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Opeth - Pale Communion (2014)


Un disco fuera de serie es el undécimo álbum de estudio de los suecos Opeth, mezclado por Steven Wilson. Así suena una banda de death metal extremo cuando se deja llevar por sus influencias del progresivo clásico, tales como la banda italiana Goblin (a la que incluso le dedican un tema llamadop justamente "Goblin"). El inefable líder de Opeth calificó de esta manera la nueva etapa del grupo: "Se supone que el metal es música rebelde, pero veo poca rebeldía, solo gente recogiendo dinero a base de sacar la misma mierda una y otra vez. A muchas bandas ni les gusta lo que hacen y querrían otras influencias en su música, pero están demasiado preocupados por echar a perder su carrera. Entonces esto se convierte en un trabajo, y no dejaré que eso nos pase". Aquí, la versión japonesa con dos bonus track, y el anuncio del nuevo disco que sale el mes que viene.

Artista: Opeth
Álbum: Pale Communion
Año: 2014
Género: Heavy progresivo
Duración: 68:59
Nacionalidad: Suecia


Lista de Temas:
1. Eternal Rains Will Come (6:43)
2. Cusp of Eternity (5:35)
3. Moon Above, Sun Below (10:52)
4. Elysian Woes (4:47)
5. Goblin (4:32)
6. River (7:30)
7. Voice of Treason (8:00)
8. Faith in Others (7:39)
9. Atonement (Bonus track Live)
10. Demon Of The Fall (Bonus track Live)

Alineación:
- Mikael Åkerfeldt: Voz, guitarras
- Fredrik Åkesson: Guitarras
- Joakim Svalberg: Piano, teclados
- Martín Méndez: Bajo
- Martin Axenrot: Batería y percusión
- Martin Lopez: Batería y percusión en temas 5 y 7




"Heritage", el anterior trabajo de la formación sueca, supuso un giro radical hacia el rock progresivo de los años 70s. El mismo grupo que publicó en 2001 "Blackwater Park", un álbum que significó mucho para el black metal y el death metal, cambió los guturales y las guitarras afiladas por las voces limpias y la menor distorsión posible. Esa evolución en el sonido ha hecho que los seguidores de las etapas más extremas de Opeth renieguen en cierto sentido del momento actual de la banda. Y algo parecido sucede con los que han descubierto a los Opeth de ahora, que no soportan los discos anteriores. Ellos igual están ajenos a toda esa movida, hacen lo que se les canta y tienen ganas y les gusta y punto.
Este es, por lo tanto, un disco que a muchos les resulta desconcertante, tanto a favor como en contra. Personalmente es un disco que me encanta, y les dejo algunos videos para que lo exploren. Oscuro, denso, pero muy alejado del metal extremo, si simplemente se dejan llevar, sea cual sea el estilo de música que te gusta, vas a ver que te hipnotiza lenta o rápidamente, pero no te va a dejar escapar.
Pregunta... ¿a alguien le interesa que publiquemos la discografía de estos suecos? No me apuren porque la traigo! El único que me falta es el disco que está por salir este mismo año, falta muy poquito y del que aún no leí ni escuché nada, salvo este video promocional.



Hay tanto y tan buenos escritos y comentarios sobre este disco que me parece un sinsentido ponerme a reseñarlo, mejor si copio varios comentarios para que los puedan comparar porque les aclaro que los comentaristas tampoco se ponen de acuerdo. Y lo peor es que todos tienen (cada cual a su manera) la razón.


Aunque hagamos algo que consideremos fantástico, no podemos esperar que todo el mundo comparta nuestra opinión. Algunas personas se cabrean realmente porque es como si hubieras sacudido los cimientos de su mundo. Intento que no nos afecte mucho. No me alegra que la gente nos odie, pero no soporto que haya quien piense que somos una especie de producto destinado a ofrecer un resultado y que se molesten porque no hagamos lo que ellos quieran.
Es difícil que alguien pueda ser llevado a engaño o sentirse decepcionado con Pale Communion (2014, Roadrunner), pues todas las señales emitidas por Mikael Åkerfeldt apuntaban a lo que efectivamente ha resultado ser el decimoprimer disco de estudio de Opeth: un trabajo decididamente orientado al rock progresivo y voluntariamente distanciado del metal extremo que practicaron en otros tiempos.
Así pues, es hasta relativamente sencillo posicionarse sobre él incluso antes de haberle dedicado una escucha en profundidad. Si renegaste ya de lo que propusieron los suecos en Heritage (2011, Roadrunner), su inmediato predecesor, y en Damnation (2003, Koch), su eslabón artístico más cercano, difícilmente querrás acercarte a lo que Pale Communion esconde tras su excesiva portada. En cambio, si has visto con buenos ojos los devaneos cada vez más evidentes de Åkerfeldt hacia el prog clásico, hay una alta probabilidad de que disfrutes de este nuevo esfuerzo.
Todos deberíamos tenerlo ya claro a estas alturas de la película, pero por si acaso lo repetiremos una vez más: aquí no hay voces guturales, ni densos riffs cargados de saturación, ni por supuesto ninguno de los recursos habituales del sonido death. En su lugar, el grupo centra su mirada cada vez más en los grandes referentes del rock progresivo de los años setenta (quienes, en cualquier caso, siempre han estado ahí, solo que no de forma tan descarada) y siguen revistiendo todo de los tics más habituales de su carrera, haciendo que en realidad no encontremos aquí nada que no formara parte ya del núcleo argumental del grupo desde sus comienzos.
Como ya he comentado antes, las líneas maestras de este trabajo se acercan mucho más a las hechuras clásicas de Damnation que a los atrevidos gestos de Heritage, aunque sería imposible negar el peso de éste último en el disco que ahora nos llega. Eso sí, apostando por una construcción más sólida del álbum en términos globales, logrando que las distintas partes encajen mejor entre sí, fluyan de forma más armónica y no choquen con tanta fuerza como en su inmediato predecesor.
Heritage era deliberadamente más jodido por todas partes porque me gusta ese tipo de música, pero quería hacer música más melódica con este álbum, así que hay melodías vocales más fuertes y más melodías en general por todo el disco.
La banda italiana Goblin ha sido una influencia reconocida por Åkerfeldt en este trabajo, llevando el homenaje al punto de dedicarles una espectacular canción instrumental, pero no todo es simplemente mirar al pasado y repetir lo que otros antes ya intentaron; también hay aquí ganas de mirar al futuro, de buscar caminos que lleven a la revitalización del género, de alcanzar la cuadratura del círculo utilizando otros cálculos. Y los resultados brillan.
Se supone que el metal es música rebelde, pero veo poca rebeldía, solo gente recogiendo dinero a base de sacar la misma mierda una y otra vez. A muchas bandas ni les gusta lo que hacen y querrían otras influencias en su música, pero están demasiado preocupados por echar a perder su carrera. Entonces esto se convierte en un trabajo, y no dejaré que eso nos pase.
Todas estas ansias de liberación creativa y de ruptura de fronteras no sería nada sin el talento compositivo de Åkerfeldt, el cual no parece dispuesto a mostrar signos de extenuación. Contando una vez más con Steven Wilson como fiel escudero en las labores técnicas, el resultado nos lleva a un trabajo extraordinariamente sólido, con ocho canciones que funcionan tan bien en conjunto como analizadas de forma independiente, conformando un álbum llamado a estar entre los mejores considerados a final de año.
Casi dos décadas después de lanzar su primer disco, Opeth demuestran que quieren y pueden seguir siendo relevantes con un trabajo que, etiquetas a un lado, merece ser considerado como una excelente incorporación a un catálogo de lujo. Y si aún queda alguien dispuesto a mantener vivo el debate sobre el cambio de estilo del grupo, pronto se quedará hablando solo, porque a discos tan buenos pocas pegas se le pueden poner. Tened claro que este será el camino a seguir por los suecos en adelante, al menos mientras no se cansen de él, así que a quien no le guste ya se puede bajar e ir buscando otro tren al que subir.
9/10
Andrés Gallego Torres
 



Un segundo 'Heritage' repleto de belleza pero sin efecto sorpresa
Uno puede pasarse la vida debatiendo sobre estilos, modas, corrientes, comercialismo o tendencias... y al final no hablar de lo que de verdad importa: la música. Es lo que pasa hoy en día entre tanta basura musical, que cuando uno quiere analizar o debatir sobre un disco con otros interesados, termina perdido en esos argumentos que no harían falta en un mundo limpio. Por eso trataré de hablar de este disco de Opeth, 'Pale Communion', como se merece.
Que sí, que a Mikael Åkerfeldt le ha dado por pasarse al lado tristón y melancólico de Steven Wilson. ¿Y qué pasa? ¿Le molesta a alguien? Pues no sé... tan fácil como no escuchar éste ni el anterior trabajo, 'Heritage', y limitarse a gozar de su anterior discografía y de sus conciertos actuales, que aún están llenos de temas más death de sus primeros años.
Ahora Opeth están en otra etapa. Punto y final. Es magnífica. Punto y final. Suenan genial, componen mejor que nunca y brillan con luz propia. No se parecen a nada y al mismo tiempo nos recuerdan a las mejores glorias de los mitos del progresivo setentero. ¿Qué más se puede pedir? 'Pale Communion' es un nuevo 'Heritage', sí, no es un regreso a su death más oscuro. Es otro homenaje a las músicas setenteras y al progresivo clásico, con una producción de la época y sin una sola voz gutural. Vaya por dios, qué disgusto para algunos. Insisto: ¿y qué más da?, si lo que importa es gozar de la buena música, y aquí la hay por doquier.
En estos 3 años tras 'Heritage' (2011), Akerfeldt ha estado probando y probando con Wilson, su nuevo gran amigo, e incluso hizo un disco con él del estilo, 'Storm Corrosion' (2012), firmado con ese nombre también. Fue algo más experimental y puro capricho de músico, sin pensar en el público. Para quien lo tomó bajo esa perspectiva, disfrutaría. Quien esperaba escuchar algo de Opeth o Porcupine Tree, lloró, claro, de amargura. O simplemente se durmió. Cada uno que haga lo que quiera y que disfrute con lo que desee.
Hablando ya de este gran 'Pale Communion', mezclado por Wilson pero ya no como productor de sonido, faceta únicamente trabajada por Akerfeldt, el disco destaca por una armonía maravillosa de temas que viajan en torno a un mismo sueño, oscuro, melancólico, dulce y bucólico.
'Eternal Rains Will Come' es un enorme tema setentero entre Crimson y Van der Graaf, pasando por ELP, agresivo, duro y punzante. Tras una intro amarga y que pone los pelos de punta al estilo draconiano, de peli de terror, un exquisito piano de Joakim Svalberg, quien ya debutó en un tema del anterior trabajo, nos introduce en una seperteante composición llena de complejas estructuras y donde brilla una batería maravillosa de Martin Axenrot, con sonido setentero 100%. Directamente vamos al estribillo, y de ahí nos atrapa hasta el final, con una parte de cierre llena de arabescos, como en el anterior disco.
Luego llega 'Cusp of Eternity', el single de presentación y que conocíamos hace un tiempo. Maravilloso tema rockero con una base sintetizada que se une a una batería de nuevo estupenda, donde la parte melódica cantada por Mikael brilla con luz propia y engancha al oyente como una música para hipnotizar a las serpientes más agresivas. Mucho de Pink Floyd también en este corte, donde mucho de Gilmour se puede oler en él, así como otras cosas más diversas. Claros homenajes a los mejores momentos del progresivo, allá por la década dorada de los 1970.
La extensa 'Moon Above, Sun Below' (casi 11 minutos) es un claro autoplagio de temas de 'Heritage', con teclado repitiendo partes ya escuchadas en 'The Devil's Orchard', con aromas arabescos y oscuros pasajes hipnotizantes. La voz de Mikael aquí es sencillamente espeluznante, en el buen sentido. Después nos envuelven los dulces acordes de guitarra acústica de 'Elysian Woes', un genesiano tema del estilo 'Foxtrot', donde la producción resalza especialmente una voz con mucha limpieza y las mencionadas cuerdas, ya sean de Fredrik Åkesson o de Akerfeldt.
A esta exquisitez le sigue la instrumental 'Goblin', un claro homenaje a la banda italiana del mismo nombre, a la que Opeth citaron cuando explicaban en el periodo de composición del disco sobre las influencias que usarían para el trabajo. Precioso tema cinéfilo, que podría ser perfectamente una banda sonora de película hippy sesentera o setentera, como también hacían Floyd por la época.
Le sigue una alegre 'River', que intenta romper el esquema anterior, siendo fresca, directa y limpia de sonidos y ruidos que puedan evocar a un metal de otra etapa de la banda. La producción setentera nos evoca a las bandas clásicas y un espíritu limpio, sin rabia o dolor en las letras y en la música aquí transmitida. Parecidos razonables, muchos. Pero queremos gozar de este perfil de Opeth sin pensar tanto en ello. Ya en su parte final sí que repite estructuras de otros temas, con guitarras agresivas y estructuras espirales, crimsonianas y algo más sucias.
La larga 'Voice of Treason', de 8 minutos de duración, también parece repetir momentos del anterior disco, y se pueden apreciar acordes y riffs ya usados en ese trabajo. Si hay algo claro es que este 'Pale Communion' es una mera continuación conceptual de este mencionado 'Heritage'.
El final corre a cargo de la triste 'Faith in Others', que arranca al más puro estilo 'Epitaph' de King Crimson, o al menos de forma muy 'homenajeante'. En su parte media pasa a ser una lenta y melancólica composición -otra más- llena de complejos instantes de inspiración espiritual ya con menos frescura que en la primera parte del disco, y que puede hacer que la escucha del álbum se haga, a estas alturas, ya algo más pesado.
En conclusión, estamos ante un 'Heritage 2' con gran consecución de la belleza formal, inspiración tremenda del artista principal, que es Mikael, y algo de brillantez composicional fuera de toda duda. Sin embargo, carece este trabajo de un efecto sorpresa y puede terminar por cansar a más de alguno, sobre todo a los viejos fans. Al resto, seguro, le parece una obra maestra más de estos suecos. Y es que, es lo que es 'Pale Communion'. Un delicatessen para nuevas-viejas almas, más allá de una experimentación y de las nuevas corriente musicales que nos pueden ofrecer, por ejemplo, unos Leprous y otro tipo de nuevas bandas.
Calificación: 7,5/10
Pablo M. Beleña


Por fin ha llegado el disco (odiado y amado) del verano. Nuevo lanzamiento de la banda sueca OPETH tras aquel “Heritage” que tanto impactó a propios y extraños. Voy a tratar de comenzar yendo directo al grano:
  • No hay rasgados, ni guturales ni si quiera un poquito de desesperación vocal profana
  • Ha quedado muy lejos su juego de guitarras lleno de riffs y amenazas atmosféricas.
  • Hay mucha guitarra que hace idas y venidas en forma de escalas y mucho teclado “progresivo clásico”
  • Es un discazo como la copa de un pino
  • Ya no son los mismos OPETH. Básicamente se puede decir que “adiós metal, hola rock”
Habiendo expuesto estos 5 puntos principales creo que puedo proceder a analizar y exponer mi punto de vista de este “Pale Communion”.
Lo primero a decir, es que es un discazo, literal, su sabor clásico, su rock enrevesado. A un servidor que nunca le ha llenado este tipo de música, “Pale Communion” le sabe a delicias. En este sentido no nos debemos sorprender, en realidad, Åkerfeldt nunca ha ocultado sus influencias. De hecho, bastante raro era que la música que destilaba OPETH en el pasado fuese más extrema que clásica conociendo las influencias de su alma mater. Bandas como CAMEL, YES, PINK FLOYD, bandas de los 60 a los 80, o artistas como Joni Mitchell, Nicke Drake y como no, Ritchie Blackmore; así que, no es de extrañas que ahora haya ganado esa faceta más… “delicada” de sus influencias. La verdadera pregunta era “¿por qué sonaba OPETH antes tan extremo?” Esto, obviamente, deriva en una concepción musical literalmente diferente a su pasado. Lo que más me ha llamado la atención son el abandono casi absoluto de los riffs contundentes de las guitarras, sin tener mucha idea de guitarras, me aventuraría a decir que no hay casi acordes, sonidos contundentes. Mayormente son secuencias de notas punteadas que me recuerdan mucho a los ejercicios de escalas. Lo bueno, es que, lógicamente, la faceta acústica está muy viva. Por otro lado está el trabajo del nuevo teclista, Joakim Svalberg, que es 100% clásico del progresivo. Sin querer ser cruel ni hacer comparaciones, podemos decir que el juego de guitarras y teclado está más cerca de un sonido que podría desarrollar DREAM THEATER o BIGELF que de KATATONIA o DAYLIGHT DIES. No podemos negar lo evidente, estas nuevas similitudes están más próximas a BLACK SABBATH y DEEP PURPLE, lo cual encaja con las influencias ya anteriormente citadas.
Llegado a este punto es donde yo me siento tremendamente triste. OPETH era de las pocas bandas capaces de hacer lo que hacían, si han abandonado por completo esa faceta musical, me temo que va a quedar un vacío muy grande en la historia musical. Lo cual sirve como consejo “si buscáis metal/proresivo/extremo este no es vuestro disco, y nunca lo será, por mucho que améis a OPETH“.
Entrando realmente en las canciones me quedo con “River” y el juego de voces iniciales. Algo que nunca jamás habíamos podido disfrutar de OPETH, una delicadeza y armonía vocal con respaldos y diferentes tonos, que me ha apasionado. Además, el tema, goza de un desarrollo bastante progresivo (no tan clásico) y tiene algunos de esos riffs contundentes que tanto voy a añorar. Sin duda el mejor tema para mi gusto, Mikael se marca hacia el final unas voces desesperadas para terminar con buen gusto.
“Moon Above, Sun Below” tiene un carisma impresionante, solo hace falta escuchar el estribillo y, de nuevo, Mikael sorprende con sus registros vocales muy versátiles, ese contrapunto entre la sutileza y la necesidad de seguir sacando la rabia. Algo muy parecido a lo que pesa en el tramo final de “Voice Of Treason” a los que encima le añaden instrumentos de cuerda ofreciendo algo muy novedoso.
Quizás la única ambientación oscura (tiene ramalazos de la época de “Deliverance”) venga con “Eternal Rains Will Come” canción que abre el disco y pone un poco de esperanzas respecto a su atmósfera. Nada más lejos de la realidad. En poco tiempo las voces toman el control y el teclado hace ondas y espirales musicales para convertir aquello en un homenaje a los 60 – 80.
Un tema que podría haber sido el interludio de cualquier álbum de su pasado es “Elysian Woes”, guitarra acústica, una ambientación intima de teclado y un poquito de punteo más eléctrico. Ingredientes de cualquier pasaje típico de OPETH. Mientras que “Goblin” resume perfectamente ese juego de guitarras y teclados que tanto traté de exponer más arriba, algo mucho más clásico que metalero.
Creo que con la introducción que hice al inicio no hace falta un cierre/resumen del disco en esta parte final de la reseña. Solo decir que voy a echar mucho de menos el sonido de los “otros OPETH“
No querría olvidarme de mencionar la habitual colaboración entre Steven Wilson y Mikael Akerfield en la producción y mezclado, pero sobretodo de la actuación de Martin Lopez como invitado a las baterías. El exbateria de la banda, nos tenía muy preocupados con su desaparición del mundo musical debido a sus grandísimos problemas con la heroína, y más de uno, pensábamos que ya había dejado este mundo. Buenas noticias sin duda, y a ver si sigue creciendo su banda SOEN.
Jorge Carcamo

Me encanta el Rock Progresivo de los 70's, por su versatilidad, su ingenio, su creatividad y demás cualidades que en estos momentos son poco convenientes de describir. Creo firmemente el hecho de que esta escena parió piezas esenciales no solo en el ámbito del Rock, sino en el de la música en general. Empezando por el futurista e influyente sonido de King Crimson, pasando por cortes más anclados al folk como los enormes Jethro Tull y terminando en esa escena tan abstracta y poco convencional que invadió a Alemania en pleno auge del Rock Progresivo denominado como "Krautrock" con gente como Can o Faust como sus principales exponentes. Es una escena tan rica y diversa que no la ha hecho falta ninguna clase de revival que venga a reivindicar el género y los que lo han intentado han fallado estrepitosamente, aunque algunos casos han tenido su miga, como lo nuevo de Änglagård o los proyectos de Steven Wilson, pero fue de ahí los demás solo han sido copias carentes de la pasión e ingenio que envuelve a este género. Uno de sus casos más resonantes han sido los suecos Opeth con su polémico disco "Heritage" en donde la banda terminaba de mutar su estilo hacia un Rock Progresivo puro pero sin mayores sorpresas.
Opeth fue una banda que durante un buen periodo de tiempo sacudió la escena a base de una combinación de Metal Extremo con elementos progresivos que envolvían de belleza y riqueza tan innovador sonido que, pese a quien pese, fue algo fresco en aquel momento, pero como todo en la vida tiene su fin, también lo tuvo la creatividad del bueno de Mikael cuyas ideas ya se empezaban a desgastar desde su último gran disco "Ghost Riveries", ya para "Wasterhead" toda clase de genialidad se había diluido, y lejos de reivindicarse 3 años después solo decepcionaba a la parroquía con una copia a papel carbón de los más geniales Jethro Tull, Genesis y Camel ¿Y que seguía después de ello? No mucho a decir verdad. Mikael declaraba con vehemencia el como ya estaba cansado del Metal Extremo y que su viraje al Rock Progresivo simplón de "Heritage" era definitivo y no tenía vuelta atrás, y así mismo se proponía 3 años después a sacar su nueva placa de estudio "Pale Communion", la décima de la banda y la prueba definitiva si Opeth ya se habían ido por el caño de la mediocridad y la falta de ideas.
Las primeras impresiones que surgen al enfrentarse con la nueva placa de Opeth es que casi más de lo mismo que encontramos en "Heritage" pero con "nuevos" aspectos e ideas que hacen de este un disco un poco más entretenido y solido que al anterior, y digo nuevo entre comillas porque estos elementos son viejos trucos empleados por la banda en anteriores entregas y que rescatan en este álbum, aunque no tiene por supuesto nada que ver con los growls del bueno de Mikael o ese tono pesado que tenían los instrumentos cuando la banda viraba a un sonido más anclado al Metal Extremo. Estos elementos son más bien arreglos de guitarra y secciones cuyo sonido rescatan en cierto modo la melancolía y serenidad que tenían las antiguas producciones de Opeth, aunque todo ello viene empaquetado en órganos y guitarras suaves que intentan emular un Rock Progresivo más puro y sin mayores sorpresas.
"Eternal Rains Will Come" abre el disco de una manera bastante interesante, con un intrincado patrón de batería y un sonido más único de la banda, aunque no al 100% pues las inevitables influencias siguen ahí presente. A la mente me saltan referencias como King Crimson (el comienzo de "Faith in Others" es totalmente calcado de la genial "Epitath" del "In The Court of the Crimson King") o Deep Purple, sobretodo por el sonido más directo y técnico en que se basa esta composición y la manera en que se desenvuelven los teclados.
La voz de Mikael ha mejorado enteros en este disco exponiendo ante nuestros oídos un tono más cálido, solido y afinado que de costumbre dándole un acabado interesante a los temas, sobretodo en "Cusp of Eternity" o "Voice of Treason", estos también contando con un acabado instrumental mucho más interesante y directo que en su entrega anterior, pero que analizando de manera más detenida y profunda no ofrece mayores sorpresas ni se queda grabado en la mente como temas de antaño de la banda, porque sin duda la habilidad está ahí, ya que por ejemplo el solo en "Cusp of Eternity" es bastante bueno y no sé puede negar, pero carece de ese sentimiento que inundaba los sentidos en entregas anteriores de la banda.
Otros temas como "Moon Above, Sun Below" y "Elysian Woes" ofrecen momentos interesantes y entretenidos con progresiones muy al estilo de la banda recordando por momentos lo que dejaron atrás en discos como "Wasterhead" y "Ghost Riveries", pero sin embargo el disco sigue pecando de poco memorable y en muchas ocasiones aburrido. Las melodías y la técnica están ahí, pero ya no se siente la misma pasión y alma de viejas composiciones como "Harvest" o "Moonlapse Vertigo", o siquiera de otros no tan enormes como "Lotus Eater" o "Ghost of Perdition", y no es solo el hecho de que esa pasión ya no se haga notar, sino que el uso de recursos ya trillados por otras bandas de la vieja guardia hacen que este digo pierda frescura y originalidad, esos mismos aspectos que en su día tuvieron.
Viéndolo desde un prisma objetivo, "Pale Communion" cuenta con una instrumentación bastante lograda y un Mikael con una voz bastante pulida y mejorada, además de que la producción del mismo es bastante trabajada y cristalina distinguiéndose todo los instrumentos de manera clara, pero bajo escuchas exhaustivas el disco no deja mucho que otras bandas no ofrezcan y hasta de una mejor manera (Änglagård o Cynic se me vienen a la mente) y eso hace que los nuevos esfuerzos de Opeth no dejen un sabor agradable para el recuerdo.
El progresivo de los 70's no es para nada malo, tampoco gafapastas ni para "maricas", porque negar la genialidad de piezas como "Cat Food" o "Baker St. Muse" es cuanto menos dejarse en evidencia para no acuñar otros calificativos innecesarios, pero el problema reside en cuando intentas emular ese sonido sin algo que ofrecer, sin pasión y sobretodo sin la genialidad y personalidad que ofrecían estas bandas, porque otra cosa que caracterizaba a las mismas es que cada una tenía un sonido distintivo por el cual la podías reconocer ipso-facto si eras familiar con dichas bandas, pero lo que Opeth ofrece es una amalgama de influencias licuadas con 3 gotas de lo que dejaron en sus últimas entregas en donde utilizaban aún ciertas influencias de Metal Extremo y a la final deja mucho que desear. Sorpresas, riffeos memorables, secciones acústicas impecables y con sentimiento (aunque las secciones intermedias de "Moon Above, Sun Below" y "Goblin" no están para nada mal), ese acabado perfecto de melancolía y belleza que recubría con delicadeza la música de la banda. Nada de eso se encuentra en este disco, o al menos no bajo mi punto de vista, pero eso si, temas como "Voice of Treason" le da un aire fugaz de genialidad y entretención al disco, pero nada para remarcar o asombrarse.
"Pale Communion" puede ser un disco disfrutable para aquellos que quieran experimentar esos viejos sonidos bajo la tutela de Opeth, pero nada nuevo encontrarán aquí que no puedan encontrar y ejecutado 10.000 veces mejor en cualquier disco de Rock Progresivo de los 70's. Buenos momentos los hay, claro que sí, pero cuando un álbum se basa en momentos y no en temas completos la cosa empieza a cojear y bastante.
Un poco mejor que "Heritage", pero eso no dice mucho.
Puntuación final: 6.8/10
xJhellfire7x

“Eternal Rains Will Come” abre fuego con un órgano difícil de disociar de la psicodelia y el rock setentero. Piensa en Pink Floyd, Deep Purple o The Doors y enseguida encontrarás las similitudes sónicas. A partir de aquí comienza el viaje. Una batería con grooves impresionantes y unas armonías vivas que acaban desembocando, tres minutos después, en las primeras líneas vocales de Mikael. Voces limpias, melódicas y con varias capas de coros para darle más riqueza. Si de verdad te gusta el rock progresivo, entonces creo que disfrutarás mucho de este corte.
“Cusp of Eternity” es el single. Fue la primera canción que el grupo compartió a modo de adelanto y, desde entonces, se metió bien en mi cabeza. Algunos la pueden considerar como demasiado pastelosa (entendida como demasiado comercial) y, sí, las melodías vocales son simples y repetitivas, pero para mí son como un canto de sirena. Me atrapan. Después, los arreglos y las atmósferas recreadas me agradan bastante, tanto por la estructura, los cambios y la evolución lógica del tema hacia un doble pedal muy bien metido, como por el sonido limpio pero contundente que el grupo ha conseguido. De mis favoritas del LP.
Si miras la duración de “Moon Above, Sun Below” es probable que te agobies un poco. Son casi once minutos que, así, de repente, pueden sonar a eternidad, especialmente si no estás acostumbrado a escuchar rock progresivo. Sin embargo, la voz rasgada (casi gutural) de Mikael en muchos pasajes y el tremendo gusto que, en general, destila el tema, te invitará a ponerte cómodo y a disfrutar segundo a segundo de cada melodía. Yo me quedo con la genial aparición de la guitarra española en torno a la mitad de la canción. ¿Y tú?
He de confesar que la extraña melodía inicial de “Elysian Woes” me echa un poco para atrás. Es una secuencia algo desesperante (ojo, para mí), pero te acaba llevando hacia una parte instrumental que suaviza el viento metal (oboe y corno inglés), aunque acaba recuperando al final la misma progresión desesperante. De las que menos me gustan del CD.
“Goblin” arranca con el delay de una guitarra en limpio y un psicodélico juego de bajo, órgano y guitarra eléctrica, que acaba convirtiéndose en el pilar melódico fundamental del tema. Es una canción totalmente instrumental, así que la locura compositiva es para echarse las manos a la cabeza y disfrutar.
En “River” nos encontramos una pieza que juega con armonías cercanas al country y una estructura muy de musical de Broadway. Las melodías son muy agradables y optimistas y hay que destacar la brillantez de la guitarra solista, muy inspiradora y magistralmente ejecutada. Es otro de los cortes largos del álbum, así que es mejor relajarse y paladear cada detalle, pero no te sorprendas si de aquí a unos años escuchas el nombre de esta canción para poner de ejemplo la genialidad de Åkerfeldt como compositor (y productor).
Los arreglos orquestales y la ambientación de película de acción/suspense dan inicio a “Voice of Treason”. Para mí, es la que mejor consigue contar una historia. Incluso aunque no sepas inglés, no te será difícil meterte en lo que cuenta la letra. En el aspecto musical, me quedaría con la segunda parte de la canción, que mezcla estrofas pegadizas con un final muy sentido. De hecho, ese final va ligado a “Faith in Others”, el corte que cierra el disco. Orquestaciones y viento metal le dan bastante grandiosidad, pero lo realmente grande es la facilidad que tiene el tema para ‘tocarte’. Tiene unas melodías muy emotivas y una estructura creciente que no para hasta que ya se ha colado dentro de ti. Y entonces, se acaba. Para mí, eso es un gran final de disco, que te deja con ganas de más, como si no llevaras 55 minutos escuchando rock progresivo.
Musicalmente, Pale Communion es un disco redondo. Todo está absolutamente medido, cada estrofa, cada arreglo, cada melodía. No se me ocurre otra cosa más que alabar la mente que tiene Mikael Åkerfeldt para crear ocho canciones así. ¿Y qué si no hay voces guturales? ¿Y qué si ya no hay rastro de los Opeth extremos? Lo que importa es que la música te ponga los pelos de punta, y Opeth lo ha conseguido conmigo. Da la casualidad de que es un disco de rock progresivo, pero no creo que la genialidad entienda de etiquetas. Deberías escuchar el álbum si no te quieres perder un enorme LP. Punto.
César Muela

Pocas bandas en el mundo del Rock y el Metal hacen temblar el suelo cada vez que sacan disco. Uno de esos grupos que juegan en esa liga son OPETH. Afrontar un disco de la banda de Mikael Åkerfeldt nunca es algo sencillo, gracias a que cada uno es un mundo. Y el nuevo universo que supone este decimoprimer disco de estudio, personalmente, ha supuesto la decepción más dolorosa de este 2014.
Después del polémico Heritage (2011), reinó la incertidumbre. A OPETH, como a tantas otras bandas con obras maestras en su currículum (y creo que los suecos tienen unas cuantas), siempre se les exige mucho. Pasó con Watershed (2008), un muy buen trabajo eclipsado por su material más clásico, y en parte pasó con Heritage. Más cerca de ser su peor obra que la mejor, pero no por abandonar totalmente el Metal, algo que ya hicieron con el magistral Damnation (2003), sino por un mal desarrollo de ideas. Buenos momentos que se difuminaban en canciones inconexas, como si les faltasen un par de vueltas para quedar redondas. No era un mal disco, pero sí bajaba el listón. En su época pensé que se trataba de un disco de transición, un portal hacia unos nuevos OPETH, manteniendo el espíritu progresivo que caracteriza a la banda, pero desplazando el elemento Metal de la fórmula final. Así pues, que Pale Communion fuese anunciado como otro disco de Rock Progresivo a la vieja usanza no fue una sorpresa, ni algo negativo. Esperaba que OPETH fuesen capaz de mejorar su anterior disco, aprendiendo de sus errores. Tras unas cuantas escuchas y viendo el resultado del disco, mis expectativas no se han cumplido.
El disco abre con Eternal Rains Will Come, tema filtrado bastante antes de la salida del disco, y de los mejores. Representa bien a los OPETH modernos sin alejarse tantos de discos como Watershed o incluso Ghost Reveries (2005). La intro conserva esos toques tétricos y grandilocuentes, con un magnífico tratamiento de la base rítmica y, sobre todo, el teclado. Joakim Svalberg debuta en disco con OPETH (aunque entró antes de la salida de Heritage, en ese disco el teclado lo grabó Per Wiberg) por todo lo alto. Es el que más se luce a lo largo de todo el dico. Tema que muestra otra de las virtudes del redondo: la producción. Muy orgánica, con un rango dinámico aceptable, y sus subidas y bajadas, no suena comprimido. Mikael juega a sus anchas con su voz limpia, en una tesitura muy limpia, manteniendo la melancolía que la caracteriza. Aunque al tema le falta algo de fuelle, momentos como la intro, la outro y el estribillo brillan con luz propia, en un mar de guitarras acústicas y colchones de teclado. El single, Cusp of Eternity, aun siendo un tema directo, no me parece una canción apropiada para dar a conocer el disco, siendo de las menos atinadas. En una banda tan dinámica como OPETH, suena monótona, no por ser una canción más simple de lo que acostumbran, pero por falta de carisma, de sangre. Aun así, destacaría ese estribillo con coros que rezuman magia, las partes más guitarreras, solo inclusive, y cómo no, el teclado.
El tema más largo del disco, Moon Above, Sun Below, ha sido otra de las decepciones. OPETH han demostrado sobradamemte manejarse en este minutaje no con solvencia, sino con maestría. Aquí arrastran el principal defecto que tenía Heritage, la falta de aceite para engrasar las transiciones, y lo mezclan con el principal defecto de buena parte de este Pale Communion, la ausencia de temas realmente redondos y adictivos. Además, Åkerfeldt intenta en alguna ocasión abarcar con su voz limpia más de lo que puede, rasgándola hasta el punto que parece que la fuerza. Esfuerzo encomiable, pero creo que le ha salido el tiro por la culata. Por lo demás, no es un mal tema, contiene momentos aislados (partes acústicas, desarrollos interesantes, momentos rockeros loables) de auténtico disfrute, pero son piezas en un puzzle a medio montar. Y eso en un tema de 4 minutos pase, pero en un tema que representa aproximadamente el 20% del minutaje total del disco, las medias tintas le perjudican. Elysian Woes es todo lo contrario, apostando por un tema sencillo y de corte más emotivo, y aun funcionando mejor, tampoco me engancha como debería. Esos aires folkies, esa tristeza impresa en cada nota, herencia de Damnation pero a un nivel abismal del disco de la blanca portada. El crescendo está bien pensado, con una preferencia por la atmósfera y los coros notable, levantando ligeramente el tema. Así damos por concluida la “cara A”, que a todas luces la considero inferior a la segunda mitad del plástico.
Goblin, una de las primerísimas canciones anunciadas (al parecer, homenaje a la banda italiana del mismo nombre, aunque me suena más a la escuela británica), es una instrumental breve que reúne y se glorifica en los clichés del Prog Rock más añejo. Elaboración musical y recreación instrumental, con mucho amor por el teclado y manteniendo esas atmósferas OPETH en la clave más rockera ya comentada, pero por desgracia, huele y mucho a bandas que en estos terrenos se desenvuelven mejor que los suecos, y lo hicieron mejor 40 años antes. Con River viene la que, con pocas dudas, me parece la canción más conseguida del disco. No sé si es por romper con su pasado a lo bestia o pese a ello, pero despachan un redondísimo ejercicio Pop de melodías vocales cuidadas, guitarras acústicas llenas de buen gusto y atmósferas cristalinas, manteniendo la capacidad de sorprender. Poco a poco va ganando en intensidad guitarrera, redondeando todavía más la canción, volviéndose un tema de Progresivo clásico magistral, y sonando realmente inspirados, con una base rítmica que aporta mucho empaque, y líneas vocales de escándalo. Si todos los temas tuviesen el nivel de River hablaríamos de un discazo, así de claro.
Encaramos la recta final del disco con dos temas de nuevo más resultones, especialmente con el séptimo corte, Voice of Treason. Arreglos de cuerda y aires grandilocuentes (que levanten la mano todos aquellos que pensamos en Kashmir de los legendarios LED ZEPPELIN en la intro, por favor) para una composición que gana conforme avanza, añadiendo capas sinfónicas al cuerpo de la canción, bien ensamblado por el segundo miembro más veterano de la banda, el bajista charrúa Martín Méndez. Estos amores por la experimentación con cuerdas vienen dados por STORM CORROSION, se proyecto a medias entre Mikael Åkerfeldt y Steven Wilson (que también prometió más de lo que finalmente fue, pero ese es otro tema). Aquí sí apuestan por estribillos ganadores, sencillos pero efectivos, que aun así adornan un tema ya de por sí bastante barroco. 8 de los mejores minutos del disco. Otro de los ases del disco antes de su conclusión, con otro buen tema (algo inferior en mi opinión) en la figura de Faith in Others. Más desoladora, con paisajes musicales repletos de arreglos y detalles, que encajan perfectamente con lo que transmite Åkerfeldt con sus cuerdas vocales. El teclado ayuda a completar el tema, aportando a la atmósfera y rellenando huecos. La segunda mitad suena más poderosa y emotiva, haciendo que la canción suba enteros y dejándonos mejor sabor de boca. Un sabor dulce, pero engañoso, ante un disco tan variado y con tantos altibajos que llega a marear.
Pocas veces lo admitiré, por la profesionalidad que suele requerir realizar una reseña, y más de un grupo tan grande, pero me duele escribir una crítica tan dura y tan sincera. OPETH no me han convencido, tocando muchos palos dominados por el Rock Progresivo y quedándose a mitad en casi todos. Hay momentos para el disfrute, pero el grueso del disco transcurre en la indiferencia, y eso es lo peor que le pueda pasar a una banda reconocida. Y repito por si no ha quedado claro, tiene poco que ver con abandonar el Metal. Un disco bien tocado, bien grabado y técnicamente impoluto, pero la música requiere de algo más: el alma. Salvo sorpresa, la decepción mayor de mi 2014 musical.
Pablo García

Nuevo trabajo de los suecos Opeth y nuevo trabajo alejado del Death Metal que les llevo a ser únicos dentro del género progresivo y que les caracterizó durante la mayor parte de su carrera musical. Si bien Heritage marcó ya las bases sobre el nuevo rumbo que tomaría la formación, aún existían dudas sobre cómo sería el nuevo trabajo de Mikael Åkerfeldt y los suyos, sobre si seguiría la senda marcada por el anterior trabajo o si, por el contrario, volvería a sonidos anteriores al mencionado disco.
Las declaraciones de los diversos componentes de la formación no dejaban demasiadas dudas: Pale Communion seguiría las bases de lo que vimos en Heritage, es decir, ni rastro de guturales ni sonidos extremos. ¿El resultado de esto? Ni más ni menos que otro disco que dividiría de nuevo en dos a la “fanbase” de Opeth.
En Pale Communion seguimos degustando ese rock progresivo que nos brindaron hace ya unos años, pero con un paso adelante respecto a lo visto anteriormente: Pale Communion es un discazo que consigue llevar hacia nuevos horizontes aquello visto en Heritage, compactando mucho más las ideas que se nos exponen con el fin de construir unos temas mucho más sólidos y trabajados.
El disco abre con “Eternal Rains Will Come”, un tema que ya nos indica las directrices que va a seguir este nuevo trabajo: un teclado omnipresente que le da ese toque mágico a las nuevas composiciones de la banda y que relega en muchos momentos a las guitarras a un segundo plano, hecho que dota a las canciones de un sabor distinto a lo que veníamos escuchando de Opeth hasta ahora. Por otro lado, destaca una base rítmica deliciosa con una batería y un bajo deslumbrantes en todo momento, una línea que seguirá presente a lo largo de todos y cada uno de los temas que componen este Pale Communion.
“Cusp of Eternity” es el primer tema que pudimos disfrutar de este larga duración, ya que sirvió como adelanto del disco. Si bien, a nivel de single, está por debajo de “The Devil’s Orchard” (single de Heritage y perdonad las constantes referencias) es un tema que sirve para desmelenar definitivamente a Mikael y que explota realmente el poder vocal que posee el principal compositor de la banda en estos momentos. Sin duda alguna, Pale Communion consigue descubrir facetas del cantante que no se habían visto en los anteriores trabajos de Opeth.
El tema que le sigue es “Moon Above, Sun Below”, casi 11 minutos de puro rock progresivo que, a base de múltiples cambios e ideas que se suceden constantemente, se acaba convirtiendo en una composición deliciosa que hace de ritmos y melodías aparentemente inconexos una canción tremenda. Por otro lado, “Elysian Woes” es probablemente un tema que podría haber aparecido en cualquier otro álbum de los suecos, pues es el típico tema acústico marca de la casa que, con melodías oscuras y melancólicas, consigue atrapar al oyente desde la primera escucha.
Entonces llegamos a la segunda mitad del disco, una segunda mitad que, en mi opinión, supera con creces lo visto hasta el momento (y ya es decir). Esta segunda mitad empieza con la instrumental “Goblin”, que nos deleita con unos parajes que juegan con unos teclados y unas guitarras sobresalientes y nos deja irremediablemente con la boca abierta. No la cerréis todavía, que viene lo bueno.
“River” es, a mi parecer, el mejor tema de Pale Communion, un tema que resume ese paso adelante que ha tomado la banda con un fantástico desarrollo y unos matices que no habíamos podido disfrutar de Opeth hasta el momento, esencialmente en la primera mitad de la canción. Pero esperad, que vienen curvas: esa tranquilidad es rota abruptamente por un juego de solos delicioso que desemboca en la locura generalizada, una locura que nos lleva a uno de los finales más espectaculares que nos hayan regalado estos señores en su ya larga trayectoria.
Por si fuera poco, “Voice of Treason” no baja el listón mostrado hasta el momento y nos ofrece un tema con reminiscencias arábicas que es complementado fantásticamente por instrumentos de cuerda y que hacen de esta canción otro punto álgido en el disco.
La última canción del disco, “Faith in Others” fue definida por Steven Wilson (productor del disco de Opeth una vez más) como la mayor obra creada jamás por Mikael Åkerfeldt, sin duda una declaración que no dejo indiferente a nadie y de la que por fin hemos podido comprobar su veracidad. Si efectivamente este es el mayor tema jamás creado por el susodicho músico o no, lo dejo a opinión de cada oyente, ya que el legado de esta banda y músico es tan enorme que es difícil no encontrar temas tan o más grandilocuentes en su discografía. Lo que sí es ciencia cierta es que “Faith in Others” logra emocionarnos desde su inicio hasta su pausado final, un viaje de siete minutos que pone punto y final a un Pale Communion que ha superado, y con creces, mis expectativas sobre este nuevo larga duración de Opeth: no me tiembla el pulso al decir que estamos ante uno de los mejores trabajos que han hecho los suecos en toda su carrera, un trabajo colosal desde su inicio hasta su final, desde sus primeros acordes hasta su última nota.
Y si, podemos decir que Pale Communion es una continuación de lo que vimos en Heritage, un disco controvertido que supuso un punto y aparte en la carrera discográfica de Opeth. Pero Pale Communion no se estanca en ese punto: lejos de quedarse allí, consigue llevar este nuevo estilo musical y esta esencia única de Opeth un poco más lejos, explotando al máximo las ideas en cada uno de sus temas de una manera que no consiguieron en su trabajo anterior.
Quizás se han alejado de aquello que los hizo grandes en el género, y es más que probable que echemos de menos esos grandiosos temas endiablados y extremos que únicamente ellos sabían crear. Pero… ¿qué queréis que os diga ante semejantes canciones?
Víctor Vallespir

Esos son algunos comentarios, y claro, si hay muchos comentarios en castellano es que hay pila de comentarios en inglés, aquí copio solo algunos para no cansarme... pero como siempre digo y aún más con este tipo de discos donde nadie se pone de acuerdo y hay opiniones tan diversas sobre un mismo material, lo único que vale es si a vos te gusta, y para eso lo tenés que escuchar.

Opeth's first album in three years lacks the absolute willpower and prevailing ambition of the band’s best work. These eight songs run cold on new energies and ideas, a rarity for a catalogue custom-made to overwhelm.
Can you name a band that's less cool than Opeth? For a quarter-century, Mikael Åkerfeldt’s ever-amorphous set of Swedes has let the effort show with every sound, song, and surprising genre twist. At various points in Opeth’s career, their style has been categorized as progressive rock, death metal, or progressive metal, though each of those terms felt, at best, like undersized umbrellas for a band actively coercing bits of jazz, Romanticism, blues, British folk, pop, and new age into their musical madhouse. Opeth is so demanding that, a decade ago, they opted to issued two separate albums—the clenched Deliverance and the much more calm Damnation—rather than package them as an intended, insurmountable double album; still, sold separately, each half of the dichotomous pair broke or pushed the one-hour mark and twisted and turned with a maniacal and delightful zeal. Åkerfeldt’s work has never sounded unaffected or effortless; Opeth have, instead, worn labor and fastidiousness as badges of honor, open rebuttals to any sense of classical cool.
In turn, Opeth is one of modern music’s great paradoxes. They are one of the world’s most popular and enduring heavy acts, having charted every album they’ve made since Damnation in at least half-a-dozen countries. And their international following is a cult of often-unwavering allegiance. To wit, should you arrive at an Opeth show without an Opeth shirt printed in thick and vivid paint, you’ll find that the aforementioned code of cool has been temporarily reversed. Even among the faithful, though, the feeling that Opeth can be forced, overindulgent or obtuse is an abiding one; it is the baggage concomitant to the band’s audacity, the side effect of the quest to shoehorn a dozen things into ultra-dynamic metal. But that same effort enables one of Opeth’s greatest unifying assets: the overwhelming rush that their best music can provide, where a tizzy of elements sends the listener into a tailspin. Line up their catalog from one end to the other, press play, and be stunned by the number of moments (however calculated and meticulous they may be) where audience orientation vanishes. Their complications are their bait.
But Pale Communion, Opeth’s first album in three years, lacks the absolute willpower and prevailing ambition of the band’s best work—that is, the core that made the awkwardness sufferable. This is only the third album where Åkerfeldt foregoes his versatile death metal vocal delivery, following the path of 2011’s Heritage and 2003’s Damnation. He alternately supplants it instead with a singsong lilt, a folk-rock affability and an alt-rock theatricality. Notably, this is the first Opeth LP to arrive since Storm Corrosion, Åkerfeldt’s 2012 full-length release with longtime collaborator Steven Wilson. Half of that album featured the London Session Orchestra, an influence that resurfaces throughout Pale Communion.
In fact, such strings web together the record’s two-song finale—and, really, the 16 minutes of music that save Pale Communion from abject disappointment. “Voice of Treason” is dramatic and lunging, with tumescent strings providing the ballast beneath the song’s seven-minute rise toward the thrall. Just ahead of the end, there’s a momentary blast beat, an enormous wash of strings, and a burst of heroic vocals from Åkerfeldt. “Have you ever seen the aftermath of giving up?” he howls, the band exploding around him. And the stately strings that sweep beneath closer “Faith in Others” are the platform from which Opeth lifts toward a post-rock surge. It dissipates slowly, as though the sound is being peeled apart layer by layer. Opeth surprises and engrosses here, ending this album better than they do most anything else.
Pale Communion often feels too polite to overrun and too guarded to sustain Opeth’s familiar sense of total upheaval, where the listener struggles to remember which end is up and which way is forward. Take opener “Eternal Rains Will Come.” The song first weaves complicated rhythmic shifts against spools of sharp guitar and distorted organ, a compelling mix that suggests a florid spin on math-rock. But after a pause, the quintet springs ahead into a straight beat, flimsy funk dancing beneath quick harmonies cribbed from “Suite: Judy Blue Eyes." The instruments coil again toward the end, with the guitar and drums pirouetting in sudden sync. But it’s a hyperactive soft-rock climax, an effete attempt to reach new heights.
Much the same holds for “Elysian Woes,” a trickle of acoustics backed by flute-like synthesizers and led by Åkerfeldt in a rather miserable crooner guise. And “River” is the stiff Swedish approximation of fluid Southern guitar rock. Padded again by acoustic guitar and generous organ, the first half is more pure prairie league than Allman Brothers anthem. But even the ricocheting instrumental midsection and spring-loaded coda feel preordained, like the very blatant ends of Opeth’s Southern rock trial. Likewise, “Goblin,” Opeth’s carousel-like horror score tribute, is as obvious as its name, while “Cusp of Eternity” implies Bono taking an acute, unfortunate interest in the power of djent guitars. Even as it twists and turns through several solos, the destination feels fated, Opeth’s usual inexplicable intricacy given over to plug-and-play automation.
These arrivals of the expected are Pale Communion’s most damning symptom. In the past, Opeth have made their inspirations and aspirations obvious, but their avid recombinations suggested an array of infinite possibilities. Even if you couldn’t abide the inflexibility of their methodical grandeur, it was hard to condemn the immense effort and imagination involved. But Pale Communion only toys with the building blocks, revealing influences that were already apparent but refusing to invigorate them alongside each other. It’s not that Opeth isn’t cool here. It’s that these eight songs run cold on new energies and ideas, a rarity for a catalog custom-made to overwhelm.
Grayson Haver Currin

It almost seems a shame that Opeth are routinely saddled with the divisive "progressive" tag, as the Swedes' music is so consistently refined, vivid and sincere that it's hard to fathom anyone rejecting it wholesale. In contrast to 2011's Heritage, which veered off in a number of esoteric directions, this is an admirably coherent collection of songs that are as uncompromisingly intricate and strange as they are incisively melodic. Mikael Åkerfeldt's voice has become a thing of wonder; his ability to tug at heartstrings while singing the most wilfully hazy of lyrics is matched only by these songs' beautiful arrangements and pin-sharp ensemble playing. But Opeth's leader is an awkward sod, and can't resist indulging his CSNY harmony fantasies on the country-tinged first half of River, getting his Italian-horror groove on for the self-explanatorily titled Goblin and peppering the air with perverse folk-rock curveballs during the languorous Moon Above, Sun Below. It ends with Faith in Others, which is at once the most profoundly moving song Åkerfeldt has ever written, and a tantalising glimpse into one possible future for this peerless band.
Dom Lawson

The use of death vocals seems to be a thing of the past for Opeth. I always appreciated the clean vocals from Mikael Akerfeldt. It gives a better view of how he can be a good singer. The previous album Heritage wasn't convincing. Again the band is showing the soft side of their music The song "Eternal Rains will come" display some haunting harmonies progressions with some dark keyboards sound similar to VDGG. "Cups of Eternity" show a vocalization hook repeated almost like an incantation. There are some nice grooves here and a display of heavier guitars. With "Moon, Above, Sun Below" we recognize the same compositions structures of the band with intense and melancholic passages, the melody at the beginning is suddenly switching to a complete new mood so we get the feel that the song is like different parts melt down to build a 10 minutes song, but it works. The song "Goblin" is inspired by the band of the same name with a little touch of jazz. "River" is another different track with some classical rock influence. "Voice of Treason" is another track in which the listener is challenge with the impossibility to reach an accessible melody, like the band was playing with restraint. It illustrates the new direction the band is, by keeping the music outside the extreme metal. The last track "Faith of Others" is full of strings, classical arrangements and some acoustic progressive rock not too far from the band Landberk.
While this release could be perceive as homage to the old progressive rock bands, the retro sound of the organ and mellotron should appeal to old progressive rock fans, it keeps the band own style, less metal than the majority of their albums, but more in the line of Damnation and Heritage. For me, those two albums despite their progressive side were not the best of their discography, but I think the latest is more satisfying and if I had doubt about the direction the band was headed when they took a break from their metal prog, I am more confident for the future that it's the right direction to go now. And Mikael Akerfeldt looks like a musician that is in a mood to do more melodic music with clean vocals the rest of his career.
Louis

Admittedly, I had avoided listening to the new Opeth record for a while before finally caving in and checking it out. It's certainly not been for a lack of love for the band or their illustrious career, but rather that I was almost certain to be disappointed by anything in the vein of their post-Watershed retro style. It must have felt like I was a girl waiting on a pregnancy test to see if she was going to have a child with a man she didn't love; the best-case scenario (being that the album was good, or negative on the pregnancy) would be relieving, but there wouldn't be a sense of catharsis or ecstasy involved, the sort of things Opeth's early work was often prone to conjuring. Even if Pale Communion turned out to be good, I supposed, I still wouldn't be able to shake the disappointment over Opeth having exchanged their unique (though countlessly imitated) progressive death metal trademark for some brand of retro-prog- an oxymoron if ever I've known one. Somehow, Opeth's second plunge into this style has succeeded in doing what I previously thought impossible: not only has it sold me on this shift, it has finally proved to me that Mikael Åkerfeldt is capable of brilliance outside the melancholic strains of metal. This is the album Heritage tried to be, the one Storm Corrosion hinted at. Even if it doesn't match the perfection they achieved with Opeth's best work, Pale Communion stands as a refreshing (and unexpected) burst of creative inspiration.
Although I've always had more of my heart in prog than metal news some years ago that Opeth had drifted towards a classic progressive rock style was immediately disappointing. Although the original definition of the style referred to a group of artists who meant to push rock music to the limits of its ambition (often with the help of classical music theory), in recent times it's often associated with hollow musicianship, twenty minute songs that go nowhere, and an overarching desire to relive and fetishize the 'good old days' between 1969 and '75, sort of like a Civil War reenactment but with more mellotrons. Anyways, Heritage was much less guilty of this self-important retro kitsch than Transatlantic or a host of other horrible modern prog acts, but it felt much less relevant than the work they had done before. With Pale Communion, I've realized my dislike of "Heritage" was less to do with the style itself, and moreso the fact it was otherwise incoherent and lacked conviction. There is plenty of the classic prog spirit here (ranging from the legendary King Crimson to Jethro Tull and Italian proggers Goblin) but it's imbued with a life and energy that far outweighs what I'd normally associate with the retrogressive scene.
If anything's changed since 2010, it's that Opeth have become confident enough in this new style to finally outstretch their wings and write full-bodied compositions over the individually appealing ideas that dotted Heritage. With the exception of the sappily cheerful piece of hippie drivel "River", the songwriting is tight and expertly realized. The epic scope adopted in "Eternal Rains Will Come", "Moon Above, Sun Below" or even "Voice of Treason" bridge the previously non-existent gap between Ghost Reveries and Watershed , balancing grooves and general weirdness without letting one get the best of the other. Among these tracks, the gorgeously melancholic closer "Faith in Others" sounds most like the classic Opeth we know, picking up where "Burden" from Watershed left off and arguably being the most emotionally intense ballad the band have ever done, complete with dynamic vocals and sombre string accompaniment. Opeth's musicianship remains a constant joy, with particular props going to Martin Axenrot who, again, fuels the music with some of the best drumming I've heard this side of jazz fusion.
If there was ever something I liked about Heritage, it was it's sense of surprise and general weirdness, as if they had aimed to make an album based around the wigged-out keyboard solo from Watershed's "The Lotus Eater". Opeth have consolidated that weirdness on Pale Communion, bolstering it with the virtues of solid songwriting and form. "Goblin" is a perfect example of this fusion of chaos and order. Taking its name from the band that most readily inspired it (along with heavy doses of King Crimson) the song shifts seamlessly from one disjointed idea to another. I can see it being the track fans will have the most difficult time getting into an appreciating, but it comes together in a way that feels satisfying. While I find the throwback vocal harmonies on "Eternal Rains Will Come" sort of hokey, it's a total masterpiece from the instrumental angle, and while I didn't care for its eerie successor "Cusp of Eternity" when I heard it alone as a single, it enjoys new life within the context of the album. Really, it's just "River" I don't like, and even then it's just for the overly cheery vocal section. Then again, that seems to be the track most people are swooning over. Maybe I'm weird and need to see the cheery side of life more often. Maybe everyone else is wrong.
While I've warmed up to most aspects of this 'new' Opeth, the change in style hasn't translated well with Åkerfeldt's vocals. I'm of the belief he's always been a better harsh vocalist, but even so, his clean singing on Ghost Reveries and Watershed was rich and full of feeling. I'm not getting much of that emotional resonance in Pale Communion. He's lost none of his technical ability or range as a vocalist, but there's something still missing from the formula. My thoughts towards his vocals now are similar to the ones I had for Heritage as a whole; the weight of the influences have become much more apparent in the delivery. Even if Mikael's voice remains distinctive, the performance feels less intimate, and more as if he's adopted a new vocal persona to better fit the progressive rock archetype floating in his head. Sometimes there's a clear nod to Jethro Tull's Ian Anderson, but most times it sounds like he's amalgamated a host of ballsy heavy prog and hard rock vocalists into a melting pot and tried his best to replicate it. Anyone who appreciated the bombastic side of Åkerfeldt's voice will find more to love on Pale Communion, but it doesn't do much for me. With that being said, there are moments (most notably "Moon Above, Sun Below" and "Faith in Others") that highlight what I loved best about his voice.
When all is said and done, I don't think Pale Communion will ever achieve the acclaim of Blackwater Park or Still Life, nor does it strike me in the same life changing ways that my personal favourites Ghost Reveries and Morningrise did. Even so, the album demonstrates a full-bodied return to excellence for Opeth, and confidently demonstrates the amount of potential this new approach has in store. At the very least, it's a conscious improvement from what I consider to be the weakest point in their career. Sure, If I ever wanted to hear vintage prog traditions thoughtfully explored and modernized, I could turn to Änglagård, another group of Swedes that still might do it better than Opeth. I think part of me would still like to hear Opeth return to their golden ratio of prog and death metal, but for what it's worth, I'm very glad this album exists. 83/100
Conor Fynes

It appears that Opeth has left behind their death metal roots. They seemed to be gradually moving to a more mature, less growly tone. "Heritage" completed that move, garnering wide attention, even earning them a featured artist spot on NPR and the NPR website. Pale Communion cements that change and improves upon it.
Like "Heritage", "Pale Communion" blends classic prog sounds and themes with modern metal, with an emphasis on Middle Eastern motifs. Like Haken, Opeth works this to come up with their own original sound that also pays homage to their prog forbears.
The album starts out impressively. Eternal Rains Will Come begins like an avant- metal fusion piece, but then eases into a psychedelic folk piece, with hints of Allman Brothers-like southern rock. Quite unecpected, and a complete joy. Cusp Of Eternity expand on the Middle Eastern themed metal of the previous album, and leads to the best track, Moon Above, Sun Below. This piece is a multi-themed epic, that must be heard.
Other standout tracks (on an almost flawless album) are Goblin, a classic seventies styled fusion track, complete with that ubiquitous electric piano sound, and Faith In Others, a track that owes more than a little to King Crimson's Epitaph.
This album has dominated my stereo for much of the summer, even edging out the fantastic new recording of Thick As A Brick.
Very close to perfect.
Scott Evolver

There was too much 'talkabout' on Opeth's new album. I loved Heritage (2011) thought it was a fantastic new sound for the band. Now, all this talking about the band kind put me off a bit, especially after the horrific weak single released before the album ('Cusp Of Eternity') so I waited to listen to their new album, Pale Communion (2014).
Now, I'm giving it a spin on it through Spotify and what can I say, track one 'Eternal Rains Will Come' is simply outstanding, amazing track. Then off we go to 'Cusp Of Eternity' that's way too much SW for me, and Opeth is better than him, doesn't work really. Good that 'Moon Above, Sun Below' comes in to erase the previous track very well indeed. 'Elysian Woes' continues the high quality path, but acoustically.
While 'Goblin' indeed reminds the classic Italian band, 'River' is a folk ballad in the same path of Rush's 'Rivendell'. 'Voice Of Treason' and 'Faith In Others' continue the good path of the album.
Pale Communion (2014) is able to bring all the classic Prog Rock that I love with a fresh air to it, and that's why this is so interesting and one of the great releases of the year that so far was so week.
4.5 stars really!
Recommended!
Diego Camargo

"Pale Communion" is the 11th full-length studio album by Swedish progressive rock/metal act Opeth. The album was released through Roadrunner Records in August 2014. There´s been a lineup change since "Heritage (2011)" as keyboard player Per Wiberg has been replaced by Joakim Svalberg.
With "Heritage (2011)", Opeth more or less took a left turn fully embracing a 70s influenced progressive hard rock sound and leaving their death metal past behind. They did a similar thing on "Damnation (2003)" but returned to their trademark progressive death metal sound on the next couple of albums. This time around they seem to mean business though and as "Pale Communion" is now their second album in a row which features a 70s influenced progressive hard rock sound, we can probably safely assume that the band´s death metal days are now behind them and that a new chapter in the band´s history began with "Heritage (2011)".
So the music on "Pale Communion" is a continuation of the progressive hard rock sound on "Heritage (2011)" and as such has little to do with metal although there are some hard rocking riffing on the album and references to artists like Deep Purple, Uriah Heep, and Atomic Rooster are valid enough (also because of the dominant use of organ). But there are references to a lot of 70s artists and musical styles on the album. Vocalist/guitarist/main composer Mikael Åkerfeldt are known for his broad tastes in music and you´ll hear elements from both hard rock, symphonic progressive rock (the sections with mellotron and the sections with orchestration are beautiful), folk rock, and even a whiff of jazz rock on "Pale Communion", which is ultimately a pretty varied album.
The description above can more or less also be applied to "Heritage (2011)", but "Pale Communion" is not a sequal clone of that album, as the band have opted for a more structured and melodic sound on this album compared to the more messy sounding "Heritage (2011)". "Heritage (2011)" often sounded like Mikael Åkerfeldt had 10.000 ideas and was hellbent to cram them all on the album. That ultimately made that album quite an adventurous ride but at the same time not the most memorable or well composed one. With "Pale Communion" it seems that Åkerfeldt has cut a bit more to the bone and focused on the actual compositions and the longivity of the melody lines. As a result "Pale Communion" is instantly memorable and quite a bit more accessible compared to it´s predecessor.
"Pale Communion" is produced by Mikael Åkerfeldt and mixed by Steven Wilson (Porcupine Tree) and not surprisingly the album is graced with a warm, detailed, and organic sounding production, which suits the music perfectly. The musicianship are as always of high class. The instrumental performances are organic and tight and Mikael Åkerfeldt´s vocals are distinct sounding and delivered with conviction. The use of choirs and backing- and harmony vocals on many tracks are great assets to the music too.
The album features an overall great flow and all tracks are memorable after only a few listens although complex enough to ensure longivity. It´s not easy to pick standout tracks on an album where all tracks are equally great, but I´d like to mention the closing trio of tracks, "River", "Voice of Treason", and "Faith in Others", as some of the highlights. The former because of the surprising shift in atmosphere (here is a track where several different sounding compositional ideas work well together) and the two latter (which seque into each other to form a sort of mini suite) for their intriguing emotional impact and use of orchestration. But then again I could have mentioned any track off "Pale Communion" and call it a highlight.
While "Pale Communion" certainly digs deep into the 70s progressive rock and hard rock scene for inspiration and does feature a retro sound, it doesn´t feel as forced as it´s predecessor did. It´s more fresh sounding, more musical, and overall just a better and more memorable release. I was beginning to wonder where Opeth were heading with "Heritage (2011)", but with "Pale Communion" I think they are back on the right track. A track that brings promises of even greater future output in this style. A 4.5 star (90%) rating is deserved.
UMUR

After being impressed with Opeth's wonderful "Heritage" album my hopes were set very high on "Pale Communion". I make no secret of my dislike for really abrasive growls in Prog. I believe Opeth's finest hour is the melancholy and haunting "Damnation" and now they are blending that beautiful vocal approach with the progginess of "Heritage" to produce one of the albums of the year.
"Pale Communion" is a stunning album on every level, opening with a soundscape of keyboard layers, capturing a dramatic ambience from the start. The vocals are harmonized and sound not unlike the style of Yes in some ways. Perfect harmonies, and easily decipherable lyrics on "Eternal Rains Will Come".
This is followed by the one that hit the online community in the initial stages, "Cusp of Eternity". Akerfeldt's voice is sensational as always, he won't be growling on this album. The catchy chorus hook will settle in your brain after a few listens. Definitely a keeper in the Opeth greatest hits package.
"Moon Above, Sun Below" is an 11ish minute mini epic with a steady rhythm and some glorious guitar and keyboard flourishes. There is a darker feel on this with the vocal style, more aggression and heavier riffs, though this is still as far removed from the style on "Deliverance" as you can imagine. The hypnotic mantra of the title will engrave itself upon you, then there is a gorgeous twin guitar section. After this tranquility Akesson launches into a blinding lead break. Then it settles into a haunting keyboard motif and reverberated vocals. This is so catchy it always jumps out on the album. The melodies are as good as Opeth gets.
"Elysian Woes" is driven by somber acoustics and vocals at first. Akerfeldt's voice is crystalline clear; surely one of the greatest vocalists this year. The influence of Steven Wilson shines through. The melancholy approach is startling, with beautiful guitar interplay and some angelic keyboards at the touch of Svalberg.
"Goblin" is an instrumental driven by raging keyboard finesse and quirky time sigs. "River" returns to quiet solitude with acoustics, sweet harmonies and pleasant lead guitar soloing. I love how the time sig changes and locks into a twisted meter and some incredible lead guitar trade offs. The Hammond is delicious and oh the sweetness of the Mellotron!
"Voice of Treason" has a fantastic drumming performance from Axenrot and those keyboards are absolutely divine. This is a powerhouse track that springs from nowhere and it keeps building with amazing vocals and ominous musical embellishments. The bass solo of Mendez works nicely with the drums. The staccato violin style keys remind me of the recent James Bond theme song. This track is a definitive highlight that gets better on every listen.
"Faith in Others" closes things with Mellotron soundscapes encapsulating a Pink Floyd atmosphere. The mood swings from dramatic tension to a very heartfelt gentle emotion at the end. Mellotrons float lambently to the end as Akerfeldt croons softly. It is an effortless light approach from Opeth that may surprise some with its consistence ambience.
There's not a shred of metal on "Pale Communion" so headbangers keep your distance. This album is more symphonic than anything Opeth have done previously. It is another "Heritage" style exploration of retro prog?and I like it!
Scott Tuffnell

Gosh, this is not what I normally would expect from a band like OPETH! They never have totally disappeared off my radar, but I seem to remember that Mikael Åkerfeldt has been a friend of death metal and growls in earlier times, which is not my cup of tea in general. Now yet this sounds like a radical turn somehow, spirtually akin to Pain Of Salvation with their album 'Road Salt Two' maybe. Well in any case, while trying to regard this music totally unbiased firstly, 'Pale Communion' marks a great leap towards melodic heavy progressive rock, for what it's worth.
Some may say this comes because Steven Wilson is involved in the production. This might be only half of the story though - I'm quite sure Mikael Åkerfeldt and his mates wanted to produce such a thing with intent, and so they've invited him to get on board, just in order to make it good, really good. Wise idea, isn't it? Take your chance, as not every artist or band will ever get the possibility to collaborate with such a prolific musician and sound engineer. Anyway, now to the songs as such which are arranged like a chain of pearls.
The opener Eternal Rains Will Come makes it immediately clear - the keyboards are placed with a symphonic touch overall, due to the vintage expression, which also includes mellotron and Hammond organ. Åkerfeldt's voice is beneficially charming, yeah, especially proved on the following groove rocker Cusp Of Eternity. Like on Elysian Woes beautifully relaxed parts are given featuring acoustic guitar and piano. The fantastic Goblin steps out of line a bit, as the song appears like a fusion infected jam, probably in reminiscence to the eponymous Italian band.
Provided with some oriental delicacies I do like the dramatic Voice Of Treason very much, excellent musicanship, a real treasure. With 'Pale Communion' the band offer a rather accessible, though by far not trivial album, which excludes nearly any (extreme) metal approach this time. Provided with symphonic and jazzy touches here we have a recommendable production which by now belongs to my 2014 top ten list. Congrats! That makes my day in the end, as I'm fond of being surprised here and there!
Uwe Zickel

I still regard OPETH's "Damnation" album as my favourite but "Pale Communion" really impressed me, and no i'm not surprised that it garnered "Album of the Year" here at Prog Archives. What a beautiful recording this is with Akerfeldt's haunting vocals and a lineup that instrumentally doesn't play second fiddle to any band out there. This album was produced by Akerfeldt and mixed by his good friend Steven Wilson and I have to say that this couldn't possibly "sound" more incredible.
"Eternal Rains Will Come" hits the ground running with such an impressive instrumental intro. The drumming is crazy good and I have to mention the organ here as well as being simply outstanding. A gorgeous calm arrives 1 1/2 minutes in that is very "Damnation" like. It then kicks back in a minute later before we get vocals for the first time after 3 minutes. Love the guitar 4 1/2 minutes in and the sampled mellotron is a nice touch after 5 minutes. "Cusp Of Eternity" has a cool rhythm to it as the vocals join in well before a minute. The backing vocals really add to the sound here. Nice guitar solo after 3 1/2 minutes then it ends with lots of vocal melodies.
"Moon Above, Sun Below" has such a good mood to it and the vocals are reserved, almost spoken to start. Some good contrasts on this one between the mellow and the more intense passages. Mellotron rolls in around 1 1/2 minutes followed by a calm after 2 minutes as we get another "Damnation" like section with picked guitar and more. It then kicks in fairly hard with vocals 4 1/2 minutes in as the guitar rips it up. Another calm arrives as contrasts continue. A spooky calm 6 1/2 minutes in then a cool organ/drum section takes over as vocals join in. "Elysian Woes" is my favourite track with those "Damnation" like vocals from Akerfeldt as picked guitar helps out. I think that's flute before 2 minutes after the vocals have stopped. It's absolutely beautiful(gulp) before 3 1/2 minutes with mellotron.
"Goblin" really sounds like it has an electronic vibe to it before it becomes a little more intense. Check out the keyboards after 2 1/2 minutes. There's so much going on as we get this tapestry of intricate sounds that are relentless. "River" is a little different with the soft vocals that have an almost Country feel to them and there's harmonies too. A tasteful guitar solo arrives 2 minutes in. I like the keyboard/drum/guitar section 4 1/2 minutes in then mellotron joins in a minute later. A good but not great tune that gets better as it plays out.
"Voice Of Treason" is different with strings helping out. Love the drumming and melancholic vocals. Vocal melodies 3 minutes in then back to that earlier soundscape with vocals. Great sound 6 minutes in. "Faith In Others" opens with strings as expressive vocals join in. Not big on this section that will return later. I like the calm with piano before 2 minutes and the reserved vocals as well. It turns fuller 3 1/2 minutes in and we get vocal melodies as well. Themes are repeated.
Just a fantastic recording that has been simply a joy to listen to this past week despite the extreme cold we've been getting up here in Canada.
John Davie

Heavy electricity is the first thought that comes to mind when hearing Opeth's latest, critically lauded release, "Pale Communion". The haywire activity is tempered by a softer side, a detail-oriented recall of other styles well within the prog frame work, certainly more focused on creating melancholic moods and more solemn atmospheres. Like a few fans, I prefer the melodic swoon of past albums like "Damnation", a clear influence on this recording, as leader Mikael Akerfeldt opts for a more symphonic situation to expound on his internal frailties.
"Eternal Rains Will Come" possesses a doomsday disposition, morose and apocalyptic, a cauldron of slithering sounds that weave between despair and delirium, impossible swirls of bombast coupled with serene, almost medieval sections, muscled by a tight rhythm section with newcomer Martin Axenrot supplying some terrific propulsion. The main mellotron-doused melody is an emotional bulldozer, profound and forlorn, with Akerfeldt's voice delivering intensely.
The heavier "Cusp of Eternity" flexes some serious tendons, the chorus in particular grabbing one's immediate attention, as the vocal veers near hypnotized prayer, or at least some semblance of forgiving finality. Lead guitarist Fredrik Akesson does some Holdsworthian stylings that are a joy to behold, the crew tight as a screw, Joakim Svalberg's smoking mellotron oozing hymn-like splendor and the nimble Axenrot doing some clanging damage on his cymbals.
The first major epic is the 10 minute + hurricane "Moon Above, Sun Below", a platform for the Swedes to get hot, oiled and bothered, sounding close to their Polish pals in Riverside but ruled by a dense onslaught of symphonic keyboards. This is balanced by another Renaissance-style acoustic guitar-led etude that shines ever so brightly, buoyed by another fragile Akerfeldt vocal. Slowly, the tension is upgraded into another delirium-infested intervention, including a disturbing organ lead that seems to have been plugged into a cemetery socket. Shifting gears on a straight ahead musical highway only heightens the sense of unending adventure, exhilarating and intrepid. The piano finale is beyond beauty.
The softer side is elegantly anointed with a rather stunning piece, "Elysian Woes" has a near early Genesis feel, what with rich acoustic guitars weaving a sleek tapestry of sound, all delicacy and substance. The gentle drums enter, a refined mellotron in tow and a powerful vocal that is literally dripping with melancholia and pain.
The aptly titled "Goblin" provides an instrumental jam that seeks to underscore the musical talents available, an almost jazz-rock section led by a furious e-piano (love that instrument) with a manically repetitive guitar riff that paralyzes the defenses, as the boogie-woogie roller organ kicks in with unrelenting determination. Absolutely riveting stuff.
The controversial "River" is considered as one of the highlight moments on a set list of highlight tracks, offering up a curiously more country-like feel, almost like British band Traffic or the Allman brothers with tons of slick organ frills, rebellious guitar licks, as well as sublimely solid bass lines from Martin Mendez and Axenrot's flexible drum beats. The magnificent mellotron creeps in again to further confound and excite the senses. The raucous finale is shoved along by some massive vocalizations that reach for the stars.
The murky, doom-laden "Voice of Treason" infuses a Middle Eastern tinge, perhaps a musical discourse on current times and ongoing millenary issues. Axenrot supplies a dynamic binary assault that really stands out in its simple complexity, the bombastic synthesized electronics given this 8 minute piece an ominous almost grisly tone, pained vocals only adding to the impression. The reptilian bass shows little mercy, the chorus is nearly celestial with Akerfeldt going into overdrive and the sincerity utterly apparent, especially the broken and fragile outro. Gulp!
I am a sucker for anything even remotely resembling King Crimson's mythic anthem "Epitaph", as I, among many others, view this symbolic track as a prog icon of the highest standing. "Faith in Others" supplies some similar features, everything from the galactic mellotron rushes, the achingly gorgeous vocal and the simple funereal beat. This is all about feeling, a sense of reverential acceptance, a hymn of unmitigated power and seductive charm. The piano and vocal section is painfully tragic yet utterly beautiful in its breathtaking simplicity. The bluesy guitar cadence, the 'oooh-oooh' choir , the mellotron cascade all combine to rekindle memories of the Crimson King's Court, audaciously even daring to replicate an effect ?laden chorus . I could listen to this track on an endless loop and still be completely satisfied! The 'oooh-oooh' choir returns with some classic orchestrations to give this a totally symphonic veneer and a gentle, misty wave goodbye.
As far as I am concerned, this is the Opeth I prefer, not caring much for their other albums except for the previously lauded "Damnation". Not surprising then that this has garnered so much attention and adulation.
4.5 timid intimacies
Thomas Szirmay

I had very complimentary things to say about Opeth's previous album Heritage; in fact, I think I said that it is pretty much my favorite of this band's many excellent works.
That is, until I let the lush, emotive, dark, nuanced, and all together captivating experience of Pale Communion sink in.
I'm going to just say it: this is probably the best Opeth album to date, and for a band with a constant string of prog highlights over the past 15 years, that's saying something. Pale Communion shows the band topping themselves once again with what is their most textured, subtle, and beautiful album yet. The moments of song writing class and instrumental virtuosity here are beyond count, from the heavy opening and aggressive playing of the opening track, the sweeping drama and myriad tempo and tonal changes of the epic "Moon Above, Sun Below," to the final melancholy sustains of the closing "Faith in Others". Songs are intense and mellow and soaring and delicate and cryptic and poetic and memorable all at once.
The band plays incomparably well, especially the rhythm section; bassist Mendez gives what may be host most interesting and melodic performance yet. Svalberg's mellotron and keyboards are achingly well utilized, giving the album a very classic prog sound without sacrificing the dark and brooding tone of the band. Akerfeldt's vocals are simply smashing, perhaps his best yet, especially during the moments of crescendo that punctuates the poetic melancholy of the lyrics. Simply outstanding playing from each member. They've created an exciting, engaging, and brilliantly executed record.
Pale Communion shows Opeth drifting more and more from the death-metal harshness of their early releases, yet not the spark of energy that helped make those albums so great. Maybe the growls and electric devastation will return in subsequent works, but I am very happy that they've taken this direction recently; it's created genuinely excellent musical experiences, with Pale Communion being what may be impossible to top. Not to be missed!
Songwriting: 5 - Instrumental Performances: 5 - Lyrics/Vocals: 4 - Style/Emotion/Replay: 5
Jeff Morgenroth

Ufff, me cansé, si quieren màs comentarios los tendrán de a millares googleando un poco.

A todo esto, deberían responderme alguien ¿le entramos a la discografía de Opeth? Hablo de toda la discografía incluido el material màs extremo también.
Si están en duda por conseguirse o no el disco, aquí lo pueden escuchar en toda su extensión...




Comentarios

  1. Luego de un tiempo de indecisión me vuelvo a encontrar con una referencia hacia Opeth (me refiero al post) y me pregunto una vez más si debería animarme a oír algún álbum de ellos. Entonces, ya que estoy otra vez dentro de esta nebulosa digo DESDE MI PUNTO DE VISTA que no sé si halla gente interesada en toda la discografía (hasta ahora) de Opeth, exceptuando los trabajos que se consideren “aptos para compartir”, pero si es de su gusto el ultra progresivo metal muerto con tintes de metal negro que originan una amalgama sólida, reflejando su evolución respecto al metal y desembocando en una belleza melancólica (tal como lo dicen los fans de esta banda) pues publíquenlo (lo digo con respeto hacia Uds.). Pero otra vez digo que DESDE MI PUNTO DE VISTA toda esa parafernalia que gira en torno al metal no es más que un grupo de miles o quizás millones de personas que idolatran de sobremanera esta manera de hacer “música”, consumen su mente, generan emociones forzadas y crean un gran ego dispuesto a aceptar lo inaceptable, por consiguiente nace esta “tribu” en busca de música que pueda complacer y desahogar esa mentalidad a veces llena de letargo o en otros casos llena de impulsividad.
    La realidad es que es un “género musical” monótono (cuando se vuelve hermético) al igual que el “rock progresivo” en muchos aspectos. OJO, hablo del cliché “Rock progresivo”. La gente cree que es el género predilecto y que es ideal para sí mismo. Lo real es que encerrarse dentro de esa concepción nos hace negar todo lo demás y nos vamos a la tumba presos de esas melodías, vestidos con los polos oficiales de Larks' Tongues in Aspic, junto al box set 40 aniversario de In the Court of the Crimson King y toda la discografía remasterizada en súper audio CD de Curved Air.
    En fin, a mí me agrada el cambio de Opeth por el mensaje que denota pero ahora que revisé parte de su discografía es complicado saber si a todos les agradará, pero su antecesor ya está publicado así que si alguien quiere más discos de esta banda que se apunte.

    ResponderEliminar
  2. Uff sentimientos encontrados... Escuché muy poco de la primera "etapa" de Opeth, pero me picó la curiosidad por ver (escuchar) cuanto del "nuevo" había en el "viejo". Siempre me parece interesante escuchar como se desarrolla la vida musical de las bandas.
    Saludos!

    ResponderEliminar

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