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La estética de John Cage y los orígenes de la música experimental (II)

Aquí la segunda parte de la historia del "arte al límite" que empezaramos ayer, y que devino de la obra de Alessandro Guglielmelli que vamos publicando en el blog a medida que va apareciendo. Un texto basado en una nota escrita para "Esculpiendo Milagros Blog", el genial espacio de Norberto Cambiasso, un conocedor del que hemos hablado bastante en el blog cabezón, sobretodo por su "Vendiendo Inglaterra por una libra". Apreciar el arte de Cage, sea musical o visual, es apreciar la novedad de sus ideas en los dos ámbitos. Al referirnos al arte contemporáneo todos sabemos de innumerables escenas en las que predominan la insatisfacción estética y las sensaciones de timo e irrespeto, y entre ello, pocos personas en Estados Unidos han tenido el impacto de John Cage en la música contemporánea. Su inteligencia multifacética lo llevó a investigar el misticismo asiático además de la naturaleza, y la composición e interpretación de la música vanguardista. Aquí cerramos esta incursión a la música del maestro Cage, pero no vamos a terminar con nuestra incursión en la música experimental, sobretodo porque en el under argento es un estilo que crece en cada esquina aún cuando sea algo completamente fuera del mercado discográfico. Sirva esto, pues, de una necesaria introducción a esta estética tan particular y a veces incomprendida.


John Cage es una de las figuras más importantes del arte contemporáneo, no solo por sus inovaciones en el campo de la música sino como pensador, escritor y filósofo. Nacido en los Estados Unidos de Norteamerica el 5 de Septiembre de 1912, hijo de un Inventor. En 1930 hace un viaje por Europa en el que se dedica a estudiar Arte, Musica y Arquitectura, y a su regreso a los Estados Unidos se dedica a escribir poesia, a pintar, y a estudiar composición. La faceta mas particular que va a convertir a John Cage en uno de los grandes inovadores musicales de este siglo y que lo va a apartar de la tradición Europea, es la búsqueda de la "obra abierta". Para Cage la obra de arte se tiene que abrir a la vida, y esto trae como consecuencia la creación de obras en las que el artista se hace a un lado y deja que los acontecimientos que existen en ellas tengan lugar simultaneamente, sin que interfieran unos con otros. Para lograr esto él compone su música usando técnicas de azar que determinan cada nota, cada rítmo y cada silencio de sus obras. De esta manera, ninguna opinión personal del artista altera a la obra, pues toda decisión es efectuada de manera aleatoria. Cage afirma que para componer de esta manera es necesario que el artista aniquile su ego, ocacionando de esta manera que las obras se vuelvan menos "expresivas" con el fin de que las emociones surgan no de ellas, sino de la gente que las escucha.
Cage no se conforma con expresar su idea de la "obra abierta" con sus composiciones, y atraves de su vida va a escribir varios libros acerca de estas ideas. Además, va a ser uno de los iniciadores del "Happening" cuando en 1952 hace un evento en Black Mountain College dentro del cual se desarrollan una serie de actividades distintas que no tienen conexión alguna entre si (mientras una persona baila, otra persona toca el piano, otra recita subida en una escalera, etc). El fin que Cage perseguía al hacer este evento era involucrar al expectador con una forma de expresión que lo acercara a la vida atravez de su filosofía de la "no intención" (es decir que lo que sucede esta abandonado al azar, y no se pretende comunicar algo determinado).

El 5 de septiembre de 2012 John Cage, uno de los artistas más innovadores del siglo XX, cumpliría cien años. Entre los múltiples homenajes, se presenta desde finales de abril en el Centro Cultural Auditorium Maximum del Colegio Alemán, en Medellín, el programa de conciertos, conferencias y exposición ´John Cage. El maestro del azar planeado´.
En 1960 John Cage, alto, delgado y de voz nasal, participó en el programa de televisión I’ve Got a Secret con una presentación bastante singular: luego de atravesar una cortina del set y saludar amablemente, se inclinó sobre el presentador para decirle en secreto: “Voy a presentar mis composiciones musicales”.
Las palabras que Cage decía al oído aparecían en transparencia sobre la pantalla, mientras la gente del público aplaudía. Como nosotros, ellos también supieron el secreto. Cage enumeraba los instrumentos que pensaba utilizar en su ejecución (una olla, una bañera, algunos radios, hielo, una licuadora y un gran piano, entre otros), mientras el presentador lo miraba cada vez con mayor extrañeza se incrementaban las carcajadas del público.
Luego, el compositor defendió el carácter musical de su actuación. Entonces, el conductor del programa mostró un recorte del Herald Tribune del que citó unas breves líneas sobre su obra. Acto seguido, el presentador le advierte con confianza que quizá algunos espectadores se reirán.
A Cage valga decirlo, le importó un pito. Pasaron a hablar de lo que sucedería en el escenario y quedó claro que no se podrían sintonizar los radios porque una disputa sindical impedía la manipulación de ese tipo de aparatos en televisión. A cambio, se iban a golpear. Finalmente, explicó el título de la pieza: "Water Walk".
Guillermo Vanegas

En una entrevista con Daniel Charles, Cage afirma: "Lo que es importante es insertar al individuo en el flujo de todo lo que sucede. Para hacer esto, el muro del ego debe de ser demolido; gustos, memoria y emociones deben ser debilitados. Se puede tener una emocion, simplemente no debemos pensar que es tan importante. Tómala de una manera en que luego la puedas dejar caer. No la reelabores!". De esta manera, Cage espera que el expectador haga a un lado a su ego , para volverse más perceptivo hacia todo lo que sucede a su alrededor. Probablemente uno de los fines mas importantes que él persigue con sus obras, es lograr que abramos nuestros oídos a todos los sonidos existentes: "Hay que considerar no solo la musica hermosa sino la musica que tiene vida en si misma".
Para él es necesario romper con toda distinción entre vida y arte, ya que su misión como compositor es hacer que su auditorio se vuelva mas conciente del mundo en el que vive.


La estética de John Cage y los orígenes de la música experimental (II)
6- Liberar a los sonidos de su esclavitud en este conjunto de relaciones formales e institucionales sería la tarea de la música experimental y, en particular, de la estética de Cage. De allí su famoso dictum: “to let sounds be themselves” (Dejad que los sonidos sean ellos mismos).
En el modernismo musical de la primera mitad del siglo -y aquí no cambia nada el hecho de que se trate de una partitura con notación convencional (como en la tradición dodecafónica/ serial) o de la medición de frecuencias sonoras de la electrónica y la electroacústica- cada parámetro de la composición debía estar interrelacionado. Fue el propio Schönberg quien legó a buena parte de los compositores posteriores una concepción de la forma como equilibrio estructural entre las partes, cuyos orígenes podían rastrearse sin dificultad en cierto organicismo romántico: la idea de que una obra acabada se medía por su completud formal, la relación perfecta entre todos los elementos que la componían. Una totalidad cerrada en sí misma donde no faltase ni sobrase una sola nota, donde cada sonido se articulara con el anterior y con el siguiente en una conexión necesaria y donde nada interviniera que pudiera considerarse ajeno al material técnico requerido por la estructura misma de la composición. De este modo, la música, como la más abstracta de las artes, no hacía más que replicar el modo en que funcionaba la naturaleza. Así como en la semilla ya se encuentra en germen la planta, así también en la idea de un buen compositor se oculta ya la concepción completa de la obra. El resto es mero asunto de ejecución.
Huelga decir que semejante visión hacía del artista un genio, unos cuantos escalones por encima del común de los mortales. El modernismo vienés simplemente sustituía las veleidades metafísicas por el acento en las técnicas compositivas. La inspiración romántica cedía su lugar al manejo puntilloso del material sonoro. Pero el compositor seguía siendo tanto el factotum de la obra como la fuente última de su significado.[1]
7- Nuestra vida diaria no siempre se rige por las relaciones causales que invoca el método experimental. Las acciones cotidianas no pueden aislarse o manipularse a voluntad como si fueran variables científicas. Para comprobarlo, basta reparar en esta encantadora anécdota que cuenta Cage y que vale la pena citar en toda su extensión:
“La revisora de un autobús lleno de gente y a punto de salir de Manhattan hacia Stockport vio que había demasiados pasajeros de pie. Preguntó entonces: ‘¿cuál fue la última persona en subir al autobús?’ Nadie dijo nada. Afirmando que el autobús no partiría hasta que el pasajero extra lo abandonase, fue a avisar al conductor, que volvió a preguntar: ‘Vamos a ver, ¿quién fue el último que subió al autobús?’ De nuevo el silencio del público. De modo que se fueron los dos a buscar al director. Éste preguntó: ‘¿Quién fue la última persona que subió al autobús?’ Nadie habló. Entonces anunció que iba a traer a un policía. Mientras la revisora, el conductor y el director se fueron en busca de un policía, un hombre bajito llegó a la parada del autobús y preguntó: ‘¿es éste el autobús que va a Stockport?’ Al oír que lo era, se subió. A los pocos minutos los tres que se habían marchado volvieron acompañados por un policía. Éste preguntó: ‘¿cuál es el problema? ¿Quién ha sido el último en subir al autobús?’ El hombre bajito contestó: ‘He sido yo’. El policía le ordenó: ‘De acuerdo, bájese’. Todos los ocupantes del autobús se echaron a reír. La revisora, pensando que se reían de ella, se echó a llorar y dijo que se negaba a ir a Stockport. El inspector dispuso entonces que fuera sustituida por otra revisora. Ésta, al ver al hombre bajito de pie en la parada del autobús, dijo: ‘¿Qué está haciendo aquí?’ Él le contestó: ‘Estoy esperando para ir a Stockport’. Ella replicó: ‘Pues éste es el autobús que va a Stockport. ¿Va a subir o no?’”
Una serie de circunstancias encadenadas que guardaban entre sí perfecta consistencia lógica terminaron por producir la consecuencia exactamente contraria a la buscada. Esa clase de indeterminación, en la cual hacen su aparición variables que el científico o el compositor no controlan, guiará los desvelos de una música experimental que debe a Cage por igual sus fundamentos primarios, su primera fundamentación explícita y su definición más célebre.[2]
“…aquí la palabra “experimental” es apta siempre que se entienda, no como la descripción de un acto que luego será juzgado en términos de éxito o de fracaso, sino simplemente como un acto cuyo resultado es desconocido”.
Una partitura experimental no juzga entonces sus resultados en términos de éxito y de fracaso porque el compositor renuncia de antemano a controlarlos. “Un acto cuyo resultado es desconocido”, nos dice Cage. ¿Desconocido para quién? En primera instancia, para el propio compositor. Idea ésta que arranca la experimentación sonora no sólo del ámbito de la causalidad (a la que sin embargo no renuncia necesariamente) sino también del de la teleología. Porque aquí ya no se trata de los propósitos y de las intenciones sino del continuo fluir de los sonidos: “de los que están en el pentagrama y de los que no”, esos aparentes silencios que abren “las puertas de la música a los sonidos del ambiente”.[3]
Una música, entonces, que lejos de cristalizarse en una partitura que, amén de las interpretaciones, permanece idéntica a sí misma de una vez y para siempre, prefiere constituirse como un proceso susceptible de modificaciones futuras, similar a ese río heraclitiano en el que nadie se baña dos veces. Un organismo vivo -tan distinto de ese organicismo romántico del que deriva la tradición del racionalismo modernista- que renace siempre de manera diferente ante cada nueva ejecución. Y que postula en un mismo gesto la muerte del compositor y la liberación del oyente.[4]Pero no, como creía Enzensberger, para descargar al músico de responsabilidades. Porque a diferencia del compositor serial, que se rige por un sistema de reglas preestablecidas, el compositor experimental apunta a producir con sus sonidos una intervención en el mundo, un acto que requiere de la participación de los ejecutantes y de la audiencia para poder ser completado. Y que en ese sentido se diferencia del típico individualismo moderno, propio de los métodos axiomáticos cartesianos (y, por cierto, de una economía de mercado) y se aproxima a una tradición pragmatista en la que cualquier clase de interpretación es fruto de procesos de aprendizaje compartidos.

8- De lo dicho hasta aquí no hay que deducir que la música experimental renuncia sin más a cualquier atisbo de racionalidad, una interpretación lamentablemente extendida, que se apoya en el documentado interés de Cage por el Zen, ciertas fuentes hindúes, la psicología de Carl Gustav Jung y místicos cristianos como Meister Eckhart. Ni tampoco suponer (aunque de manera involuntaria este artículo contribuya a ello por centrarse en su figura) que la experimentación sonora radical descanse exclusivamente en sus ideas pioneras y no haya evolucionado desde los tempranos años 50.
Trazar ese desarrollo fue una de las tareas que se impuso Michael Nyman en su Experimental Music: Cage and Beyond. A él debemos la distinción hoy canónica entre la tradición vanguardista de la primera mitad del siglo XX y la vertiente de experimentación que se ha ido afirmando a partir de las primeras intuiciones cageanas.[5] El ahora reconocido compositor británico distinguía en la música experimental una serie de procesos cuyo carácter impersonal sustraía los sonidos de la voluntad integradora del compositor moderno. En lugar de congelarse en una estructura de relaciones, en un sistema de reglas cuya perfección sancionaba la propia partitura, ahora era posible escucharlos en su peculiar devenir, ajenos a las conexiones lógicas que, lejos de formar parte de su propia naturaleza como sonidos, tendían a ser impuestas por la mente humana, acostumbrada a recortar en una serie de estados separados el flujo continuo de la realidad.
No se trataba de un mero repertorio de técnicas sino de medios en general sencillos de poner los sonidos en movimiento, a los que Nyman unificaba bajo la idea de “procesos”, inspirado por las consideraciones del propio Cage. Apuntaban a provocar una situación en la cual los sonidos podían ocurrir, a generar una acción que no siempre era simplemente sonora. Una lista parcial debería contemplar el abandono de la notación convencional por instrucciones verbales (Fluxus) y partituras gráficas (de Christian Wolff al Treatise de Cornelius Cardew), el uso de procedimientos de azar (como el I-Ching, los mapas estelares, los mazos de cartas, etc.), la libertad para que el ejecutante se mueva a través del material sonoro a su propia velocidad (como en In C, la famosa pieza de Terry Riley donde cada intérprete debe completar 53 figuras a su propio ritmo, sin que sea obligatoria la coincidencia unísona de los instrumentistas), la repetición de ciertos parámetros musicales (los procesos graduales de Steve Reich y el minimalismo de Riley, Glass y cía.), la apelación a un repertorio de sistemas contextuales (variables que surgen de la propia continuidad musical como en los últimos dos parágrafos del The Great Learning de Cardew o en el plan de improvisación del Spacecraft de Musica Elettronica Viva), las posibilidades renovadas de una electrónica casera (MEV, el Once Group, Sonic Arts Union, el San Francisco Tape Music Center), el uso de técnicas instrumentales extendidas, la reconsideración del noise (de Luigi Russolo a Merzbow) y los silencios (de 4’ 33” al moderno reduccionismo), los sonidos interminablemente sostenidos bajo la forma de drone (La Monte Young y el Theatre of Eternal Music), las game pieces (como Cobra de John Zorn), entre muchos otros.
La música experimental sustituía las cosas por las acciones, los objetos por los procesos, la composición cerrada por las posibilidades abiertas, las explicaciones mecanicistas por las incógnitas de la indeterminación, el control por la simple expectativa, el tiempo abstracto –articulado por una sucesión de momentos estáticos- por la duración -el tiempo concreto en que suceden los acontecimientos-. Que renunciara a figurarse la naturaleza como una inmensa máquina regida por leyes matemáticas o como la mera realización de un plan, que cuestionara las conexiones lógicas que derivan de una imagen geométrica del universo, no significa que esta nueva actitud experimental postulara un irracionalismo sin más. Se trataba de intensificar nuestra percepción del entorno, del conjunto de fuerzas que nos atraviesan y nos convierten en seres únicos pero situados siempre en configuraciones que exceden la mera voluntad individual, de conectar nuestra existencia con el fugaz pero constante discurrir del mundo, de acercar otra vez, si se quiere, el arte a la vida.
9- En Cage y en buena parte de la tradición experimental que deriva de él, se busca entonces desarticular cualquier conexión a priori, abstracta o trascendente, entre los sonidos. Y quebrar también cualquier lazo a posteriori a través de la introducción de procedimientos de azar y otras variables indeterminadas. En este caso, las conexiones entre compositor, intérprete y oyente, liberadas de los corsés institucionales de una venerable tradición occidental, sujetas ahora al mismo tipo de indeterminación que rige las relaciones entre los sonidos. Toda vez que los sonidos renuncian a cualquier significado establecido de antemano, que se cuestiona su continuidad rítmica o melódica, que se resisten a cualquier estructuración predeterminada (sea esta armónica, atonal o dodecafónica), y que ni compositor ni intérprete detentan ya la autoridad en última instancia de una composición, la experiencia acústica adquiere valor en sí misma y se traslada a la capacidad de cada oyente de hacer sentido de ese continuo discurrir sonoro, que no reconoce fundamento ni meta alguna más allá de su propia existencia como tal.
Una música que puede hallarse en cualquier lugar. Que no requiere que alguien golpee las teclas de un piano o pulse una cuerda para existir. Que desconfía de los gestos expresionistas y prefiere la experiencia de la escucha a la demiurgia del compositor. Que nos enseña a escuchar el mundo con oídos vírgenes, asumiéndolo como una inmensa caja de resonancias. Y que, por consiguiente, promueve una revolución total en nuestra concepción del espacio sonoro.
10- La llave de esa percepción tan modificada respecto de la tradición musical de Occidente no es otra que la conclusión a la que llegó Cage luego de su experiencia en la cámara anecoica.
“El espacio y el tiempo vacíos no existen. Siempre hay algo que ver, algo que oír. En realidad, por mucho que intentemos hacer un silencio, no podemos. Para ciertos procedimientos de ingeniería es deseable tener una situación lo más silenciosa posible. Una habitación así se denomina cámara sorda, sus seis paredes hechas de un material especial, un habitáculo sin ecos. Hace unos años entré en una de estas cámaras en la Universidad de Harvard y oí dos sonidos, uno agudo y otro grave. Cuando los describí al ingeniero encargado, me explicó que el agudo era mi sistema nervioso en funcionamiento; el grave, mi sangre circulando. Hasta que muera habrá sonidos. Y éstos continuarán después de mi muerte. No es necesario preocuparse por el futuro de la música.” (Cage, op. cit., p.8)
El silencio absoluto, entonces, no existe.[6] Lo que solemos concebir como silencio no es otra cosa que sonido no intencional. Y allí está su pieza más célebre –4’ 33”– para demostrarlo. Gracias a esta suerte de panauralidad[7] -la conclusión de que todo suena siempre por doquier- la nueva música experimental buscará establecer un continuum sonoro con la naturaleza. Ahora
“…la acción o existencia musical puede ocurrir en cualquier punto, o a lo largo de cualquier línea o curva, o de lo que sea, en el espacio sonoro total;… estamos, de hecho, técnicamente equipados para transformar en arte nuestra idea contemporánea de cómo opera la naturaleza.” (Cage, op. cit., p.9)
Las consecuencias que se desprenden de una declaración como ésta serán poco menos que formidables. En primer lugar, una democratización radical de la música, dispuesta ahora a aceptar en su seno los sonidos del ambiente, ya sea que pertenezcan a la propia naturaleza o a un entorno industrial modificado por el hombre. La borradura definitiva de cualquier diferencia que hubiese podido persistir entre el ruido y la música.[8] Porque el silencio, entendido de este nuevo modo, no es más que el espacio donde resuenan los sonidos, también aquellos agrupados en la partitura más compleja que quepa imaginar. Y la música, entonces, sale del venerable caparazón en que se mantuvo encerrada por cuatro siglos de reglas armónicas y regulaciones institucionales, para acudir al terreno más resbaladizo, pero también más recompensante, de la vida cotidiana.[9]

11- En segundo término, el acento ya no recae tanto en las relaciones entre los sonidos (como quería el racionalismo musical) sino en los propios sonidos como tales. Una suerte de empirismo radical que busca evitar el peligro al que inevitablemente nos conduce la percepción mecanicista del mundo: el hecho de que “cuanto más se perciben las relaciones entre las cosas, menos se tiende a tener conciencia de su existencia como cosas en sí mismas.” Todo el conjunto de procedimientos (azar, indeterminación, etc.) al que apela esta nueva música tiene como propósito fundamental el de volvernos conscientes de la inutilidad de los propósitos. Para decirlo en palabras de Leonard Meyer:
“La negación de la realidad de las relaciones y de la pertinencia de los propósitos, la creencia de que sólo las sensaciones individuales y no las conexiones entre ellas son reales, y la aserción de que las predicciones y objetivos no dependen de un orden existente en la naturaleza, sino de los hábitos y preconceptos acumulados del hombre, todo esto descansa sobre una negación menos explícita pero más fundamental todavía: la negación de la realidad de causa y efecto.”[10]
No se trata tanto de negar la causalidad como principio sino de combatir la tendencia al aislamiento de los acontecimientos particulares, de contrarrestar la suposición (encarnada en toda la tradición occidental) de que los sonidos se encadenan entre sí siguiendo una suerte de narrativa, que se nos aparece como el discurrir visual de las notas cuando leemos una partitura y como una sucesión cronológica ordenada cuando escuchamos una pieza musical determinada.
Esta impugnación de un espacio musical unificado y homogéneo, heredado de la preponderancia visual que parece dominar nuestras percepciones al menos desde el Renacimiento, coincide con la voluntad última del proyecto cageano: sustituir la prioridad de la vista por una nueva reconsideración del mundo en términos auditivos, hasta borrar también las distinciones entre ambos sentidos.[11] “Aprender a escuchar” constituye el valor supremo de la música experimental. Para ello, los sonidos adquieren una especie de concretud, de peso específico en sí mismos, independientes de su función en un desarrollo más general.[12]
Y la música se convierte en acción. Porque una vez que se arranca a los sonidos de cualquier significado preestablecido, una vez que el péndulo de la experiencia acústica se traslada al oyente, una vez que se desmantelan las relaciones unívocas entre compositor y partitura, partitura e intérprete, intérprete y oyente, una vez, en fin, que se subvierte la distinción entre música y ruido, o entre sonido y silencio, queda apenas un ámbito de indeterminación susceptible de ser llenado con cualquier contenido que queramos atribuirle. Y semejante posibilidad, lejos de ser arbitraria, se identifica más bien con el libre arbitrio, con nuestra capacidad de conceder significados siempre renovables a un marco de experiencia que desafía nuestros hábitos preconcebidos. Una acción que, en la medida en que se sitúa en el aquí y ahora de nuestra existencia, disuelve también la diferencia entre arte y vida, asumiendo que “todas y cada una de las cosas en el tiempo y el espacio tienen relación con todas las demás cosas en el tiempo y el espacio” (Cage, op. cit., p.47)
“Una acción experimental, generada por una mente tan vacía como lo estaba antes de haberla concebido, y por lo tanto abierta a cualquier posibilidad, es, por otra parte, práctica. No se mueve en términos de aproximaciones y errores, como debe hacerlo por naturaleza una acción bien fundamentada, ya que antes no se habían establecido imágenes mentales de lo que ocurriría; ve las cosas directamente como son: no permanentemente implicadas en un infinito juego de interpretaciones. Música experimental.” (Cage, op. cit., p.15)
Una acción, entonces, que es verdaderamente libre porque asume que el universo es un proceso continuo, que todo recorte para orientarnos en él es meramente artificioso, y que la vida, como quería Henri Bergson, es fundamentalmente duración (el único atributo que, por otra parte, según Cage, comparten sonidos y silencios).
12- Lo que nos conduce finalmente a la transformación radical de la idea de tiempo que impulsa la música experimental. Un golpe directo al corazón de la herencia occidental, acostumbrada a pensar la música como el arte temporal y abstracto por excelencia: una sucesión de sonidos enlazados por ciertas reglas armónicas complejas que no sólo garantizaban el desarrollo de una pieza determinada, también brindaban al compositor las técnicas necesarias para llevar a cabo esa tarea. La elección de temas y motivos definidos, sus constantes transposiciones y recapitulaciones, las diferencias estrictas entre las diversas formas (que permitían distinguir por ejemplo entre una fuga y una sonata) y hasta la teoría misma del contrapunto se basaban en un supuesto fundamental: que la música, como la sucesión de sonidos en el tiempo, estaba sujeta a un orden narrativo, sintagmático, similar al de cualquier lengua (escrita o hablada) pero sin el acento referencial que caracterizaba a otras disciplinas estéticas. De lo que se deducía su autosuficiencia, el carácter autónomo de ese universo sonoro empecinadamente cerrado a cualquier incidencia externa. Carácter que la revolución vanguardista conservaría, hasta volverlo prácticamente inviolable, con su búsqueda paulatina de una abstracción cada vez mayor. Puede que la rebelión serialista (y hasta la electroacústica) desafiara las reglas clásicas de la composición, pero jamás abandonó las presuposiciones de una evolución progresiva de los sonidos, sometidos a la atenta vigilancia del artista, cuya inmaterialidad sólo desvelaba la notación convencional de la partitura. Podía discutir la jerarquía de las alturas pero dejaba intacto el elevado lugar que la música, debido a su supuesta inmaterialidad, ocupaba en unas consideraciones estéticas que hacían de la abstracción el valor por excelencia de cualquier obra.
La teoría (y la práctica) de Cage, en cambio, promulgaba una especie de transparencia acústica, que arrancaba a los sonidos de su encadenamiento forzoso para que flotaran libremente en un espacio que, en la medida en que se abría también a los acontecimientos externos (los ruidos del público en 4’ 33”), incorporaba el movimiento temporal. El tiempo no se asumía aquí en los términos de un progreso más o menos lineal sino a partir de la idea, derivada de la filosofía de Bergson y reforzada por su interés en el Zen, de la naturaleza como un proceso continuo de creación y cambio. Un flujo incesante sólo comprensible como duración, que requería de todos aquellos involucrados en la música (compositores, intérpretes y oyentes) percepciones intensificadas que mantuvieran a raya la tendencia del intelecto a aprehender el discurrir de los sonidos como entidades estables y estáticas. Muchas piezas experimentales hicieron de la duración extensa un desafío para la fortaleza física de los ejecutantes y para la paciencia del público. La Monte Young parece haber convertido ambos requisitos en condición sine qua non para la apreciación de su peculiar estética. Y Morton Feldman sacó las conclusiones lógicas de esta transformación temporal al elevar la desorientación de la memoria, como quería el propio Bergson y como demuestra su famosa Triadic Memories, a principio formal capaz de revelar la funcionalidad y direccionalidad de los acordes como meras ilusiones.
No es necesario multiplicar los ejemplos. Baste decir que la música experimental, con su aceptación de nuestra radical contingencia, cuestiona los presupuestos ontológicos de la tradición occidental sin ignorar la lección básica de la modernidad: la conciencia de nuestra inevitable finitud e historicidad, la obligación de volvernos responsables de nuestras propias acciones y decisiones. De cómo hemos de transformar esa contingencia en destino, en una época que ya no puede apelar a las cosmovisiones trascendentes, religiosas y metafísicas de antaño, da cuenta también, entre muchas otras actividades humanas, la experimentación sonora, con su búsqueda de una relación menos forzada entre el hombre y la naturaleza, con esa forma lúdica, y a la vez gozosa, que tiene en ocasiones de dejarse llevar por el fluir de la vida. No alcanzó para cambiar el mundo ni tampoco lo pretendía. Pero sirvió para que unas cuantas personas aprendieran a verlo y a escucharlo con ojos y oídos diferentes.

[1] Una buena discusión de todo el asunto se encuentra en Judit Frigyesi: Béla Bártok and Turn-of-the-Century Budapest (University of California Press, Berkeley, 1998) En especial en su primer capítulo: “Organic Artwork or Communal Style?” Allí Frigyesi distingue dos modernismos paralelos a principios del siglo XX pero considerablemente disímiles: el de la segunda Escuela de Viena y el húngaro, cuya figura central es, como se sabe, Béla Bártok. Los presupuestos del primero, propios del modernismo vienés y que ella liga al organicismo romántico, impiden la recepción de las tradiciones folklóricas que caracterizarían al segundo. Un análisis clásico de las vertientes organicistas y románticas del siglo XIX, aunque volcado a la discusión literaria de la época, es el de M. H. Abrams: El espejo y la lámpara: teoría romántica y tradición crítica acerca del hecho literario. Buenos Aires, Nova, 1962.

[2] La anécdota del autobús pertenece a una conferencia denominada “Indeterminación” que consta exclusivamente de 57 anécdotas. Cf. John Cage. Silencio. Árdora, Madrid, 2005. p. 271. La definición que citamos a continuación se encuentra en “Música experimental: doctrina” en op. cit, p. 13. También Adorno, ubicado en las antípodas de la concepción cageana, asume la música experimental como aquella “que no se puede prever en el proceso mismo de producción”. Cf. Theodor Adorno. “Vers une musique informelle”, en Escritos Musicales I-III. Akal, Madrid, 2006.
[3] Cage, “Música experimental” en op. cit., pp. 7-8.

[4] Los razonamientos de Cage anticiparon en casi dos décadas la celebrada noción de Roland Barthes acerca de “la muerte del autor”, quien, en 1968, no parecía estar haciendo mucho más que aplicar esta idea, harto discutida en los ámbitos de la música contemporánea, a las esferas literaria y artística.
[5] Michael Nyman. Experimental Music: Cage and Beyond. Cambridge University Press, Cambridge, 1999. (Existe trad. castellana reciente) Cito de la segunda edición. La primera apareció en 1974, en el contexto de una colección de Studio Vista sobre los desarrollos experimentales en diversas disciplinas artísticas. Asumo que no todo el mundo está de acuerdo con la tajante diferenciación que Nyman hace entre vanguardia y experimentación. Sus detractores sostienen que el contagio entre ambas excede largamente sus diferencias. No obstante, Daniel Varela y yo creemos que esas diferencias existen y, en enorme medida, han guiado los criterios de selección del material de este archivo. Autores posteriores vulgarizaron parte de los argumentos de Nyman y tradujeron sin más las dos tradiciones como modernista y posmodernista, algo muchísimo más difícil de demostrar si implica reducir la experimentación de los ’50 y ’60 a criterios posmodernos. Es el caso de Georgina Born. Rationalizing Culture: IRCAM, Boulez and the Institutionalization of the Musical Avant-Garde. University of Clifornia Press, Berkeley, 1995. También el libro clásico de Fredric Jameson, Posmodernism: The Cultural Logic of Capitalism, considera a Cage como un mero exponente del posmodernismo, como si el norteamericano no hubiera sido otra cosa que una suerte de mero pasticheur.

[6] Poco se ha escrito, hasta donde sé, de la inmensa influencia que ejerció la filosofía de Henri Bergson en la concepción cageana de experimentación. Una excepción notable es Branden W. Joseph. Random Order: Robert Rauschenberg and the Neo Avant-Garde. MIT Press, Mass., 2003. En particular el primer capítulo, que versa sobre las relaciones entre las White Paintings de Rauschenberg, la pieza 4’ 33” y las tesis del filósofo francés. Sus argumentos acerca de la imposibilidad del silencio absoluto coinciden con la demostración bergsoniana de la imposibilidad de la nada absoluta y, por ende, de la representación de la idea de vacío en el capítulo 4 de La evolución creadora. Más adelante veremos que el concepto radicalmente transformado del tiempo en la música experimental debe toda su fuerza al supuesto de una duración entendida en términos bergsonianos.

[7] El término pertenece a Douglas Kahn. Noise Water Meat: A History of Sound in the Arts. MIT Press, Mass., 2001. La tesis de Kahn apunta a demostrar que esta nueva concepción del silencio como omnipresencia del sonido no intencional se produce a expensas de un silenciamiento de lo social. El capítulo 6 de su libro probablemente sea la mejor discusión de las consecuencias ideológicas de la estética de Cage que puede leerse en la actualidad.

[8] Cumpliendo hasta cierto punto el sueño del futurismo italiano acerca de un arte de los ruidos, sueño que el linaje moderno se había encargado de mantener a raya hasta entonces. Porque a partir de la ruptura schönbergiana de la tonalidad, el ruido sólo podía incorporarse como disonancia. Todavía en la música concreta, la insistencia de Schaeffer en suprimir cualquier referencialidad de sus found sounds, con su concepto de acusmática, seguía en la misma dirección de un universo musical autónomo derivada del organicismo romántico, aún cuando las condiciones técnicas hubieran cambiado de manera rotunda gracias a la cinta de grabación. Buena parte del noise contemporáneo ya no se preocupa por ocultar las fuentes referenciales de sus sonidos sino que busca, en muchos casos, volverlas explícitas y reconocibles al oído. Para un análisis de cómo las intuiciones ambiguas de Russolo fueron cooptadas por el modernismo hacia la esfera autónoma de la música bajo la forma de disonancias, cf. Norberto Cambiasso: “El oído inalámbrico. Diseño sonoro, auralidad y tecnología en el futurismo italiano”, en Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación, n° 24, Universidad de Palermo, Buenos Aires, agosto de 2007. Una historia del ruido reciente, de Russolo al sound art contemporáneo, entendido bajo la impronta batailleana del exceso, en Paul Hegarty. Noise/ Music: A History (Continuum, London, 2007).
[9] El anarquismo un tanto ingenuo de Cage tiende a suponer que basta la liberación del oyente de los hábitos acústicos en los que se hallaba prisionero para contrarrestar la incidencia de los regímenes de poder; que la “expansión subjetiva en un ámbito de multiplicidad indeterminada” (la frase es de Brandon Joseph) hará de cada experiencia auditiva una cosa individual, diferenciada y única. No obstante, el hecho de que cada oyente particular se someta a esta experiencia cuando escucha música experimental, garantiza para Cage de modo suficiente el establecimiento de una comunidad: la audiencia como “un grupo de individuos unido en su experiencia, pero que difieren en su recepción”, lo contrario de esa muchedumbre solitaria a la que se referían sociólogos como David Riesman a la hora de describir el nuevo estatuto de los sujetos bajo las condiciones de una sociedad de masas. Una idea que también tuvo sus 15 minutos de fama en ciertas prácticas de la improvisación durante la década del ’70. Cf. Branden W. Joseph. Beyond the Dream Syndicate: Tony Conrad and the Arts after Cage. Zone Books, New York, 2008. Pp. 263-265

[10] Leonard Meyer. ¿El fin del Renacimiento?: Notas sobre el empirismo radical de la vanguardia. En revista Sur n° 285, p. 33. Meyer engloba en un mismo concepto de vanguardia al modernismo artístico y a la experimentación radical que aquí procuramos distinguir.


[11] No podemos desarrollarlo aquí como se merece pero digamos que ese parece ser también el proyecto de Marshall McLuhan, desde un lugar distinto, con su crítica al hombre tipográfico y su noción de la nueva primacía de lo audiotáctil. Cf. La galaxia Gutenberg y, en particular, ”Acoustic Space”, en Edmund Carpenter and Marshall McLuhan (Eds.), Explorations in Communication (Beacon Press, Boston, 1960)
[12] “En términos musicales, cualquier sonido puede producirse en cualquier combinación y en cualquier continuidad.” Cage, op. cit., p.8, “Un sonido no se considera a sí mismo como pensamiento, como obligación, como necesitado de otro sonido para su dilucidación, como etc.; no tiene tiempo para ninguna consideración –está ocupado con el ejercicio de sus características: antes de morir debe haber dejado claras su frecuencia, su volumen, su duración, su estructura de armónicos, la morfología exacta de todo ello y de sí mismo”. Op. cit., p.14





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Lo más visto de la semana pasada

Los 100 Mejores Álbumes del Rock Argentino según Rolling Stone

Quizás hay que aclararlo de entrada: la siguiente lista no está armada por nosotros, y la idea de presentarla aquí no es porque se propone como una demostración objetiva de cuales obras tenemos o no que tener en cuenta, ya que en ella faltan (y desde mi perspectiva, también sobran) muchas obras indispensables del rock argento, aunque quizás no tan masificadas. Pero sí tenemos algunos discos indispensables del rock argentino que nadie interesado en la materia debería dejar de tener en cuenta. Y ojo que en el blog cabezón no tratamos de crear un ranking de los "mejores" ni los más "exitosos" ya que nos importa un carajo el éxito y lo "mejor" es solamente subjetivo, pero sobretodo nos espanta el concepto de tratar de imponer una opinión, un solo punto de vista y un sola manera de ver las cosas. Todo comenzó allá por mediados de los años 60, cuando Litto Nebbia y Tanguito escribieron la primera canción, Moris grabó el primer disco, Almendra fue el primer

Mauricio Ibáñez - Shades of Light & Darkness (2016)

Vamos con otro disco del guitarrista chileno Mauricio Ibáñez, que ya habíamos presentado en el blog cabeza, mayormente instrumental, atmosférico, plagado de climas y de buen gusto, "Shades of Light & Darkness" es un álbum que muestra diferentes géneros musicales y estados de ánimo. Se relaciona con diferentes aspectos de la vida humana, como la sensación de asombro, crecer, lidiar con una relación problemática, el éxito y el fracaso, luchar por nuestros propios sueños y más. Cada una de las canciones habita un mundo sonoro único, algunas canciones tienen un tono más claro y otras más oscuras, de ahí el título, con temas muy agradables, melancólicos, soñadoros, algunos más oscuros y tensos, donde priman las melodías cristalinas y los aires ensoñadores. Un lindo trabajo que les entrego en el día del trabajador, regalito del blog cabezón!. Artista: Mauricio Ibáñez Álbum: Shades of Light & Darkness Año: 2016 Género: Progresivo atmosférico Duración: 62:34 Refe

Soft Machine - Facelift (France & Holland) (2022)

Cerrando otra semana a pura música en el blog cabeza, volvemos a traer un registro histórico de Soft Machine en vivo, o mejor dicho, dos registros pero este disco dobre muestra a los muchachos en el 2 de marzo de 1970 en el Théâtre de la Musique, París, Francia, mientras que en el segundo álbum se los puede escuchar en el 17de enero del mismo año en Concertgebouw, Amsterdam, Países Bajos. Y como esto no tiene ni necesita mucha presentación, paso a despedirme hasta el miércoles de la semana próxima, y espero que no me extrañen porque les dejé bastante música y reflecciones como para que estén entretenidos en sus momentos de ocio. Artista: Soft Machine Álbum: Facelift (France & Holland) Año: 2022 Género: Escena Canterbury Duración: 1:55:59 Referencia: Discogs Nacionalidad: Inglaterra Acá podrán disfrutar a los Soft Machine en vivo y tocando en la cima de su mejor momento. Rutledge, Hopper, Wyatt y Dean parecen juntos una fuerza de la naturaleza a la que nada se

Bosón de Higgs - Los Cuentos Espaciales (2023)

Para terminar la semana presentamos un disco doble muy especial, desde Ecuador presentamos a una banda que ya tiene un nombre particular que los define: Boson de Higgs, que como ópera prima se manda con un concepto inspirado en el cosmos, la astronomía en un viaje interestelar de 15 temas que tienen además su versión audiovisual, en un esfuerzo enorme que propone la divulgación científica y cultural de un modo nuevo, donde se aúnan la lírica en castellano, el rock alternativo, la psicodelia, el space rock, el hard rock y el rock progresivo. Un álbum doble sumamente ambicioso, con muy buenas letras y musicalmente muy bien logrado y entretenido en todos sus temas (algo muy difícil de conseguir, más pensando si es su primera producción) y donde puede verse en todo su esplendor en su versión audiovisual que obviamente no está presentado aquí salvo en algunos videos, pero que pueden ver en la red. En definitiva, dos discos muy buenos y realmente asombrosos para que tengan para entretenerse

Video de Los Viernes - Nostalgia del Hogar "Feel Like Going Home" 2003

The Blues es una serie documental producida por Martin Scorsese en 2003, declarado "Año del Blues" en Estados Unidos, genero que influyo al jazz y al rock. Cada una de las siete películas que componen la serie ha sido dirigida por un cineasta entusiasta del género y en ellas se hace un repaso su origen y desarrollo a lo largo del siglo xx Hoy toca el turno de Nostalgia del Hogar " Feel Like Going Home 2003" Dirigida por el propio Scorsese, este primer film de la serie rinde homenaje al Delta blues, a los orígenes del género, recorriendo el Estado de Misisipi de la mano del músico Corey Harris, para continuar después viajando por el continente africano en busca de las raíces del Blues. Feel like going home habla de músicos que se criaron alrededor de los algodonales, sin dinero ni comida, allí surgieron unos músicos que aliviaban las vidas de la gente como John Lee Hooker, Willie King, Son House o Robert Johnson. Músicos que se adaptaban a los tiempos, como O

Skraeckoedlan - Vermillion Sky (2024)

Entre el stoner rock, el doom y el heavy progresivo, con muchos riffs estupendos para todos y por todos lados, mucha adrenalina y potencia para un disco que en su conjunto resulta sorprendente. El segundo disco de una banda sueca que en todo momento despliega su propio sonido, a 4 años desde su anterior álbum, "Earth". Saltarás planetas, verás colisionar cuerpos celestes, atravesarás galaxias y te verás arrastrado hacia la nada que lo abarca todo, conocerás el vacío y el fuego abrasador de los soles, y también encontrarás algunos arcoíris desplegándose bajo el cielo bermellón. He aquí un viaje interestelar por el universo de los sonidos, en una búsqueda tremenda y desgarradora, un disco muy bien logrado, que muestra una de las facetas de los sonidos de hoy, donde bandas deambulan por el under de todos lados del mundo en pos de su propio sonido y su propia identidad, y también (al igual que muchos de nosotros) su lugar en el mundo terrenal, tan real y doloroso. Los invito

Guranfoe - Gumbo Gumbo (2022)

Como corresponde al comienzo de semana, empezamos un lunes con un gran disco, y ahora de una de esas nuevas bandas que no tienen nada que envidiarle a los grandes monstruos de antaño. ahora con su segundo y último disco. En una entrega totalmente instrumental y a lo largo de todo el disco estos músicos ingleses nos brindan una exposición de como un disco puede ser melódico, apasionado, imaginativo, complejo, temerario, dinámico, adrenalítico y muchos adjetivos más que no alcanzan para describir toda la música de estos chicos, ahora arremetiendo con temas que fueron creados en sus inicios, incluso que fueron interpretados en vivo pero nunca grabados, y razones tienen ya que este material no da para que se pierda en el olvido, ya que este álbum suena tan hermoso como se ve su portada. Cinco temas que son técnicamente brillantes y que recuerdan a una colisión entre Zappa y Camel. Una fusión de folk, jazz y Canterbury que es tan psicodélica como progresiva, intensamente melódica y fá

Cuando la Quieren Enterrar, la Memoria se Planta

El pueblo armado con pañuelos blancos aplastó el intento de impunidad . Alrededor de medio millón de personas se manifestaron en la Plaza de Mayo para rechazar categóricamente el 2x1 de la Corte a los genocidas. No fue la única, hubo al menos veinte plazas más en todo el país, todas repletas, además de manifestaciones en el exterior. Una multitud con pañuelos blancos en la cabeza pudo más que todo el mecanismo político-judicial-eclesiastico-mediático, forzando al Congreso a votar una ley para excluir la aplicación del "2x1" en las causas de lesa humanidad. Tocaron una fibra muy profunda en la historia Argentina, que traspasa generaciones. No queremos genocidas en la calle: es tan simple como eso. Tenemos que tolerar las prisiones domiciliarias a genocidas, que se mueran sin ser condenados o que sean excarcelados gracias a los jueces blancos. Cuesta muchísimo armar las causas, años. Muchos están prófugos, muchos no pudieron condenarse por falta de pruebas y otros porque tard

Rick Miller - One of the Many (2024)

Para empezar el día y la semana nos vamos a Canadá de la mano del veterano multi-instrumentalista Rick Miller que presenta su último y mejor trabajo. Desplegando un rock progresivo atmosférico muy emocional, con muchas texturas sonoras y lleno de buen gusto, inspirado en artistas como Pink Floyd, The Pineapple Thief y Steve Hackett (ojo, solo inspirado), siempre con temáticas líricas ambiciosas, sombrías y bellas como su música y la tapa de sus discos. Este es un viaje a través de paisajes sonoros ricos, cinematográficos, etéreos melancólicos, nostálgicos y oscuros, con mucha sensibilidad melódica, ofreciendo capas, sofisticados arreglos que brindan una experiencia inmersiva que nunca deja de sorprender e impresionar, pero al mismo tiempo accesible y atractivo. Te invito a un mundo sonoro intrigante, con cautivadoras melodías de música atractiva, estimulante y gratificante, ideal para comenzar la semana en el blog cabeza. Artista: Rick Miller Álbum: One of the Many Año: 2002

Los Dos - Caminos (1974)

En nuestra recorrida por el rock mexicano hoy revisamos un disco humilde pero bien logrado, sin esperar demasiado tampoco, y copio un comentario que hace referencia justamente a ello: "Es refrescante escuchar a músicos que se limitaban a hacer lo que les venía en gana, sin preocuparse de ser considerados autores geniales y con ideas nuevas. Los Dos eran Allan y Salvador, un dúo muy limitado musicalmente; no obstante, esas carencias la suplen con honestidad: mucha honestidad. Su mezcla, algo burda, de rock-folk, música tradicional latina y canto nuevo chileno, tiene momentos por demás emotivos y conmovedores. Sus letras eran muy sencillas y poco rebuscadas, en su mayoría acerca del amor". Disco raro, muy poca información se encuentra en la red, a mi parecer uno de los pocos discos hechos en México en los 70’s con un sonido muy jipi y folk. Eso lo describe bien, bien jipi y folk... Artista: Los Dos Álbum: Caminos Año: 1974 Género: Rock psicodélico / Folk rock Dura

Ideario del arte y política cabezona

Ideario del arte y política cabezona


"La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. No puede renunciar a ella sin dejar de ser un hombre".

Gandhi, Tous les hommes sont frères, Gallimard, 1969, p. 235.