El Gobierno repudió el asalto al diario Tiempo Argentino, pero la Policía de Patricia Bullrich, con la excusa de que no tenía orden judicial para actuar, fue espectadora de los delitos flagrantes de una patota armada.
Los periodistas del diario Tiempo Argentino, vienen desandando con enorme esfuerzo y no poco sufrimiento el camino del vaciamiento del medio perpetrado por su fundador, Sergio Szpolski. Fundaron una cooperativa y actualmente es uno de los medios independientes más importantes. Y sobre llovido, mojado: una patota armada con cuchillos y facas –descripta como "un grupo de tareas" por miembros de la cooperativa que recuperó el periódico- destrozaba todo; afuera, un número similar de efectivos de la Policía Federal eran pasivos observadores de delitos que se cometían en sus narices. La excusa: no tenían orden judicial para intervenir. Horas después, pasadas las siete de la mañana, el desenlace sería igual de grotesco: los delincuentes abandonaban el lugar caminando entre los policías. Y el líder de la barra, el empresario Mariano Martínez Rojas, que había encabezado el operativo de toma y destrucción de las instalaciones, era retirado en un patrullero, pero no detenido, sino protegido. Antes de abandonar el lugar, se dio el gusto de amenazar a los periodistas con "cortales las piernas".
Este ataque es un ícono que representa la sociedad actual argentina, cargada de odio, violencia y desprotección de los más débiles. Como dice la leyenda: hoy le toca a ellos, mañana te puede tocar a mí o vos...
Los periodistas del diario Tiempo Argentino, vienen desandando con enorme esfuerzo y no poco sufrimiento el camino del vaciamiento del medio perpetrado por su fundador, Sergio Szpolski. Fundaron una cooperativa y actualmente es uno de los medios independientes más importantes. Y sobre llovido, mojado: una patota armada con cuchillos y facas –descripta como "un grupo de tareas" por miembros de la cooperativa que recuperó el periódico- destrozaba todo; afuera, un número similar de efectivos de la Policía Federal eran pasivos observadores de delitos que se cometían en sus narices. La excusa: no tenían orden judicial para intervenir. Horas después, pasadas las siete de la mañana, el desenlace sería igual de grotesco: los delincuentes abandonaban el lugar caminando entre los policías. Y el líder de la barra, el empresario Mariano Martínez Rojas, que había encabezado el operativo de toma y destrucción de las instalaciones, era retirado en un patrullero, pero no detenido, sino protegido. Antes de abandonar el lugar, se dio el gusto de amenazar a los periodistas con "cortales las piernas".
Este ataque es un ícono que representa la sociedad actual argentina, cargada de odio, violencia y desprotección de los más débiles. Como dice la leyenda: hoy le toca a ellos, mañana te puede tocar a mí o vos...
Juan Mariano Martínez Rojas es correntino de 37 años, dueño del Grupo M de Luxe, habría debutado en el negocio de los medios de comunicación de haberse hecho cargo de Tiempo Argentino cuando Szpolski supuestamente se lo vendió junto a radio América. Su especialidad son los eventos y el entretenimiento. La crónica agrega que, en 2013, Martínez Rojas, su esposa y su hermano fueron denunciados por el delito de estafas reiteradas y asociación ilícita por un monto que, según medios de Corrientes, supera los 10 millones de pesos en la compra de autos de alta gama, la comercialización de obras de arte y operaciones inmobiliarias.
Según las denuncias, es el mismo que comandaba el grupo de tareas. El grupo, que estaba armado con cuchillos y facas y cubría sus rostros con capuchas, irrumpió pasada la medianoche por las instalaciones de radio América, que funciona en el mismo edificio y es otro de los medios vaciados por Szpolski, y ganó rápidamente la redacción del diario, de donde sacaron volando a los tres integrantes de la cooperativa que estaban en ese momento, entre ellos, una mujer del área de limpieza y un joven discapacitado.
La patota tuvo todo el tiempo que necesitaba para destrozar las instalaciones del diario. Con la Policía como espectadora, hizo un desastre: tapió las puertas y las ventanas, rompió mampostería, volteó parte de una pared, atacó equipos informáticos y los archivos de las computadoras, arrancó el cableado de energía eléctrica y de internet y arruinó documentación de la cooperativa. Dejó, además, una señal cargada de simbolismo: un cuadro de Rodolfo Walsh roto en el piso.
Ante la arremetida oficial por tratar desviar los hechos en el ataque al diario, la palabra del presidente de la Cooperativa:
Lo que ocurrió en la madrugada del lunes en Tiempo Argentino y Radio América no tiene antecedentes en la democracia que vivimos desde 1983. Un grupo de tareas, compuesto por 20 matones y comandado por el supuesto empresario Mariano Martínez Rojas, irrumpió en el edificio después de la medianoche del domingo, agredió a tres trabajadores de la cooperativa Por Más Tiempo que permanecían en el lugar y copó la redacción. Gozó de cuatro horas de impunidad para romper y saquear todo a su paso ante una pasividad alarmante de los efectivos policiales que adujeron órdenes de la fiscal contraversional Verónica Andrade, para no sacar a los intrusos de nuestro diario. Un hecho aberrante.Gustavo Cirelli - Director de Tiempo Argentino
No hubo un Estado ausente.
El Estado estuvo presente durante cuatro horas vestido de uniforme en la puerta del diario impidiendo el ingreso de los más de 100 trabajadores de Tiempo que se autoconvocaron de inmediato para impedir que la impunidad se consagrara una vez más a la vista de todos.
Hubo un Estado presente vestido de uniforme que dejó hacer durante más de cuatro horas a una veintena de energúmenos. Les permitió revisar cajones y hasta romper el sistema operativo del diario con la clara intención de impedir la continuidad de Tiempo.
No pudieron.
Otra vez, no pudieron.
Ya lo había intentado Martínez Rojas cuando discontinuó en los primeros días de febrero la impresión del diario de manera intempestiva, incumpliendo desde siempre sus promesas de cancelar la deuda salarial de los trabajadores; víctimas de un plan sistemático de vaciamiento de la empresa iniciado por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, accionistas de Balkbrug SA. Tiempo volvió a las calles con una edición especial aquel inolvidable 24 de marzo en el que agotó toda su tirada -inicialmente de 30 mil ejemplares, que terminó superando los 40 mil- lo que posibilitó que un mes más tarde regresara a los kioscos cada domingo, ya con sus trabajadores organizados en cooperativa. Ante cada escollo la redacción redobló sus esfuerzos y siguió adelante.
Si este diario hoy está en manos de nuestros lectores es sólo por el compromiso y la valentía de sus trabajadores que reingresaron al edificio en defensa de sus puestos de trabajo y en defensa de la libertad de expresión, dos derechos inalienables que no estamos dispuestos a entregar ni ahora ni nunca.
La madrugada del lunes 4 fue un punto de inflexión en la lucha de la Cooperativa de Trabajo Por Más Tiempo. Fue una noche de terror, de esas que no se olvidarán jamás, que quedan impregnadas en la memoria como una pesadilla; pesadilla que arrastra al presente a los fantasmas agazapados en la oscuridad de los tiempos de la dictadura cívico militar.
Es inexplicable desde todo punto de vista racional la violencia que sufrió este colectivo de trabajadores. La patota ya fue identificada, lo incompresible es que se fueron a sus casas después de haber cometido un rosario de delitos flagrantes; ese puñado de matones debería haber amanecido en un calabozo pero la ¿inacción? oficial les posibilitó otro destino. El mismo que a Martínez Rojas, que huyó de Tiempo Argentino custodiado en un patrullero. No habrá impunidad para lo que sucedió. Hay compañeros lastimados. Hay derechos violentados. Hay demasiada angustia e impotencia para que este nuevo episodio se pierda en el olvido. Y hay, además, responsables no sólo directos, materiales, sino también por omisión. Cada uno de ellos deberá enfrentar ante la Justicia lo que merece.
La solidaridad que recibió el conjunto de trabajadores de Tiempo de parte de sus lectores, de colegas, de organismos de Derechos Humanos y dirigentes políticos es un respaldo que ayuda a seguir en un camino que no estamos dispuestos a abandonar. Y menos ahora que unos trasnochados quieren imponer a puños, patadas y gas pimienta su fuerza brutal por sobre la fuerza inclaudicable de este grupo humano inmenso. Inmenso.
Esta columna se escribe al calor de una redacción que no dudó en responder a la agresión con periodismo; así, sin dudarlo, bien temprano, se decidió hacer frente al atropello con las herramientas de nuestro oficio. A pesar de las computadoras rotas. A pesar del desastre. A pesar de la tristeza. El silencio no le ganará a los trabajadores de Tiempo. La impunidad, mucho menos.
Hay una imagen de la noche de terror que sintetiza la ideología explícita de este grupo de tareas. En el último piso de la redacción, un cuadro del Rodolfo Walsh -un regalo solidario durante estos largos meses de lucha- fue roto con saña por los matones. Pero son torpes, claro. La sonrisa de Walsh quedó intacta. Y si algo aprendimos de él, con respeto y admiración, es dar testimonio en tiempos difíciles.
De eso se trata. Así seguiremos.
En medio del drama; Clarín informa haciendo sus campañas, como siempre. El Gran Diario Argentino titula:
"Repudian el ataque a un medio vaciado por un empresario K"
Eso es verdad, pero no forma parte de la noticia, aunque luego lo aclara, el titular debería haber sido:
"Repudian el ataque a un medio atacado por una patota ligada a su presunto nuevo responsable"
Si crees que ese título es inocente, el ingenuo sos vos. Y ni hablemos de que trataron de "tapar" la información todo lo que pudieron. Pero éste hecho es demasiado grave.
Este ataque es un ícono que representa la sociedad actual argentina, cargada de odio, violencia y desprotección de los más débiles. Como dice la leyenda: hoy le toca a ellos, mañana te puede tocar a mí o vos...
según el fiscal, el empresario Martínez Roja podría ser detenido en las próximas 48 horas y que irá a buscar a los violentos "con la fuerza pública" si no se presentan. Veremos hasta donde llega la protección política de los delincuentes.
Como trabajador y protagonista de la lucha del ex-Hospital Francés (Hoy Cesar Milstein), se bien de lo que se trata esto que están viviendo los trabajadores de tiempo argentino, se lo que es que te dejen de pagar el sueldo y que la patronal te largue en banda, se lo que es luchar por tu fuente de trabajo y también se lo que se siente enfrentar una patota armada por el gobierno de la nación (en mi caso fue el gobierno de Nestor K).
ResponderEliminarFue una técnica muy usada por Nestor y Cristina, y ahora por el gobierno de Macri. La idea es la de instalar la teoría de los dos demonios, (trabajadores contra trabajadores) pero en realidad son auténticos barrabrabas de clubes reconocidos, (como Independiente, River, Nueva Chicago, etc)que figuran como empleados de la legislatura y distintos tipos de organismos gubernamentales, pero en realidad son matones que trabajan para el gobierno.
Estos matones son enviados para efectuar sus actos vandalicos amparados por la policía y luego los proeje, la misma policía, para que regresen sanos y salvos a sus casas.
Y esto lo digo con conocimiento de causa.
Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode... se jode.
Aguante los trabajadores de Tiempo Argentino!!!
Queda claro que desde este espacio apoyamos en la forma que podemos (con difusión) a todos los proyectos donde los desamparados desesperadamente luchan por sus fuentes de trabajo. Y sobretodo si es un medio informativo y verdaderamente independiente (y con unas investigaciones muy buenas que son un grano en el culo para el gobierno) así que el mérito para estos tipos es múltiple.
EliminarAl igual que dijo Cuchi:
Aguante los trabajadores de Tiempo Argentino!!!