aunque no cree en el infierno, las miserias del mundo le inspiran para escribir canciones. Y vaya si le inspiran. El primer single ‘Welcome to Hell’ cuenta la historia de un soldado que padece estrés post-traumático debido a la muerte que ha presenciado durante la guerra, y al que su capitán humilla vilmente por no ser el hombre que se espera de él. El mismo personaje aparece en ‘The Race is About to Begin’ convertido en adicto a las carreras de caballos y a las máquinas tragaperras: tras abandonar el ejército, el pobre hombre entra en una espiral de adicción de la que no conseguirá salir. Greep representa su enfermedad a través de un delirante monólogo cantado casi sin respirar que dura 108 segundos, y que parece en sí mismo un laberinto, un infierno sin salida.
En ambos temas, black midi continúa virtuosamente por el camino de la fusión de prog-rock y math-rock que tan bien se le da, y el disco vuelve a estar lleno de pasajes instrumentales que mutan y explotan a cada paso, electrizados por una energía enloquecida. Sin embargo, ‘Hellfire’ también es una excusa para que black midi experimente con otros sonidos de manera convincente, y sin que su discurso suene más pesado o rocambolesco: al contrario, ‘Hellfire’ pesa lo mismo que una pluma.
La inicial ‘Hellfire’, que nos da la bienvenida al infierno, integra hábilmente sonidos del cabaret, ‘Eat Men Eat’ es una excitante e inhóspita incursión en el flamenco, ‘Still’ tiene tanto de country como de armonías y acordes que recuerdan al infravalorado ‘Congratulations‘ de MGMT, por supuesto hay jazz en las estupendas ‘Sugar/Tzu’ (sobre un tipo que presume de verse en los tabloides por haber asesinado a un boxeador) y en ‘Dangerous Liaisons’, y ‘The Defence’ incluso se aproxima al sonido «big band» que podría haber sonado en Eurovisión en los años 60. Es uno de los temas de black midi más próximos al género musical, y uno de los más emocionantes.
Pero donde ‘Hellfire’ sobresale es en los textos. Influido por autores como Thomas Bernhardt, Samuel Beckett e Isaac Bashevis Singer, Greep teje historias fascinantes como la de ‘Eat Mean Eat’, sobre dos hombres que descubren una fábrica que se dedica a matar a personas por empacho para extraer su ácido estomacal y comercializarlo como si fuera vino tinto. Y en ‘Dangerous Liaisons’, el mismísimo Satanás ofrece a un hombre asesinar a otro por dinero, y este acepta, con la consecuencia que termina viviendo sus días sumido en la más insufrible de las culpas. No hay mayor infierno que el que uno puede vivir dentro de su propia cabeza. Por suerte, en ‘Hellfire’, black midi hace que este infierno resulte tan divertido como montarse en una montaña rusa.

Jordi Bardají

El grupo dijo que si "Cavalcade" (su trabajo anterior) era un drama, "Hellfire" es como una película de acción épica que cuenta las historias de personajes moralmente sospechosos y que cada historia se presenta con una narración en primera persona. Casi todos los representados son una especie de escoria. Si ellos lo dicen será así nomás...

Y así sin esperarlo tenemos entre nuestras manos el tercer disco de los londinenses black midi. Tan solo ha pasado un año desde que nos destrozaran con Cavalcade (2021). Un disco que mutaba el concepto inicial de la banda y lo acercaba más al prog. Pues preparad vuestra mente bien abierta, pues con Hellfire nos sacuden frontalmente.
Quizás estamos frente al trabajo más accesible de los ingleses. Esto no es un demérito, pues la calidad del disco es posiblemente la más elevada de su carrera. Pero los sonidos más toscos se han convertido en luminosos y agradables. Por momentos parece que estemos viviendo dentro de un cabaret, en otros momentos en un patio andaluz con su folklore. También tenemos el jazz de Cavalcade y, como no podía ser de otra forma, la complejidad técnica por bandera en cada pista.
Hellfire es una nueva forma de tratar el mal, el infierno. Si siempre se ha pintado como algo lúgubre y oscuro, pendenciero, ahora black midi apuesta por mostrarnos la cara más amigable del reino de Lucifer. Hellfire es un disco que te rompe en dos, pues mentalmente estás preparado para una acribillación sonora de escándalo tratando de descifrar los confines del inframundo, y por contra nos encontramos con los momentos más cálidos de black midi.
Sí, no hay por dónde coger a esta banda. Y esto es lo que la convierte es la banda del momento. Si con Schlagenheim ya prometían una carrera de altos vuelos, con su tercer disco nos demuestran que no compiten contra nadie, pues son superiores al resto. Su propia competición es contra ellos mismos, pues la capacidad de innovación e invención de momento no conoce límites.
Hellfire es un disco perfecto. Y ya van tres. La locura del cuarteto está bien definida en la música y, esta vez también, en las letras. El trabajo de Geordie Greep es suculento en la ideología pero más plano en la ejecución de las voces. Pero eso da igual, pues la fusión de voces y música es tan dolorosa como bien labrada. ¿No os sangran los oídos escuchando la velocidad de habla de Greep en “The Race Is About to Begin”? Creo que no llega a respirar durante dos largos minutos. Increíble.
En esta pieza precisamente nos cuenta como un soldado con estrés post traumático regresa a la “vida” convertido en adicto a las tragaperras y las carreras de caballos. Este soldado es introducido en “Welcome to Hell”, el primer single del disco. Tras el vertiginoso monólogo, la canción muta a un pasaje de calma adornado por bellas atmósferas y una triste pero cálida linea de voz.
Para poner otro ejemplo sobre la temática del disco, en “Dangerous Liaisons” el diablo ofrece dinero a un hombre para que asesine a otro. Curiosa representación de la locura del infierno made in Greep.
Y así cerramos el tercer disco de black midi con una sensación de haber disfrutado del infierno como nunca. Esta nueva confrontación entre arte e infierno es tan original como única. black midi sabe tocar las teclas como nadie, sabe rizar el rizo como pocos, sabe evolucionar de una forma tan sorprendente como necesaria para la música. Sin duda, el mundo de la música tiene mucho que agradecer a black midi y su locura y valentía. Hacer lo que te da la gana nunca fue tan divertido como este infierno que nos muestran.

Beto Lagarda 

 

La virtud de lo inesperado: Black Midi vuelve a la carga con Hellfire, una avalancha de rabia y recursos progresivos.
Lo humano en la música es irrepetible. Hoy día hay algoritmos que pueden hacer música e inteligencias artificiales que te pueden dar una pintura con una palabra o una frase. Pero la realidad es que los matices y los colores que te da el propio ser humano son irrepetibles. En la música está, por eso la gracia del error y la maravilla que hay en todo el caos. Black Midi se ha consolidado nuevamente como el claro ejemplo de eso con Hellfire, su tercer disco.
La joven banda vuelve al ruedo de la mano de Rough Trade Records para establecer un nuevo álbum que, aunque puede ser igual de complejo y extravagante que los anteriores, tiene mucho encanto y nos muestra la inteligencia musical y de discurso de la banda.
Apenas hace un año había llegado Cavalcade, un disco que parecía una especie de caos sistemático, mismo que se reflejaba en esa conexión para darle brillo a cada uno de los instrumentos.
Ahora, con Hellfire, parece que la agrupación toma un nuevo nivel en cuanto a lo complejo, pero también en lo escénico y por supuesto en el factor humano que no sigue algoritmos digitales, sino que se mueve por instinto, lo que le hace único.
Hellfire parece la constante persecución de algo, es como las escenas menos tranquilas de Birdman en las que no entiendes del todo que está pasando ni por qué, solo hay que seguir en camino. No importa ir lento ni rápido, lo que importa es ver que pasa, y si Hellfire logra atraparte en su universo, será una experiencia divertida.
El infierno es poco...
Black Midi se mantiene fiel a su estilo en Hellfire. Es salvaje, juega con las disonancias y los compases poco comunes, hace movimientos musicales complejos y también juega mucho con lo escénico, como si se tratara de una ópera rock, y aquí viene lo más interesante del álbum, ya que -a diferencia de sus pasadas entregas- las ocho canciones de este álbum y sus dos transiciones suenan bastante unidas y parecen conformar un todo que es más que la suma de sus partes.
Hay distorsión, baterías muy atascadas, líneas de bajo a veces irreconocibles, una voz que suena alarmante y al mismo tiempo parece ser la narradora de todo el caos que hay en los oídos, pero sobre todo hay muchos cambios radicales en estructura y ritmo.
No es solo son cambios de ritmo, Hellfire está lleno de intervenciones de guitarras acústicas que calman todo el desastre y que de a poco generan misterio, eso se va consolidando como un sello del álbum, que ahora no se jacta de tantos riffs afilados, sino que son los remates de batería y los cantos los que toman la delantera.
Canciones como "Still", "Eat Men Eat" y "The Defence" muestran esta nueva cara de Black Midi, con un sentido casi teatral y al mismo tiempo con ambientes tranquilos, pero no por mucho tiempo.
Otros temas como "Sugar/Tzu", "Welcome To Hell" y "The Race Is About To Begin" apuestan por el caos y por aquel sello característico, aunque aparentemente perfeccionado de Black Midi.
El sentido teatral de Hellfire es sumamente interesante, ya que la agrupación logra clavar varios ambientes que pueden ir desde una pelea de box, una transmisión vieja en la radio y una guerra. Esto al final puede ser un recurso de las óperas rock, ya que de algún modo Hellfire ironiza mucho de lo que hay en el mundo, y a su modo es un álbum crítico.
Apostar por lo incómodo, apostar por el rock
Hellfire es un álbum lleno de recursos. Cuando parece que ya no hay nada que pueda sorprender al oído aparecen ritmos con influencias claras a distintos géneros musicales inspirados en las distorsiones. Cuando menos lo esperas puede llegar un ritmo punk; de repente pueden aparecer acordes menores similares a los que usaría una banda de metal, y cuando menos lo esperas las guitarras acústicas pueden sonar a música folk de los años setenta.
Estos recursos parecen ambiciosos, pero te juro que aunque no seas una persona que se fije en todos esos detalles puedes disfrutar del álbum. No se trata de entenderlo a fondo, sino de meterse en un caos mientras el resto del mundo musical ofrece canciones amigables y, de algún modo, predecibles.
Al final son todos los detalles los que hacen que nos preguntemos lo mismo de siempre con la música de Black Midi: ¿Cómo lo hacen?
Creo que esa pregunta es similar a cuando vemos iglesias barrocas o edificios futuristas que desafían lo que anteriormente habíamos visto. La magia de Hellfire es que sirve como un reflejo de todas esas obras que parecen imposibles, la diferencia es que se escucha y no se ve.
Progresivo, pero diferente
Lo que más me gusta de Black Midi es que, a diferencia de muchas bandas que tienen influencias del rock progresivo, no apuesta por esos paisajes psicodélicos, llenos de ritmos fluidos, teclados brillosos y voces celestiales. No. Hellfire y la demás discografía de Black Midi apuesta por el caos, por lo incansable y por esa suerte de violencia que trae consigo llevar las cosas al límite.
Da curiosidad como será ver a la banda en vivo para el Corona Capital sobre todo por la respuesta de la gente al escuchar algo como lo que viene en Hellfire. ¿Serán saltos y locura o será algo poco cómodo? Esperemos que sea lo primero, y que no haya prejuicio.
Hellfire fue producido por Marta Salogni, la mente maestra detrás de grandes álbumes de Björk, Frank Ocean, Bon Iver, Holly Herndon, Animal Collective entre muchos otros proyectos.
Te sugiero escuchar Hellfire si tienes ganas de saltar, de tirar energía o si vas en el transporte público y necesitas algo que te mantenga despierto. Black Midi es el ejemplo de que existen otros caminos en la música, y que estos pueden estar llenos de emoción.

Rubén Ortega

Pueden escucharlo y volverse locos desde su espacio en Bandcamp:
https://bmblackmidi.bandcamp.com/album/hellfire

Páginas oficiales:

Web
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Spotify

 



Lista de Temas:

1. Hellfire (1:24)
2. Sugar/Tzu (3:51)
3. Eat Men Eat (3:08)
4. Welcome to Hell (4:10)
5. Still (5:46)
6. Half Time (0:26)
7. The Race Is About to Begin (7:15)
8. Dangerous Liaisons (4:15)
9. The Defence (2:59)
10. 27 Questions (5:44)

Alineación:
- Geordie Greep / vocals, guitars
- Seth Evans / keyboards
- Cameron Picton / bass
- Morgan Simpson / drums
- Kaidi Akinnibi / tenor saxophone



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Sin conexión a Internet: día 7

¿No era que todo lo solucionaba el mercado? Personal, Telecentro y todos los proveedores de la zona de Flores y Floresta, se pueden ir la la reput&$%!@~€|Ç^[!!!. Desde le viernes no tengo conexión a Internet así que hasta que se reestablezca la conexión (increíble en estos tiempos), el blog cabeza tendrá servicios reducidos. Luego volveremos a la locura de siempre y a la que ya seguramente están  acostumbrados...

Ideario del arte y política cabezona

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"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.